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El respeto a la autoridad es esencial para vivir en pazVerdadera paz y seguridad... ¿cómo puede usted hallarla?
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Mejor que nadie más, Dios conoce el grado a que llega la corrupción y el abuso de la autoridad del hombre. Y ha dado su palabra de que, sin importar lo encumbrados que estén los que causan la opresión, él les pedirá cuentas. (Romanos 14:12.) Al tiempo señalado de Dios, “los inicuos [...] serán cortados de la mismísima tierra; y en cuanto a los traicioneros, serán arrancados de ella”. (Proverbios 2:22.) Pero tal medida no resultará en ningún bien duradero para nosotros si nos impacientamos y nos hacemos justicia por nuestra propia mano. (Romanos 12:17-19.)
7 La noche en que fue traicionado y arrestado, Jesús recalcó esto a sus apóstoles. Debido a las condiciones que existían en el país, entre ellas la presencia de fieras, la gente solía portar armas. Por eso, en aquella ocasión había dos espadas entre los objetos que portaban los apóstoles de Jesús. (Lucas 22:38.) ¿Qué sucedió? Pues bien, vieron una violenta deformación de la justicia cuando tuvo lugar el arresto de Jesús sin causa. Por eso, impulsivamente el apóstol Pedro sacó la espada y le cortó la oreja a uno de los hombres. Pero Jesús le sanó la oreja cortada al hombre y dijo a Pedro en amonestación: “Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que toman la espada perecerán por la espada”. (Mateo 26:52.) Muchas personas, hasta en nuestros días, pudieran haber sido salvadas de una muerte prematura si hubieran seguido este consejo. (Proverbios 24:21, 22.)
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En los tiempos de Jesús, también, la cuestión tenía resonancias políticas. Pero Jesús no adoptó la postura o posición de que la situación existente autorizara a alguien a negarse a pagar. Refiriéndose al dinero que había sido acuñado por el César romano, dijo: “Por lo tanto, paguen a César las cosas de César, pero a Dios las cosas de Dios”. (Mateo 22:17-21; Romanos 13:6, 7.) No, Jesús no respaldó la idea de que cada uno hiciera lo que quisiera.
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