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    Anuario de los testigos de Jehová 1992
    • Los primeros precursores encienden una luz

      Unos sesenta años después que los famosos exploradores Livingstone y Stanley se encontraron a orillas del lago Tanganica, y cuando todavía no se habían descubierto los nacimientos más meridionales del río Nilo, se hicieron los primeros esfuerzos por introducir los rayos de la verdad bíblica en esta región de África. En aquel entonces los Estudiantes de la Biblia ya estaban muy activos en otras partes del mundo, denunciando las falsedades religiosas y advirtiendo a la humanidad respecto al significado de los sucesos mundiales. En África, la obra se inició en la costa occidental y en El Cabo, en el extremo sur del continente.

      En 1931, el año en que los Estudiantes Internacionales de la Biblia adoptaron el nombre con base bíblica de testigos de Jehová, la sucursal de la Sociedad Watch Tower de Ciudad del Cabo buscó maneras de sembrar las semillas de la verdad bíblica en la costa oriental del continente y, a ser posible, en el interior. Gray Smith y su hermano mayor, Frank, dos valientes ministros precursores de Ciudad del Cabo, se marcharon al África Oriental Británica para investigar las posibilidades de diseminar las buenas nuevas. Embarcaron su automóvil —un De Soto que habían convertido en una caravana⁠— junto con 40 cajas de libros, y partieron rumbo a Mombasa, el puerto marítimo de Kenia. Acababa de terminarse la construcción de una línea de ferrocarril que unía Mombasa con Uganda a través de las tierras altas de Kenia, de modo que los dos precursores enviaron su preciosa carga de libros por tren de Mombasa a la capital, Nairobi, situada a 1.600 metros de altitud y que unos veinte años antes no era más que unos cuantos almacenes ferroviarios destartalados.

      Los hermanos Smith emprendieron entonces el camino de 580 kilómetros hacia Nairobi. Un viajero actual cubre esta distancia en unas siete horas por una moderna carretera pavimentada, pero en aquel tiempo era toda una aventura hacer este viaje en una caravana cargada. El informe que enviaron al entonces presidente de la Sociedad Watch Tower, Joseph F. Rutherford, y que se publicó en el número del 1 de agosto de 1931 de The Watchtower, nos da una idea de cómo les fue el viaje y la predicación en Nairobi:

      “Estimado hermano Rutherford:

      ”Mi hermano y yo le hemos agradecido en más de una ocasión el privilegio de venir desde Sudáfrica a este país virgen.

      ”Como estaba previsto, embarcamos nuestra caravana en Ciudad del Cabo en un vapor Llamtepher con destino a Mombasa; después de una placentera travesía, emprendimos un viaje en automóvil que fue una terrible pesadilla. Nos tomó cuatro jornadas, sin detenernos durante el día, recorrer las 360 millas que hay de Mombasa a Nairobi, durmiendo en la espesura completamente rodeados de fieras.

      ”Una milla tras otra tenía que bajarme del automóvil con una pala para nivelar obstáculos, llenar agujeros y también cortar tallos de elephant grass [planta parecida a la caña de azúcar] y árboles con el fin de rellenar terreno pantanoso de modo que los neumáticos se agarraran. Proseguimos día y casi noche, impacientes por empezar la testificación.

      ”Por fin llegamos a Nairobi, la capital de Kenia, cercana al ecuador y al África central, y nuestro querido Señor bendijo nuestros esfuerzos con resultados que establecen un récord mundial. Ambos trabajamos veintiún días, sábados y domingos incluidos, y en ese breve período distribuimos 600 folletos y 120 juegos completos de nueve volúmenes [de libros]. Nos amenazaron con llamar a la policía, nos llamaron mentirosos, nos insultaron, nos echaron de algunas oficinas; pero continuamos, y nuestra obra casi ha concluido. Se ha encendido una luz que alumbrará hasta los rincones más oscuros de África. A juzgar por lo que oímos, la obra ha levantado un gran revuelo en los círculos religiosos de Nairobi.

      ”Yo voy a regresar a Ciudad del Cabo, pero mi hermano planea volver pasando por el Congo y Rhodesia del Norte para continuar llevando el mensaje; nos encontraremos de nuevo en Ciudad del Cabo, listos para el próximo privilegio.

      Su colaborador en el servicio del Amo,

      F. W. Smith, repartidor.”

      Los contactos con los africanos estaban restringidos bajo el gobierno colonial, de modo que los hermanos Smith dejaron la mayor parte de las publicaciones a una comunidad de católicos que habían venido de Goa, en la costa occidental de la India, para construir el ferrocarril. Pero el clero católico, furioso por las verdades que contenía la literatura bíblica, recogió y quemó todos los libros a los que pudo echar mano.

      Algún tiempo después, los hermanos Smith contrajeron paludismo, una enfermedad que había acabado con la vida de muchos viajeros. Gray se recuperó tras cuatro meses de hospitalización, pero su hermano Frank murió antes de llegar a Ciudad del Cabo.

      Se continúa la obra con ánimo

      Entretanto, en África del Sur los precursores Robert Nisbet y David Norman se preparaban para continuar aquella primera aventura. Robert Nisbet recuerda que cuando llegó a la sucursal de Ciudad del Cabo procedente de Escocia, le mostraron 200 cajas de literatura listas para ser enviadas al África oriental, ¡el quíntuplo de lo que los hermanos Smith habían llevado!

      Iniciaron su campaña en Dar es Salaam, la capital de Tanganica, el 31 de agosto de 1931, durmiendo bajo mosquiteros y tomando dosis diarias de quinina para protegerse del paludismo. No fue una asignación fácil. El hermano Nisbet relata: “El reflejo del sol en el pavimento de las calles, el fuerte y húmedo calor y la necesidad de llevar pesadas cargas de libros de una visita a otra, fueron solo algunas de las dificultades a las que tuvimos que enfrentarnos. Pero éramos jóvenes y fuertes y nos lo pasábamos bien”.

