¿Hay una solución duradera?
LOS primeros ministros y los presidentes han hablado sobre ello. Por su parte, los hombres de negocios y los banqueros lo han intentado. Los ejecutivos de corporaciones gigantes han hecho lo que han podido. Pero, ¿cuál es el estado actual del comercio internacional?
De Washington, D.C., viene este informe del secretario del Tesoro, James Baker: “Aunque hay perspectivas de algunas reducciones en los desequilibrios [comerciales] en 1987, muy bien pueden aumentar de nuevo en 1988 y permanecer a unos niveles inaceptables desde el punto de vista político y económico”.
De Seúl, Corea del Sur, viene esta noticia: “El sentimiento antiamericano ha ido creciendo entre los disidentes y estudiantes de Corea del Sur, en parte por lo que consideran que son medidas proteccionistas americanas contra los productos coreanos. [...] Estados Unidos ha intentado sacrificar a Corea para ayudar a recortar su déficit comercial”.
De Europa nos llega este informe: “Las doce naciones de la Comunidad Económica Europea, el mayor bloque comercial del mundo, [...] dicen que las compañías japonesas están intentando compensar las ventas perdidas en Estados Unidos por medio de exportar más a Europa [...]. [A las naciones miembros de la C.E.E.] les preocupa que aumente el desempleo como resultado de las importaciones, y están amenazando a Japón con nuevas restricciones”.
Está claro que aunque los líderes políticos y los ministros de Economía del mundo lo han intentado a toda costa, sus ideas no han dado resultado. Las relaciones comerciales entre las naciones continúan empeorando y las acusaciones recíprocas están alcanzando niveles explosivos. ¿Hay alguien que sepa solucionar esos problemas?
El que tiene la solución
El que pueda resolver con éxito los problemas financieros y otros males del mundo también tiene que ser capaz de resolver los obstáculos profundamente arraigados del nacionalismo, la ambición egoísta, la incertidumbre y la desesperanza. Sus ideas deben ser diferentes, aun opuestas, a la ley de la jungla en la que está basado el sistema económico actual. ¿Existe tal persona?
Sí, existe, y sus enseñanzas se conocen internacionalmente. Esta persona expuso lo que se ha llegado a conocer como la Regla áurea: “Por lo tanto, todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos”. Y también enseñó: “Practiquen el dar, y se les dará. Derramarán en sus regazos una medida excelente, apretada, remecida y rebosante. Porque con la medida con que ustedes miden, se les medirá en cambio”. (Mateo 7:12; Lucas 6:38.)
¿Sabe quién es esa persona? No es otra que Jesucristo, cuyas enseñanzas han sido muy alabadas, pero rara vez seguidas. De hecho, mucha gente piensa que estas son demasiado idealistas, demasiado imprácticas, y que nunca podrán aplicarse. ¿Piensa usted, quizás, del mismo modo? Entonces, ¿por qué no examina lo que hacían los seguidores de Jesucristo del primer siglo y ve cómo se aplicaban estos principios basados en el amor verdadero?
La solución duradera
Alrededor del año 55 E.C., el apóstol Pablo escribió a la congregación cristiana de Corinto y habló de una ofrenda o contribución que hicieron los cristianos de Macedonia y Acaya, Europa, para ayudar a sus compañeros cristianos de Palestina, Asia. Por supuesto, este era un gesto noble de su parte, pero Pablo explicó: “Mediante una igualación, el sobrante de ustedes precisamente ahora compense lo que les falta a ellos, para que el sobrante de ellos también llegue a compensar lo que les falte a ustedes, para que se efectúe una igualación”. (2 Corintios 8:14.)
Aunque aquí no se habla de negocios comerciales, el principio implícito es digno de tenerse en cuenta. Lo que se conseguía era una igualación entre lo que sobraba y lo que faltaba. Pero, ¿es realista esperar que los principios basados en el amor funcionen en el agresivo y egoísta mundo actual del comercio internacional? No, no lo es. De modo que la única solución duradera implica un cambio radical, cambio que Dios mismo se propone realizar.
Hablando de estos problemáticos días, la profecía bíblica predijo: “En los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que [...] triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos”. (Daniel 2:44; Salmo 110:2.) Este Reino que “el Dios del cielo establecerá” es aquel por el que Jesucristo enseñó a orar a sus seguidores con estas palabras: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra”. (Mateo 6:10.) Los acontecimientos mundiales y las profecías bíblicas cumplidas confirman que el tiempo para que este Reino intervenga está ya cerca.
¿Puede imaginarse las condiciones que existirán cuando un solo gobierno rija sobre toda la Tierra? No habrá más tipos de cambio. No habrá más aranceles ni guerras comerciales. No habrá más fijación de precios ni proteccionismo. Todo el mundo llegará a estar bajo un nuevo sistema justo, no solo en sentido económico, sino también político, religioso y en todo otro aspecto.
[Ilustración en la página 9]
Solo cuando las personas trabajen juntas, en un ambiente de amor, se resolverán los problemas de la humanidad