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Por qué seguimos “llevando mucho fruto”La Atalaya (estudio) 2018 | mayo
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PORQUE AMAMOS A JEHOVÁ Y A SU HIJO
5. a) ¿Qué razón para predicar encontramos en Juan 15:9, 10? b) ¿Cómo destacó Jesús la necesidad de tener aguante?
5 (Lea Juan 15:9, 10). Otra razón importante por la que predicamos es nuestro profundo amor a Jehová y a Jesús (Mar. 12:30; Juan 14:15). Jesús no les dijo a sus discípulos simplemente que estuvieran en su amor, sino que permanecieran en él. ¿Por qué? Porque es necesario tener aguante para ser un verdadero cristiano año tras año. Jesús destacó la necesidad del aguante al utilizar el verbo permanecer una y otra vez en el breve pasaje de Juan 15:4-10.
6. ¿Cómo demostramos que deseamos permanecer en el amor de Cristo?
6 ¿Cómo demostramos que deseamos permanecer en el amor de Cristo y conservar su aprobación? Observando sus mandamientos. En otras palabras, Jesús nos pide que lo obedezcamos. En realidad, no nos pide más de lo que él mismo hace, pues añadió: “Así como yo he observado los mandamientos del Padre y permanezco en su amor”. Está claro que él mismo dio el ejemplo (Juan 13:15).
7. ¿Qué relación hay entre la obediencia y el amor?
7 Jesús dejó claro que hay una relación entre la obediencia y el amor al decirles a los apóstoles: “El que tiene mis mandamientos y los observa, ese es el que me ama” (Juan 14:21). Además, cuando cumplimos con el mandato de Jesús de ir y predicar, también mostramos nuestro amor a Dios. ¿Por qué? Porque lo que Cristo nos manda está de acuerdo con lo que piensa su Padre (Mat. 17:5; Juan 8:28). En respuesta a nuestro amor, Jehová y Jesús siguen amándonos a nosotros.
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Por qué seguimos “llevando mucho fruto”La Atalaya (estudio) 2018 | mayo
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PORQUE AMAMOS AL PRÓJIMO
10. a) ¿Qué razón para predicar encontramos en Mateo 22:39? b) Cuente cómo ayudaron Pablo y Silas a un carcelero de Filipos.
10 Veamos otra razón importante por la que seguir predicando: amamos al prójimo (Mat. 22:39). Sabemos que las personas pueden cambiar de actitud cuando sufren un cambio en la vida. El amor que sentimos por ellas nos motiva a continuar predicando. Pensemos en lo que les pasó al apóstol Pablo y a su compañero Silas en la ciudad de Filipos. Los opositores los metieron en la cárcel. Pero, de repente, un terremoto sacudió la prisión a medianoche y todas las puertas se abrieron. El carcelero temía que se hubieran escapado los presos, así que estaba a punto de suicidarse. Pero Pablo le gritó que no lo hiciera. Angustiado, el carcelero preguntó: “¿Qué tengo que hacer para salvarme?”. Ellos le respondieron: “Cree en el Señor Jesús y serás salvo” (Hech. 16:25-34).
El amor a Jehová, a Jesús y al prójimo nos motiva a predicar. (Vea los párrafos 5 y 10).
11, 12. a) ¿Qué nos enseña sobre la predicación el relato sobre el carcelero? b) ¿Por qué deseamos seguir predicando?
11 ¿Qué nos enseña este relato sobre la predicación? Fijémonos en que el carcelero cambió de actitud y pidió ayuda después del terremoto. Del mismo modo, puede que algunas personas que en el pasado no escucharon el mensaje de la Biblia cambien y pidan ayuda después de sufrir una sacudida en su vida. Por ejemplo, algunas se hunden cuando pierden de repente su empleo, se rompe su matrimonio, se les diagnostica una enfermedad grave o se les muere un ser querido. Cuando ocurren cosas como estas, hay personas que por primera vez se hacen preguntas sobre el sentido de la vida. Quizás hasta pregunten lo mismo que el carcelero: “¿Qué tengo que hacer para salvarme?”. Cuando las encontramos en la predicación, es posible que por primera vez deseen escuchar el mensaje de esperanza que llevamos.
12 Así pues, si seguimos predicando fielmente, podremos dar consuelo a las personas cuando estén dispuestas a aceptarlo (Is. 61:1). Charlotte, que lleva treinta y ocho años en el servicio de tiempo completo, dice: “Hoy las personas andan perdidas. Necesitan tener la oportunidad de escuchar nuestro mensaje”. Y una hermana llamada Ejvor, que lleva treinta y cuatro años de precursora, comenta: “Nunca antes ha habido tantas personas hundidas emocionalmente. Mi deseo es ayudarlas, y eso me motiva a predicar”. No hay duda de que el amor al prójimo es un buen motivo para continuar predicando.
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