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  • “El amor del Cristo nos obliga”
    “Ven y sé mi seguidor”
    • SECCIÓN 3

      “El amor del Cristo nos obliga”

      ¿Qué nos impulsa a seguir a Jesús? El apóstol Pablo responde: “El amor del Cristo nos obliga” (2 Corintios 5:14). En esta sección hablaremos acerca del amor de Jesús por Jehová, por la humanidad y por cada uno de nosotros. Ver el amor que él demostró nos conmoverá y hará que sintamos más ganas de seguir cada vez mejor el ejemplo de nuestro Maestro.

  • “Amo al Padre”
    “Ven y sé mi seguidor”
    • CAPÍTULO TRECE

      “Amo al Padre”

      1, 2. ¿Qué reveló Juan sobre lo que pasó la última noche que los apóstoles estuvieron con Jesús?

      JUAN introduce la pluma en el tintero mientras en su mente afloran los recuerdos. Tiene unos 100 años, y es el último apóstol de Jesucristo que sigue vivo. Está pensando en lo que pasó unas siete décadas atrás, en la noche más memorable de todas: la última que él y los demás apóstoles estuvieron con Jesús antes de su muerte. Guiado por el espíritu santo, recuerda y escribe con todo detalle lo que pasó.

      2 Aquella noche, Jesús dijo claramente que pronto lo ejecutarían, y Juan es el único que revela la razón por la que el Hijo de Dios estuvo dispuesto a sufrir ese final tan terrible. Jesús dijo: “Para que el mundo sepa que amo al Padre, hago exactamente lo que el Padre me ha mandado. Levántense, vámonos de aquí” (Juan 14:31).

      3. ¿Cómo demostró Jesús que amaba a su Padre?

      3 “Amo al Padre”. Para Jesús, eso era lo más importante. Y no lo decimos porque él lo repitiera una y otra vez. De hecho, Juan 14:31 es el único pasaje de la Biblia donde él expresa su amor por su Padre de un modo tan directo. Lo decimos, más bien, porque él vivía esas palabras. Su amor a Jehová se evidenciaba día tras día. Su valor, su obediencia y su aguante eran prueba de eso. Todo su ministerio estaba motivado por el amor.

      4, 5. ¿Qué clase de amor fomenta la Biblia? ¿Qué puede decirse del amor de Jesús por Jehová?

      4 En la actualidad, puede que algunos relacionen el amor con algo cursi. Tal vez piensen en poemas y canciones de amor o hasta en una emoción intensa y pasajera que a veces se asocia con el amor romántico. Es cierto que la Palabra de Dios habla del amor romántico, pero lo hace de una manera más digna (Proverbios 5:15-21). Sin embargo, la Biblia se concentra sobre todo en otra clase de amor. No se trata de simple pasión ni de una emoción pasajera; tampoco es un concepto puramente filosófico o teórico. En realidad, en él intervienen tanto la mente como el corazón. Brota desde lo más profundo de nuestro ser, se rige por nobles principios y se traduce en buenas acciones. No es algo pasajero ni superficial. La Palabra de Dios dice: “El amor nunca falla” (1 Corintios 13:8).

      5 De todos los seres humanos que han vivido a lo largo de la historia, Jesús es quien más ha amado a Jehová. Él dijo que el mandamiento más importante es este: “Ama a Jehová tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas” (Marcos 12:30). Nadie ha cumplido este mandamiento mejor que Jesús. ¿Cómo desarrolló Jesús este amor? ¿Qué hizo para que este amor por Dios siguiera siendo tan fuerte cuando vivió en la Tierra? ¿Y cómo podemos imitarlo?

      Los lazos de amor más antiguos y más fuertes

      6, 7. ¿Cómo sabemos que Proverbios 8:22-31 describe al Hijo de Dios y no simplemente la cualidad de la sabiduría?

      6 ¿Le ha pasado que, al hacer un trabajo junto con un amigo, los dos llegan a conocerse mejor y su amistad se hace más estrecha? Este ejemplo nos ayuda a comprender un poco mejor el amor que creció entre Jehová y su Hijo unigénito. Aunque ya en más de una ocasión hemos hecho referencia a Proverbios 8:30, analicémoslo con más detalle viendo su contexto. Los versículos 22 a 31 describen por inspiración divina a la sabiduría personificada. Pero ¿cómo sabemos que esta descripción se refiere al Hijo de Dios?

      7 En el versículo 22, la sabiduría afirma: “Jehová me produjo como el principio de su actividad, el primero de sus logros de hace mucho tiempo”. Estas palabras tienen que referirse a algo más que simplemente a la sabiduría. ¿Por qué decimos esto? Porque Jehová siempre ha existido y siempre ha sido sabio, así que la sabiduría nunca fue producida, no tuvo principio (Salmo 90:2). En cambio, el Hijo de Dios sí fue producido o creado por Jehová. Él es “el primero de sus logros”, de hecho, es “el primogénito de toda la creación” (Colosenses 1:15). El Hijo existió antes que los cielos y la Tierra, como se describe en Proverbios. Y en su función de la Palabra, o el portavoz de Dios, era la expresión perfecta de la sabiduría de Jehová (Juan 1:1).

      8. ¿A qué se dedicó el Hijo durante su existencia prehumana, y sobre qué podemos reflexionar cuando admiramos la creación?

      8 ¿A qué se dedicó el Hijo durante el inmenso periodo de tiempo que vivió antes de venir a la Tierra? El versículo 30 dice que estuvo junto a Dios como “un obrero experto”. ¿Qué quiere decir eso? Colosenses 1:16 explica: “Por medio de él todo lo demás fue creado en los cielos y en la tierra [...]. Todo lo demás ha sido creado mediante él y para él”. Así que Jehová —el Creador— utilizó a su Hijo —su “obrero experto”— para dar existencia a todo lo demás: desde las criaturas espirituales hasta el vasto universo. Eso incluye la Tierra y su asombrosa variedad de animales y plantas, así como la obra maestra de la creación terrestre, el ser humano. Hasta cierto punto, podemos asemejar la colaboración entre el Padre y el Hijo a la de un arquitecto y un constructor. Este último se especializa en realizar los ingeniosos proyectos del arquitecto. Cuando algo de la creación nos llena de asombro, en realidad le damos el mérito al Gran Arquitecto (Salmo 19:1). Pero también nos recuerda el largo periodo de tiempo que el Creador y su “obrero experto” trabajaron felices juntos.

      9, 10. a) ¿Qué fortaleció la amistad entre Jehová y su Hijo? b) ¿Cómo puede usted fortalecer su amistad con su Padre celestial?

      9 Cuando dos seres humanos imperfectos trabajan en contacto muy estrecho, a veces les cuesta llevarse bien. Pero este no fue el caso de Jehová y su Hijo. El Hijo trabajó con el Padre por millones y millones de años, y aseguró: “Siempre me sentía feliz delante de él” (Proverbios 8:30). Como vemos, le daba mucha alegría estar junto a su Padre, y ese sentimiento era mutuo. El Hijo fue pareciéndose cada vez más su Padre al imitar sus cualidades; por eso no nos extraña que entre ellos se desarrollara una relación tan estrecha. Bien podemos decir que los unían los lazos de amor más antiguos y más fuertes de todo el universo.

      10 ¿Qué efecto debería tener esto en nosotros? Tal vez nos parezca que jamás podremos entablar una amistad así de estrecha con Jehová. Y es que la relación entre Jehová y Jesús es muy especial, pues Jesús es el Primogénito. Aun así, nosotros tenemos una oportunidad excepcional. Recordemos que Jesús se acercó más a su Padre al trabajar con él. Pues bien, Jehová nos invita con cariño a ser sus “colaboradores” (1 Corintios 3:9). Cuando sigamos el ejemplo de Jesús en el ministerio, recordemos que estamos trabajando con Jehová. De este modo, los lazos de amor que nos unen a Jehová se harán cada vez más fuertes. ¡Es el privilegio más grande que puede haber!

      ¿Cómo mantuvo fuerte Jesús su amor por Jehová?

      11-13. a) ¿Qué ejemplo muestra que necesitamos cuidar y nutrir nuestro amor por Jehová? ¿Y qué hacía Jesús para mantener fuerte su amor por Jehová cuando era jovencito? b) ¿Cómo demostró Jesús que deseaba aprender más acerca de Jehová tanto antes de venir a la Tierra como cuando era ser humano?

      11 En cierto modo, el amor que hay en nuestro corazón podría compararse a un ser vivo. Como en el caso de una hermosa plantita, hay que nutrir y cuidar ese amor para que crezca; de lo contrario, se va marchitando hasta que muere. Jesús no descuidó su amor por Jehová, sino que lo mantuvo vivo y fuerte. Veamos cómo lo hizo durante su vida en la Tierra.

      12 Recordemos la ocasión en que Jesús se quedó en el templo de Jerusalén cuando era un jovencito. Sus padres estaban angustiados y Jesús les dijo: “¿Por qué me estaban buscando? ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre?” (Lucas 2:49). Según parece, en su niñez, Jesús todavía no recordaba su vida en el cielo, pero sí sentía un amor intenso por su Padre, Jehová. Sabía que para demostrarle a Jehová que lo amaba tenía que adorarlo. Por eso le gustaba tanto estar en el templo, el lugar donde se le daba adoración pura a su Padre. Anhelaba estar allí y no quería marcharse. Además, no era un simple espectador: deseaba aprender más acerca de Jehová y hablarles a otros de lo que sabía. Estos sentimientos no nacieron cuando tenía 12 años, y tampoco murieron entonces.

      13 Cuando estaba en el cielo, el Hijo había demostrado que tenía muchas ganas de aprender de su Padre. La profecía de Isaías 50:4-6 revela que Jehová le enseñó a su Hijo lo que implicaría ser el Mesías. Y a pesar de que esto significaba saber todo lo que iba a sufrir el Ungido de Jehová, Jesús no perdió las ganas de aprender. Luego, cuando vino a la Tierra y llegó a ser adulto, no disminuyó su deseo de ir a la casa de su Padre para participar en la adoración y en la enseñanza que Jehová quería que se impartiera allí. Por eso, como dice la Biblia, Jesús asistía fielmente al templo y a la sinagoga (Lucas 4:16; 19:47). Si deseamos mantener vivo y fuerte nuestro amor por Jehová, tenemos que asistir de forma regular a las reuniones cristianas, que es donde lo adoramos y donde llegamos a conocerlo y amarlo más profundamente.

