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La fiebre de la lotería. Juego mundial¡Despertad! 1991 | 8 de mayo
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La fiebre de la lotería. Juego mundial
“TODO lo que necesita es un dólar y un sueño.” El sueño: ganar el gordo de 45 millones de dólares (E.U.A.) en la lotería de Nueva York. El dólar: comprar la oportunidad de ganar. Millones de soñadores respondieron. Mientras guardaban cola para comprar sus boletos charlaban sobre yates, abrigos de visón y mansiones: lo que comprarían si ganaban el premio en metálico. En un momento dado en todo el estado se compraban boletos a un ritmo de 28.000 por minuto. Durante los últimos tres días antes del sorteo, se compraron 37,4 millones de boletos.
En las 10.000 administraciones autorizadas de lotería de Japón y a las que acude la gente para comprar boletos de la gran Takarakuji (lotería) de fin de año, las ventas son constantes. Cuando una administración de lotería de Tokio —que en años anteriores había vendido cinco boletos que ganaron el primer premio— abrió sus puertas al público, ya había unas trescientas personas en cola. Una señora joven, que creía que la suerte favorece al que madruga, había esperado desde la 1.00 de la madrugada. El premio gordo codiciado el año pasado era de 100 millones de yenes (714.285 dólares [E.U.A.]), una cantidad sin precedente.
En una capital de África occidental, lo que los lugareños llaman “zona del colegio de lotería” está siempre llena de personas que acuden a comprar boletos y a especular sobre números futuros. Se venden largas listas de números que ganaron en el pasado y los que las compran esperan encontrar en ellas alguna indicación para combinaciones futuras. Y para los que creen en conocimientos ocultos, hay personas que a cambio de un pago profetizan los números a los que se debe apostar.
¿Son solo casos aislados? En absoluto. La fiebre de la lotería es una pandemia que afecta a todos los continentes: arde tanto en países ricos como pobres. Asimismo, entusiasma a jóvenes y mayores de todos los niveles —económicos, sociales y educativos— de la sociedad.
En efecto, las loterías son un gran negocio en auge. En 1989, tan solo en Estados Unidos, las loterías estatales recogieron 18.500 millones de dólares (E.U.A.). Hace solo veintisiete años esa cifra era nula. Pero actualmente las loterías son en Estados Unidos la forma de juego que ocupa el segundo lugar en importancia, y es una industria que cada año crece en un 17,5%, tan deprisa como la industria informática.
En 1988, según las últimas cifras de la revista Gaming and Wagering Business (Negocio del juego y las apuestas), las ventas mundiales de lotería ascendían a 56.380 millones de dólares (E.U.A.), una cifra enorme. Eso equivale a más de diez dólares por cada hombre, mujer y niño de toda la Tierra en solo un año.
Aunque nadie puede negar que las loterías están prosperando, muchas personas las reprueban. Los siguientes dos artículos examinan su creciente popularidad y la controversia que encierran. A medida que considere los hechos podrá decidir si la lotería le conviene. ¿Es sensato jugar? ¿Es relativamente fácil ganar? ¿Puede perder algo más que dinero?
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Lotería. ¿Por qué es tan popular?¡Despertad! 1991 | 8 de mayo
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Lotería. ¿Por qué es tan popular?
¿POR QUÉ juega la gente a la lotería? “Entretiene y es divertido”, dijo una portavoz de la comisión de loterías. Puede ser, pero el principal atractivo es sin duda el premio en metálico. A casi todo el mundo le vendría bien un poco más de dinero, y las loterías prometen mucho dinero. En el mundo incierto de hoy —con escaladas de precios, cracs del mercado de valores y empleos sin porvenir—, millones de personas creen que el único medio de hacerse ricos es la lotería.
Contribuye a su atractivo el que no es complicada y es fácil de jugar. Hay muchos tipos de loterías. Por ejemplo, la loto —donde el jugador apuesta que cierta combinación de dígitos aparecerá en cifras publicadas con regularidad en los periódicos— o la llamada lotería instantánea, en la que la persona rasca el papel para descubrir si a los números que hay debajo les corresponde un premio. Todas tienen dos rasgos en común: que los jugadores ganan cuando los números de su billete corresponden a los que sacan los organizadores, y que, a diferencia de otros juegos de azar, no se requiere habilidad o conocimiento especial para ganar, es cuestión de pura casualidad.
