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Un intrépido “peregrino por la causa del Evangelio”La Atalaya 2004 | 15 de agosto
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Un intrépido “peregrino por la causa del Evangelio”
SEGÚN se cuenta, a los 18 años, George Borrow tenía conocimientos de doce idiomas. Dos años después era capaz de traducir veinte lenguas “con gracia y agilidad”.
En 1833, este hombre de 30 años de edad y excepcional talento recibió una invitación para entrevistarse con la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, de Londres (Inglaterra). No podía costearse el viaje, pero como estaba resuelto a aprovechar dicha oportunidad, recorrió a pie en tan solo veintiocho horas los 180 kilómetros que separaban su ciudad, Norwich, de Londres.
La Sociedad Bíblica le planteó un desafío: en seis meses debía aprender manchú, lengua de algunas regiones de China. Borrow pidió un libro de gramática, pero lo único que le dieron fue el Evangelio de Mateo en manchú y un diccionario manchú-francés. No obstante, diecinueve semanas después mandó una carta a Londres con estas palabras: “Ya domino el manchú”. Semejante proeza, lograda según él “con la ayuda de Dios”, resulta aún más asombrosa si se tiene en cuenta que al parecer también estaba corrigiendo el Evangelio de Lucas en náhuatl, una de las lenguas indígenas de México.
La Biblia en manchú
En el siglo XVII, tomando prestado el alfabeto uigur de Mongolia, apareció la forma escrita del manchú, y este se convirtió en el idioma de los círculos oficiales chinos. Si bien con el tiempo perdió importancia, la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera quería imprimir y distribuir biblias en esa lengua. Así que en 1822 financió una edición de 550 ejemplares del Evangelio de Mateo traducido por Stepan V. Lipoftsoff, un miembro del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso que había vivido en China veinte años. La impresión tuvo lugar en San Petersburgo, pero habiéndose distribuido tan solo unos cuantos ejemplares, una inundación acabó con el resto de la edición.
Al poco tiempo apareció una traducción completa de las Escrituras Griegas Cristianas. El hallazgo, en 1834, de un antiguo manuscrito de casi todas las Escrituras Hebreas hizo resurgir el interés por la Biblia en ese idioma. Ahora bien, ¿quién coordinaría la revisión de la parte de la Biblia que había en manchú y completaría la traducción? La Sociedad Bíblica le encargó esta tarea a George Borrow.
Hacia Rusia
Una vez en San Petersburgo, Borrow se aplicó en el estudio del manchú para poder corregir y editar el texto bíblico con mayor exactitud. Pese a tal preparación, el trabajo resultó arduo, y tuvo que dedicar trece horas diarias para ayudar en la composición del tipo de imprenta de su “Nuevo Testamento”. Una vez terminada, esta obra, de la que en 1835 se imprimieron 1.000 ejemplares, fue considerada “una bella edición oriental”. Pero la ilusión de Borrow de distribuirla en China se desvaneció. El gobierno ruso solo le permitiría viajar a la frontera china si no llevaba “ninguna Biblia en manchú”, pues temía que dicho viaje se interpretara como una iniciativa misionera que amenazara las buenas relaciones con el país vecino.
Unos diez años más tarde se distribuyeron algunos ejemplares, y en 1859 se publicaron traducciones de los Evangelios de Mateo y Marcos con columnas paralelas en manchú y chino. Para entonces, sin embargo, la mayoría de la gente que leía manchú prefería el chino, por lo que la perspectiva de disponer de una Biblia completa en manchú empezó a disiparse. De hecho, este era un idioma en vías de extinción al que pronto reemplazaría el chino. La transición se completó en 1912, cuando China se convirtió en república.
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Un intrépido “peregrino por la causa del Evangelio”La Atalaya 2004 | 15 de agosto
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[Ilustración de la página 28]
Palabras de apertura del Evangelio de Juan en manchú, impreso en 1835 (se leen hacia abajo y de izquierda a derecha)
[Reconocimiento]
Del libro The Bible of Every Land (1860)
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