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Lo que el huracán ‘Andrés’ no pudo destruir¡Despertad! 1993 | 8 de enero
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Pero hay otro factor: su actitud. El artículo ya citado añadió: “No hay ninguna burocracia. No hay egos encontrados, sino trabajadores que mantienen sorprendentemente su alegría y su afán de cooperación prescindiendo de lo acalorados, sucios y agotados que estén”. ¿Qué explicación se dio para esto? Un Testigo respondió: “Nuestra relación con Dios nos motiva a demostrar el amor que le tenemos al prójimo”. Esta fue otra cosa más que el huracán ‘Andrés’ no pudo arrebatar: el amor cristiano de los Testigos. (Juan 13:34, 35.)
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Lo que el huracán ‘Andrés’ no pudo destruir¡Despertad! 1993 | 8 de enero
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Un voluntario que trabajaba en dicho salón informa: “Así que recibimos todo un tanque de agua potable. Inmediatamente incluimos el agua entre los otros alimentos que estábamos enviando a los centros de distribución situados en diferentes Salones del Reino. Se distribuyó entre los hermanos y vecinos necesitados”. Una empresa papelera del estado de Washington donó 250.000 platos de papel.
Al principio las autoridades municipales enviaban a los voluntarios no Testigos a los Salones del Reino diciendo: ‘Los Testigos son los únicos que están debidamente organizados’. Finalmente llegaron los militares y empezaron a establecer centros de socorro para distribuir alimentos y agua, y campamentos para acoger a los damnificados.
Originalmente los Testigos establecieron su centro de operaciones en el Salón de Asambleas de Fort Lauderdale, a unos 60 kilómetros al norte de Homestead, la zona más afectada por el huracán. Sin embargo, para descargar un poco el trabajo que se realizaba allí, se estableció un centro de operaciones primario en el Salón de Asambleas de Plant City, cerca de Orlando, a unos 400 kilómetros al noroeste de la zona del desastre. La mayor parte de las provisiones de socorro se canalizaron hacia ese lugar para clasificarlas y empaquetarlas. Todos los días el comité de socorro pedía a Plant City lo que se necesitaba, y con la ayuda de enormes camiones tráiler, se transportaban las provisiones hasta Fort Lauderdale, a cinco horas de camino.
Desde este último salón se suministraba alimento, materiales, agua, generadores y otros artículos de primera necesidad a tres Salones del Reino que habían sido reparados en el centro de la zona del desastre. Allí, Testigos capacitados organizaban equipos de construcción y de limpieza para acudir a los centenares de casas que necesitaban atención. En los terrenos de los Salones del Reino también se montaron cocinas y líneas de alimentación, y cualquiera podía sentirse libre de beneficiarse de tal ayuda. Hasta algunos de los soldados comieron allí, y luego se les vio echar donativos en las cajas de contribuciones.
Mientras los hombres se ocupaban en arreglar las casas, algunas de las mujeres preparaban comidas. Otras se dedicaban a visitar a los que podían encontrar para compartir con ellos la explicación bíblica de por qué suceden desastres naturales y también para distribuir entre los necesitados cajas con provisiones de socorro.
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