      Jesús orando en una montaña.

      “Subió solo a la montaña para orar”.

      14, 15. a) ¿Por qué buscaba Jesús la soledad? b) ¿Cómo revelaban confianza, amor y respeto las oraciones de Jesús a su Padre?

      14 Otra forma en que Jesús mantuvo fuerte su amor a Jehová fue orando con frecuencia. Es interesante notar que, aunque era un hombre amigable y disfrutaba de estar con otras personas, valoraba mucho la soledad. Por ejemplo, Lucas 5:16 dice que “a menudo se iba a orar a lugares retirados”. Mateo 14:23 también cuenta: “ Después de despedir a las multitudes, subió solo a la montaña para orar. Cuando llegó la noche, él seguía allí a solas”. Si Jesús buscó la soledad en estas y en otras ocasiones, no fue porque no le gustaran las personas, sino porque deseaba estar a solas con su Padre y hablar libremente con él mediante la oración.

      15 En sus oraciones, Jesús usó a veces la expresión “Abba, Padre” (Marcos 14:36). En aquel entonces, abba era una palabra cariñosa con la que un hijo se refería a su padre. Era una de las primeras palabras que aprendían los niños. Al mismo tiempo, era un término respetuoso. En este caso, revelaba la confianza y el amor con que el Hijo le hablaba a su Padre, pero también indicaba profundo respeto por la autoridad paterna de Jehová. Esa combinación de confianza, amor y respeto se percibe en todas las oraciones de Jesús registradas en la Biblia. Por ejemplo, el capítulo 17 de Juan contiene la larga y sincera oración que Jesús hizo en su última noche. Cuando la estudiamos, nos sentimos profundamente conmovidos. Pero es fundamental que hagamos algo más: que oremos como Jesús. Esto no significa que debamos repetir esa oración, sino que debemos buscar la forma de hablar desde el corazón con nuestro Padre celestial cuantas veces sea posible. Al hacerlo, mantendremos vivo y fuerte nuestro amor por él.

      16, 17. a) ¿Con qué palabras expresó Jesús el amor que sentía por su Padre? b) ¿Cómo destacó Jesús la generosidad de su Padre?

      16 Como vimos anteriormente, Jesús no vivía repitiendo la frase “amo al Padre”; pero muchas veces sí expresaba su amor con palabras. ¿De qué manera? Él mismo dijo: “Te alabo públicamente, Padre, Señor del cielo y de la tierra” (Mateo 11:25). Cuando estudiamos la sección 2 de este libro, vimos que a Jesús le encantaba alabar a su Padre y ayudar a la gente a conocerlo. Por ejemplo, comparó a Jehová con un padre que tenía un hijo que se había descarriado. Este padre deseaba tanto perdonar a su hijo cuando se arrepintiera que vivía esperando su regreso. Por eso, cuando alcanzó a verlo desde lejos, corrió a su encuentro y lo abrazó (Lucas 15:20). Al ver esta descripción que hizo Jesús del amor y la misericordia de Jehová, ¿verdad que nos sentimos conmovidos?

      17 Jesús alabó con frecuencia a su Padre por su generosidad. Se valió del ejemplo de los padres imperfectos para mostrar que podemos estar totalmente seguros de que nuestro Padre nos dará todo el espíritu santo que necesitemos (Lucas 11:13). También habló de la esperanza que con tanta generosidad ofrece Jehová. Por ejemplo, expresó la esperanza que tanto anhelaba de volver al cielo para estar al lado de su Padre (Juan 14:28; 17:5). Además, les explicó a sus seguidores la esperanza que Jehová le da al “rebaño pequeño” de cristianos: vivir en el cielo y gobernar junto con el Rey mesiánico (Lucas 12:32; Juan 14:2). Y consoló a un delincuente moribundo con la esperanza de la vida en el Paraíso (Lucas 23:43). Hablar de la gran generosidad de su Padre de seguro lo ayudó a mantener fuerte su amor por él. Muchos discípulos de Cristo han descubierto que lo que más fortalece su amor a Jehová y su fe es hablar de él y de la esperanza que ofrece a quienes lo aman.

      ¿Amará usted a Jehová como lo amó Jesús?

      18. ¿Cuál es la manera más importante de seguir a Jesús, y por qué?

      18 Debemos seguir a Jesús de muchas maneras, pero la más importante es esta: amar a Jehová con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas (Lucas 10:27). Este amor no se mide solo por nuestros sentimientos, sino también por nuestras acciones. Jesús no se conformó con sentir amor por su Padre ni se limitó a decir “amo al Padre”. Más bien, declaró: “Para que el mundo sepa que amo al Padre, hago exactamente lo que el Padre me ha mandado” (Juan 14:31). Satanás había afirmado que ningún ser humano serviría a Jehová por amor incondicional (Job 2:4, 5). Para responder de la mejor manera a esa terrible calumnia, Jesús le demostró valientemente a todo el mundo cuánto amaba a su Padre. Lo obedeció hasta el punto de entregar su propia vida. Y usted, ¿seguirá a Jesús? ¿Le demostrará al mundo que de verdad ama a Jehová Dios?

      19, 20. a) ¿Qué importantes razones tenemos para asistir a las reuniones cristianas con regularidad? b) ¿Cómo debemos ver el estudio personal, la meditación y la oración?

      19 Nuestro Padre sabe que tenemos una profunda necesidad espiritual de demostrarle el amor que sentimos por él. Por eso estableció un sistema para que lo adoremos de tal manera que ese amor se nutra y fortalezca. Así que, cuando asista a las reuniones cristianas, recuerde que está allí para adorar a Dios. Eso incluye orar con sinceridad, alabar a Jehová con canciones, prestar atención y participar cuando sea posible. Las reuniones también le dan la oportunidad de animar a los demás hermanos (Hebreos 10:24, 25). Si adora a Jehová con regularidad en las reuniones, su amor a él se hará más y más fuerte.

      20 Lo mismo puede decirse del estudio personal, la meditación y la oración. Vea estas ocasiones como formas de estar a solas con Jehová. Cada vez que usted estudia la Palabra escrita de Dios y medita en ella, Jehová le está expresando lo que piensa y siente. ¿Y qué se puede decir de la oración? Al orar, es usted quien le está expresando lo que piensa y siente. No hay que olvidar que orar a Dios es más que sencillamente pedirle cosas; es una oportunidad para agradecerle las bendiciones que hemos recibido y alabarlo por sus maravillosas obras (Salmo 146:1). Además, recuerde que la mejor manera de demostrarle nuestro amor y gratitud es alabándolo públicamente con alegría y entusiasmo.

      21. ¿Cuánta importancia tiene el amor a Jehová, y qué examinaremos en los siguientes capítulos?

      21 El amor a Dios es la clave de la felicidad eterna. Era todo lo que Adán y Eva necesitaban para ser obedientes, y lo único que no cultivaron. También es lo más importante para nosotros, pues lo necesitamos para superar cualquier prueba de fe, rechazar cualquier tentación o aguantar cualquier sufrimiento. Solo si amamos a Dios, podemos ser verdaderos seguidores de Jesús. Por supuesto, el amor a Dios va ligado al amor al prójimo (1 Juan 4:20). En los siguientes capítulos examinaremos cómo demostró Jesús su amor por la gente. El próximo capítulo nos mostrará por qué hubo tantas personas que se sintieron atraídas a él.

      ¿Cómo puede usted seguir a Jesús?

      • Igual que Jesús, ¿cómo podemos mostrar confianza en Jehová cuando le oramos? (Juan 11:41, 42; Hebreos 11:6).

      • Si de verdad amamos a Jehová, ¿cómo usaremos su nombre? (Juan 17:6-8).

      • ¿Por qué exige el amor a Jehová que nos mantengamos separados del mundo, como lo hizo Jesús? (Juan 17:14-16; Santiago 4:8).

      • ¿Cómo podemos seguir el consejo de Jesús de mantener vivo nuestro amor por Jehová? (Apocalipsis 2:1-5).

  • “Se le acercaron grandes multitudes”
    “Ven y sé mi seguidor”
    • CAPÍTULO CATORCE

      “Se le acercaron grandes multitudes”

      Jesús abrazando tiernamente a niños de distintas edades mientras los padres lo miran.

      “Dejen que los niños se acerquen a mí”.

      1-3. ¿Qué pasó cuando algunos padres le llevaron sus hijos a Jesús, y qué nos enseña esto acerca de él?

      JESÚS sabe que se acerca el fin de su vida en la Tierra. Solo le quedan unas pocas semanas, y aún tiene mucho que hacer. Él y sus apóstoles han estado predicando por la región de Perea, al este del río Jordán. Ahora se dirigen al sur, a Jerusalén, donde Jesús celebrará su última Pascua, la más importante de su vida.

      2 Él acaba de tener una seria conversación con algunos líderes religiosos cuando, de pronto, se forma un pequeño alboroto: la gente está trayendo a sus hijos para que lo vean. Al parecer, hay niños de todas las edades. Marcos se refiere a ellos con la misma palabra con que había descrito antes a una niña de 12 años, mientras que Lucas usa un término que puede traducirse como “bebés” (Marcos 5:41, 42; 10:13; Lucas 18:15). Como es natural, donde hay niños, hay bullicio y algarabía. Tal vez los discípulos de Jesús piensan que su Maestro está demasiado ocupado como para perder el tiempo con niños, y por eso regañan a los padres. Pero ¿qué hace Jesús?

      3 Al ver lo que está pasando, Jesús se indigna. ¿Con quiénes? ¿Con los niños? ¿Con los padres? No, ¡con sus discípulos! Les dice: “Dejen que los niños se acerquen a mí. No traten de impedírselo, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que el que no acepte el Reino de Dios como un niño jamás entrará en él”. Luego toma a los niños “en sus brazos” y los bendice (Marcos 10:13-16). De las palabras empleadas por Marcos se deduce que Jesús los abraza con cariño, quizás acurrucando en sus brazos a los más pequeños. Es obvio que Jesús quiere a los niños, pero este pasaje nos enseña algo más acerca de él: que es accesible.

