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  • La soledad: el tormento oculto
    ¡Despertad! 1993 | 22 de septiembre
    • La soledad: el tormento oculto

      SI OBSERVA a una multitud de personas, ¿puede distinguir a quienes la padecen? ¿Se les refleja en el rostro? Cuando le saludan, ¿la disimulan con una sonrisa? ¿Se les nota por su manera de caminar o por la postura que adoptan? Fíjese, por ejemplo, en el hombre mayor que está solo en un banco del parque o en la joven que ha ido sola al museo. ¿Les atormenta la soledad? Observe a esas tres generaciones de mujeres, representadas por la madre, la hija y la nieta, que pasean por el centro comercial. Parecen bastante felices, pero ¿está seguro de que lo son? Piense en sus compañeros de trabajo. Para usted son personas felices con familias que les quieren e ingresos suficientes para vivir con holgura. Sin embargo, ¿es posible que alguno de ellos tenga razón para decir: “Me siento solo”? ¿Y qué posibilidades hay de que ese adolescente feliz y lleno de vitalidad se sienta solo? Las respuestas a estas preguntas puede que le sorprendan.

      El Diccionario enciclopédico Salvat Universal define la palabra “soledad” como “pesar y melancolía que se siente por la ausencia, muerte o pérdida de alguna persona o cosa”. Es una sensación de carecer de algo, un vacío interior, y no siempre se percibe a través de la apariencia de la persona. Una investigadora dice: “En nuestra sociedad, la soledad es un secreto que ocultamos, a veces de nosotros mismos. La soledad se ve como un estigma. La opinión general es que cuando alguien se siente solo, la culpa tiene que ser de él mismo. De otro modo, tendría un montón de amigos, ¿no?”. A veces puede que sea así, especialmente si esperamos o exigimos de otros más de lo razonable.

      Mujeres que se sienten solas

      Los entendidos parecen concordar en que las mujeres —en especial las casadas—, sea cual sea su edad, esperan más de la vida que los hombres. Es comprensible, entonces, que las viudas, las divorciadas y las solteras que ya no son tan jóvenes a veces se sientan solas. Pero ¿y las mujeres que tienen su familia y parecen ser felices en su matrimonio? Examine, por ejemplo, cómo se lamentó una maestra de escuela de 40 años: “No tengo tiempo para las amistades; lo echo muchísimo de menos. Pero me siento ridícula confesándolo. ¿Cómo puedo quejarme de sentirme sola [...]? Al fin y al cabo, mi matrimonio es maravilloso, tengo unos hijos extraordinarios, una casa preciosa y un trabajo que me encanta. Me siento orgullosa de lo que he logrado. Pero me falta algo”.

      Aun cuando una mujer ame de corazón a su esposo y haga todo lo posible para agradarlo, y este le corresponda, dicho cariño no satisface necesariamente todas sus necesidades de compañerismo. La maestra supracitada explicó: “Aunque mi marido es mi mejor amigo, su amistad no compensa la falta de buenas amigas. Los hombres oyen, pero las mujeres escuchan. Mi esposo no quiere saber lo abrumada que me siento. Quiere hacer algo enseguida y resolver el problema. Pero mis amigas me dejan hablar de lo que siento. Y a veces todo lo que necesito es hablar”.

      Cuando una mujer pierde a un ser querido en la muerte o a causa de un divorcio, su trastorno emocional puede ser profundo. Empieza a sentirse sola. La afligida viuda o divorciada no solo debe ampararse en su familia y amistades, sino también debe recurrir a sus propias fuerzas para adaptarse a la nueva realidad. Aunque la sensación de pérdida siempre formará parte de su vida, debe reconocer que no puede permitir que eso se convierta en un obstáculo para que su vida continúe. Los expertos han observado que, por regla general, las mujeres con una personalidad más fuerte pueden superar su soledad antes que otras.

      Cuando se trata de averiguar quiénes sufren más, si las viudas o las divorciadas, las opiniones difieren. La revista 50 Plus comentó: “Cada vez que invitamos a divorciados a nuestros grupos de apoyo para viudos, ambos colectivos terminan discutiendo sobre quiénes son los que más sufren. El viudo dice: ‘Oiga, por lo menos su cónyuge esta vivo’; y el divorciado dice: ‘Oiga, a usted no lo han rechazado como a mí. No tiene la sensación de haber fracasado’”.

