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  • Amemos al Dios que nos ama
    La Atalaya 2006 | 1 de diciembre
    • Amemos al Dios que nos ama

      “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente.” (MATEO 22:37.)

      1, 2. ¿Qué pudo haber motivado la pregunta de cuál era el mandamiento más grande?

      POR lo visto, entre los fariseos contemporáneos de Jesús se discutía con apasionamiento la siguiente cuestión: ¿cuál era el mandamiento más significativo de los 600 que formaban la Ley de Moisés? ¿Sería alguna disposición sobre los sacrificios? A fin de cuentas, estos eran un medio para recibir el perdón de los pecados y dar gracias a Dios. ¿O tendría la máxima relevancia la circuncisión? Este precepto también era fundamental, pues la circuncisión constituía la señal del pacto de Jehová con Abrahán (Génesis 17:9-13).

      2 Por otro lado, parece que los más conservadores razonaban que sería un error destacar un solo mandato, pues todos eran importantes, aunque algunos dieran la impresión de serlo menos. En fin, los fariseos decidieron plantearle a Jesús esta polémica cuestión, tal vez esperando que su respuesta le hiciera perder credibilidad. Uno de ellos se le acercó y le preguntó: “¿Cuál es el mandamiento más grande de la Ley?” (Mateo 22:34-36).

      3. ¿Cuál dijo Jesús que era el mandamiento más grande?

      3 La contestación que dio Jesús reviste enorme interés para nosotros. Con ella resumió lo que siempre ha sido y será la esencia de la religión verdadera. Citando de Deuteronomio 6:5, dijo: “‘Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente’. Este es el más grande y el primer mandamiento”. Aunque el fariseo le había preguntado por un único mandamiento, Jesús mencionó otro, citándole de Levítico 19:18: “El segundo, semejante a él, es este: ‘Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo’”. Luego, adelantándose a la posibilidad de que le pidieran que clasificara los preceptos restantes por orden de importancia, señaló que ambos mandamientos resumían toda la adoración pura: “De estos dos mandamientos pende toda la Ley, y los Profetas” (Mateo 22:37-40).

  • Amemos al Dios que nos ama
    La Atalaya 2006 | 1 de diciembre
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      4, 5. a) ¿Por qué no se sorprendió el fariseo al oír la respuesta de Jesús? b) ¿Qué tiene más valor para Dios que los sacrificios y ofrendas?

      4 Nada indica que el fariseo que formuló la pregunta se quedara atónito o siquiera un poco asombrado con la respuesta de Jesús. Sabía que, aunque muchos no la estuvieran cumpliendo, la obligación fundamental de los adoradores verdaderos era amar a Dios. En las sinagogas se recitaba la shemá, confesión de fe que incluía Deuteronomio 6:4-9, el mismo pasaje que citó Jesús. Según el relato paralelo de Marcos, el fariseo añadió: “Maestro, bien dijiste de acuerdo con la verdad: ‘Uno Solo es Él, y no hay otro fuera de Él’; y esto de amarlo con todo el corazón y con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y esto de amar al prójimo como a uno mismo, vale mucho más que todos los holocaustos y sacrificios” (Marcos 12:32, 33).

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