      4, 5. a) ¿Por qué podemos estar seguros de que Jesús era una persona accesible? b) ¿Qué preguntas responderemos en este capítulo?

      4 Si Jesús hubiera sido un hombre severo, frío o arrogante, seguramente aquellos niños no se habrían sentido cómodos con él y sus padres no se le habrían acercado con tanta confianza. Imagínese la escena. ¿Ve a los padres sonriendo encantados mientras este hombre tan amable trata con cariño a sus hijos, les expresa cuánto valen a los ojos de Dios y los bendice? A pesar de que llevaba sobre sus hombros la responsabilidad más pesada de todos los tiempos, Jesús seguía siendo un hombre muy accesible. No había nadie tan accesible como él.

      5 ¿Quiénes más se acercaban a Jesús? ¿Qué cualidades lo hacían tan accesible? ¿Cómo podemos aprender a ser como él? Lo veremos en los siguientes párrafos.

      ¿Qué clase de personas se acercaban a Jesús?

      6-8. ¿Qué tipo de personas andaban con Jesús, y qué contraste había entre la actitud de él y la de los líderes religiosos?

      6 Al leer los Evangelios, quizás le sorprenda ver la cantidad de gente que se acercaba a Jesús con total confianza. Con frecuencia, la Biblia dice que estaban con él “grandes multitudes”. Por ejemplo, usa expresiones como “lo seguían grandes multitudes de Galilea”, “las multitudes que llegaron eran tan grandes”, “se le acercaron grandes multitudes” y “con Jesús viajaban grandes multitudes” (Mateo 4:25; 13:2; 15:30; Lucas 14:25). Como vemos, a menudo estaba rodeado de muchísimas personas.

      7 En general, eran personas comunes y corrientes, aquellas a quienes los líderes religiosos llamaban con desprecio “gente de la tierra”. Los fariseos y los sacerdotes decían abiertamente: “Esta multitud que no conoce la Ley es gente maldita” (Juan 7:49). Hay escritos rabínicos de fechas posteriores que confirman que la mayoría de los líderes eran unos arrogantes. Ellos menospreciaban a la gente común, y por eso no comían en su compañía, no les compraban y tampoco se relacionaban con ellos. Incluso algunos afirmaban que los que no conocían la ley oral no resucitarían. No nos extraña que, en vez de acudir a estos líderes en busca de ayuda o guía, la gente humilde mantuviera la distancia con ellos. Pero Jesús era muy diferente.

      8 Jesús se mezclaba libremente con el pueblo. Comía con ellos, los curaba, les enseñaba y les daba una esperanza. Claro, era realista y se daba cuenta de que la mayoría no aprovecharía la oportunidad de servir a Jehová (Mateo 7:13, 14). Pero aun así esperaba lo mejor de cada persona y veía en muchos las cualidades necesarias para hacer lo bueno. ¡Qué distinto de aquellos sacerdotes y fariseos de corazón duro! Y, por raro que parezca, hasta algunos sacerdotes y fariseos acudían a él. Muchos de ellos incluso cambiaron y se convirtieron en sus seguidores (Hechos 6:7; 15:5). Además, entre las personas que buscaron a Jesús, también hubo algunos ricos y poderosos (Marcos 10:17, 22).

      9. ¿Por qué las mujeres le tenían confianza a Jesús?

      9 Las mujeres también le tenían confianza a Jesús. Imagínese las veces que habrían sufrido el humillante desprecio de sus líderes religiosos. Los rabinos generalmente veían mal que se les enseñara a las mujeres. De hecho, como las consideraban poco confiables, no les permitían testificar en los juicios. Estos maestros llegaron al colmo de tener una oración en la que le daban gracias a Dios por no haber nacido mujer. En cambio, Jesús no era así. Muchas mujeres acudían a él con ganas de aprender. Pensemos por ejemplo en María, la hermana de Lázaro. Mientras su hermana Marta andaba ajetreada e inquieta preparando la comida, María se sentó a los pies del Maestro para escucharlo con atención. Y Jesús la elogió por haber establecido bien sus prioridades (Lucas 10:39-42).

      10. A diferencia de los líderes religiosos, ¿cómo trató Jesús a los enfermos?

      10 Los enfermos, a quienes los líderes religiosos marginaban, también acudieron en masa a Jesús. Es cierto que la Ley mosaica mandaba poner en cuarentena a los leprosos por razones sanitarias. Pero esto no justificaba que los trataran con crueldad (Levítico, capítulo 13). Sin embargo, reglas rabínicas posteriores decían que los leprosos eran tan repulsivos como el excremento. Algunos de aquellos líderes religiosos llegaban al extremo de arrojarles piedras para mantenerlos lejos. ¡Cuánto valor necesitaría alguien que hubiera sufrido estos maltratos para acercarse a cualquier maestro! Pero sí hubo leprosos que se acercaron a Jesús. Mostrando gran fe, uno de ellos le dijo estas conmovedoras palabras: “Señor, yo sé que si tú quieres me puedes limpiar” (Lucas 5:12). En el próximo capítulo analizaremos la respuesta de Jesús. De momento, este relato nos ayuda a ver con claridad lo accesible que era él.

      11. ¿Qué ejemplo muestra que las personas agobiadas por la culpa se acercaban a Jesús con confianza, y por qué esto es importante para nosotros?

      11 Las personas agobiadas por los sentimientos de culpa también se acercaban a Jesús con confianza. Por ejemplo, en cierta ocasión en que estaba comiendo en casa de un fariseo, entró una mujer que tenía la fama de ser pecadora. Ella se arrodilló a los pies de Jesús y, hundida por la culpa, se puso a llorar. Con sus lágrimas, le lavó los pies y después se los secó con su cabello. El anfitrión, indignado, juzgó severamente a Jesús por dejar que aquella mujer se le acercara. Pero, a diferencia de aquel anfitrión, Jesús trató a la mujer con bondad, la alabó por su arrepentimiento sincero y le aseguró que Jehová la perdonaría (Lucas 7:36-50). En la actualidad también muchos se sienten abrumados porque han cometido pecados graves. Por eso necesitan sentir la confianza de acercarse a quienes pueden ayudarlos a reparar su relación con Dios; necesitan sentir su bondad y atención. Ahora bien, ¿qué cualidades hacían que Jesús fuera tan accesible?

      ¿Qué cualidades lo hacían una persona tan accesible?

      12. ¿Por qué no sorprende que Jesús fuera tan accesible?

      12 No olvidemos que Jesús imitaba perfectamente a su amado Padre celestial (Juan 14:9). La Biblia nos recuerda que Jehová “no está muy lejos de cada uno de nosotros” (Hechos 17:27). Él es “el que escucha las oraciones” y siempre está disponible para sus siervos fieles, así como para todo el que quiera encontrarlo y servirle (Salmo 65:2). Imagínese: ¡la persona más importante y poderosa del universo es al mismo tiempo la más accesible! Igual que su Padre, Jesús ama a las personas, como analizaremos en los siguientes capítulos. Y ese intenso amor que sentía por ellas saltaba a la vista; por eso todo el mundo se acercaba a él. Examinemos algunas maneras en las que demostró ese amor.

      13. ¿Cómo pueden los padres imitar a Jesús?

      13 Las personas percibían enseguida que Jesús se interesaba por ellas individualmente. El interés de él no se desvanecía ni siquiera al estar bajo presión. Como vimos antes, cuando los padres le llevaron a sus hijos, Jesús los atendió a pesar de estar ocupado y tener enormes responsabilidades. ¡Qué buen ejemplo para los padres! Aunque criar una familia en este mundo no es nada fácil, es esencial que los hijos sepan que pueden contar con sus padres. Si usted tiene hijos, seguramente ha comprobado que a veces uno está tan ocupado que no puede darles toda la atención que necesitan. Pero ¿por qué no les asegura que les dedicará tiempo en cuanto le sea posible? Si cumple su promesa, sus hijos aprenderán dos cosas: que la paciencia tiene su premio y que usted siempre estará disponible para ayudarlos con cualquier dificultad o preocupación que tengan.

      14-16. a) ¿En qué circunstancias se sintió impulsado Jesús a realizar su primer milagro, y por qué fue algo tan extraordinario? b) ¿Qué revela sobre Jesús el milagro que realizó en Caná, y qué lección contiene para los padres?

      14 Jesús demostraba que le importaban las preocupaciones de la gente. Tomemos como ejemplo el primer milagro que realizó. Jesús estaba en un banquete de boda en Caná, una ciudad de Galilea, y durante la fiesta surgió una situación embarazosa: ¡se acabó el vino! María, su madre, se lo contó. ¿Qué hizo entonces Jesús? Les pidió a los sirvientes que llenaran de agua seis vasijas de piedra y le llevaran un poco al director del banquete. Cuando él probó lo que le dieron, se llevó una gran sorpresa: era vino de la mejor calidad. ¿Hizo Jesús algún truco o juego de manos? No, el agua “había sido convertida en vino” (Juan 2:1-11). El ser humano siempre ha soñado con transformar un elemento en otro. Los alquimistas intentaron durante siglos convertir plomo en oro, pero nunca lo lograron, y eso que ambos metales son muy parecidos.a ¿Qué puede decirse del agua y el vino? En lo que tiene que ver con su composición química, el agua es una sustancia sencilla formada por la combinación de dos elementos básicos. En cambio, el vino contiene alrededor de 1.000 componentes, muchos de los cuales son compuestos complejos. ¿Por qué haría Jesús algo tan extraordinario por algo tan insignificante como la falta de vino en una boda?

      15 Para los novios, no se trataba de un asunto insignificante. En el antiguo Oriente Medio era muy importante mostrar hospitalidad a los invitados. Por eso, que se terminara el vino en el banquete de bodas les habría causado a los novios muchísima vergüenza. También habría empañado la felicidad del momento y los recuerdos que quedarían para el futuro. Por eso intervino Jesús. Y es que lo que les preocupaba a ellos también le preocupaba a él. ¿Entiende por qué la gente iba a él con sus inquietudes?

      Una mujer consolando a su hija, que está triste porque a su osito de peluche se le cayó un brazo.

      Demuéstreles a sus hijos que usted siempre está ahí para escucharlos y que de veras se interesa por ellos.

