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Millones que ahora están muertos volverán a vivirLa Atalaya 1990 | 1 de mayo
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“¡Lázaro, sal!”
Fue una escena conmovedora. Lázaro estaba gravemente enfermo. Sus dos hermanas, María y Marta, enviaron este aviso a Jesús, quien estaba al otro lado del río Jordán: “Señor, ¡mira!, está enfermo aquel a quien le tienes cariño”. (Juan 11:3.) Sí, Jesús amaba muchísimo a esta familia. Probablemente se había hospedado en la casa de ellos en Betania en muchas ocasiones. (Lucas 10:38-42; compárese con Lucas 9:58.) Pero ahora aquel amigo amado de Jesús estaba muy enfermo.
Sin embargo, ¿qué esperaban María y Marta que hiciera Jesús? No le pidieron que viajara a Betania. Pero sabían que Jesús amaba a Lázaro. ¿Acaso no querría Jesús ver a su amigo que estaba enfermo? No hay duda de que ellas esperaban que Jesús lo sanara milagrosamente. Después de todo, para aquel tiempo de su ministerio Jesús ya había ejecutado muchos milagros de curación, y la distancia no le presentaba ningún obstáculo. (Compárese con Mateo 8:5-13.) ¿Haría menos por un amigo tan amado? Es interesante el hecho de que, en vez de ir inmediatamente a Betania, Jesús permaneció dos días más donde estaba. (Juan 11:5, 6.)
Lázaro murió algún tiempo después de haberse enviado el mensaje a Jesús, quizás para cuando él lo recibió. (Compárese con Juan 11:3, 6, 17.) Pero no fue necesario enviar otro mensaje. Jesús supo cuándo murió Lázaro y se propuso hacer algo en cuanto a ello. Refiriéndose a la muerte de Lázaro, dijo a sus discípulos: “Nuestro amigo Lázaro está descansando, pero yo me voy allá para despertarlo del sueño”. (Juan 11:11.) Jesús ya había levantado a dos personas de entre los muertos, y en ambas ocasiones lo había hecho poco después de haber fallecido aquellas personasb. Pero ahora sería diferente. Para cuando Jesús al fin llegó a Betania su querido amigo había estado muerto por cuatro días. (Juan 11:17, 39.) ¿Podría Jesús resucitar a alguien que hubiera estado muerto por ese tiempo y cuyo cadáver hubiera empezado a descomponerse?
Al oír que Jesús venía, Marta, una mujer de acción, salió a su encuentro. (Compárese con Lucas 10:38-42.) Tan pronto como se encontró con él, se sintió impulsada a decirle: “Señor, si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto”. Con todo, expresó su fe: “Sé que cuantas cosas pidas a Dios, Dios te las dará”. Conmovido por su tristeza, Jesús le aseguró: “Tu hermano se levantará”. Cuando ella expresó fe en una resurrección futura, Jesús le dijo claramente: “Yo soy la resurrección y la vida. El que ejerce fe en mí, aunque muera, llegará a vivir”. (Juan 11:20-25.)
Al llegar a la tumba, Jesús mandó que quitaran de la entrada la piedra. Al principio Marta objetó: “Señor, ya debe oler mal, porque hace cuatro días”. Pero Jesús le aseguró: “¿No te dije que si creías habrías de ver la gloria de Dios?”. Entonces, después de orar en voz alta, dio el mandato: “¡Lázaro, sal!”. Al oír aquel mandato de Jesús, Lázaro salió, ¡aunque había estado muerto cuatro días! (Juan 11:38-44.)
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Millones que ahora están muertos volverán a vivirLa Atalaya 1990 | 1 de mayo
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b Durante el tiempo que transcurrió desde que Jesús hizo la promesa registrada en Juan 5:28, 29 hasta la muerte de Lázaro, Jesús había resucitado al hijo de la viuda de Naín y a la hija de Jairo. (Lucas 7:11-17; 8:40-56.)
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