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  • La “señora del desierto sirio”
    La Atalaya 1999 | 15 de enero
    • A Zenobia se le presentó la oportunidad de extender sus dominios reales en 269, cuando un pretendiente que disputaba el trono de Roma apareció en Egipto. El ejército de Zenobia marchó rápidamente a esa tierra, aplastó al rebelde y se apoderó del país. Zenobia se proclamó reina de Egipto y acuñó monedas con su nombre. Su reino se extendía entonces desde el Nilo hasta el Éufrates. En este momento de su vida, llegó a ocupar la posición de “rey del sur”, del que habla la Biblia en la profecía de Daniel, pues su reino entonces dominaba la zona que quedaba al sur de la tierra de Daniel (Daniel 11:25, 26). También conquistó la mayor parte de Asia Menor.

  • La “señora del desierto sirio”
    La Atalaya 1999 | 15 de enero
    • Un emperador ‘despierta su corazón’ contra Zenobia

      En el año 270, Aureliano se convirtió en emperador de Roma. Sus legiones lograron repeler y castigar a los bárbaros del norte. En 271, Aureliano, que entonces representaba al “rey del norte” de la profecía de Daniel, ‘despertó su poder y su corazón contra el rey del sur’, personificado por Zenobia (Daniel 11:25a). Aureliano envió algunas de sus fuerzas directamente a Egipto y condujo al grueso de su ejército hacia el este a través de Asia Menor.

      El rey del sur —la entidad reinante encabezada por Zenobia— ‘se excitó’ para la guerra contra Aureliano “con una fuerza militar sumamente grande” bajo dos generales: Zabdas y Zabbai (Daniel 11:25b). Pero Aureliano tomó Egipto y luego lanzó una expedición hacia Asia Menor y Siria. Zenobia fue derrotada en Emesa (actualmente Homs), y se retiró a Palmira.

      Cuando Aureliano sitió Palmira, Zenobia, confiando en conseguir ayuda, huyó con su hijo a Persia, pero los romanos la capturaron en el río Éufrates. Los palmiranos rindieron la ciudad en 272. Aureliano fue magnánimo con la población, se apoderó de una inmensa cantidad de despojos, incluido el ídolo del Templo del Sol, y partió para Roma. El emperador romano perdonó la vida a Zenobia y la convirtió en la principal atracción de su procesión triunfal por las calles de Roma en el año 274. Ella pasó el resto de sus días como una matrona romana.

      Asolan la ciudad del desierto

      Algunos meses después que Aureliano tomó Palmira, sus habitantes asesinaron a la guarnición romana que el emperador había dejado en la ciudad. Cuando las noticias de la revuelta llegaron a oídos de Aureliano, ordenó de inmediato a los soldados volver sobre sus pasos, y en esa ocasión su venganza sobre la población fue terrible. Los que escaparon de la despiadada matanza fueron hechos esclavos. La orgullosa ciudad fue saqueada y asolada por completo. De ese modo, la bulliciosa metrópoli quedó reducida a su anterior estado: “Tadmor en el desierto”.

      Cuando Zenobia se enfrentó a Roma, ella y el emperador Aureliano representaron sin saberlo los papeles de “rey del sur” y “rey del norte”, y así cumplieron parte de la profecía anotada con gran detalle por el profeta de Jehová unos ochocientos años antes (Daniel, capítulo 11). Zenobia se ganó la admiración de muchas personas gracias a su llamativa personalidad. No obstante, de mayor significado fue el papel que desempeñó al personificar a la entidad política predicha en la profecía de Daniel. Su reinado no duró más de cinco años. Palmira, la capital de su reino, no es hoy más que un pueblo. Hasta el poderoso Imperio romano hace mucho tiempo que desapareció y dejó su lugar a los reinos modernos. ¿Cuál será el futuro de esas potencias? Su destino también está determinado por el cumplimiento seguro de la profecía bíblica (Daniel 2:44).

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