      16 Encontramos aquí otra valiosa lección para los padres. ¿Qué hace usted cuando su hijo le cuenta algo que le preocupa? Quizá se le haga fácil decirle que el asunto no es tan importante o a lo mejor hasta le da risa. Puede que, en comparación con sus propios problemas, los de su hijo parezcan insignificantes; pero recuerde que para él no son poca cosa. Si algo es importante para su hijo, a quien usted quiere tanto, ¿no debería serlo también para usted? Al demostrarle que le importan sus preocupaciones, él verá que puede acercarse a usted con toda confianza.

      17. ¿Qué ejemplo de apacibilidad dio Jesús, y por qué podemos decir que hay que tener fuerza interior para ser apacible?

      17 Como analizamos en el capítulo 3, Jesús era apacible y humilde (Mateo 11:29). La apacibilidad es una cualidad hermosa, una prueba evidente de la humildad de una persona. Forma parte del fruto del espíritu santo y está vinculada a la sabiduría de Dios (Gálatas 5:22, 23; Santiago 3:13). Jesús demostró esta cualidad, pues no perdió la calma aun bajo las peores provocaciones. Fue apacible, pero de ningún modo débil. Hablando de esta virtud, un biblista dijo: “Tras esa docilidad está la fuerza del acero”. Y es que se necesita fuerza interior para controlar el carácter y tratar con bondad a los demás. Pero con esfuerzo y con la ayuda de Jehová podremos imitar la apacibilidad de Jesús y ser personas más accesibles.

      18. ¿Qué ejemplo demuestra que Jesús era razonable? ¿Por qué cree usted que necesitamos esta cualidad para ser accesibles?

      18 Jesús era razonable. Cuando él estaba en la ciudad de Tiro, una mujer salió a su encuentro porque su hija estaba “cruelmente poseída por un demonio”. Él le dio a entender de tres maneras que no tenía intenciones de concederle lo que ella deseaba. Primero, no le contestó ni una palabra. Después, le dio una razón por la que no iba a hacer lo que ella le pedía. Y, por último, se lo dejó claro con un ejemplo. Ahora bien, ¿se mostró frío o inflexible? ¿La hizo sentir que era una irrespetuosa al atreverse a hablarle así a un hombre tan importante? No, ella se sintió con la confianza de poder hablar. No solo le pidió que la ayudara, sino que siguió insistiendo a pesar de que Jesús no parecía estar muy dispuesto a hacer nada por ella. Al ver la fe tan extraordinaria que la impulsaba a persistir, Jesús sanó a su hija (Mateo 15:22-28). Así es: la gente veía que era un hombre razonable, flexible y que escuchaba a los demás. ¡Con razón todo el mundo quería acercarse a él!

      ¿Es usted alguien accesible?

      19. ¿Cómo podemos saber si de verdad somos accesibles?

      19 A la gente le gusta creer que es accesible. Por ejemplo, a algunas personas con autoridad les encanta decir que siguen una política de puertas abiertas, en el sentido de que siempre están disponibles para sus empleados. No obstante, la Biblia contiene esta sabia verdad: “Muchos hombres pregonan su amor leal, pero un hombre fiel, ¿quién lo puede encontrar?” (Proverbios 20:6). Es fácil decir que somos accesibles, pero ¿estamos realmente imitando a Jesús en este aspecto? La clave no está en cómo nos vemos a nosotros mismos, sino en cómo nos ven los demás. Pablo dijo: “Que todos sepan que ustedes son personas razonables” (Filipenses 4:5). Por lo tanto, hacemos bien en preguntarnos: “¿Cómo me ve la gente? ¿Qué reputación tengo?”.

      Un anciano atendiendo con cariño a un hermano que se le ha acercado.

      Los ancianos se esfuerzan por ser personas accesibles.

      20. a) ¿Por qué es importante que los ancianos sean accesibles? b) ¿Por qué no debemos esperar más de lo razonable de los ancianos de la congregación?

      20 Los ancianos cristianos en particular se esfuerzan por ser accesibles. Desean de corazón estar a la altura de la descripción de Isaías 32:1, 2: “Cada uno de ellos será como un refugio contra el viento, un refugio contra la tormenta de lluvia, como corrientes de agua en una tierra árida, como la sombra de un peñasco inmenso en una tierra reseca”. Para ser una fuente de protección y alivio, ellos deben ser accesibles. Claro, en estos tiempos tan difíciles esto no siempre es fácil, pues los ancianos tienen muchas responsabilidades. Con todo, se esfuerzan por nunca dar la impresión de que están tan ocupados que no pueden atender las necesidades del rebaño de Dios (1 Pedro 5:2). Y el resto de la congregación no espera de estos hombres fieles más de lo razonable. Más bien, demuestra humildad y un espíritu de cooperación (Hebreos 13:17).

      21. ¿Cómo pueden los padres tratar de ser siempre accesibles, y qué veremos en el próximo capítulo?

      21 Los padres también tratan de ser siempre accesibles. ¡Hay tanto en juego! Quieren que sus hijos sepan que pueden confiar en ellos. Por eso procuran ser apacibles y razonables, y evitan reaccionar exageradamente cuando un hijo les dice que hizo algo que está mal o cuando su manera de razonar no es la correcta. Educan a sus hijos con paciencia y tratan de mantener siempre abiertas las vías de comunicación. A decir verdad, todos deberíamos ser accesibles, como Jesús. En el próximo capítulo veremos una de las cualidades que más contribuyó a que fuera tan accesible: su profunda compasión.

      a Quienes han estudiado química saben que el plomo y el oro son elementos que están muy cerca uno del otro en la tabla periódica. Un átomo de plomo tiene en su núcleo solo tres protones más que el oro. De hecho, los científicos han logrado convertir pequeñas cantidades de plomo en oro, pero el proceso no es rentable debido a la gran cantidad de energía que se necesita.

      ¿Cómo puede usted seguir a Jesús?

      • ¿Por qué los demás pueden sentirse atraídos hacia nosotros cuando les hacemos preguntas y luego les escuchamos con atención? (Mateo 16:13-17).

      • ¿Cómo mostró Jesús que era accesible incluso cuando interrumpían su soledad, y cómo podemos imitarlo? (Marcos 6:31-34).

      • ¿Cómo veía Jesús a quienes no se guiaban por los principios de Dios? ¿Cómo nos ayudará a ser accesibles tener esa misma opinión equilibrada? (Lucas 5:29-32).

      • ¿Cómo nos ayudará a ser más accesibles centrarnos en las cosas buenas de los demás igual que Jesús? (Juan 1:47).

  • “Se conmovió profundamente”
    “Ven y sé mi seguidor”
    • CAPÍTULO QUINCE

      “Se conmovió profundamente”

      Jesús curando a dos hombres ciegos.

      “Señor, que se nos abran los ojos”.

      1-3. a) ¿De qué manera respondió Jesús a las súplicas que le hicieron dos ciegos? b) ¿Qué significa la expresión “profundamente conmovido”? (Vea la nota).

      DOS ciegos están sentados junto a un camino, muy cerca de Jericó. Como todos los días, han buscado un sitio por donde pase mucha gente y se ponen a pedir limosna. Sin embargo, está a punto de ocurrir algo que les cambiará la vida por completo.

      2 De repente oyen un alboroto. Como obviamente no pueden ver, uno de ellos pregunta qué está sucediendo. Así que le contestan: “¡Está pasando Jesús el Nazareno!”. Jesús se dirige a Jerusalén por última vez; pero no viaja solo: lo sigue una numerosa multitud. Cuando se enteran de lo que está sucediendo, los mendigos comienzan a gritar con fuerza: “¡Señor, Hijo de David, ten compasión de nosotros!”. La gente, muy molesta, les ordena que se callen, pero ellos están desesperados. No hay ninguna manera de callarlos.

      3 Jesús alcanza a oír los gritos a pesar del ruido de toda la gente. ¿Cómo va a reaccionar? Recordemos que en este momento está bajo mucha presión, pues se acerca su última semana de vida en la Tierra. Además, sabe que en Jerusalén le esperan muchos sufrimientos y una muerte cruel. Pero, a pesar de todo, Jesús no pasa por alto los insistentes gritos. Se detiene, pide que le traigan a los hombres que están gritando y les pregunta qué quieren. “Señor, que se nos abran los ojos”, le ruegan los dos ciegos. “Profundamente conmovido”, Jesús les toca los ojos. Ellos recuperan la vista y de inmediato lo siguen (Lucas 18:35-43; Mateo 20:29-34).a

      4. ¿Cómo cumplió Jesús la profecía de que tendría “compasión del humilde”?

      4 Este no fue un caso aislado. Jesús demostró profunda compasión muchas veces y en distintas circunstancias. La Biblia predijo que tendría “compasión del humilde” (Salmo 72:13). Y así fue. Jesús era sensible a los sentimientos de los demás y tomaba la iniciativa de ayudarlos. De hecho, podría decirse que la compasión fue el motor de su predicación. Veamos cómo revelan los Evangelios la tierna compasión que había detrás de sus palabras y acciones, y pensemos en cómo podemos imitarlo.

      Era sensible a los sentimientos de los demás

      5, 6. ¿Qué ejemplos demuestran que Jesús sentía empatía?

      5 Jesús era un hombre que sentía profunda empatía: se identificaba con los que sufrían y sabía ponerse en su lugar. Aunque no siempre pasó por los mismos problemas que ellos, sentía su dolor en el corazón (Hebreos 4:15). Cuando curó a una mujer que llevaba 12 años con hemorragias, describió su enfermedad como “angustiosa”. Esto demuestra que él reconocía el dolor físico y emocional que le causaba esa enfermedad (Marcos 5:25-34). Y pensemos en lo que pasó cuando Lázaro murió. Al ver llorar a María y a los que la acompañaban, a Jesús le dolió en lo más profundo de su ser. De hecho, aunque sabía que iba a resucitarlo, se conmovió tanto que se echó a llorar (Juan 11:33, 35).

