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  • Los falsos profetas modernos
    La Atalaya 1992 | 1 de febrero
    • Como en los días de Jeremías, hoy hay falsos profetas que dicen que representan a Dios y la Biblia; pero también hurtan las palabras de Dios cuando predican cosas que distraen a la gente de lo que Dios realmente dice mediante la Biblia. ¿Cómo hacen esto? Contestemos esa pregunta mediante usar como piedra de toque la enseñanza fundamental de la Biblia: el Reino.

  • Los falsos profetas modernos
    La Atalaya 1992 | 1 de febrero
    • ¿Le ha enseñado su ministro o su sacerdote que el Reino de Jesús es en realidad un gobierno, que domina desde el cielo? ¿O le ha enseñado que el Reino es simplemente algo que existe en el corazón? Si esto es lo que ha sucedido, le ha estado hurtando las palabras de Dios.

      ¿Qué relación hay entre la gobernación del Reino y todas las diferentes formas de gobernación humana? Según The Encyclopedia of Religion, edición de Mircea Eliade, cuando el reformista Martín Lutero consideró el asunto del Reino propuso lo siguiente: “Al gobierno mundano [...] también se le puede llamar el reino de Dios”. Algunos enseñan que, por sus propios esfuerzos, los seres humanos pueden hacer que sus gobiernos se parezcan más al Reino de Dios. En 1983 el Concilio Mundial de Iglesias afirmó: “Mientras testificamos de nuestro deseo genuino de paz mediante acciones específicas, el Espíritu de Dios puede utilizar nuestros endebles esfuerzos para hacer que los reinos de este mundo se acerquen más al reino de Dios”.

      Sin embargo, note que en la oración del padrenuestro Jesús enseñó a sus seguidores a orar por la venida del Reino de Dios, y entonces les dijo que oraran: “Efectúese tu voluntad [la de Dios], como en el cielo, también sobre la tierra”. (Mateo 6:10.) En otras palabras, los hombres no hacen que el Reino venga mediante hacer ellos la voluntad de Dios. Es la venida del Reino lo que hace que se efectúe la voluntad de Dios en la Tierra. ¿Cómo?

      Oiga lo que dice la profecía de Daniel 2:44, en el versículo 44 del capítulo 2: “En los días de aquellos reyes [los gobernantes humanos del tiempo del fin] el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. [...] Triturará y pondrá fin a todos estos reinos”. ¡Con razón dijo Jesús que su Reino no era parte de este mundo! Más bien, el Reino destruirá los reinos o gobiernos de la Tierra y los reemplazará con su gobernación sobre la humanidad. Puesto que ese es el gobierno que Dios ha dado a la humanidad, este entonces se encargará de que la voluntad de Dios se efectúe en la Tierra.

      La razón por la cual el Reino toma esa acción drástica queda más clara cuando consideramos quién domina este mundo. El apóstol Juan escribió: “El mundo entero yace en el poder del inicuo”. (1 Juan 5:19.) El “inicuo” es Satanás el Diablo, a quien Pablo llamó “el dios de este sistema de cosas”. (2 Corintios 4:4.) Es imposible que las instituciones de un mundo cuyo dios es Satanás el Diablo puedan identificarse con el Reino de Dios.

      Esa es una de las razones por las cuales Jesús no se involucró en la política. Cuando judíos nacionalistas trataron de hacerlo rey, él los evitó. (Juan 6:15.) Como hemos visto, dijo francamente a Pilato: “Mi reino no es parte de este mundo”. Y en conformidad con eso dijo de sus seguidores: “Ellos no son parte del mundo, así como yo no soy parte del mundo”. (Juan 17:16.) Por eso, los líderes religiosos que enseñan que la venida del Reino de Dios se acelera por reformas hechas dentro de este sistema de cosas y que animan a su pueblo, su grey, a esforzarse por lograr eso son falsos profetas. Hurtan el vigor y el efecto de lo que la Biblia realmente dice.

      ¿Por qué es importante?

      ¿Es todo esto tan solo un argumento intelectual? De ninguna manera. Las enseñanzas incorrectas respecto al Reino de Dios han extraviado a muchas personas y hasta han afectado el curso de la historia. Por ejemplo, la publicación Théo, una enciclopedia católica romana, dice: “El pueblo de Dios avanza hacia un Reino de Dios que el Cristo empezó en la Tierra [...] La iglesia es la semilla de este Reino”. La identificación de la Iglesia Católica con el Reino de Dios dio a la iglesia enorme poder seglar durante la Edad Media, cuando abundaron las supersticiones. Aun hoy, las autoridades eclesiásticas tratan de influir en el curso de los asuntos mundiales y favorecen algunos sistemas políticos mientras actúan contra otros.

      Un comentarista presentó otro punto de vista muy popular hoy día cuando dijo: “El camino de la revolución es el reino porque la revolución es la gente juntándose en una nueva humanidad, incitada por un símbolo divino que se da mediante el hombre de la verdad... Jesús [...] Gandhi [...] los Berrigan”. Tanto la enseñanza de que se da adelanto al Reino de Dios mediante el activismo político como el pasar por alto los hechos sobre el Reino han llevado a algunos líderes religiosos a buscar puestos políticos. Han llevado a otros a envolverse en agitaciones civiles y hasta a participar en acción de guerrillas. Nada de esto está en armonía con la verdad de que el Reino no es parte de este mundo. Y de ninguna manera puede ser que los líderes religiosos que se envuelven profundamente en la política no sean parte del mundo, como dijo Jesús de sus discípulos verdaderos. Los que enseñan que se llega al Reino de Dios por actividades políticas son profetas falsos. Hurtan de la gente las palabras de Dios.

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