La sangre contaminada siembra inquietud
POCO después de operarse, al bioquímico boliviano Demetrio Pessoa le surgieron complicaciones, por lo que lo llevaron a toda prisa a una clínica. Allí le administraron una transfusión de sangre, y su situación se estabilizó. Pero al poco tiempo empezó a tener fiebre. Tras examinarlo, los médicos le dieron la mala noticia: había recibido sangre contaminada con el parásito Trypanosoma cruzi y, como consecuencia, había contraído la enfermedad de Chagas.
El caso del señor Pessoa no es una excepción en Bolivia, según Panos, agencia de noticias londinense. Un estudio médico llevado a cabo en doce países latinoamericanos durante un período prolongado, muestra que en esa región del mundo las infecciones causadas por sangre contaminada están a la orden del día. En uno de tales países, de cada 10.000 pacientes que recibieron una transfusión de sangre, 220 contrajeron una enfermedad infecciosa, es decir, 1 de cada 45 individuos se contagió.
Ahora bien, la enfermedad de Chagas no es el único peligro. El mismo estudio revela que varios países latinoamericanos no analizaban la sangre donada para determinar si contenía el virus de la hepatitis C, y que en algunas naciones solo realizaban la prueba de la sífilis de vez en cuando. Además, varios países no disponían del instrumental necesario para efectuar la prueba del VIH en la sangre. El ministro de Salud boliviano, Tonchi Marinkovic, dijo lo siguiente respecto a la sangre contaminada: “Que Dios nos libre de una catástrofe, porque podríamos acabar sufriendo una crisis médica de sífilis, hepatitis, Chagas o sida”.
Este funcionario señaló sin saberlo hacia la dirección correcta para detener esa amenazadora crisis médica. El periódico Noticias Bolivianas indicó hace unos años en un artículo sobre los riesgos de las transfusiones sanguíneas: “Es recomendable abstenerse de sangre como señala el mandato bíblico”. El mandamiento bíblico al que hizo referencia el rotativo boliviano se encuentra en Hechos 15:29, donde dice: “Sigan absteniéndose de cosas sacrificadas a ídolos, y de sangre, y de cosas estranguladas, y de fornicación. Si se guardan cuidadosamente de estas cosas, prosperarán” (véase también Génesis 9:4; Levítico 3:17).