      6 En otra ocasión, se le acercó un leproso y le suplicó: “Yo sé que si tú quieres me puedes limpiar”. ¿Cómo reaccionó Jesús? Recordemos que, como él era perfecto, nunca se había enfermado. A pesar de eso, sintió empatía y “se conmovió” (Marcos 1:40-42). Entonces hizo algo asombroso. Él sabía muy bien que la Ley consideraba impuros a los leprosos y les prohibía entremezclarse con la gente (Levítico 13:45, 46). Sin duda alguna, hubiera podido curar a aquel hombre sin necesidad de tener contacto físico con él (Mateo 8:5-13). Sin embargo, prefirió extender la mano y tocarlo mientras le decía: “Yo quiero. Queda limpio”. Y al instante desapareció la lepra. ¡Cuánta empatía y ternura encierra este gesto de Jesús!

      Una hermana consolando a otra.

      Demostremos empatía.

      7. ¿Qué nos ayudará a cultivar la empatía, y cómo la podemos demostrar?

      7 Los cristianos debemos imitar la empatía de Jesús. La Biblia nos dice: “Demuestren empatía” (1 Pedro 3:8).b Quizás no sea fácil comprender lo que sienten quienes padecen una enfermedad crónica o sufren depresión, sobre todo si uno no lo ha experimentado en carne propia. Pero recordemos que la empatía no depende de que uno haya pasado por las mismas experiencias que el otro. Jesús les tuvo empatía a los enfermos aunque nunca supo lo que era estar enfermo. Entonces, ¿cómo se cultiva esta cualidad? Escuchando con paciencia cuando alguien nos abre su corazón y nos cuenta cómo se siente. Preguntémonos: “¿Cómo me sentiría yo si estuviera en su lugar?” (1 Corintios 12:26). Si nos hacemos más sensibles a los sentimientos de los demás, estaremos mejor preparados para consolar a los deprimidos (1 Tesalonicenses 5:14). A veces, la empatía no se demuestra solo con palabras, sino también con lágrimas. Romanos 12:15 dice: “Lloren con los que lloran”.

      8, 9. ¿Cómo mostró Jesús consideración por los sentimientos de los demás?

      8 Jesús era considerado con la gente y siempre tomaba en cuenta sus sentimientos. ¿Recuerda la ocasión en que le llevaron a un hombre sordo que casi no podía hablar? Es posible que Jesús percibiera que el hombre estaba nervioso. Así que hizo algo que por lo general no hacía cuando curaba a los enfermos: “se lo llevó aparte, lejos de la multitud”. Allí, en privado y lejos de la mirada de la gente, lo curó (Marcos 7:31-35).

      9 Jesús también fue muy considerado con un ciego que le trajeron para que le devolviera la vista. “Él tomó al ciego de la mano, lo llevó fuera de la aldea” y lo curó poco a poco. Tal vez lo hizo así para permitir que su cerebro y sus ojos se adaptaran gradualmente al complejo mundo que lo rodeaba, tan lleno de luz y de color (Marcos 8:22-26). ¡Qué considerado fue Jesús!

      10. ¿De qué maneras podemos tomar en consideración los sentimientos de los demás?

      10 Para ser discípulos de Jesús también hay que tomar en cuenta los sentimientos de los demás. Por eso tenemos cuidado con lo que decimos. Y es que, si hablamos sin pensar, podemos herir u ofender gravemente a otras personas (Proverbios 12:18; 18:21). Como los cristianos pensamos en los sentimientos de los demás, no recurrimos a las palabras ásperas, a los comentarios despectivos ni al sarcasmo (Efesios 4:31). Ancianos, ¿cómo pueden ustedes tomar en consideración los sentimientos de otros? Cuando aconsejen o corrijan a alguien, háblenle con cariño y bondad, sin atacar su dignidad (Gálatas 6:1). Padres, ¿cómo pueden tener en cuenta los sentimientos de sus hijos? Cuando los disciplinen, háganlo de tal manera que ellos no se sientan humillados (Colosenses 3:21).

      Tomaba la iniciativa para ayudar a los demás

      11, 12. ¿Qué relatos bíblicos indican que Jesús no solo mostró compasión cuando le suplicaron que lo hiciera?

      11 Jesús no solo mostró compasión cuando le suplicaron que lo hiciera. A fin de cuentas, la compasión no es una cualidad pasiva, sino activa y positiva. Por eso no sorprende que la tierna compasión lo impulsara a anticiparse a las necesidades de los demás. Por ejemplo, cuando una gran multitud estuvo con él tres días y se quedaron sin comida, nadie tuvo que decirle que la gente tenía hambre ni insinuarle que hiciera algo al respecto. El relato cuenta: “Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: ‘Me conmueve profundamente ver a esta multitud, porque ya llevan tres días conmigo y no tienen nada que comer. No quiero mandarlos de vuelta con hambre, no sea que se desmayen por el camino’”. ¿Qué hizo entonces? Tomó la iniciativa de alimentarlos milagrosamente (Mateo 15:32-38).

      12 Veamos otro relato. En el año 31, Jesús se encontró con una escena muy triste al llegar a la entrada de la ciudad de Naín. Justo salía un grupo de gente que iba a enterrar al “único hijo de una [...] viuda”. Quizás se dirigían hacia las tumbas de una ladera cercana. ¿Se imagina el dolor que sentía esa mujer? Estaba a punto de enterrar a su único hijo, y no tenía a su esposo para compartir con él la tristeza. Jesús la vio en medio de la multitud. Toda esa escena lo conmovió; de hecho, “se conmovió profundamente”. Nadie tuvo que pedirle a Jesús que hiciera algo. La compasión que brotó de su corazón lo impulsó a tomar la iniciativa, de manera que “se acercó y tocó la camilla funeraria”, y le devolvió la vida al joven. ¿Qué ocurrió después? Jesús no le pidió al muchacho que se uniera a la multitud que viajaba con él, sino que “se lo entregó a su madre”. Así la viuda no volvería a estar sola y su hijo podría hacerse cargo de ella (Lucas 7:11-15).

      Una cristiana ayudando a una hermana mayor a plantar unas flores.

      Tomemos la iniciativa para ofrecerles ayuda a quienes la necesitan.

      13. Igual que Jesús, ¿cómo podemos tomar la iniciativa para ofrecer ayuda a quienes la necesitan?

      13 ¿Cómo podemos copiar el ejemplo de Jesús? Es obvio que no podemos alimentar milagrosamente a nadie ni hacer que los muertos vuelvan a vivir. Pero sí podemos imitar a Cristo tomando la iniciativa para ofrecerles ayuda a quienes la necesitan. Tal vez un hermano de repente sufra graves problemas económicos o pierda su empleo (1 Juan 3:17). Puede que una viuda necesite reparaciones urgentes en su casa (Santiago 1:27). O quizás una familia haya perdido a un ser querido y necesite consuelo o ayuda práctica (1 Tesalonicenses 5:11). Cuando nos enteramos de casos como estos, no hace falta esperar a que alguien nos pida ayuda (Proverbios 3:27). La compasión nos moverá a tomar la iniciativa para tenderles la mano a los demás en la medida de nuestras posibilidades. Nunca olvidemos que un simple acto de bondad o unas breves palabras de consuelo que nazcan del corazón pueden ser muestras de compasión muy poderosas (Colosenses 3:12).

      La compasión lo motivó a predicar

      14. ¿Por qué le dio Jesús prioridad a la predicación?

      14 Como ya vimos en la sección 2, Jesús dio un ejemplo extraordinario en la predicación. Dijo: “También tengo que anunciarles las buenas noticias del Reino de Dios a otras ciudades, porque para eso fui enviado” (Lucas 4:43). ¿Por qué le dio prioridad a esta obra? Principalmente por el amor que le tenía a Dios. Pero también por otro motivo: por la profunda compasión que sentía al ver las necesidades espirituales de la gente. Jesús expresó compasión de muchas maneras, pero la más importante fue al ayudar a los demás a conocer a su Padre. Examinemos dos episodios que revelan lo que Jesús sentía por la gente a la que le predicaba. Esto nos permitirá analizar nuestros motivos cuando predicamos.

      15, 16. Describa dos episodios que revelan lo que sentía Jesús hacia la gente a la que le predicaba.

      15 Para el año 31, Jesús llevaba casi dos años esforzándose mucho en la predicación. Pero entonces decidió hacer algo más: “comenzó a recorrer todas las ciudades y aldeas” de Galilea. Lo que vio allí le conmovió el corazón. El apóstol Mateo cuenta: “Cuando veía a las multitudes, se conmovía profundamente, porque estaban maltratadas y abandonadas como ovejas sin pastor” (Mateo 9:35, 36). Jesús se compadecía del pueblo. Sabía que la salud espiritual de ellos estaba muy mal. Y es que sus propios líderes religiosos —los que se suponía que debían cuidarlos— en realidad los maltrataban y los tenían descuidados. Movido por la profunda compasión que sentía por las personas, Jesús puso todo su empeño en llevarles un mensaje de esperanza. Necesitaban las buenas noticias del Reino de Dios más que cualquier otra cosa.

      16 Unos meses después, alrededor de la Pascua del año 32, sucedió algo parecido. Jesús y sus apóstoles subieron a una barca y cruzaron el mar de Galilea para buscar un lugar tranquilo donde descansar. Pero una multitud corrió por la orilla y llegó al otro lado antes que ellos. ¿Cómo reaccionó Jesús? “Al bajarse de la barca, él vio una gran multitud y se conmovió profundamente, porque eran como ovejas sin pastor. Y se puso a enseñarles muchas cosas” (Marcos 6:31-34). Una vez más, Jesús “se conmovió profundamente” al ver el terrible estado espiritual de las personas: estaban hambrientas y abandonadas, “como ovejas sin pastor”. Fue la compasión, y no un simple sentido del deber, lo que lo impulsó a predicar.

      Una hermana hablándole con compasión a una mujer en la predicación.

      Mostremos compasión al predicar.

      17, 18. a) ¿Qué nos impulsa a participar en el ministerio? b) ¿Cómo podemos cultivar la compasión?

      17 ¿Qué nos motiva a los seguidores de Jesús a participar en el ministerio? Como se indicó en el capítulo 9 de este libro, tenemos la comisión —la responsabilidad— de predicar y hacer discípulos (Mateo 28:19, 20; 1 Corintios 9:16). Sin embargo, no hacemos esto por un simple sentido del deber. Lo que nos motiva a predicar las buenas noticias del Reino es, sobre todo, el amor a Jehová. Pero también nos impulsa la compasión que sentimos por quienes no comparten nuestras creencias (Marcos 12:28-31). Ahora bien, ¿cómo se cultiva la compasión?

