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‘Mostrémonos agradecidos’La Atalaya 2003 | 1 de diciembre
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8. ¿Qué diferencia había entre las ofrendas voluntarias y el diezmo?
8 En segundo lugar, Jehová dispuso que los israelitas hicieran contribuciones voluntarias, aparte del diezmo. Este es el mandato que Moisés les transmitió: “Al entrar en la tierra adonde los llevo, entonces tiene que suceder que, cuando coman del pan de la tierra, deben hacer una contribución a Jehová”. Debían presentar “como contribución a Jehová durante todas sus generaciones” algunas de las primicias de su “harina a medio moler como tortas anulares”. Nótese que no se especificaba una cantidad fija de tales primicias (Números 15:18-21). Pero cuando los israelitas ofrecían una contribución en acción de gracias, podían contar con la bendición de Jehová. Algo parecido se observa con relación al templo de la visión de Ezequiel. Leemos: “Los primeros de todos los primeros frutos maduros de todo, y toda contribución de todo procedente de todas las contribuciones de ustedes... a los sacerdotes llegará a pertenecer; y las primicias de sus harinas a medio moler deben dar al sacerdote, para hacer que una bendición descanse sobre tu casa” (Ezequiel 44:30).
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‘Mostrémonos agradecidos’La Atalaya 2003 | 1 de diciembre
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13. ¿Qué lección se extrae de las leyes sobre las contribuciones voluntarias y la rebusca?
13 También es provechoso analizar los otros dos medios por los cuales los israelitas mostraban su aprecio: las contribuciones voluntarias y la rebusca. A diferencia del diezmo —un requisito que implicaba un compromiso bien definido—, en las ofrendas voluntarias y en la rebusca no se estipulaban cantidades fijas. El siervo de Jehová actuaba según lo que le dictaba su corazón agradecido. De modo similar, aunque comprendamos que la participación en el ministerio y la asistencia a las reuniones cristianas son un deber fundamental de todo siervo de Jehová, cabe preguntarse si participamos en ellas de todo corazón y de buena gana. ¿Las vemos como una oportunidad de expresar nuestra gratitud sincera por todo lo que Jehová ha hecho por nosotros? ¿Es generosa nuestra participación en ellas, al grado que nos lo permiten las circunstancias? ¿O las vemos tan solo como una obligación que hay que cumplir? Es obvio que cada cristiano debe responder a estas preguntas. El apóstol Pablo lo expuso de este modo: “Que cada uno pruebe lo que su propia obra es, y entonces tendrá causa para alborozarse respecto de sí mismo solo, y no en comparación con la otra persona” (Gálatas 6:4).
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