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Cómo demostramos que amamos a DiosLa Atalaya 2004 | 1 de marzo
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Cómo demostramos que amamos a Dios
AMAR a Dios no es un ejercicio intelectual. Como bien pueden confirmar sus siervos de todo el mundo, el verdadero amor a Dios crece conforme conocemos su personalidad y se fortalece aún más cuando sabemos lo que él ama o lo que odia, así como cuáles son sus preferencias y los requisitos que pide en su adoración.
En su gran amor, Jehová nos ha facilitado su Palabra, la Biblia, en la cual se revela a la humanidad y nos indica cómo manejó diversas situaciones. Tal como nos complace la carta de un ser querido, también nos produce gozo la Biblia, pues descubrimos en ella nuevos aspectos de la personalidad divina.
Sin embargo, como a veces vemos en nuestro ministerio, el que alguien aprenda acerca de Dios no implica que vaya a amarlo. Jesús dijo a ciertos judíos ingratos de su tiempo: “Ustedes escudriñan las Escrituras, porque piensan que por medio de ellas tendrán la vida eterna; [...] pero bien sé que no tienen el amor de Dios en ustedes” (Juan 5:39, 42). Hay quienes pasan años aprendiendo sobre los actos amorosos de Jehová y, aun así, le tienen poco cariño. Esto se debe a que no perciben lo que el conocimiento trae consigo. En cambio, millones de personas sinceras con quienes estudiamos la Biblia sienten que su amor a Dios aumenta sin cesar. ¿Por qué? Porque, como hicimos nosotros, siguen el ejemplo de Asaf. ¿De qué manera?
Meditemos agradecidos
Resuelto a cultivar amor a Jehová en su corazón, Asaf escribió: “Con mi corazón de veras mostraré preocupación [...]. Me acordaré de las prácticas de Jah; pues ciertamente me acordaré de tu maravilloso obrar de mucho tiempo atrás. Y ciertamente meditaré en toda tu actividad, y en tus tratos sí me interesaré intensamente” (Salmo 77:6, 11, 12). El amor a Dios florecerá en el corazón de todo el que medite sobre los caminos de Jehová, tal como hizo el salmista.
Además, recordar las buenas experiencias que hemos tenido en el servicio de Jehová afianza nuestra relación con él. El apóstol Pablo dijo que somos “colaboradores” de Dios, y de esta vinculación tan cercana puede brotar una amistad muy especial (1 Corintios 3:9). Cuando le manifestamos a Jehová nuestro amor, él lo valora, y su corazón se regocija (Proverbios 27:11). Entonces, cuando le pedimos su apoyo y él nos ayuda a afrontar alguna dificultad, percibimos que está cerca de nosotros, con lo que nuestro amor aumenta.
La amistad entre dos personas se estrecha a medida que se expresan mutuamente sus sentimientos. De igual modo, cuando le decimos a Jehová por qué le tenemos cariño, nuestro amor se intensifica, lo cual nos lleva a reflexionar en estas palabras de Jesús: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas” (Marcos 12:30).
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Cómo demostramos que amamos a DiosLa Atalaya 2004 | 1 de marzo
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El amor crece si se cultiva como es debido. Por lo tanto, debemos dedicar tiempo a meditar sobre lo que ha hecho Jehová por nosotros y sobre las razones por las que merece nuestra devoción. Como descendientes imperfectos de Adán, nunca seremos merecedores de “las cosas que Dios ha preparado para los que lo aman”, pero podemos demostrar que amamos a Jehová con todo nuestro ser. Sigamos haciéndolo (1 Corintios 2:9).
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