      Hombres que se sienten solos

      En lo que respecta a la soledad, los hombres no pueden jactarse de ser el sexo fuerte. “Los hombres tratan los asuntos de una manera más física que emocional —dijo Anne Studner, especialista del programa para el Servicio de Personas Viudas de la AARP (siglas en inglés para Asociación Estadounidense de Personas Jubiladas)—. Las mujeres son capaces de explicar lo que sienten diez billones de veces, pero los hombres tratarán de casarse de nuevo antes que vivir con su pesar.” Un consejero varón puede que necesite pasar bastante tiempo con un hombre afligido antes de que este empiece a abrirse y a expresar sus sentimientos poco a poco.

      Los entendidos han observado que los hombres, a diferencia de las mujeres, buscan la compañía de una mujer y no la de un hombre cuando quieren confiarse a alguien. El Dr. Ladd Wheeler, un experto en sentimientos de soledad de la Universidad de Rochester, dice que los hombres no confían lo suficiente en otros hombres como para sentirse libres de revelar sus emociones. “La necesidad de escapar de un agobiante aislamiento emocional tras la pérdida de la esposa, y la posterior búsqueda de una amiga con la que comunicarse, quizás ayude a explicar por qué los hombres suelen ser más prestos que las mujeres en volver a casarse cuando enviudan o se divorcian.” (Revista 50 Plus.)

      Los jóvenes que se sienten solos

      Muchas son las razones por las que los niños y los jóvenes adultos pueden llegar a sentirse solos, y con frecuencia son similares a las que afectan a las personas mayores. Entre los factores que contribuyen de manera significativa a la soledad están: mudarse a otro lugar y dejar atrás las amistades, no ser bien acogido por los compañeros de clase de la nueva escuela, antecedentes religiosos y étnicos, divorcio de los padres, tener la sensación de no ser querido por los padres y verse rechazado por personas del sexo opuesto.

      Los más jóvenes necesitan a alguien con quien jugar. Requieren apoyo emocional, comprensión, afecto y que se les reafirme su propia valía. Deben saber que otros serán leales y dignos de confianza. Cuando se les ama, se sienten seguros y también aprenden a mostrar amor a otros. Este tipo de apoyo de su entorno social puede venir de diferentes fuentes: familia, compañeros y hasta animales de compañía.

      Desde los primeros cursos de enseñanza primaria hasta la enseñanza universitaria, los muchachos suelen sufrir el mismo grado de soledad que las muchachas, una soledad que muchas veces obedece a que no son aceptados por sus compañeros. “Me siento abatida porque estoy sola y no hablo —se lamentó una estudiante de enseñanza secundaria—. Escucho al profesor, hago mis deberes y eso es todo. Cuando tengo un poco de tiempo libre, me siento y dibujo o hago otra cosa. Todos hablan entre sí, pero nadie me habla a mí. [...] Sé que no puedo encerrarme en mí misma para siempre. Pero por ahora no puedo hacer nada más.”

      Sin embargo, la culpa no siempre puede atribuirse con justicia a que otros tienen una actitud reservada o de superioridad. A veces, la víctima puede tener problemas de sociabilidad o de conducta, como por ejemplo, ser extremadamente tímida, temperamental, demasiado impulsiva o no saber llevarse bien con sus compañeros. Una incapacidad física también puede influir mucho en que los jóvenes, sea cual sea su edad, se sientan solos, a menos que sean fuertes y sociables.

      Es necesario ayudarse a sí mismo

      Dolores Delcoma, pedagoga especializada en Sanidad de la Universidad de Fullerton (California, E.U.A.), señaló una verdad clave cuando comentó sobre los intentos de cierta persona por combatir la soledad. “El esfuerzo necesita originarse en su interior. Con el tiempo tiene que comprender su problema porque, prescindiendo de lo mucho que otros traten de ayudarle, la única persona que realmente le puede ayudar a salirse de su concha es él mismo.”

