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El reto de servir en una congregación de habla extranjeraLa Atalaya 2006 | 15 de marzo
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Siga progresando
“Aprender otro idioma es por mucho la tarea más difícil que he emprendido —dice Monifa—. Hay momentos en que quiero darme por vencida. Pero luego pienso en cuánto les gusta a los estudiantes de la Biblia oír verdades espirituales profundas en mi coreano básico, y también pienso en el gozo que sienten los hermanos cuando ven que progreso, aunque solo sea un poco.” De modo que no se rinda fácilmente. Su meta es enseñar verdades bíblicas que salvan vidas (1 Corintios 2:10). Tenga presente, por lo tanto, que aprender a enseñar la Biblia en otra lengua exige esforzarse con ahínco durante largo tiempo. Al ir adelantando, no mida su progreso comparándose con quienes tienen un mejor dominio del idioma. No todos progresan al mismo ritmo, y hay aspectos en los que unos sobresalen más que otros. Más bien, concéntrese en su progreso personal (Gálatas 6:4). “Aprender un idioma es como subir por una escalera —señala Joon, quien está aprendiendo chino—. Precisamente cuando uno cree que no está mejorando, de repente se da cuenta de que ha llegado a un escalón más alto.”
Aprender una nueva lengua es una tarea que dura toda la vida. Así que, disfrute de la experiencia y no espere perfección (Salmo 100:2). Los errores, inevitables como son, forman parte del proceso de aprendizaje. Un cristiano que había empezado a predicar en italiano preguntó a una persona: “¿Sabe usted cuál es la escoba de la vida?”, cuando quería decir “el propósito de la vida”. Un Testigo que estaba aprendiendo polaco invitó a la congregación a entonar el perro en vez del cántico. Y debido a un leve cambio en la entonación, un estudiante de chino animó al auditorio a tener fe en la biblioteca de Jesús, en lugar de en el rescate de Jesús. El lado positivo de los errores es que los términos correctos que uno aprende se quedan grabados en la memoria.
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El reto de servir en una congregación de habla extranjeraLa Atalaya 2006 | 15 de marzo
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Para un adulto, no poder comunicarse bien durante meses o incluso años puede ser agotador mental, emocional y espiritualmente. “Me deprimía con facilidad a causa de mis limitaciones”, recuerda Janet, quien ahora habla español con fluidez. Hiroko, que aprendió inglés, recuerda que pensaba: “Hasta los perros y los gatos del territorio entienden mejor el inglés que yo”. Y Kathie dice: “Cuando me mudé a una congregación de habla hispana, pasé de tener varios estudios bíblicos y una libreta llena de revisitas a no tener nada. Me sentía muy frustrada”.
Estas son las situaciones en las que es esencial tener una actitud positiva. Cuando se sentía desanimada, Hiroko razonaba: “Si otros pueden hacerlo, yo también”. Kathie explica: “Pensaba en mi esposo, que estaba progresando muy bien y ayudando mucho a la congregación. Eso me motivó a superar el desánimo inicial. Aún me cuesta bastante, pero poco a poco voy mejorando al predicar y enseñar, y eso me hace feliz”. Su esposo, Jeff, añade: “Puede ser frustrante no captar todo lo que se dice en los anuncios y en las reuniones de ancianos. Tengo que ser sincero y humilde y preguntar lo que no he entendido, pero los hermanos siempre me ayudan con gusto”.
Para no agotarse espiritualmente al servir en una congregación de habla extranjera, es vital que dé prioridad a su salud espiritual (Mateo 5:3). Kazuyuki, que por muchos años ha servido en el campo portugués, dice: “Es importante que recibamos suficiente alimento espiritual. Por eso, como familia, estudiamos y nos preparamos para las reuniones en nuestro propio idioma, así como en portugués”. Algunos asisten de vez en cuando a alguna reunión en su propio idioma. También es muy importante descansar lo suficiente (Marcos 6:31).
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El reto de servir en una congregación de habla extranjeraLa Atalaya 2006 | 15 de marzo
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Quienes sirven en una congregación de habla extranjera reciben muchos galardones. “Ha sido una de las experiencias más felices de mi vida —dice Barbara, quien se mudó con su esposo a una congregación de habla hispana—. Es como aprender la verdad de nuevo. Estoy tan agradecida, pues tenemos esta gran oportunidad de servir aunque no podamos ser misioneros en otro país.”
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