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Para Jehová todas las cosas son posiblesLa Atalaya (estudio) 2018 | febrero
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Apun Mambetsadykova
Un día de enero de 1981, cuando Mairambubu regresaba del mercado en autobús, escuchó la conversación que mencioné al principio. Mi esposa quería saber más, así que le preguntó a la mujer su nombre y dirección. Ella le dijo que se llamaba Apun, pero, como en aquellos años la obra de los Testigos seguía prohibida y había que tener mucho cuidado, en lugar de darle su dirección, le pidió la nuestra. Mi esposa llegó a casa contentísima.
“Escuché algo maravilloso —me contó Mairambubu—. Una mujer me dijo que pronto la gente ya no morirá. Hasta los animales salvajes serán mansos”. A mí todo eso me sonó a cuento de hadas, y le dije: “Esperemos a que venga y nos dé más detalles”.
Apun nos visitó tres meses después. Luego nos visitaron algunas de las primeras Testigos de la etnia kirguís. Estas hermanas nos enseñaron verdades sorprendentes sobre Jehová y sobre su propósito para la humanidad. Para eso, usaban el libro De paraíso perdido a paraíso recobrado.a Puesto que en Tokmak solo había un ejemplar de este libro, tuvimos que hacer una copia a mano.
Una de las primeras cosas que nos enseñaron fue lo que dice la profecía de Génesis 3:15, la cual se cumplirá mediante el Rey Mesiánico nombrado por Dios: Jesucristo. Esa es una importante verdad que todos deben oír. ¡Razón suficiente para que nos decidiéramos a predicar! (Mat. 24:14). En poco tiempo, lo que aprendimos en la Biblia comenzó a transformar nuestra vida.
REUNIONES Y BAUTISMOS CLANDESTINOS
Cuando un Testigo de Tokmak nos invitó a una boda, mi esposa y yo enseguida nos dimos cuenta de que los Testigos eran diferentes. Fue una fiesta muy tranquila y digna, y no hubo bebidas alcohólicas. No se parecía en nada a las bodas a las que habíamos ido, donde la gente se emborrachaba, perdía el control y decía vulgaridades.
También asistimos a algunas reuniones de la congregación de Tokmak. Se celebraban en el bosque, si el clima no lo impedía. Los hermanos sabían que la policía nos observaba muy de cerca, así que siempre ponían a alguien a vigilar. En invierno nos reuníamos en una casa, y la policía se presentó unas cuantas veces para averiguar lo que hacíamos. El día de nuestro bautismo, que se llevó a cabo en el río Chu en julio de 1982, tuvimos que ser muy prudentes (Mat. 10:16). Fuimos llegando en grupos pequeños al bosque, cantamos una canción de alabanza a Dios y escuchamos el discurso de bautismo.
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Para Jehová todas las cosas son posiblesLa Atalaya (estudio) 2018 | febrero
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En nuestra propia congregación en Tokmak se nos presentaron oportunidades para servir más a Jehová. Por ejemplo, pudimos estudiar la Biblia con muchos jóvenes de la etnia kirguís en algunos centros educativos de la zona. Uno de esos jóvenes es ahora miembro del Comité de Sucursal y dos más son precursores especiales. También nos esforzamos por ayudar a otros en las reuniones. A principios de los años noventa, solo teníamos publicaciones en ruso, y las reuniones se celebraban en ese idioma. Pero cada vez había más hermanos de habla kirguís, así que me ofrecí para ser su intérprete. Eso los ayudó a que comprendieran mejor la verdad.
Con mi esposa y ocho de nuestros hijos en 1989
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