      El Dr. Warren Jones dijo que las personas que ponen trabas a su propia adaptación tienen una personalidad propensa a la soledad: “Estas personas inconscientemente hacen cosas que les impiden sentirse allegadas a otros. Algunas no saben escuchar y monopolizan las conversaciones. Tienden a ser más críticas respecto a otros y también respecto a sí mismas; hacen menos preguntas, y suelen echar a perder una amistad con comentarios molestos u ofensivos”.

      Además de esas personas, que básicamente carecen de amor propio, hay otras que no tienen la sociabilidad necesaria para relacionarse con otros. La terapeuta Evelyn Moschetta dice respecto a estas: “Las personas que se sienten solas no tienen un buen concepto de sí mismas. Presuponen que van a ser rechazadas y no se toman la molestia de abrirse a otros”.

      Contrario a la opinión general, los investigadores han descubierto que los mayores sufren de soledad menos que los jóvenes. Y no están seguros del porqué. También han descubierto que cuando los ancianos se sienten solos, no es tanto debido a la falta de parientes como a la de amistades. “No es que los mayores no den importancia a las relaciones familiares. Cuando necesitan ayuda, recurren a la familia. Pero pueden tener muchos familiares para ayudarlos y seguir sintiéndose terriblemente solos si carecen de amigos.”

      Se necesitan amigos íntimos

      Prescindiendo de la edad de la persona, los amigos íntimos a veces satisfacen algunas necesidades mejor que la propia familia directa y otros parientes. El ser humano necesita un amigo, un amigo íntimo, alguien en quien confiar o a quien revelar sus sentimientos sin temor a resultar herido. Sin un amigo de esa clase, la sensación de soledad puede aumentar. Respecto a ese tipo de amigo, el ensayista estadounidense Ralph Waldo Emerson escribió: ‘Un amigo es alguien ante el cual puedo pensar en voz alta’. Es un confidente a quien podemos abrir por completo el corazón sin temor a ser traicionados o sin la inquietud de que nuestras confidencias sean utilizadas para desacreditarnos o para que otros se rían de nosotros. Algunas personas a las que usted quizás haya considerado compañeros leales puede que no siempre hayan sido dignas de merecer su confianza, pero hay “un amigo” que “no revel[a] el habla confidencial de otro”, que es “más apegado que un hermano”. (Proverbios 18:24; 25:9.)

      A algunos les gusta dárselas de duros y dicen que no necesitan a nadie, que son independientes y autosuficientes. Sin embargo, tales personas suelen reunirse con otros como ellos. Los niños crean clubes para los que construyen sedes, organizan pandillas y, cuando ya no son tan jovencitos, forman bandas de motociclistas. Los delincuentes cuentan con cómplices que no los delatarán; los que tienen problemas con la bebida se hacen miembros de Alcohólicos Anónimos; los que luchan contra la obesidad se unen a organizaciones especializadas en ayudar a la gente a controlar su peso, como por ejemplo, la Weight Watchers (Sistema Cuida-kilos). El ser humano es sociable; tiende a vivir en sociedad para encontrar apoyo. Aun cuando atraviese por dificultades, prefiere hacerlo acompañado. Y todos, unánimemente, detestan sentirse solos. ¿Qué puede hacerse al respecto?

      [Comentario en la página 5]

      “Las personas que se sienten solas no tienen un buen concepto de sí mismas”

  • La soledad: ¿está decidido a combatirla y superarla?
    ¡Despertad! 1993 | 22 de septiembre
    • La soledad: ¿está decidido a combatirla y superarla?

      ¿SE SIENTE solo? En la vida hay ocasiones en las que es natural sentirse así, sea uno casado o soltero, hombre o mujer, joven o mayor. Pero también hay que reconocer que los sentimientos de soledad no surgen necesariamente por el hecho de estar solo. El erudito absorto en su labor de investigación podrá estar solo, pero no se sentirá solo. El pintor que crea una obra de arte, aunque esté a solas, no tiene oportunidad de sentirse solo. Estas personas agradecen un momento de aislamiento, y es entonces cuando la soledad se convierte en su mejor amiga.

