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    Anuario de los testigos de Jehová 2000
    • ‘Se ensanchan’

      Durante los años setenta y ochenta se predicó mucho entre los inmigrantes de Gran Bretaña, en la mayoría de los casos por medio de Testigos también extranjeros que hablaban los idiomas de aquellos. No obstante, se requería más ayuda.

      En 1993 vivían en Gran Bretaña dos millones de personas de antecedentes asiáticos, 1 por cada 28 habitantes. Muchas procedían del subcontinente indio, otras, de África oriental. En aquel momento había unos quinientos publicadores de habla panjabí y 150 de habla gujarati que se reunían con las congregaciones anglófonas y que conducían más de quinientos estudios bíblicos en dichos idiomas. Pero no se había dado a todos los inmigrantes, ni mucho menos, la oportunidad de beneficiarse de las buenas nuevas del Reino de Dios.

      Puesto que los que hablaban solo inglés podían sentirse incapaces de dar testimonio a alguien de otra lengua y cultura, la sucursal exhortó a los Testigos británicos a extender su amor a gente de toda raza y a cultivar interés por el bienestar de sus semejantes en imitación de Cristo. Se animó a los hermanos a ‘ensancharse’ (2 Cor. 6:11-13; Fili. 2:1-4). Por ejemplo, Nuestro Ministerio del Reino dijo: “Queremos que la gente del territorio vea en nosotros el cariño e interés que Jesucristo mostró en su ministerio”. Y añadió: “¡Un inmenso campo misional ha venido a nosotros!”.

      En prueba de ese interés por la gente de otro idioma, se instó a todos los Testigos de Gran Bretaña a que cada vez que encontraran personas de otro país en su territorio lo comunicasen a la congregación de habla extranjera correspondiente. Así, independientemente de si los hermanos sabían o no otra lengua, todos podían colaborar en el cultivo de ese gran campo misional que se había desplazado a Inglaterra. De hecho, los territorios de las congregaciones de habla extranjera se forman principalmente con los datos aportados de esa manera.

      Como resultado de esta labor, en 1996, Grace Li visitó el hogar de una señora vietnamita que vivía en Newcastle upon Tyne, en el noreste de Inglaterra. La mujer, que hablaba chino, recibió a la hermana afectuosamente y enseguida la invitó a pasar. Era una refugiada que había sufrido mucho durante la guerra de Vietnam. Llevaba en Inglaterra unos diez años, pero todavía le costaba expresarse en inglés. La señora le dijo a Grace que había estado a punto de caer en la desesperación muchas veces y que no tenía a nadie a quien recurrir.

      También le contó que cuatro años antes había recibido un libro con muchos dibujos preciosos, y que aunque no lo entendía, por no leer inglés, cuando se deprimía miraba las ilustraciones, y entonces se sentía mejor y llena de esperanza. La mujer tomó el libro del estante, se lo dio a Grace y le pidió que se lo leyera para averiguar de qué trataba. Era el libro Usted puede vivir para siempre en el paraíso en la Tierra. Grace le contestó que podía hacer algo mejor que traducirle lo que decía. Metió la mano en su cartera y sacó otro libro idéntico escrito en chino. La mujer no daba crédito a sus ojos. ¡Por fin podía conocer el mensaje bíblico! Sin dilación, accedió a estudiar la Biblia.

      Por su parte, la sucursal apoyó ese ‘ensanchamiento’ esforzándose por ayudar a los grupos de distintas etnias a progresar espiritualmente y a organizarse mejor. Colin Seymour y su esposa, Olive, llevaban ya veinte años visitando congregaciones por toda Gran Bretaña. Ambos habían demostrado interés genuino por aquellos a los que servían, algo que se evidenció especialmente durante sus visitas a las congregaciones de Malta y Gozo, dos islas situadas en el mar Mediterráneo. Incluso intentaron comentar en maltés en las reuniones, lo que les granjeó el cariño de los hermanos.

      Por todo ello, en septiembre de 1994 se nombró a Colin superintendente de circuito de los grupos de habla extranjera y de algunas congregaciones foráneas repartidas por toda Inglaterra. Evaluó cuidadosamente las posibilidades que tenía cada grupo de convertirse en congregación y fortaleció a las congregaciones ya existentes. Aunque al principio este era el circuito más pequeño —contaba tan solo con doce congregaciones y con unos setecientos cincuenta publicadores—, en tres años se convirtió en el más grande, con 1.968 publicadores, 388 de los cuales eran precursores. Desde entonces, el número de circuitos de habla extranjera ha aumentado a tres.