La gente también juega a las loterías porque les resulta fácil comprar los boletos. La mayoría de los estadounidenses pueden comprarlos en cualquier tienda de comestibles. En otras partes, si la administración de lotería no está cerca, los jugadores pueden hacer sus apuestas por correo, teléfono, télex o fax.
¿Hay algo nuevo en las loterías?
¿Son nuevas las loterías? En absoluto. En las fiestas de la antigua Roma, los emperadores Nerón y Augusto sorteaban esclavos y propiedades. Probablemente uno de los primeros premios en metálico de que hay registro fue abonado en 1530 por una lotería de Florencia (Italia). En los siglos siguientes las loterías prosperaron en Europa y en América, proporcionando el dinero que ayudó a financiar Jamestown, el ejército continental y la construcción de prestigiosas universidades como las de Harvard, Dartmouth, Yale y Columbia.
Pero en el siglo XIX el negocio de las loterías encontró dificultades. Los detractores del juego de azar en general protestaron y denunciaron que los sorteos estaban manipulados. Abundaba el soborno, la corrupción y la implicación en actos delictivos, y los promotores amasaban enormes ganancias. Como resultado, en Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña se las declaró ilegales.
¿Acabó todo ahí? Es obvio que no. Las loterías continuaron prosperando en otros lugares, como en Italia y Australia. Carlos III de España creó una lotería en 1763, y su versión moderna se estableció legalmente en 1812. Un país tras otro siguió la misma corriente: En 1933 Francia levantó su proscripción y estableció la Loterie nationale. En la década de los treinta, Irlanda también estableció su famoso Irish Hospitals’ Sweepstake. La Takarakuji de Japón empezó en 1945. Gran Bretaña aprobó las quinielas de fútbol y los sorteos de bonos del Estado, que en realidad eran loterías, aunque no se les aplicase ese nombre. Y en 1964 se volvió a introducir en Estados Unidos.
Después, en la década de los setenta, dos factores transformaron el funcionamiento de la lotería. El primero fue la introducción de ordenadores conectados a puntos de venta, lo que permitió organizar sorteos casi ininterrumpidos para un elevado número de participantes que podían escoger sus propios números. Ya no era necesario esperar semanas o meses para ver si habían ganado; podían saberlo en cuestión de días, horas o hasta minutos.
El segundo factor fue la introducción de la loto, un juego donde hay muchas posibilidades de no ganar. En la loto, cuando no se gana el “bote” se acumula, de forma que el premio en metálico puede alcanzar la cifra de millones de dólares. Con este juego las ventas aumentaron vertiginosamente y el negocio prosperó muchísimo.
Qué atrae a los promotores
¿Por qué promueven los gobiernos los juegos de azar? Porque es una manera fácil de recaudar dinero sin aumentar los impuestos. Mientras que las máquinas tragaperras y la ruleta devuelven en premios en metálico hasta el 95% de lo recaudado, las loterías devuelven menos del 50%. Por ejemplo, en Estados Unidos, en 1988 se devolvieron en premios alrededor de 48 centavos de cada dólar gastado en lotería, y 15 centavos se destinaron a la promoción, ventas y administración. Los restantes 37 centavos se utilizaron para fondos dedicados a mejoras públicas, educación, atención sanitaria y ayuda a las personas ancianas. A escala nacional, la cifra ascendió a 7.200 millones de dólares (E.U.A.).
Pero los gobiernos no organizan loterías solo para ganar dinero. Si se abstuviesen podrían perder dinero, porque sus ciudadanos jugarían en otra parte. De modo que cuando cierto país o estado instituye una lotería, sus vecinos se ven presionados a hacer lo mismo. Este efecto de bola de nieve puede verse en Estados Unidos: en 1964 solo había una lotería estatal, en 1989 ya ascendían a 30.
Sueños de riqueza
En vista de que hay muchas personas interesadas en el dinero de los consumidores, ¿cómo logran convencer al público los promotores de loterías para que jueguen? Mediante la publicidad; acudiendo a los profesionales de la persuasión.
¿Recalcan los anuncios que una parte (aunque pequeña) de los ingresos se dedicará a financiar la educación o a suministrar ayuda a las personas de edad avanzada? ¡Ni mucho menos! Ese aspecto raras veces se menciona. Al contrario, la publicidad recalca lo estupendo que sería ganar millones de dólares. Veamos algunos ejemplos:
◻ “El fabuloso estilo de vida de los ricos y famosos podría ser suyo en un instante [...] si juega a la famosa y multimillonaria LOTO 6/49 de Canadá.”
