La tormenta no acabó con el cristianismo
De nuestro corresponsal en Mozambique
LA NOCHE del 2 de marzo de 1998, la ciudad mozambiqueña de Maputo se vio azotada por una fuerte tormenta. A la mañana siguiente había destrozos por todas partes. La zona frente a la playa había quedado sembrada de árboles caídos, las carreteras estaban destrozadas por la furia de las aguas, algunas casas habían perdido el techo, y otras se hallaban totalmente derruidas.
Los sólidos edificios de la sucursal de los testigos de Jehová se mantuvieron en pie. En cambio, la casa de unos vecinos se derrumbó. Era demasiado frágil para soportar los intensos vientos, pues su estructura consistía en un endeble armazón de madera, y por techo solo tenía unas chapas onduladas de zinc. Afortunadamente, todos los miembros de la familia —una madre y sus cinco hijos— resultaron ilesos. Pero en sentido material, lo habían perdido prácticamente todo.
Al día siguiente, unos trabajadores voluntarios de la sucursal de la Sociedad Watch Tower visitaron por la mañana temprano a estas personas, y las encontraron rescatando de los escombros las pocas pertenencias que les quedaban. Las pérdidas materiales agravaron su pesar, pues no disponían de dinero suficiente para construirse una nueva vivienda. Como faltaba el padre, los escasos ingresos de la familia procedían exclusivamente de la venta de alimentos en el mercado.
Los testigos de Jehová evaluaron los daños y pusieron manos a la obra. Dado que los materiales procedentes de la antigua vivienda no estaban en condiciones de utilizarse de nuevo, decidieron no aprovecharlos, sino construir una casita más resistente con materiales nuevos que ellos mismos aportaron.
Los vecinos primero estaban extrañados, y luego, al ver que las obras adelantaban tan deprisa, se quedaron atónitos. Al cabo de cinco días la casa estaba completamente terminada y lista para ser habitada. La señora no sabía qué decir cuando entró en su nuevo hogar. Pero las palabras sobraban, pues el rostro sonriente y la mirada agradecida de esta madre y sus hijos irradiaban felicidad.
Y los voluntarios también se sentían felices, y contentos de haber tenido la oportunidad de demostrar de una manera práctica el espíritu del verdadero cristianismo (Gálatas 6:10).
[Ilustraciones de la página 13]
5 de marzo
6 de marzo
7 de marzo
Los Testigos de la zona construyeron una casa a esta familia