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  • ¿Ha hallado usted la clave?
    La Atalaya 1986 | 1 de junio
    • Así, el amor es la principal cualidad cristiana. ¿A quiénes debemos amar? Jesús dice: “‘Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente’. Éste es el más grande y el primer mandamiento. El segundo, semejante a él, es éste: ‘Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo’”. (Mateo 22:37-39.)

  • ¿Ha hallado usted la clave?
    La Atalaya 1986 | 1 de junio
    • Si realmente amamos a Dios

      En primer lugar, si realmente deseamos amar a Dios, tenemos que llegar a conocerlo mejor. Dios mismo ha hecho esto posible al habernos suministrado la Biblia, la cual es, en efecto, una carta de parte de él para nosotros. Cuando recibimos una carta de un ser amado, la mayoría de nosotros la leemos inmediatamente, prescindiendo de cuán ocupados estemos. ¿Deberíamos actuar de manera diferente respecto a leer la Biblia? De ningún modo. Es cierto que, en el caso de muchas personas, hoy día la vida está llena de distracciones y parece que la mayoría prefiere ver la televisión a leer información importante. Pero los cristianos verdaderos no permiten que eso les impida leer la Palabra de Dios. Por eso, son como el salmista que escribió: “Mi alma ha guardado tus recordatorios [los cuales se hallan en la Biblia hoy día], y los amo en sumo grado”. (Salmo 119:167.)

      En la Biblia, Dios nos dice cómo quiere que nos comportemos. Tal como los padres establecen normas de conducta para sus hijos, así Jehová ha establecido normas que él espera que cumplamos... normas que no se pueden violar. Por ejemplo, la Biblia dice: “Ni fornicadores, ni idólatras, ni adúlteros, ni hombres que se tienen para propósitos contranaturales, ni hombres que se acuestan con hombres, ni ladrones, ni personas dominadas por la avidez, ni borrachos, ni injuriadores, ni los que practican extorsión heredarán el reino de Dios”. (1 Corintios 6:9, 10.) ¡Esa lista abarca mucho! Pero cualquier persona que realmente ama a Dios se complace en evitar tales cosas. ¿Por qué? Porque, como indicó el apóstol Juan: “Esto es lo que el amor de Dios significa: que observemos sus mandamientos”. (1 Juan 5:3.)

      Es lamentable que muchas de las prácticas que la Biblia condena están llegando a ser aceptables hoy día, aun entre “cristianos”. Un informe de una secta protestante de Canadá recomendó que se considerara el asunto de ordenar a homosexuales como ministros, y afirmó que las relaciones sexuales entre personas no casadas podrían ser aceptables bajo ciertas circunstancias y sugirió que la fidelidad marital no necesariamente excluye el adulterio. Sin duda, los originadores de ese informe habrán querido parecer comprensivos e interesados en la gente. Pero ¿estaban realmente mostrando amor para con Dios o para con las personas al animarlas a continuar en tales prácticas inmorales? Difícilmente, puesto que Pablo dijo que los que practican tales cosas no heredarían el Reino de Dios. ¡Cuánto más amoroso es observar con valor las normas de Dios y ayudar a los débiles a hacer lo mismo, en vez de estimularlos sentimentalmente a seguir un derrotero más fácil, uno que con el tiempo resultará en calamidad!

      Movidos a compartir con otros

      Cuando leemos la Biblia, también aprendemos sobre las cosas maravillosas que Dios se ha propuesto para la humanidad. Aprendemos que “tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna”. (Juan 3:16.) También aprendemos acerca del propósito de Dios de eliminar la iniquidad de la Tierra y establecer en esta un sistema de cosas pacífico y paradisíaco mediante su Reino en manos de Jesús. (Mateo 6:9, 10; Revelación 21:3, 4.) La Biblia promete: “Solo un poco más de tiempo, y el inicuo ya no será [...] Pero los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz”. (Salmo 37:10, 11.)

      En realidad, el mensaje de la Biblia es exactamente lo que la humanidad necesita. Por eso causa tristeza leer sobre misioneros de la cristiandad que participan en la política y hasta en revoluciones debido a la pobreza e injusticia que ven en los países pobres. Las revoluciones no solucionarán los problemas de esos países. ¿Realmente aman estos misioneros a Dios? Si lo amaran, ¿no mostrarían fe en sus promesas y dirigirían a los rebaños a su Reino? En vez de animarlos a participar en intrigas políticas que solo resultan en frustración, los pastores que verdaderamente aman a sus rebaños les enseñan que la obediencia a la ley de Dios puede ser útil aun ahora.

      La verdad es que el mensaje de la Biblia es tan maravilloso que ninguna persona amorosa lo retendría para sí misma. Por eso el amor mueve a los cristianos verdaderos a compartir con otras personas lo que aprenden. En la cristiandad, la obra de hablar a otros en cuanto a la Biblia se asigna, por lo general, a una pequeña clase profesional que recibe un salario... el clero. Esto ha tenido malos resultados. Como admitió un pastor luterano en la revista Christianity Today: “La Iglesia está débil hoy día debido a que los líderes espirituales no han adiestrado a un cuerpo de creyentes a hacer la misma clase de obra que ellos hacen. O debido a que los creyentes no reconocen ni aceptan dicho ministerio”.

      Pero los cristianos verdaderos sí ‘reconocen y aceptan dicho ministerio’. Toman a pecho estas palabras del apóstol Pablo: “Tengamos firmemente asida la declaración pública de nuestra esperanza sin titubear, porque fiel es el que ha prometido”. (Hebreos 10:23.) ¿Cuál es su motivo? Es el mismo que impulsó a un grupo de cristianos del primer siglo, a quienes el apóstol Pablo encomió afectuosamente al decir: “Estos están dando publicidad al Cristo debido a amor”. (Filipenses 1:16.)

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