◻ “LA LOTERÍA DE FLORIDA [...]. Hágase rico en la lotería más importante de América.”
◻ “Dinero Made in Germany. HÁGASE RICO y conviértase en millonario de la noche a la mañana.”
Es sin duda una publicidad audaz. No obstante, cualquier esfuerzo por suavizarla suele terminar cuando los boletos no se venden. Entonces los promotores recurren a juegos y técnicas de venta aún más intensos para atraer a nuevos jugadores y mantener el interés de los que ya lo son. Tienen que ofrecer constantemente algo que parezca nuevo. James Davey, director de la lotería de Oregón (E.U.A.), declaró: “Celebramos sorteos con motivos diferentes: las olimpiadas, las Navidades —a esta lotería la llamamos Holiday Cash—; con la lotería Lucky Stars (astros de la suerte) jugamos con los signos astrológicos de la gente. Hemos visto que cuando se organizan dos, tres, cuatro o cinco juegos a la vez se venden más boletos”.
Pero la mayor atracción de todas es ganar un cuantioso “bote”. Cuando en la loto el “bote” se acumula, como sucedió en 1989 en Pensilvania (E.U.A.) con 115 millones de dólares, se convierte en una gran noticia. La gente se lanza a comprar boletos con la “locura del jugador”, como lo expresó cierto autor. Y en medio del histerismo, hasta las personas que no suelen jugar lo hacen.
[Recuadro en la página 6]
La fiebre del juego y la religión
“La Iglesia católica me ha enseñado a jugar. El bingo y las rifas son exactamente lo mismo que las loterías. Si la Iglesia católica pusiese el ejemplo y suspendiese todos los juegos, yo reconsideraría la idea de no jugar a la lotería. Si soy codicioso es porque casi constituye un sacramento de la Iglesia.” (Un lector de la revista U.S. Catholic.)
“Según una encuesta llevada a cabo por la universidad de Notre Dame entre diversas parroquias, después de la misa dominical, el segundo acto más concurrido de las iglesias católicas son los bingos semanales.” Sin embargo, varios sacerdotes afirman que la mayoría de los asistentes no van a la iglesia. (The Sunday Star-Ledger [Nueva Jersey, E.U.A.].)
“San Pancracio trajo la suerte a Madrid”, rezaba un titular del semanario español ABC, edición internacional. El artículo decía: “‘Ha sido San Pancracio’, no dejaban de exclamar las dos empleadas de la administración de Lotería [...] donde se ha vendido la única serie del 21515, el ‘gordo’ de 250 millones [de pesetas, lo que hoy día equivale a 2.500.000 dólares (E.U.A.)], que se ha distribuido en Madrid. [Las empleadas] confesaron que habían pedido tener la suerte de vender el ‘gordo’ de Navidad al Santo, cuya imagen, a la que colocaron un ramillete de perejil, preside el establecimiento”.
“Para explicar de alguna manera su buena suerte, los ganadores de más edad tendían a creer que Dios y el destino los habían elegido para ganar el dinero. [...] ‘Queremos creer que la buena y la mala suerte se atribuyen a algo, que no son una casualidad —dijo el doctor Jack A. Kapchan, profesor de psicología de la universidad de Miami (Florida, E.U.A.)—. ¿Y a qué más se pueden atribuir sino a Dios?’” (The New York Times.)
¿Qué dice la Biblia sobre la buena suerte? Jehová dijo a los infieles de la nación israelita: “Pero ustedes son los que dejan a Jehová, los que olvidan mi santa montaña, los que arreglan una mesa para el dios de la Buena Suerte y los que llenan vino mezclado para el dios del Destino”. (Isaías 65:11.)
¿Cuántos de los relativamente pocos ganadores se paran a pensar que su aislada buena suerte se basa en la mala suerte de millones de perdedores? ¿Puede decirse que el juego refleje de alguna manera ‘amor al prójimo’? ¿Es razonable o bíblico pensar que el Señor Soberano del universo se mezclaría en vicios tan egoístas como el juego? (Mateo 22:39.)
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Lotería. ¿Quién gana? ¿Quién pierde?¡Despertad! 1991 | 8 de mayo
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Lotería. ¿Quién gana? ¿Quién pierde?
