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    Anuario de los testigos de Jehová para 1988
    • “BIENVENIDOS, MENSAJEROS DE ESPERANZA DE LA WATCH TOWER”

      Hasta que no llegó el primero de una larga sucesión de fieles misioneros —cincuenta y dos con el transcurso del tiempo⁠—, no pudo establecerse un vínculo verdaderamente sólido con las oficinas centrales de la Sociedad.

      Después que la Sociedad reconoció a la congregación de Seúl, hizo preparativos para enviar al país misioneros formados en la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower. A ocho graduados de la undécima clase de Galaad que originalmente habían sido asignados a Japón se les cambió de asignación y se les envió a Corea. Se escogió a Don y Earlene Steelec para que fuesen primero. Después de mucho papeleo, la República de Corea les concedió el visado, y el 9 de agosto de 1949 llegaron al país.

      Por motivos de seguridad, solo dos hermanos fueron a recibir a los Steele al aeropuerto de Kimpo. En una verja próxima a la pista de aterrizaje, desplegaron un cartel que decía: “Bienvenidos, mensajeros de esperanza de la Watch Tower”. Estos dos hermanos no sabían inglés, pero sus cálidas sonrisas y los amigables apretones de manos eran todo cuanto necesitaban los hermanos Steele.

      Después de alojar al matrimonio Steele en un pequeño hotel, unos diez hermanos se reunieron con el siervo de congregación, el hermano Choi Young-won, que hablaba inglés. Este era el primer contacto que tenían con un representante de la organización en los últimos diez años. Ahora podrían ser contestadas sus ansiosas preguntas respecto a la obra que quedaba por hacer. De modo que se hicieron preparativos para celebrar una reunión al día siguiente por la tarde. En su primera carta a la Sociedad, fechada el 12 de agosto de 1949, el hermano Steele informó:

      “Para nuestra sorpresa, estuvieron presentes cuarenta personas, entre hermanos y personas de buena voluntad. Les transmitimos los saludos de los hermanos de Estados Unidos, hablamos de la organización de Dios y luego contestamos muchas de sus preguntas. En muchos aspectos, los hermanos tienen un buen entendimiento y están ansiosos por llevar a cabo lo que haya que hacer. Solo hay dos o tres con ideas erróneas y resentidos porque se hayan extendido tanto los ‘pocos años’ que quedaban hasta el Armagedón mencionados en el folleto Enfréntense a los hechos.”

      Como Seúl tenía 1.500.000 habitantes, el doble de los que había antes de la II Guerra Mundial, hallar un hogar para los misioneros era como buscar una aguja en un pajar. Pero a finales de agosto se pudo comprar una magnífica propiedad en el centro de la ciudad. Era un edificio de estilo occidental, bien construido, que previamente había estado bajo el control del gobierno japonés, pero que ahora estaba bajo la administración del gobierno coreano. La casa tenía cuatro habitaciones, una amplia sala de estar, un comedor y la cocina. Ahora la Sociedad podría enviar a los otros seis misioneros. Esta propiedad no solo serviría de hogar misional y lugar de reuniones para la congregación coreana, sino que, a su debido tiempo, también llegaría a ser la oficina sucursal.

      COMIENZA A ORGANIZARSE EL MINISTERIO

      Como tenían muy pocas existencias de literatura y se recibían muy pocos paquetes por correo, durante algunos meses los dos misioneros y los veintiocho hermanos de Seúl tuvieron por costumbre prestar los folletos a las personas interesadas que hallaban de casa en casa y regresar a recogerlos para prestárselos a otros.

      El 1 de enero de 1950 fueron asignados al servicio de precursor cuatro hermanos que estaban deseosos de emprender el servicio de tiempo completo. Para el mes de febrero, una cuarta parte de los miembros de la congregación eran precursores, siete en total, y los restantes publicadores tenían un promedio de 33 horas mensuales. La obra de revisitas y de estudios bíblicos de casa, algo que ellos no habían hecho antes, los entusiasmó.

      Los misioneros terminaron su primer mes completo de actividad con dieciséis estudios bíblicos. En lugar de estudiar en sus propias casas, que eran muy modestas, los estudiantes venían al hogar misional. El problema no era empezar estudios, sino encontrar a personas genuinamente interesadas en el mensaje del Reino y no solo en aprender inglés o relacionarse con extranjeros.

