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Llevo noventa años teniendo muy presente a mi Magnífico CreadorLa Atalaya 2009 | 15 de julio
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En la clandestinidad
En el vecino país de Letonia, la obra estaba proscrita. Aunque era muy arriesgado, una vez al mes viajábamos en tren de noche para llevar publicaciones. A veces, después de entregar el envío, seguíamos hasta Estonia para recoger más publicaciones y dejarlas en Letonia al regreso.
En cierta ocasión, un funcionario de aduanas al que habían informado de nuestras actividades nos ordenó que bajáramos del tren y que lleváramos las publicaciones a su superior. John y yo le oramos a Jehová para que nos ayudara. Para nuestra sorpresa, el funcionario no le contó a su superior lo que llevábamos; se limitó a decir: “Estos hombres tienen algo que declarar”. Tomando la palabra, expliqué que los libros que llevábamos ayudarían a los estudiantes de las escuelas y universidades a comprender mejor lo que estaba pasando en el mundo. Al oír eso, nos dejaron marchar y pudimos entregar todas las publicaciones a los hermanos.
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Llevo noventa años teniendo muy presente a mi Magnífico CreadorLa Atalaya 2009 | 15 de julio
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Cuando llegué a Letonia, les mostré a los hermanos el apartamento que se usó originalmente como sucursal y el escondite del techo donde guardábamos las publicaciones, un sitio que nunca descubrió la policía.
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