      18 Hay que ver a las personas como las veía Jesús: “maltratadas y abandonadas como ovejas sin pastor”. Imagínese, por ejemplo, que usted se encuentra con un corderito que está perdido, muriéndose de hambre y de sed porque no hay un pastor que lo lleve adonde hay pastos y agua para que coma y beba. ¿No sentiría lástima? ¿No haría todo lo posible por darle algo de comer y beber? Pues eso es lo que les pasa a muchas personas que no conocen el mensaje de las buenas noticias. Como sus pastores religiosos las han descuidado, se están muriendo de hambre y sed espiritual y no tienen una esperanza real para el futuro. Nosotros tenemos lo que ellas necesitan: el nutritivo alimento espiritual y las refrescantes aguas de la verdad que ofrece la Palabra de Dios (Isaías 55:1, 2). Cuando pensamos en las necesidades espirituales de la gente, nos conmovemos de verdad. Si sentimos profunda compasión por las personas —igual que Jesús—, haremos todo lo posible por hablarles de la esperanza del Reino.

      19. ¿Cómo podríamos ayudar a un estudiante a reunir los requisitos para empezar a predicar con la congregación?

      19 ¿Cómo podemos animar a otras personas a seguir el ejemplo de Jesús? Supongamos que queremos ayudar a un estudiante de la Biblia a reunir los requisitos para que empiece a predicar con la congregación. O quizás deseamos motivar a un cristiano inactivo para que vuelva a participar en el ministerio. ¿Cómo podemos hacerlo? Tenemos que llegarles al corazón. Recordemos que Jesús primero “se conmovió profundamente” por la gente y luego le enseñó (Marcos 6:34). Por lo tanto, si los ayudamos a que sientan compasión por los demás, es posible que el corazón los motive a predicar las buenas noticias, igual que Jesús. Podemos preguntarles: “¿Cómo mejoró tu vida cuando aceptaste el mensaje del Reino? ¿No crees que las personas que no conocen las buenas noticias también necesitan oírlas? ¿Qué puedes hacer para ayudarlas?”. Por supuesto, no nos olvidamos de que el principal motivo para participar en el ministerio es el amor a Dios y el deseo de servirle.

      20. a) ¿Qué implica ser seguidores de Jesús? b) ¿Qué veremos en el siguiente capítulo?

      20 Ser seguidores de Jesús implica más que repetir sus palabras y copiar sus acciones: tenemos que cultivar la “misma actitud mental” que él tuvo (Filipenses 2:5). Por eso, ¡cuánto agradecemos que la Biblia nos revele los pensamientos y sentimientos que motivaban sus palabras y acciones! Si nos familiarizamos con “la mente de Cristo”, nos será más fácil desarrollar sensibilidad y compasión de verdad para tratar a las personas como él las trataba (1 Corintios 2:16). Jesús les mostró amor en particular a sus seguidores. En el siguiente capítulo veremos cómo lo hizo.

      a Se dice que la palabra griega que se traduce “profundamente conmovido” es uno de los términos que transmite con mayor fuerza la idea de compasión en ese idioma. Según una obra de consulta, esta palabra expresa “no solo un sentimiento de lástima ante el sufrimiento, sino, además, un fuerte deseo de aliviarlo y ponerle fin”.

      b La expresión griega que se traduce “demuestren empatía” significa literalmente “sufrir con”.

      ¿Cómo puede usted seguir a Jesús?

      • ¿De qué manera demostró Jesús compasión al ejercer su autoridad, y cómo podemos imitarlo? (Mateo 11:28-30).

      • ¿Por qué es importante seguir el ejemplo de misericordia y compasión de Jesús? (Mateo 9:9-13; 23:23).

      • ¿Qué acciones de Jesús demostraban que comprendía los sentimientos de los demás, y cómo podemos copiar su ejemplo? (Lucas 7:36-50).

      • ¿Cómo demuestra la parábola del buen samaritano que la compasión es una cualidad activa, y cómo podemos poner en práctica la lección que nos deja esta parábola? (Lucas 10:29-37).

  • “Los amó hasta el final”
    “Ven y sé mi seguidor”
    • CAPÍTULO DIECISÉIS

      “Los amó hasta el final”

      1, 2. ¿Qué hizo Jesús durante su última noche con los apóstoles, y por qué significaban tanto para él esos momentos?

      JESÚS está reunido con sus apóstoles en el cuarto de arriba de una casa en Jerusalén. Sabe que es la última noche que pasará con ellos, pues se acerca el momento de que regrese adonde está su Padre. Pocas horas después será arrestado y se pondrá a prueba su fe como nunca antes. Pero, a pesar de que está tan cerca de la muerte, sigue pensando en las necesidades de sus discípulos.

      2 Aunque Jesús los ha preparado para cuando él ya no esté, aún tiene cosas que decirles para que afronten con fuerzas lo que les espera. Por eso aprovecha estos valiosos momentos finales para enseñarles lecciones importantes que les ayudarán a seguir fieles. De hecho, lo que Jesús les dice demuestra que los quiere mucho. Pero ¿por qué está más preocupado por los apóstoles que por sí mismo? ¿Y por qué significan tanto para él estas últimas horas juntos? En pocas palabras: porque los ama profundamente.

      3. ¿Cómo sabemos que Jesús no esperó hasta la última noche para demostrarles amor a sus discípulos?

      3 Décadas más tarde, el apóstol Juan comenzó su relato inspirado de lo que pasó aquella noche con estas palabras: “Antes de la fiesta de la Pascua, Jesús sabía que le había llegado la hora de irse de este mundo para volver con el Padre. Por eso, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el final” (Juan 13:1). Jesús no esperó hasta esa noche para demostrarles a “los suyos” que los amaba, sino que lo hizo a lo largo de todo su ministerio, tanto en las cosas pequeñas como en las grandes. Para poder imitarlo y demostrar que de verdad somos sus seguidores, examinemos algunas maneras en las que él manifestó ese amor.

      Tuvo paciencia

      4, 5. a) ¿Por qué necesitó Jesús tenerles paciencia a sus discípulos? b) ¿Cómo reaccionó Jesús cuando tres de sus apóstoles no se mantuvieron despiertos en el jardín de Getsemaní?

      4 El amor y la paciencia van de la mano. En 1 Corintios 13:4 la Biblia dice que “el amor es paciente”, y ser pacientes implica soportar o tolerar a los demás. ¿Necesitó Jesús tener paciencia con sus discípulos? Sí, ¡y mucho! Como vimos en el capítulo 3, a los apóstoles no se les hizo fácil aprender a ser humildes. Más de una vez discutieron sobre quién era el más importante. ¿Cómo reaccionó Jesús? ¿Se enojó y los regañó? No; más bien, razonó con ellos pacientemente. Lo hizo incluso la última noche, cuando tuvieron “una fuerte discusión” por ese mismo asunto (Lucas 22:24-30; Mateo 20:20-28; Marcos 9:33-37).

      5 Esa noche, Jesús fue más tarde con sus 11 apóstoles fieles al jardín de Getsemaní. Luego, dejó a 8 de ellos y se adentró en el jardín con Pedro, Santiago y Juan. Una vez más, se puso a prueba su paciencia. Les dijo: “Estoy tan angustiado que siento que me muero. Quédense aquí y manténganse despiertos conmigo”. Se alejó un poco y se puso a orar con gran fervor. Tras hacer una larga oración, volvió adonde estaban los tres apóstoles, y ¿qué encontró? Que en este momento tan trascendental, ellos dormían profundamente. ¿Los reprendió por no mantenerse despiertos? No, sino que los aconsejó con paciencia. Y les dijo: “Claro, el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil”. Sus amables palabras indicaron que comprendía las tensiones a las que habían estado sometidos, así como sus debilidades.a Aquella noche, Jesús no perdió la paciencia ni siquiera cuando volvió a encontrarlos dormidos dos veces más (Mateo 26:36-46).

      6. ¿Cómo podemos imitar a Jesús en nuestras relaciones con los demás?

      6 ¡Qué animador es saber que Jesús no perdió las esperanzas con sus apóstoles! Su paciencia terminó dando fruto, y estos hombres fieles aprendieron la importancia de ser humildes y estar vigilantes y despiertos (1 Pedro 3:8; 4:7). ¿Cómo podemos imitar a Jesús en nuestras relaciones con los demás? Los ancianos en particular deben ser pacientes. Por ejemplo, quizás un hermano vaya y le cuente sus problemas a un anciano que esté agotado o absorto en sus propias preocupaciones. O puede que una persona reciba un consejo pero tarde en aplicarlo. A pesar de todo, los ancianos pacientes enseñan “con apacibilidad” y tratan “al rebaño con ternura” (2 Timoteo 2:24, 25; Hechos 20:28, 29). También los padres deben copiar la paciencia de Jesús al educar a sus hijos. Y es que a los hijos a veces les cuesta hacer caso a los consejos y la corrección que les dan. Padres, recuerden que el amor y la paciencia les ayudarán a no darse por vencidos. Su paciencia puede tener grandes recompensas (Salmo 127:3).

      Atendió sus necesidades

      7. ¿De qué maneras atendió Jesús las necesidades físicas de sus discípulos?

      7 El amor se demuestra con hechos y “no busca sus propios intereses” (1 Corintios 13:5; 1 Juan 3:17, 18). El amor impulsó a Jesús a atender las necesidades físicas de sus discípulos, y muchas veces lo hizo incluso antes de que ellos se lo pidieran. Cuando vio que estaban cansados, les dijo: “Vengan conmigo; vamos solos a un lugar retirado para que descansen un poco” (Marcos 6:31). Y, cuando se dio cuenta de que tenían hambre, tomó la iniciativa para alimentarlos a ellos y a miles de personas que habían ido a escuchar sus enseñanzas (Mateo 14:19, 20; 15:35-37).

      8, 9. a) ¿Qué indica que Jesús reconoció y cubrió las necesidades espirituales de sus discípulos? b) Cuando Jesús estaba en el madero, ¿cómo mostró profundo interés por el bienestar de su madre?

