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Jehová me ayudó a superar las tragedias de mi vidaLa Atalaya 2008 | 1 de octubre
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Nuestra batalla contra la leucemia
Ocho meses después de la muerte de mi padre, llevé a Saúl al médico porque se había estado sintiendo muy fatigado. Siguiendo su recomendación, llevé a mi hijo al hospital, donde le hicieron varias pruebas y, finalmente, le diagnosticaron leucemia.a
En su lucha contra la enfermedad, Saúl pasó los siguientes dos años y medio visitando constantemente el hospital. Su primer tratamiento de quimioterapia duró seis meses e hizo que el cáncer remitiera por un año y medio. Pero recayó y tuvo que someterse a una quimioterapia que, pese a ser más corta, lo dejó muy débil. Así que, cuando el cáncer volvió a aparecer, mi hijo ya no podía soportar más sesiones. Por desgracia, falleció poco después de cumplir 17 años. Para entonces ya había dedicado su vida a Dios y expresado su deseo de bautizarse como testigo de Jehová.
Es habitual que los médicos recomienden administrar transfusiones de sangre para contrarrestar los efectos de la quimioterapia. Sin embargo, estas no curan enfermedades. En el momento en que los doctores diagnosticaron la leucemia, Saúl y yo les dejamos claro que no aceptaríamos transfusiones, pues queríamos obedecer a Jehová, quien ordena a sus siervos que “se abstengan de [...] sangre” (Hechos 15:19, 20). Sin que yo estuviera presente, Saúl tuvo que demostrarles varias veces a los médicos que había tomado aquella decisión por sí mismo (véase el recuadro de la página 31).
Los doctores llegaron a la conclusión de que Saúl era un menor maduro que entendía bien la gravedad de su situación. Todos estuvieron de acuerdo en respetar nuestra decisión y en atender a mi hijo sin utilizar sangre, aunque siguieron intentando que cambiáramos de opinión. Ver a Saúl defendiendo su postura ante los médicos me hizo sentir muy orgullosa de él. Era obvio que tenía una relación muy íntima con Jehová.
El mismo verano en que nos enteramos de que Saúl estaba enfermo se presentó en nuestra asamblea de distrito en Barcelona el libro Acerquémonos a Jehová. Aprovechamos las largas horas que pasamos en el hospital para leer juntos esta maravillosa publicación. Para nosotros fue como un ancla a la que sujetarnos en los momentos desalentadores y llenos de incertidumbre que llegaron más tarde. Fue entonces cuando las palabras de Isaías 41:13, que aparecen en el prólogo del libro, cobraron un significado especial para nosotros. Ese texto bíblico dice: “Yo, Jehová tu Dios, tengo agarrada tu diestra, Aquel que te dice: ‘No tengas miedo. Yo mismo ciertamente te ayudaré’”.
Impresionados por la fe de Saúl
Los médicos y enfermeras del Hospital Universitario Vall d’Hebrón, de Barcelona, quedaron muy impresionados por la madurez y el optimismo de Saúl. Se ganó el cariño de todos los que lo atendieron. El hematólogo que se encarga de los enfermos de cáncer ha tratado desde entonces a otros menores con leucemia que son hijos de testigos de Jehová. Y siempre lo ha hecho con mucho respeto y dignidad. Lo que él más recuerda de mi hijo es la convicción con que defendía sus creencias, así como su valor ante la muerte y su alegría de vivir. Las enfermeras le dijeron a Saúl que era el mejor paciente que habían tenido. Jamás se quejó y en ningún momento perdió el sentido del humor, ni siquiera en sus últimas horas.
La psicóloga me explicó que los niños que sufren enfermedades terminales a esa edad tienden a rebelarse contra sus padres y contra los médicos debido al dolor y la frustración. Sin embargo, no fue así en el caso de Saúl. A ella le sorprendió su reacción positiva y tranquila. Gracias a eso, Saúl y yo pudimos darle un buen testimonio acerca de nuestras creencias.
La buena actitud de Saúl ayudó especialmente a un Testigo de nuestra congregación. Este hermano, que padecía depresión desde hacía seis años y no mejoraba pese a recibir medicación, se quedó varias noches en el hospital cuidándolo. A él le impresionó mucho la entereza de Saúl frente a la leucemia y el hecho de que, aun estando agotado, nunca dejara de animar a quienes lo visitaban. Me confesó: “El ejemplo de Saúl me dio las fuerzas para luchar contra la depresión”.
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Jehová me ayudó a superar las tragedias de mi vidaLa Atalaya 2008 | 1 de octubre
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a Saúl padecía leucemia linfoblástica, un tipo de cáncer muy grave que ataca la médula ósea y destruye los glóbulos blancos.
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