      Los sentimientos de auténtica soledad se originan en nuestro interior, no proceden de fuentes externas. Pueden ser provocados por alguna experiencia entristecedora: la muerte, el divorcio, el desempleo o alguna tragedia. Cuando iluminamos bien nuestro ser interior, podemos disminuir los sentimientos de soledad, quizás hasta disipándolos con el tiempo, y así podemos aceptar, asimilar, la pérdida que nos afligía.

      De los pensamientos emanan sentimientos. Tras superar una pérdida y lograr que los sentimientos que esta provocó queden relegados a un segundo plano, es tiempo de dar importancia a pensamientos edificantes, que nos ayudarán a seguir llevando una vida activa.

      Muévase. Domínese. Hay cosas positivas que hacer. Sea sociable. Telefonee a alguien. Escriba alguna carta. Lea un libro. Invite a algunos conocidos a su casa. Intercambie ideas con otras personas. Si quiere tener amigos, sea amigable. Trate de conocerse bien para poder llegar a otros. Sea bondadoso con los que le rodean. Comente noticias espirituales edificantes. Si lo hace, comprobará que Jesús tenía razón cuando dijo: “Hay más felicidad en dar que en recibir”. También comprobará la veracidad de otro proverbio: “El que liberalmente riega a otros, él mismo también será liberalmente regado”. (Hechos 20:35; Proverbios 11:25.)

      De usted depende

      ¿Le parece difícil? ¿Cree que es más fácil decirlo que hacerlo? Todo lo que merece la pena cuesta menos de dicho que de hecho. De ahí que hacerlo produzca satisfacción. Se requiere mucho esfuerzo de su parte. Al dar de sí mismo, su radiante luz interior se hace aún más brillante. Es usted quien tiene que procurar vencer la soledad que trata de dominarle. Un escritor dijo lo siguiente en la revista Modern Maturity: “Ninguna otra persona es responsable de su soledad, pero usted puede hacer algo al respecto. Con tan solo una amistad puede dar una nueva dimensión a su vida. Puede perdonar a alguien con quien esté dolido. Escribir una carta a alguna persona. Llamar a alguien por teléfono. Solo usted puede dar un giro a su vida. No hay ningún otro ser humano que pueda hacerlo por usted”. Ese mismo escritor citó de una carta que había recibido y dijo que “dio exactamente en el clavo: ‘A todos les digo que está en sus manos librarse de la soledad e insatisfacción. ¡Querer es poder!’”.

      El círculo de amistades que pueden ayudarle no tiene que limitarse a los seres humanos. Cierto veterinario dijo: “Los problemas más grandes a los que se enfrentan las personas de edad avanzada no son las enfermedades físicas, sino, más bien, la soledad y el rechazo que sufren. [...] La compañía de los animales (entre ellos los perros) [da] propósito y sentido a las personas de edad avanzada en un tiempo en que es común que vivan apartadas de la sociedad”. La revista Better Homes and Gardens dijo: “Los animales de compañía contribuyen al tratamiento de los que padecen trastornos emocionales; animan a los que sufren enfermedades físicas, a los disminuidos y a los minusválidos, e infunden fuerzas a los que se sienten solos y a los ancianos”. Un artículo de otra revista decía lo siguiente acerca de las personas que empezaban a interesarse en los animales de compañía: “Las inquietudes de los pacientes disminuían, y podían expresar amor a sus animales de compañía sin temor a ser rechazados. Más tarde comenzaron a comunicarse con las personas; lo primero de lo que hablaban era del cuidado de sus animales de compañía. Empezaban a sentir que tenían una responsabilidad. Se sentían necesitados, algo dependía de ellos”.

      Muchas veces, la persona que se siente sola no se recobra lo suficiente como para ayudarse a sí misma y salir de las profundidades de su desesperación. Se manifiesta una inercia, una desgana por esforzarse hasta ese grado; pero si quiere saber cuál es la verdadera causa de sus sentimientos de soledad, tiene que hacerlo. El Dr. James Lynch mencionó que las personas oponen resistencia a los consejos que encuentran difíciles de aceptar: “La condición humana es tal que generalmente nos resistimos a oír, o por lo menos a incorporar en nuestro comportamiento, aquella información que no nos gusta”. Es posible que una persona quiera superar su sensación de soledad, pero quizás no esté dispuesta a tener la fuerza de voluntad necesaria para lograrlo.