      8 Jesús también reconoció y cubrió las necesidades espirituales de sus discípulos (Mateo 4:4; 5:3). Cuando enseñaba, muchas veces se concentraba en lo que ellos necesitaban saber. Por ejemplo, el Sermón del Monte estaba dirigido especialmente a ellos (Mateo 5:1, 2, 13-16). Siempre que enseñaba con ejemplos y comparaciones, solo “a sus discípulos les explicaba todo en privado” (Marcos 4:34). A fin de que sus seguidores estuvieran bien alimentados espiritualmente durante los últimos días, predijo que nombraría a un “esclavo fiel y prudente”. De hecho, este esclavo fiel —formado por un pequeño grupo de hermanos ungidos de Jesús que viven en la Tierra— ha estado dando ese “alimento al tiempo debido” desde el año 1919 (Mateo 24:45).

      9 Y el día de su muerte, Jesús demostró de forma conmovedora su interés por el bienestar espiritual de los suyos. Imagínese la escena. Jesús estaba clavado en el madero con un dolor muy muy intenso. Para tomar aire, quizá tuviera que empujarse hacia arriba con los pies. Eso le provocaría un dolor terrible, pues el peso del cuerpo le desgarraba las heridas de los pies —que estaban clavados—, y su espalda destrozada por los latigazos rozaba con el poste. Tan solo hablar, algo que exige controlar la respiración, debía resultarle muy difícil y doloroso. Aun así, justo antes de morir pronunció unas palabras que muestran el gran amor que sentía por su madre, María. Al verla junto al apóstol Juan, le dijo con voz suficientemente fuerte como para que lo oyeran: “¡Mujer, ahí tienes a tu hijo!”. Luego le dijo a Juan: “¡Ahí tienes a tu madre!” (Juan 19:26, 27). Jesús sabía que el fiel apóstol cuidaría del bienestar tanto físico como espiritual de María.b

      Serie de imágenes: 1. Un padre, con su esposa y sus tres hijos, dirigiendo la adoración en familia. 2. La misma familia volando una cometa. 3. Los miembros de la familia disfrutando juntos de una comida.

      Los buenos padres les tienen paciencia a sus hijos y atienden sus necesidades.

      10. Al atender las necesidades de los hijos, ¿cómo pueden los padres imitar a Jesús?

      10 ¿Qué pueden aprender los padres al reflexionar en el ejemplo de Jesús? El cabeza de familia que de verdad ama a su familia le proporciona lo necesario en sentido material (1 Timoteo 5:8). Además, se encarga de que toda la familia dedique suficiente tiempo a descansar y divertirse. Pero, sobre todo, tanto padres como madres se encargan de satisfacer las necesidades espirituales de sus hijos. ¿De qué manera? Teniendo la costumbre de estudiar la Biblia en familia y haciendo que sus hijos disfruten de esos momentos (Deuteronomio 6:6, 7). Además, les enseñan que para servir a Jehová hay que predicar, prepararse para las reuniones y asistir a ellas. Y ellos mismos les ponen el ejemplo (Hebreos 10:24, 25).

      Estuvo dispuesto a perdonar

      11. ¿Qué les enseñó Jesús a sus discípulos sobre el perdón?

      11 Perdonar es una forma de mostrar amor (Colosenses 3:13, 14). La Biblia dice en 1 Corintios 13:5 que el amor “no lleva cuenta del daño”. Jesús les enseñó muchas veces a sus discípulos la importancia del perdón. Los animó a perdonar no solo “hasta 7 veces, sino hasta 77 veces”, o sea, sin límite (Mateo 18:21, 22). Les explicó que, si reprendían a un pecador y luego él se arrepentía, debían perdonarlo (Lucas 17:3, 4). Pero Jesús no era como los fariseos hipócritas, que enseñaban solo de palabra; él enseñaba también con el ejemplo (Mateo 23:2-4). Veamos cómo demostró —incluso cuando un amigo íntimo le falló— que siempre estaba dispuesto a perdonar.

      Desde un balcón, Jesús mirando hacia abajo a Pedro, que está en un patio negando que lo conoce.

      12, 13. a) ¿Cómo le falló Pedro a Jesús la noche en que fue arrestado? b) Después de resucitar, ¿cómo demostró Jesús que él predicaba con el ejemplo?

      12 Jesús tenía una relación muy estrecha con el apóstol Pedro, que era cariñoso pero a veces impulsivo. Como veía sus cualidades, Jesús le concedió privilegios especiales. Por ejemplo, junto con Santiago y Juan, Pedro fue testigo presencial de algunos milagros que los demás apóstoles no vieron (Mateo 17:1, 2; Lucas 8:49-55). Y, como mencionamos antes, estuvo entre los que se adentraron con Jesús en el jardín de Getsemaní la noche que lo arrestaron. Sin embargo, justo cuando Jesús fue traicionado y arrestado, Pedro y los otros apóstoles lo abandonaron y huyeron. Más tarde, Pedro tuvo la valentía de ir al lugar donde estaban juzgando ilegalmente a Jesús, y se quedó afuera. Pero entonces le dio miedo y cometió un grave error: ¡mintió tres veces cuando afirmó que ni siquiera lo conocía! (Mateo 26:69-75). ¿Cómo reaccionó Jesús? ¿Qué habría hecho usted si un amigo íntimo le hubiera fallado de esa forma?

      13 Jesús estuvo dispuesto a perdonar a Pedro. Sabía que él se sentía totalmente destrozado por su pecado. De hecho, estaba tan desconsolado y arrepentido que “rompió a llorar” (Marcos 14:72). El día en que Jesús resucitó se le apareció a Pedro, probablemente para consolarlo y tranquilizarlo (Lucas 24:34; 1 Corintios 15:5). Y menos de dos meses después lo honró de forma especial: dejó que él tomara la iniciativa de dar testimonio ante las multitudes que había en Jerusalén el día de Pentecostés (Hechos 2:14-40). Recordemos, además, que Jesús no guardó resentimiento contra los apóstoles por haberlo abandonado. Al contrario: después de resucitar, los siguió llamando “mis hermanos” (Mateo 28:10). Está claro que, cuando Jesús enseñaba a perdonar, no lo hacía de labios para afuera, sino que predicaba con el ejemplo.

      14. ¿Por qué tenemos que aprender a perdonar, y cómo podemos demostrar que estamos dispuestos a hacerlo?

      14 Los discípulos de Cristo tenemos que aprender a perdonar. ¿Por qué? Porque, a diferencia de Jesús, somos imperfectos. Y quienes pecan contra nosotros también lo son. Todos tropezamos de vez en cuando, sea con palabras o con acciones (Romanos 3:23; Santiago 3:2). Si perdonamos con misericordia siempre que sea posible, abrimos el camino para que Dios nos perdone a nosotros (Marcos 11:25). Entonces, ¿cómo demostramos que estamos dispuestos a perdonar a los demás? En muchos casos, el amor nos impulsará a pasar por alto sus pequeñas faltas (1 Pedro 4:8). Cuando alguien que nos ofende se arrepiente sinceramente, como lo hizo Pedro, hacemos bien en estar dispuestos a perdonar, igual que Jesús. En vez de amargarnos, es de sabios decidir librarnos del resentimiento (Efesios 4:32). Así contribuimos a la paz de la congregación y a nuestra propia tranquilidad mental (1 Pedro 3:11).

      Confió en ellos

      15. ¿Por qué confiaba Jesús en sus discípulos a pesar de sus defectos?

      15 El amor y la confianza también van de la mano. El amor “todo lo cree” (1 Corintios 13:7).c El amor motivó a Jesús a confiar en sus discípulos a pesar de sus defectos. Él sabía que en el fondo amaban profundamente a Jehová y querían hacer su voluntad. Y, aun cuando cometieron errores, no les atribuyó malos motivos. Por ejemplo, recordemos la ocasión en que Santiago y Juan al parecer le pidieron a su madre que hablara con Jesús para que los dejara sentarse al lado de él en su Reino. ¿Cómo reaccionó Jesús? No cuestionó la lealtad de ellos ni les quitó su nombramiento como apóstoles (Mateo 20:20-28).

      16, 17. ¿Qué responsabilidades delegó Jesús en sus discípulos?

      16 Como prueba de su confianza, Jesús delegó en sus discípulos varias responsabilidades. Por ejemplo, las dos veces que multiplicó milagrosamente los panes y los pescados para alimentar a las multitudes, les encargó la tarea de distribuirlos (Mateo 14:19; 15:36). Para celebrar su última Pascua, envió a Pedro y a Juan a Jerusalén a fin de que lo dejaran todo listo. Ellos se encargaron, entre otras cosas, de conseguir el cordero, el vino, el pan sin levadura y las verduras amargas. Este no era un trabajo cualquiera, pues celebrar la Pascua debidamente era un requisito de la Ley mosaica, y Jesús tenía que obedecerla. Además, esa noche Jesús utilizó el vino y el pan sin levadura como símbolos al instituir la Conmemoración de su muerte (Mateo 26:17-19; Lucas 22:8, 13).

      17 Jesús les confió a sus discípulos responsabilidades aún mayores. Recordemos que dejó en manos de sus discípulos la importantísima comisión de predicar y enseñar (Mateo 28:18-20). Como ya explicamos, él predijo que delegaría en un pequeño grupo de sus seguidores ungidos en la Tierra la gran tarea de suministrar alimento espiritual (Lucas 12:42-44). Incluso ahora, aunque es invisible y gobierna desde el cielo, sigue confiando en sus discípulos. De hecho, ha dado “hombres como regalos”, es decir, ancianos en los que delega el cuidado de las congregaciones (Efesios 4:8, 11, 12).

      18-20. a) ¿Cómo podemos mostrar que confiamos en nuestros hermanos? b) ¿Cómo podemos imitar a Jesús al delegar responsabilidades? c) ¿De qué hablaremos en el siguiente capítulo?

      18 ¿De qué manera podemos seguir el ejemplo de Jesús en nuestras relaciones con los demás? Confiar en nuestros hermanos cristianos es una muestra de nuestro amor. No olvidemos que el amor se centra en lo positivo, no en lo negativo. Cuando otros nos decepcionen —algo que pasará de vez en cuando—, el amor evitará que nos apresuremos a cuestionar sus intenciones (Mateo 7:1, 2). Si nos concentramos en las cosas positivas de nuestros hermanos, los trataremos de una forma que edifique y no que derrumbe (1 Tesalonicenses 5:11).

