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  • Puntos sobresalientes del libro de Lamentaciones
    La Atalaya 2007 | 1 de junio
    • Lamentaciones es una colección de cinco poemas líricos. Los cuatro primeros son lamentos, o endechas; el quinto es una plegaria. Los cuatro primeros poemas están escritos en acróstico, con versículos que empiezan sucesivamente con las veintidós letras del alfabeto hebreo. El quinto no sigue el orden alfabético, aunque el número de versículos es el mismo que el de las letras del alfabeto: veintidós (Lamentaciones 5:1, nota).

      “SE ME HAN ACABADO LOS OJOS EN PURAS LÁGRIMAS”

      (Lamentaciones 1:1–2:22)

      “¡Oh, cómo ha llegado a sentarse solitaria, la ciudad que abundaba en gente! ¡Cómo ha quedado como viuda, la que era populosa entre las naciones! Aquella que era princesa entre los distritos jurisdiccionales, ¡cómo ha llegado a ser para trabajo forzado!” Estas palabras dan inicio a las lamentaciones de Jeremías por la ruina de Jerusalén. Explicando el motivo de esta calamidad, el profeta dice: “Jehová mismo le ha traído desconsuelo a causa de la abundancia de sus transgresiones” (Lamentaciones 1:1, 5).

      Representada como una mujer que ha perdido a su marido y a sus hijos, Jerusalén pregunta: “¿Existe algún dolor como mi dolor[?]”. Luego clama a Dios con respecto a sus enemigos: “Venga delante de ti toda su maldad, y trátalos severamente, así como me has tratado severamente a mí por causa de todas mis transgresiones. Porque son muchos mis suspiros, y mi corazón está enfermo” (Lamentaciones 1:12, 22).

      Jeremías dice angustiado: “En el ardor de la cólera [Jehová] ha cortado todo cuerno de Israel. Ha vuelto atrás su diestra de delante del enemigo; y en Jacob sigue ardiendo como un fuego llameante que ha devorado todo en derredor”. El profeta describe su aflicción con estas palabras: “Se me han acabado los ojos en puras lágrimas. Mis intestinos se hallan en agitación. Mi hígado ha sido derramado a la misma tierra”. Hasta los que pasan por allí preguntan asombrados: “¿Es esta la ciudad de la cual solían decir: ‘Es la perfección de belleza, un alborozo para toda la tierra’?” (Lamentaciones 2:3, 11, 15).

  • Puntos sobresalientes del libro de Lamentaciones
    La Atalaya 2007 | 1 de junio
    • “NO ESCONDAS TU OÍDO DE MI ALIVIO”

      (Lamentaciones 3:1–5:22)

      El capítulo 3 de Lamentaciones presenta al pueblo de Israel como un “hombre físicamente capacitado”. Pese a las adversidades que sobre él se abaten, este hombre canta: “Bueno es Jehová al que espera en él, al alma que sigue buscándolo”. También suplica al Dios verdadero: “Tienes que oír mi voz. No escondas tu oído de mi alivio, de mi clamor por ayuda”. Y al rogarle que tome nota del vituperio de los enemigos, dice: “Tú les devolverás un tratamiento, oh Jehová, conforme a la obra de sus manos” (Lamentaciones 3:1, 25, 56, 64).

      Jeremías desahoga su dolor por los terribles efectos del sitio de Jerusalén, que duró dieciocho meses. Dice en lamento: “El castigo por el error de la hija de mi pueblo también llega a ser mayor que el castigo por el pecado de Sodoma, la cual fue derribada como en un momento, y a la cual ninguna mano se dirigió con ayuda”. Y añade: “Mejores han resultado ser los muertos a espada que los muertos por el hambre, porque estos languidecen, traspasados por falta del producto del campo abierto” (Lamentaciones 4:6, 9).

      El quinto poema pone las siguientes palabras en boca de los habitantes de Jerusalén: “Acuérdate, oh Jehová, de lo que nos ha sucedido. De veras mira y ve nuestro oprobio”. A la vez que cuentan su tragedia, imploran: “Oh Jehová, hasta tiempo indefinido te sentarás. Tu trono es para generación tras generación. Tráenos de vuelta, oh Jehová, a ti mismo, y prontamente volveremos. Trae días nuevos para nosotros como en la antigüedad” (Lamentaciones 5:1, 19, 21).

  • Puntos sobresalientes del libro de Lamentaciones
    La Atalaya 2007 | 1 de junio
    • Confiemos en Jehová

      El libro bíblico de Lamentaciones revela el sentir de Jehová cuando los babilonios quemaron la ciudad de Jerusalén y asolaron la tierra de Judá. Las expresiones en las que se reconoce el pecado del pueblo ponen de manifiesto que, desde el punto de vista de Jehová, la causa de la calamidad fue el error de ellos. Por otra parte, las letras de las canciones inspiradas de este libro reflejan esperanza en Jehová y un deseo de volver al buen camino. Si bien este no era el sentir de la mayoría de los judíos de aquel tiempo, sí era el de Jeremías y el del resto arrepentido.

      La evaluación que hizo Jehová de la situación en Jerusalén, expresada en Lamentaciones, nos enseña dos lecciones fundamentales. En primer lugar, la destrucción de Jerusalén y la desolación de Judá constituyen una advertencia para que obedezcamos a Jehová y no pasemos por alto su voluntad (1 Corintios 10:11). La segunda lección la extraemos del ejemplo de Jeremías (Romanos 15:4). Aun en medio de una situación aparentemente desesperanzada, el afligido profeta acudió a Jehová como fuente de salvación. ¡Qué importante es, pues, que cifremos toda nuestra confianza en Jehová y en su Palabra! (Hebreos 4:12.)

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