      Aprenden un nuevo idioma

      Con el fin de difundir las verdades bíblicas salvadoras entre los inmigrantes que no hablan inglés, algunos Testigos británicos han tomado la iniciativa de aprender otro idioma. Por ejemplo, Elisabeth Emmott, que ha sido precursora en diversas partes de Inglaterra, intentó aprender panjabí para llegar a la gente de su territorio. En 1976, al cambiar de asignación, empezó a estudiar urdu y más tarde siguió con el gujarati. Además, en las asambleas de distrito buscaba a publicadores procedentes de la India o de Paquistán para dar más ayuda a las personas interesadas. En el caso de Clifton y Amanda Banks, fue su asistencia en 1993 a una asamblea en Rusia lo que los animó a aprender otro idioma. De regreso en casa consiguieron en la biblioteca del barrio un manual de ruso, se mudaron a una zona en la que viven inmigrantes rusos y empezaron el precursorado en la congregación de habla rusa del lugar. Pero hay que reconocer que no es fácil sacar tiempo para estudiar un idioma cuando es preciso atender también a las obligaciones seglares y familiares, así como participar en las actividades de la congregación y el ministerio del campo.

      No obstante, debido a la gran necesidad que hay en Inglaterra, se animó a los precursores que lo deseasen a ampliar así su ministerio. Sin dejar el precursorado, muchos adquirieron nociones de un nuevo idioma. Con tal de obtener los conocimientos necesarios, algunos de ellos hicieron un cursillo elemental, con resultados interesantes.

      Christine Flynn, precursora desde hace veintiún años, y otros siete precursores decidieron hacer un curso de gujarati durante el período 1996-1997. Los profesores, un matrimonio de la India, se sorprendieron, por no decir más, al ver a tantos estudiantes de habla inglesa matriculados. “Cambiaron el contenido de muchas de las clases para tendernos una mano —relata Christine—. Me ayudaron a preparar presentaciones para el servicio del campo e incluso asistieron a algunas reuniones.”

      Por aquel entonces, Christine comenzó a trabajar en otro sitio. En su nuevo lugar de empleo encontró a una mujer joven de habla gujarati. Cuando la saludó en su idioma, esta se asombró y le preguntó por qué estaba aprendiendo su lengua. Christine le explicó la razón y le dio un buen testimonio, a lo que la mujer contestó: ‘Ninguna otra religión animaría a sus miembros a aprender un idioma tan difícil. Desde luego, deben tener algo importante que decir’.

      Pauline Duncan, también precursora, se puso a aprender bengalí en 1994. Al principio le pareció muy complicado. “Muchas veces le supliqué a Jehová su ayuda llorando y le dije que me daban ganas de dejarlo porque era muy difícil —admite—. Pero gracias a su espíritu santo, así como a mi determinación y esfuerzo, he superado lo más arduo. Me alegro de no haber abandonado, porque estoy obteniendo resultados maravillosos.” Otra precursora, Beverley Crook, cuenta con relación al efecto que ha tenido en la gente que visita el que haya aprendido bengalí: “Desde que sé el idioma, mi ministerio se ha transformado completamente. Los bengalíes se dan cuenta de que los amamos, pues hemos sacado tiempo para aprender su lengua”.

      Jennifer Charles, precursora de una congregación francesa donde hay muchos refugiados de la República Democrática del Congo, relata: “El aprender un nuevo idioma me ha ayudado a comprender cómo se sienten las personas de mi territorio que llegaron al país sin saber nada de inglés”.

      Durante varios años se ha animado a muchos precursores, entre ellos hermanas solteras que pueden servir en lugares de mayor necesidad, a hablar con su superintendente de circuito sobre la posibilidad de mudarse a congregaciones vecinas donde se precise ayuda. Algunos han optado por aprender un nuevo idioma a fin de tender una mano en el campo de habla extranjera. Así lo han hecho en la zona del Gran Londres más de cien precursoras. Su ministerio ha resultado fructífero. Gracias a ellas, muchas personas han estudiado la Biblia y han asistido a las reuniones cristianas.

  • Gran Bretaña
    Anuario de los testigos de Jehová 2000
    • [Ilustración de las páginas 108 y 109]

      Precursores que optaron por servir en congregaciones de habla extranjera

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