      Compórtese tal como quiere sentirse

      Para superar una depresión grave, debe hacer todo lo posible por persistir en manifestar verdadera alegría y amabilidad. (Compárese con Hechos 20:35.) Esto exige romper las barreras de la soledad y su desgana letárgica, y cambiar diametralmente de comportamiento. Actúe con brío, muévase animosamente, cante algo alegre. Haga cualquier cosa que refleje felicidad. Exagere este sentimiento, no tema pasarse, abandone el estado de ánimo taciturno y sustitúyalo con pensamientos positivos. ¿Como cuáles?

      Como los que se recogen en Filipenses 4:8: “Finalmente, hermanos, cuantas cosas sean verdaderas, cuantas sean de seria consideración, cuantas sean justas, cuantas sean castas, cuantas sean amables, cuantas sean de buena reputación, cualquier virtud que haya y cualquier cosa que haya digna de alabanza, continúen considerando estas cosas”.

      Necesitamos dar sentido a nuestra vida. Cuando la persona percibe que su vida tiene un propósito, se siente estimulada a responder a dicho propósito y procura cumplirlo. No es probable que se hunda en un sentimiento de soledad y desesperanza. Esta idea se explica de forma muy interesante en el libro El hombre en busca de sentido, de Viktor Frankl. El autor enlaza esta cuestión con casos de prisioneros en los campos de concentración de Hitler. Aquellos cuya vida carecía de sentido sucumbían a los sentimientos de soledad y perdían las ganas de vivir. Pero “la conciencia del amor propio está tan profundamente arraigada en las cosas más elevadas y más espirituales, que no puede arrancarse ni viviendo en un campo de concentración”. Añade: “El sufrimiento deja de ser en cierto modo sufrimiento en el momento en que encuentra un sentido, como puede serlo el sacrificio. [...] El interés principal del hombre no es encontrar el placer ni evitar el dolor, sino encontrarle un sentido a la vida, razón por la cual el hombre está dispuesto incluso a sufrir a condición de que ese sufrimiento tenga un sentido”.

      Una relación fundamental para usted

      Para llegar a tener un punto de vista verdaderamente espiritual, tenemos que someternos por completo a Dios y a su Palabra, la Biblia. La fe en Dios y la oración sincera a él pueden dar sentido a nuestra vida. Entonces, aunque las relaciones humanas desaparezcan, no estaremos solos, no estaremos condenados a la soledad. Como dijo el Sr. Frankl, el sufrimiento con sentido es soportable, incluso puede llegar a ser una fuente de gozo. Cierto observador de la naturaleza humana dijo: “Un mártir en la hoguera puede tener una felicidad que para sí quisiera un rey en su trono”.

      Los apóstoles de Cristo experimentaron el gozo procedente de Jehová cuando fueron objeto de persecución; tal sufrimiento tenía un gran sentido para ellos. “Felices son los que han sido perseguidos por causa de la justicia, puesto que a ellos pertenece el reino de los cielos. Felices son ustedes cuando los vituperen y los persigan y mentirosamente digan toda suerte de cosa inicua contra ustedes por mi causa. Regocíjense y salten de gozo, puesto que grande es su galardón en los cielos; porque de esa manera persiguieron a los profetas antes de ustedes.” (Mateo 5:10-12.) En Hechos 5:40, 41 aparece esa reacción: “Mandando llamar a los apóstoles, los fustigaron, y les ordenaron que dejaran de hablar sobre la base del nombre de Jesús, y los dejaron ir. Estos, por lo tanto, se fueron de delante del Sanedrín, regocijándose porque se les había considerado dignos de sufrir deshonra a favor del nombre de él”.