EL ARGUMENTO principal en favor de las loterías nacionales es que proporcionan millones de dólares al gobierno, dinero que de otra forma probablemente solo se habría conseguido con el aumento de los impuestos. “¡Resulta muy fácil!”, dicen sus defensores. Es como un impuesto que a nadie se obliga a pagar: es voluntario. De hecho, la gente ansía pagarlo y hasta hace cola para ello.
Pero, ¿cuáles son algunas de las acusaciones que se presentan contra las loterías?
Una es que, con frecuencia, la propaganda empleada no es informativa o es francamente engañosa: promueve la idea de que se va a ganar. Un ejemplo típico es un anuncio de la lotería de Canadá que dice: “Hacemos que resulte fácil [...] ¡GANAR!”.
Sin embargo, ¿hasta qué grado es fácil que le toque a alguien la lotería? Alie juega a una lotería de Alemania. La propaganda alardea: “Sus posibilidades de ganar son increíbles”. Sin embargo, Alie se lamenta: “He jugado diez años a la lotería y nunca me ha tocado nada. Tampoco conozco a nadie que le haya tocado algo alguna vez”.
Por cada persona que gana un buen premio, hay millones de perdedores como Alie que invierten su dinero semana tras semana, año tras año, pero que no reciben nada a cambio. En Estados Unidos, los que ganan 1 millón de dólares constituyen el 0,000008% de los 97 millones de jugadores de lotería que hay en ese país.
La probabilidad de ganar un premio gordo no es solo de una en un millón (aproximadamente las mismas de que le caiga un rayo), sino que puede ser de una en muchos millones. Por ejemplo, cuando se vio con claridad que cuanto mayor era el “bote” más boletos se vendían, las probabilidades de ganar la loto de Nueva York pasaron de 11 en 6 millones a ¡1 en 12,9 millones!
No es extraño que la gente acuse a las loterías de estafar a compradores incautos que no son conscientes de las enormes probabilidades que tienen de perder. La doctora Valerie Lorenz, directora del Centro Nacional Estadounidense para el Juego Patológico, lo resume con estas palabras: “¿Loterías? Es la apuesta más incauta que existe. Las probabilidades de no ganar son enormes”.
Sin embargo, ¿y si usted sí gana un millón de dólares? No recibirá toda esa suma. En Estados Unidos, una vez que Hacienda se ha llevado su parte, los ganadores reciben 35.000 dólares al año durante dos decenios. Es decir, un total de 700.000 dólares que la inflación aún reduce más en el transcurso de los veinte años.
Las consecuencias para los pobres
También se la critica de que los que más gastan en ella son los pobres, quienes menos pueden costeárselo. Los promotores de la lotería dicen que esa idea es errónea, pues las encuestas indican que la lotería es más popular entre la gente de ingresos medios. Afirman que las loterías son voluntarias y que a nadie se le obliga a jugar. No obstante, la propaganda aviva de forma deliberada los deseos de los jugadores, y muchos de ellos son pobres. La cajera de un pequeño supermercado de Florida dijo: “Tenemos un grupo fijo de personas que vemos cada semana. Algunas compran 10 boletos cada día. Algunas compran 100 cada semana. No tienen dinero para comida, pero juegan a la loto”.
En algunos países menos desarrollados, la situación suele ser aún peor. Recientemente el gobierno de Indonesia ha reexaminado sus quinielas Porkas en vista de que los medios informativos comunicaron que aldeas enteras se habían vuelto “locas con las Porkas”. La revista Asiaweek informó: “Los periódicos [de Indonesia] estaban llenos de relatos espantosos: hombres que pegaban a sus esposas o hijos; hijos que robaban dinero a sus padres; hijos que se gastaban el dinero destinado a pagar el colegio y ganado con muchos sudores, todo por las Porkas”.
La proliferación de loterías por todo el mundo ha hecho que cada vez más personas se introduzcan en el juego. No solo los pobres, sino también otras personas se hacen adictas a la lotería y se convierten en jugadores compulsivos, en ludópatas. Arnie Wexler, director del Consejo sobre Juego Compulsivo en Nueva Jersey (E.U.A.), señala: “Los legisladores piensan que han encontrado una manera cómoda y fácil de ganar dinero, cuando en realidad están destruyendo muchas familias, negocios, seres humanos y vidas”.
