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PréstamoPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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En el Israel de la antigüedad, sin embargo, la situación era muy diferente. Generalmente, los israelitas prestaban dinero o alimento a sus compatriotas si habían sufrido reveses económicos, y la Ley prohibía que se les exigiera el pago de interés. El que un israelita aceptase el pago de intereses de otro israelita necesitado equivalía a aprovecharse de su adversidad. (Éx 22:25; Le 25:35-37; Dt 15:7, 8; 23:19.) No obstante, se podía exigir el pago de interés a los extranjeros. No obstante, parece que incluso en este caso la Ley aplicaba exclusivamente a préstamos comerciales y no a situaciones de verdadera necesidad. Con frecuencia, los extranjeros que se hallaban en Israel eran comerciantes viajeros, así que era razonable que pagaran interés, pues ellos también prestarían a interés. (Dt 23:20.)
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PréstamoPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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Mientras Cristo Jesús estuvo en la Tierra, reflejó la generosidad de su Padre Jehová y enseñó a otros a hacer lo mismo. Dijo con relación a los préstamos: “Si prestan sin interés a aquellos de quienes esperan recibir, ¿de qué mérito les es? Hasta los pecadores prestan sin interés a los pecadores para que se les devuelva otro tanto. Al contrario, continúen [...] prestando sin interés, sin esperar que se les devuelva nada; y su galardón será grande, y serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso para con los ingratos e inicuos”. (Lu 6:34, 35.)
La Ley obligaba a los judíos que escuchaban a Jesús a prestar sin interés a otros israelitas necesitados. No era infrecuente el que los pecadores prestasen sin interés a aquellos que podrían devolver el préstamo. No obstante, tal préstamo sin interés tal vez se hiciese con objeto de obtener algún favor del prestatario en el futuro. Por otro lado, si alguien deseaba imitar a Dios, iría más allá que un pecador y prestaría incluso a personas necesitadas cuya situación económica quizás no les permitiese devolver nunca lo que habían pedido.
Como es lógico, la aplicación de las palabras de Jesús se ve limitada por las circunstancias. Por ejemplo, la obligación de proveer lo necesario para la familia es de mayor importancia, por lo que sería incorrecto que alguien hiciese un préstamo que le impidiera cumplir con dicha obligación. (Mr 7:11-13; 1Ti 5:8.) También han de tomarse en cuenta la actitud y las circunstancias de la persona que pide el préstamo. ¿Se encuentra necesitada porque es irresponsable, perezosa y no desea aceptar trabajos que podría desempeñar? En ese caso aplicarían las palabras del apóstol Pablo: “Si alguien no quiere trabajar, que tampoco coma”. (2Te 3:10; véanse DEUDA, DEUDOR; INTERÉS.)
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