      Donde cultive una rosa no puede crecer un cardo

      Siembre en su mente semillas de belleza y de propósitos positivos; no deje lugar para las semillas de la desesperación negativa y la triste soledad. (Compárese con Colosenses 3:2; 4:2.) ¿Difícil? En ciertas circunstancias parece imposible. Una poetisa dijo: “Donde cultive una rosa, [...] no puede crecer un cardo”, palabras que de nuevo indican que hace falta un verdadero esfuerzo y una gran fuerza de voluntad. Pero se puede conseguir, y se está consiguiendo.

      Fíjese, por ejemplo, en el caso de Laurel Nisbet. Contrajo la polio, y a la edad de 36 años la colocaron en un pulmón de acero, donde pasó treinta y siete años tendida sobre la espalda. Como estaba totalmente paralizada del cuello hacia abajo, no podía mover más que la cabeza. Al principio se sintió totalmente desesperada. Pero después de pasar casi un día compadeciéndose de sí misma, decidió que así no podía seguir. Tenía dos hijos que criar y un esposo que atender. Empezó a rehacer su vida; aprendió a llevar su casa desde un pulmón de acero.

      Laurel dormía muy poco. ¿Qué hacía durante las largas horas nocturnas? ¿Cedía a los sentimientos de soledad? No. Oraba a su Padre celestial, Jehová. Oraba pidiendo fuerzas para sí misma, a favor de sus hermanos cristianos y también solicitando oportunidades de hablar a otros del Reino de Dios. Pensaba en maneras de predicar, e impresionaba a muchos por su predicación a favor del nombre de Jehová. No permitió que en su corazón creciesen cardos de soledad; estaba muy ocupada cultivando las rosas.

      Esa fue también la actitud de un misionero de la Watch Tower llamado Harold King. Dado que fue sentenciado a pasar cinco años incomunicado en una prisión china, alguien pudiera pensar que era un candidato perfecto para experimentar un largo período de soledad. Sin embargo, rechazó esa actitud negativa y con gran tesón encauzó sus pensamientos en otra dirección. Tiempo después explicó lo que hizo:

      “Me hice un programa de ‘predicación’. Pero ¿a quién predica uno cuando está incomunicado? Decidí preparar algunos sermones bíblicos apropiados basándome en las ideas que podía recordar, para luego hablar con personas imaginarias. A continuación me puse a predicar, por decirlo así, llamando a una puerta imaginaria y dando el testimonio a un amo de casa imaginario; visitaba varias casas durante la mañana. Con el tiempo encontré a una señora imaginaria llamada Carter, que mostró algo de interés, y después de visitarla varias veces, empezamos un estudio bíblico regular. Durante el transcurso de dicho estudio abarcamos los temas principales del libro ‘Sea Dios veraz’, según yo los recordaba. Hice todo esto en voz alta para grabar estas cosas aún más en mi mente.”

      Los miles de testigos de Jehová confinados en los campos de concentración de Hitler podían haber obtenido su libertad con solo renunciar a su fe. Pero muy pocos lo hicieron. Miles murieron fieles, algunos ejecutados y otros de enfermedad y desnutrición. Cierto Testigo llamado Josef estaba recluido en un campo de concentración y tenía dos hermanos en otros campos. A uno de ellos le obligaron a tenderse boca arriba para ver descender la cuchilla que lo decapitó. Josef explicó: “Cuando otros [Testigos] del campo se enteraron, fueron a felicitarme. Su actitud positiva me conmovió profundamente. Para nosotros era más importante la lealtad que la supervivencia”.

      A su otro hermano le preguntaron si deseaba decir algo cuando estaba frente al pelotón de fusilamiento. Pidió permiso para hacer una oración, y se lo concedieron. La expresó con un patetismo tan conmovedor y un gozo tan sincero, que cuando se dio la orden de hacer fuego, ningún soldado del pelotón obedeció. Al repetirse la orden, hubo un solo disparo, que le dio en el cuerpo. Furioso, el comandante sacó su propia pistola y culminó la ejecución.

