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  • ¡Se acerca un nuevo mundo!
    La Atalaya 1991 | 15 de julio
    • “Vi un nuevo cielo y una nueva tierra; porque el cielo anterior y la tierra anterior habían pasado, y el mar ya no existe. Vi también la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, que descendía del cielo desde Dios y preparada como una novia adornada para su esposo. Con eso, oí una voz fuerte desde el trono decir: ‘¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado’. Y Aquel que estaba sentado en el trono dijo: ‘¡Mira!, voy a hacer nuevas todas las cosas’. También, dice: ‘Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas’”. (Revelación 21:1-5.)

      El “nuevo cielo” es el Reino celestial de Jesucristo. La “nueva tierra” no es otro globo terrestre, sino una nueva sociedad de personas en este planeta... compuesta de súbditos obedientes del Reino de Cristo, sin divisiones raciales, nacionales ni lingüísticas. (Compárese con Salmo 96:1.) Los simbólicos cielo y tierra actuales —el sistema de cosas del Diablo y su estructura gubernamental bajo la influencia de Satanás y sus demonios— habrán sido destruidos. (1 Juan 5:19.) Aunque los mares literales permanecerán, el mar figurativo de la humanidad agitada e inicua habrá desaparecido. Los cogobernantes celestiales de Jesús componen la Nueva Jerusalén y junto con él forman una organización capital que gobernará a la justa sociedad humana. ‘La tienda de Dios estará con’ la humanidad obediente representativamente mientras se reconcilia de lleno a la humanidad con Dios mediante Cristo durante el Día del Juicio que durará mil años. (Revelación 14:1-4; 20:6.)

      Habrá muchas razones para disfrutar de felicidad bajo la gobernación del Reino. El lamento, el clamor y el dolor causados por las enfermedades, el desconsuelo y cosas semejantes serán experiencias del pasado. Hasta la muerte que se extendió a toda la humanidad desde nuestro primer padre, el pecaminoso Adán, no será más. (Romanos 5:12.) ¡Qué gozo reinará cuando para siempre haya desaparecido esta causa mundial de dolor!

      Dios mismo, no los humanos mortales, garantiza estas bendiciones. Dice Rev 21:5: “¡Mira!, voy a hacer nuevas todas las cosas”. Sí, y Jehová Dios dijo al apóstol Juan: “Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas”.

      Las necesidades fundamentales satisfechas a plenitud

      En el nuevo mundo que Dios traerá, la Tierra por fin será un paraíso. Esto es seguro, pues Jesús prometió lo siguiente a un malhechor contrito que había sido fijado en un madero a su lado: “Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraíso”. (Lucas 23:43.) Al regir las condiciones paradisíacas, se satisfarán por completo necesidades humanas como las de alimento y vivienda.

  • ¡Se acerca un nuevo mundo!
    La Atalaya 1991 | 15 de julio
    • Pero el hambre pasará al olvido en el nuevo mundo que Dios traerá. Bajo la gobernación del Reino “llegará a haber abundancia de grano en la tierra; en la cima de las montañas habrá sobreabundancia”. (Salmo 72:16.)

  • ¡Se acerca un nuevo mundo!
    La Atalaya 1991 | 15 de julio
    • En el Paraíso futuro “ciertamente edificarán casas, y las ocuparán; y ciertamente plantarán viñas y comerán su fruto. No edificarán y otro lo ocupará; no plantarán y otro lo comerá. Porque como los días de un árbol serán los días de mi pueblo; y la obra de sus propias manos mis escogidos usarán a grado cabal”. (Isaías 65:21, 22.)

      Los problemas ecológicos desaparecerán en el nuevo mundo que Dios ha prometido. Ya no existirá la contaminación del aire que amenaza la salud y daña las cosechas. La contaminación y la destrucción de hábitats que ahora ponen en peligro a numerosas especies de plantas y animales no amenazarán entonces. Y factores como un agotamiento de la capa de ozono no pondrán en peligro la vida en la Tierra. Podemos confiar en que Jehová Dios resolverá todos estos problemas, pues su Palabra nos asegura que pronto ‘causará la ruina de los que están arruinando la tierra’. (Revelación 11:18.)

      En el nuevo mundo, también la guerra será cosa del pasado, pero no porque los estadistas hayan logrado desarmar a las naciones. Más bien, Dios hará lo que los gobernantes políticos no han podido realizar. Traerá paz a la humanidad obediente en conformidad con estas palabras del salmista: “Vengan, contemplen las actividades de Jehová, como ha establecido acontecimientos pasmosos en la tierra. Hace cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra. Quiebra el arco y verdaderamente corta en pedazos la lanza; quema los carruajes en el fuego”. (Salmo 46:8, 9.) En el cercano nuevo mundo que Dios ha prometido, la gente ya no guerreará, sino que disfrutará de verdadera paz y seguridad. (Miqueas 4:2-4.)

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