Una cuestión de valores
Otra preocupación importante es que las loterías nacionales han cambiado la actitud de la gente hacia el juego. Las modernas loterías “Play 3” o “Lucky Numbers”, administradas por el Estado, ofrecen multiplicar por mil la cantidad invertida, pero solo devuelven en premios en metálico alrededor del 50% de lo recaudado. Antes de que el gobierno se introdujese en el negocio, el juego era “malo”, una estafa ilegal y un vicio. Ahora, el mismo juego se califica de entretenimiento, diversión y hasta un acto de responsabilidad cívica.
Por supuesto, una diferencia importante entre el juego ilegal de las cifras y las loterías administradas por el Estado es que las ganancias se utilizan para apoyar proyectos gubernamentales en lugar de ir a parar al bolsillo de delincuentes. No obstante, a muchos observadores les preocupa el impacto que pueden tener las loterías en los valores éticos de la sociedad a la que se supone que benefician.
Esto se debe a que las loterías fomentan la esperanza y la inclinación de enriquecerse sin esfuerzo. Paul Dworin, director de la revista Gaming and Wagering Business (Negocio del juego y las apuestas) dijo: “En el pasado, el Estado decía que al que trabaja duro le iría bien. Ahora lo que dice es: ‘Compre un boleto y se hará millonario’. Resulta extraño que el Estado difunda un mensaje de ese tipo”. George Will escribió en la revista Newsweek: “Cuanto más cree la gente en la suerte, la casualidad, el azar y el destino, menos cree en la importancia de virtudes que exigen autodisciplina como la laboriosidad, el ahorro, el aplazamiento de la gratificación, la diligencia y la dedicación”.
Otro concepto básico para la sociedad humana es que las personas no deberían aprovecharse de la desgracia ajena. Sin embargo, quienes promueven las loterías fomentan la opinión de que es correcto beneficiarse y complacerse en las pérdidas de otros. Pero se trata de un criterio egoísta opuesto a la amonestación bíblica: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo”. (Mateo 22:39.)
A pesar de que se dice mucho en su contra, las loterías continúan aumentando de forma alarmante por toda la Tierra. Una persona que visitó África occidental observó a centenares de personas congregadas alrededor de un edificio de la Lotería Nacional. “¿Por qué malgasta su dinero en la lotería toda esa gente, sobre todo teniendo en cuenta que son pobres?”, preguntó a un residente que lo observaba.
“Amigo mío, juegan a la lotería porque eso les da esperanza —respondió el residente—. Para muchos de ellos, esa es la única esperanza que tienen en la vida.”
Pero, ¿puede calificarse realmente de esperanza el deseo de que les toque la lotería? Más bien es una ilusión, una quimera, un sueño improbable. Desde luego, un cristiano concienzudo no desperdiciará su tiempo y sus recursos en el juego, a la búsqueda vana de riquezas. Mucho mejor es seguir el consejo que escribió el apóstol Pablo, de que las personas sensatas cifran “su esperanza, no en las riquezas inseguras, sino en Dios, que nos proporciona todas las cosas ricamente para que disfrutemos de ellas”. (1 Timoteo 6:17.)
[Comentario en la página 8]
“Los legisladores piensan que han encontrado una manera cómoda y fácil de ganar dinero, cuando en realidad están destruyendo muchas familias, negocios, seres humanos y vidas”
[Recuadro en la página 9]
Buenos consejos para los jugadores
“No existe sonrisa más fría que la de un corredor de apuestas cuando felicita a un cliente que ha ganado. [...] Son pocos los corredores de apuestas que no dejan apostar a un jugador porque está perdiendo demasiado. [...] Recuerde también que son tan pocos los jugadores que ganan como los corredores de apuestas empobrecidos.” (Graham Rock, The Times, Londres.)
“El asegurado premio ‘gordo’ de 45 millones de dólares [E.U.A.] en el sorteo de lotería de esta noche es el mayor de la historia del estado de Nueva York. Pero las posibilidades de ganarlo con una apuesta de 1 dólar [E.U.A.] son de 12.913.582 contra 1.” (The New York Times.)
“El dinero del tonto se escurre pronto.” Dicho popular del siglo XVI. (Familiar Quotations, de John Bartlett.)
“Jugador, no te alegres; que quien hoy gana, mañana pierde.” (Refrán español.)
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