      Qué puede dar verdadero sentido a la vida

      Todos estos casos implicaron tener una fe firme en Dios. Cuando se ha probado todo lo demás y ha fallado, la fe siempre está ahí para vencer la soledad y hacer que se llene de sentido una vida antes vacía. Muchas vidas que son significativas según los criterios del mundo, en realidad carecen de sentido. ¿Por qué? Porque esas personas acaban muriendo, vuelven al polvo y quedan sumidas en el olvido sin haber dejado ninguna onda en los mares de la humanidad ni huella alguna en las arenas del tiempo. Es como dice Eclesiastés 9:5: “Porque los vivos tienen conciencia de que morirán; pero en cuanto a los muertos, ellos no tienen conciencia de nada en absoluto, ni tienen ya más salario, porque el recuerdo de ellos se ha olvidado”. Cualquier sentido que se atribuya a una existencia vivida al margen de los propósitos de Jehová no es más que hueca vanidad.

      Al mirar los cielos estrellados y observar la inmensidad de esa oscura bóveda celestial, ¡qué insignificantes nos vemos! Podemos comprender realmente lo que sentía el salmista David cuando escribió: “Cuando veo tus cielos, las obras de tus dedos, la luna y las estrellas que tú has preparado, ¿qué es el hombre mortal para que lo tengas presente, y el hijo del hombre terrestre para que cuides de él?”. Salomón, el hijo de David, desestimó las obras del hombre diciendo que “todo es vanidad”, y razonó así: “La conclusión del asunto, habiéndose oído todo, es: Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos. Porque este es todo el deber del hombre”. (Salmo 8:3, 4; Eclesiastés 12:8, 13.)

      En resumidas cuentas, ¿cómo puede alguien que se sienta solo, o cualquier otra persona, dar sentido a su vida? Viviéndola en el temor de Dios, obedeciendo sus mandamientos. Solo así podrá encajar en los propósitos del Creador de este vasto universo y ser una parte de esa organización eterna de Dios.

      Si Dios está con usted, nunca estará solo

      Una fiel testigo de Jehová africana dijo tras aguantar una terrible persecución y llegar a sentirse abandonada que aunque las personas allegadas le fallaran, no estaría sola. Citó las siguientes palabras del Salmo 27:10: “En caso de que mi propio padre y mi propia madre de veras me dejaran, aun Jehová mismo me acogería”. Jesús opinaba lo mismo. “¡Miren! Viene la hora, en realidad, ha llegado, en que serán esparcidos cada uno a su propia casa, y me dejarán solo; y sin embargo no estoy solo, porque el Padre está conmigo.” (Juan 16:32.)

      Jesús no temía estar solo. A menudo buscaba deliberadamente momentos de soledad. Aun cuando no había nadie a su alrededor, no se sentía solo. Abría su corazón para recibir el espíritu de Dios, y al encontrarse rodeado de Sus creaciones, se sentía cerca de él. A veces eludía la compañía de sus congéneres para poder estar a solas con Dios. Jesús ‘se acercó a Dios y Dios se acercó a él’. (Santiago 4:8.) Sin duda fue el amigo más íntimo de Dios.

      Tener un amigo del tipo que se describe en las Escrituras es de un valor inestimable. (Proverbios 17:17; 18:24.) La Biblia dice que por su fe absoluta en Jehová Dios y su obediencia incondicional a él, Abrahán “vino a ser llamado ‘amigo de Jehová’”. (Santiago 2:23.) Jesús dijo a sus seguidores: “Ustedes son mis amigos si hacen lo que les mando. Ya no los llamo esclavos, porque el esclavo no sabe lo que hace su amo. Pero los he llamado amigos, porque todas las cosas que he oído de mi Padre se las he dado a conocer a ustedes”. (Juan 15:14, 15.)

      Con amigos como Jehová Dios y Cristo Jesús, ¿cómo no van a poder combatir y superar la soledad los que tienen fe?

      [Fotografías en las páginas 8, 9]

      La oración y otras actividades pueden ayudarle a combatir la soledad

      [Fotografías en la página 10]

      Las experiencias de Harold King y miles de otros testigos de Jehová que estuvieron confinados en campos de concentración, demuestran que la fe en Dios puede superar la soledad en medio de las peores circunstancias

      [Reconocimiento]

      Foto U.S. National Archives

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