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El servicio a Jehová ha enriquecido mi vidaLa Atalaya 2001 | 1 de noviembre
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Nathan Knorr, quien llegó a Betel en 1923, siendo todavía un adolescente, llegó a ser el superintendente de la fábrica en los años treinta. Tenía la costumbre de recorrer el complejo todos los días y saludar a cada uno de los trabajadores. Los que éramos nuevos en Betel agradecíamos su interés personal. En 1936 nos trajeron una nueva imprenta de Alemania. Como a algunos de los hermanos jóvenes les resultaba muy difícil el montaje, el hermano Knorr, enfundado en un pantalón de trabajo, les ayudó por más de un mes hasta que la pusieron en marcha.
El hermano Knorr trabajaba tan duro que la mayoría de nosotros no podíamos mantener su ritmo. Pero también sabía disfrutar de su tiempo de ocio. Incluso después de recibir la comisión de supervisar la predicación mundial de los testigos de Jehová en enero de 1942, jugaba de vez en cuando al béisbol con miembros de la familia Betel y con estudiantes de la escuela misional de Galaad en el campus que hay cerca de South Lansing (Nueva York).
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El servicio a Jehová ha enriquecido mi vidaLa Atalaya 2001 | 1 de noviembre
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Cuando falleció, en 1942, el hermano Knorr ocupó su lugar y se puso a trabajar con empeño para mejorar su oratoria. Puesto que mi habitación estaba cerca de la suya, a menudo lo oía practicando sus discursos una y otra vez. Con el tiempo, y gracias a su concienzudo esfuerzo, se convirtió en un excelente orador.
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