      Estos dos precursores dejaron en tiendas, oficinas y casas casi mil libros y folletos en dos semanas. Entre estos estaban los llamados “juegos arco iris”, que consistían en nueve libros de varios colores llamativos y once folletos de contenido bíblico. No pasó mucho tiempo antes de que la Iglesia católica difundiera un aviso en el que prohibía a todos los católicos tener esas publicaciones en casa.

      Desde Dar es Salaam, los dos precursores salieron hacia Zanzíbar, una isla que está a unos 40 kilómetros de la costa y que en un tiempo fue un importante centro del comercio de esclavos. En la antigua ciudad del mismo nombre, con su laberinto de calles estrechas y tortuosas, se respiraba un constante aroma a clavos, pues Zanzíbar era el principal exportador de esta especia. La población, por entonces de un cuarto de millón de habitantes, se componía básicamente de musulmanes que hablaban swahili. Como las publicaciones estaban en inglés, la mayor parte se dejó a indios y árabes anglohablantes.

      Tras pasar diez días en Zanzíbar, los precursores se embarcaron rumbo a Mombasa (Kenia), desde donde prosiguieron hacia las altiplanicies kenianas. El viaje desde Mombasa lo realizaron en tren, predicando el territorio a lo largo de la línea férrea hasta el lago Victoria, situado justo al sur del ecuador.

      A continuación se dirigieron en barco a Kampala, la capital de Uganda, donde distribuyeron muchos libros y obtuvieron suscripciones a la revista The Golden Age (hoy conocida en español como ¡Despertad!). Un hombre que vio a su amigo leer entusiasmado el libro Gobierno viajó 80 kilómetros para encontrar a los hermanos y obtuvo todos los libros disponibles, así como una suscripción a The Golden Age.

      Luego regresaron a Mombasa vía Jinja y Kisumu, a orillas del lago Victoria. Allí dejaron de nuevo muchos libros y pronunciaron dos discursos bíblicos, a los que asistieron muchos oriundos de Goa. Desde Mombasa volvieron en barco a Ciudad del Cabo, un viaje de 5.000 kilómetros. Los hermanos Nisbet y Norman colocaron en manos de la gente más de cinco mil libros y folletos en total, además de muchas suscripciones.

      Recorren media África

      En 1935, el año en que el entendimiento progresivo de la Biblia reveló la recogida de una gran muchedumbre para vivir en un paraíso terrestre, un equipo de cuatro Testigos emprendió la tercera campaña por el África oriental. Eran Gray Smith —el superviviente de la primera campaña⁠—, su esposa Olga y los dos hermanos Nisbet, Robert y George. Este había llegado a Ciudad del Cabo en marzo.b

      Esta vez iban bien equipados con dos furgonetas de tres cuartos de tonelada cada una convertidas en viviendas y provistas de camas, cocina, depósito de agua, tanque de gasolina de repuesto y mosquiteros para las ventanas. Así podían llegar a más ciudades, aunque las carreteras a veces estaban cubiertas de maleza hasta una altura de 3 metros. Estos precursores dormían a menudo en plena selva, donde veían, oían y sentían latir el corazón de África, con sus amplios horizontes y su abundante fauna: leones que rugían por la noche, y cebras, gacelas y jirafas que pastaban con tranquilidad durante el día, además de la inquietante presencia de los rinocerontes y los elefantes.

      Recorrieron en sus vehículos parte de la Ruta de El Cabo a El Cairo. La realidad detrás de este distinguido nombre era largos y solitarios tramos polvorientos, así como tramos pedregosos con baches llenos de barro, arena fina y ríos que había que vadear aquí y allá. Cuando llegaron a Tanganica, se separaron: los hermanos Nisbet se dirigieron hacia Nairobi, mientras que el matrimonio Smith se quedó en Tanganica, que por aquel entonces estaba bajo dominio británico.

      Al poco tiempo la policía detuvo a los Smith y les ordenó regresar a África del Sur. Sin embargo, ellos decidieron seguir los pasos de los hermanos Nisbet, y se dirigieron hacia el norte, a Nairobi, donde tuvieron que pagar a la policía un depósito reembolsable de 160 dólares para conseguir un permiso de residencia. Los precursores trabajaron mucho y colocaron más de tres mil libros y unos siete mil folletos, además de muchas suscripciones a la revista The Golden Age (en español, Luz y Verdad). Finalmente se expidieron órdenes de deportación contra ellos debido a la creciente oposición religiosa. Los precursores protestaron enérgicamente contra la deportación, pero fue en vano. Tres de ellos emprendieron el regreso a África del Sur, mientras que Robert Nisbet, que había contraído fiebre tifoidea, se quedó en el hospital de Nairobi. Afortunadamente se recuperó y pudo regresar también a África del Sur.

  • Kenia y los países vecinos
    Anuario de los testigos de Jehová 1992
    • [Fotografías en la página 74]

      Olga Smith, acompañada de sus dos hijos, despide a su esposo, Gray, y al hermano de este, Frank, antes de que estos se embarcaran hacia el África oriental

      Frank Smith cerca del centro de Nairobi en 1931

      Gray Smith testificando en Kenia en 1931

      [Fotografía en la página 76]

      David Norman y Robert Nisbet en Durban (África del Sur) en 1931, justo antes de tomar el barco para Dar es Salaam

      [Fotografías en la página 79]

      George Nisbet, Gray y Olga Smith y Robert Nisbet cruzan el río Limpopo y hacen una pausa en la carretera en dirección al África oriental (1935)

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