      Como los misioneros estaban deseosos de tener literatura en coreano para ofrecerla en el campo, la Sociedad dio instrucciones para que se tradujese e imprimiese cuanto antes el libro “Sea Dios veraz”. El hermano Choi era el único capaz de hacer la traducción. Sin embargo, su horario laboral le mantenía tan ocupado que incluso le resultaba muy difícil mantenerse al día con la traducción de La Atalaya para el estudio semanal. Con el fin de aliviar su carga de trabajo, se pidió la colaboración de dos personas que estudiaban con los misioneros, uno era un profesor de inglés y el otro, un funcionario de banca. Sorprendentemente, puesto que ambos tenían un conocimiento limitado de la verdad y de la organización, se hizo una buena traducción.

      LAS REUNIONES ORGANIZADAS ANIMAN A LOS HERMANOS

      Fue después de la llegada de los misioneros cuando se comenzó a conducir un estudio organizado de La Atalaya. Una vez que el hermano Choi traducía los artículos de estudio, el hermano Park Chong-il copiaba el texto traducido, haciendo un original y ocho copias a carbón en papel cebolla. Cuando el 14 de agosto de 1949 se celebró el primer estudio, como hubo una asistencia de 47 personas, muchos tuvieron que agruparse en torno a cada una de las copias de la revista para poder participar en la reunión. Luego se celebró la primera Reunión de Servicio que se había visto en Corea.

      El hermano Shin Wan, que había empezado a asociarse de nuevo con la congregación, tenía una tienda de multicopias que rindió un magnífico servicio a favor de la causa del Reino. Después que se traducían los artículos de estudio de La Atalaya, el texto se pasaba a un cliché, se colocaba en la multicopista y, girando el rodillo manualmente, se hacían copias para todos los que asistieran a las reuniones. ¡Se acabaron las copias a mano!

      LLEGAN OTROS MISIONEROS

      Toda la congregación esperaba ansiosa la llegada de los restantes misioneros. El 12 de marzo de 1950 Winfield (Scott) y Alice Counts, Grace y Gladys Gregory, Norrine Miller (de casada, Thompson) y Florence Manso (de casada, Janczyn) fueron recibidas en su nueva asignación con una fiesta al estilo coreano y salpicada de su tradicional hospitalidad.

      Los nuevos misioneros no habían aprendido el idioma antes de llegar a Corea, pero para mayo de 1950 los ocho tenían un promedio de veinte estudios bíblicos cada uno. Para dar discursos en la congregación, tenían que valerse de un traductor; pero los traductores, al no conocer bien el inglés, algunas veces no eran muy exactos. Por ejemplo: al presentar su discurso, un misionero animó a los hermanos a participar en el servicio, pero el traductor empleó la expresión “servicio militar”.

  • Corea
    Anuario de los testigos de Jehová para 1988
    • EVACÚAN A LOS MISIONEROS

      El segundo día después del inicio de la guerra, la red coreana de las fuerzas norteamericanas anunció que se había dado orden para que todos los norteamericanos evacuaran el país. Los misioneros ahora se enfrentaban a un dilema. ¿Deberían permanecer y trabajar junto a los fieles hermanos coreanos o deberían marcharse? Los ocho misioneros se reunieron, pidieron en oración la guía de Jehová y discutieron la tensa situación que se había creado. Permanecer significaba que ineludiblemente serían capturados y encarcelados. Su decisión fue unánime: debían marcharse. El desarrollo de los acontecimientos demostró que habían tomado la decisión correcta.

      Un informe que los misioneros enviaron más tarde decía: “Solo teníamos treinta minutos para abordar el último convoy que abandonaría la ciudad. Los efectos personales, así como las cosas que había en la casa, fueron puestas al cuidado del siervo de congregación. En aquel momento la ciudad estaba siendo bombardeada, y en la feroz carrera hacia el aeropuerto de Kimpo también fueron bombardeados nuestros autobuses. Hemos volado a Japón; en este momento los ocho estamos trabajando en Kobe”.

      El hermano Lee Shi-chong, siervo de congregación de Seúl, también escribió, y comentó que los pocos extranjeros que habían permanecido en Seúl habían sido llevados en una “marcha de la muerte”.

      La asignación de los ocho misioneros en Corea había terminado demasiado pronto: el matrimonio Steele había permanecido en el país poco más de diez meses, mientras que los otros seis misioneros, solo unos tres meses. Pero durante ese corto período de tiempo habían llegado a desarrollar un amor intenso por sus celosos hermanos coreanos.

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    Anuario de los testigos de Jehová para 1988
    • [Ilustración de la página 157]

      Los misioneros y miembros del personal de la sucursal en la entrada de la primera sede nacional durante la dedicación en 1975 de un anexo a estas oficinas, ubicadas en Seúl

      [Ilustración de la página 159]

      Earlene y Don Steele, los primeros misioneros de la Watch Tower, enviados a Corea en agosto de 1949

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