      19 ¿Cómo podemos imitar a Jesús al delegar responsabilidades? Es bueno que quienes dirigen la congregación deleguen en otros hermanos tareas adecuadas y útiles, confiando en que estos pondrán todo su empeño en realizarlas. ¿Qué pueden hacer entonces los ancianos con experiencia? Si ven que alguien más joven “está esforzándose” por ayudar en la congregación, hacen lo posible por darle una buena capacitación (1 Timoteo 3:1; 2 Timoteo 2:2). Esa capacitación es esencial, pues a medida que Jehová siga acelerando el crecimiento de la obra del Reino, será necesario preparar a más hermanos que puedan atender responsabilidades (Isaías 60:22).

      20 Jesús nos dejó un maravilloso ejemplo de cómo demostrar amor a otras personas. Aunque hay muchas formas en que podemos seguir a Jesús, la más importante es imitando su amor. Su mayor expresión de amor por nosotros fue estar dispuesto a entregar su propia vida. Sobre eso hablaremos en el siguiente capítulo.

      a Los apóstoles no solo tenían sueño por estar cansados físicamente. El relato paralelo de Lucas 22:45 dice que Jesús “los encontró durmiendo, agotados por la tristeza”.

      b Al parecer, para entonces María era viuda, y sus otros hijos todavía no eran discípulos de Jesús (Juan 7:5).

      c Desde luego, esto no quiere decir que el amor sea crédulo o ingenuo. Más bien, quiere decir que no es crítico ni desconfiado. El amor no se apresura a juzgar las intenciones de los demás ni espera lo peor de ellos.

      ¿Cómo puede usted seguir a Jesús?

      • ¿Por qué es importante que sigamos el consejo de Jesús sobre el perdón? (Mateo 6:14, 15).

      • ¿Cómo podemos aplicar la lección de la parábola de Jesús sobre la importancia de perdonar? (Mateo 18:23-35).

      • ¿De qué forma les mostró Jesús consideración a sus discípulos, y cómo podemos imitarlo? (Mateo 20:17-19; Juan 16:12).

      • ¿Cómo le demostró Jesús a Pedro que confiaba en él, y cómo podemos nosotros mostrarles a los demás que confiamos en ellos? (Lucas 22:31, 32).

  • “Nadie tiene amor más grande”
    “Ven y sé mi seguidor”
    • CAPÍTULO DIECISIETE

      “Nadie tiene amor más grande”

      Poncio Pilato señalando a Jesús, que lleva puesto un manto púrpura y una corona de espinas.

      1-4. a) ¿Qué pasó cuando Pilato presentó a Jesús ante la multitud furiosa que estaba afuera de su palacio? b) ¿Cómo reaccionó Jesús ante la humillación y el sufrimiento, y qué importantes preguntas contestaremos?

      “¡MIREN! ¡El hombre!”. Con estas palabras, Poncio Pilato presenta a Jesús ante una multitud furiosa. Es el día de la Pascua del año 33, y toda esa gente está reunida desde temprano en las afueras del palacio de aquel gobernador romano (Juan 19:5). Hace solo unos días, las multitudes aclamaron a Jesús en su triunfal entrada a Jerusalén como el Rey nombrado por Dios. Pero ahora se han vuelto en su contra.

      2 Jesús lleva un manto de color púrpura —propio de la realeza— y una corona sobre la cabeza. Pero, en realidad, los soldados le han puesto ese manto y esa corona —una corona de espinas— para burlarse de su posición como rey. Jesús tiene la espalda destrozada por los latigazos y el cuero cabelludo ensangrentado por las espinas que le habían clavado. La gente, alentada por los sacerdotes principales, rechaza al hombre que tiene delante. Los sacerdotes gritan: “¡Al madero con él! ¡Al madero con él!”. Movido por un odio asesino, el pueblo dice: “Debe morir” (Juan 19:1-7).

      3 Jesús soporta la humillación y el sufrimiento con dignidad y valor, sin quejarse.a Está preparado para morir. Más tarde ese día de Pascua acepta una muerte dolorosa en un madero de tormento (Juan 19:17, 18, 30).

      4 Al dar su vida, Jesús les demostró a sus discípulos que era un verdadero amigo. Dijo: “Nadie tiene amor más grande que quien da su vida por sus amigos” (Juan 15:13). Ahora bien, podríamos preguntarnos: “¿Era realmente necesario que Jesús sufriera tanto y luego muriera? ¿Por qué estuvo dispuesto a pasar por todo aquello? ¿De qué modo podemos imitar su ejemplo quienes deseamos ser sus amigos y seguidores?”. En este capítulo contestaremos estas importantes preguntas.

      ¿Por qué era necesario que Jesús sufriera y muriera?

      5. ¿Cómo sabía Jesús cuáles eran las dificultades que le esperaban?

      5 Jesús sabía lo que le esperaba por ser el Mesías prometido. Conocía las numerosas profecías de las Escrituras Hebreas que describían en detalle sus sufrimientos y su muerte (Isaías 53:3-7, 12; Daniel 9:26). Más de una vez preparó a sus discípulos para las dificultades que él soportaría (Marcos 8:31; 9:31). Cuando iba de camino a Jerusalén para celebrar su última Pascua, les explicó a los apóstoles: “El Hijo del Hombre va a ser entregado a los sacerdotes principales y a los escribas. Lo condenarán a muerte y lo entregarán a hombres de las naciones. Estos se burlarán de él, le escupirán y le darán latigazos, y lo matarán” (Marcos 10:33, 34). Y no estaba exagerando. Como ya vimos, se burlaron de él, le escupieron, le dieron latigazos y lo mataron.

      6. ¿Por qué era necesario que Jesús sufriera y muriera?

      6 Ahora bien, ¿por qué era necesario que Jesús sufriera y muriera? Por varias razones muy importantes. En primer lugar, si aguantaba hasta la muerte, demostraría su lealtad a Jehová y santificaría el nombre de su Padre. Recordemos que Satanás había mentido al decir que las personas solo sirven a Dios por motivos egoístas (Job 2:1-5). Al ser fiel “hasta la muerte [...] en un madero de tormento”, Jesús demostró de la forma más clara posible que Satanás era un mentiroso (Filipenses 2:8; Proverbios 27:11). En segundo lugar, los sufrimientos y la muerte del Mesías expiarían los pecados de la humanidad (Isaías 53:5, 10; Daniel 9:24). Jesús dio “su vida como rescate a cambio de muchas personas” y abrió el camino para que tuviéramos una buena relación con Dios (Mateo 20:28). En tercer lugar, al aguantar todo tipo de sufrimientos, fue “probado como nosotros en todo sentido”. Por eso es un Sumo Sacerdote compasivo, capaz de “compadecerse de nuestras debilidades” (Hebreos 2:17, 18; 4:15).

      ¿Por qué estuvo dispuesto a dar su vida?

      7. ¿A cuánto renunció Jesús cuando vino a la Tierra?

      7 Para entender bien lo que Jesús estuvo dispuesto a hacer, pensemos en lo siguiente: ¿quién dejaría su casa y su familia para irse a otro país si sabe que allí la mayoría lo rechazará y que además lo humillarán, lo torturarán y al final lo matarán? Ahora reflexionemos en lo que hizo Jesús. Aunque disfrutaba de una posición única en los cielos al lado de su Padre, dejó voluntariamente su hogar y vino a la Tierra como hombre. Y eso que sabía que la mayoría lo iba a rechazar y que además sufriría crueles humillaciones, torturas terribles y una muerte dolorosa (Filipenses 2:5-7). ¿Qué lo motivó a hacer un sacrificio como ese?

      8, 9. ¿Qué motivó a Jesús a dar su vida?

      8 Lo que motivó a Jesús fue, ante todo, el profundo amor que le tenía a su Padre. De hecho, fue el amor a Dios lo que lo impulsó a aguantar. También fue la razón por la que les daba tanta importancia al nombre y a la buena reputación de su Padre (Mateo 6:9; Juan 17:1-6, 26). De hecho, él quería por encima de todo que el nombre de Dios quedara limpio de las manchas que el Diablo le había causado con sus mentiras. No había para él mayor honor que sufrir por hacer la voluntad de Jehová, pues sabía que su integridad contribuiría a santificar el grandioso nombre de su Padre (1 Crónicas 29:13).

      9 Jesús tenía otro motivo para dar su vida: su amor por la humanidad. Mucho antes de que viniera a la Tierra —de hecho, desde el comienzo de la historia humana—, él sentía ese amor. La Biblia lo revela así: “Les tenía un cariño especial a los seres humanos” (Proverbios 8:30, 31). Su amor se hizo evidente durante toda su vida en la Tierra. Como aprendimos en los tres capítulos anteriores, Jesús demostró de muchas maneras que amaba a la humanidad en general y, en especial, a sus seguidores. Pero el 14 de nisán del año 33 demostró ese amor de una forma especial: entregó su vida por nosotros (Juan 10:11). Esa es la muestra más poderosa del amor que él nos tiene. Y nosotros debemos imitar a Jesús mostrando ese mismo tipo de amor. De hecho, es un mandato que él nos da.

      “Que se amen unos a otros [...] así como yo los he amado”

      10, 11. ¿Cuál es el nuevo mandamiento que Jesús les dio a sus discípulos, qué implica, y por qué es importante cumplirlo?

      10 La noche antes de su muerte, Jesús les dijo a sus discípulos más cercanos: “Les doy un nuevo mandamiento: que se amen unos a otros; que, así como yo los he amado, ustedes se amen unos a otros. De este modo todos sabrán que ustedes son mis discípulos: si se tienen amor unos a otros” (Juan 13:34, 35). ¿En qué sentido es amarse unos a otros “un nuevo mandamiento”? Es verdad que la Ley mosaica ya ordenaba: “Ama a tu prójimo como te amas a ti mismo” (Levítico 19:18). Pero el nuevo mandamiento implica demostrar un amor aún mayor, uno que nos impulse a dar la vida por otras personas. El propio Jesús lo explicó así: “Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros tal como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande que quien da su vida por sus amigos” (Juan 15:12, 13). Dicho de otro modo, el nuevo mandamiento es: “Ama al prójimo, pero no tal como te amas a ti mismo, sino más que a ti mismo”. Con su vida y su muerte, Jesús nos enseñó a mostrar esta clase de amor.

      11 ¿Por qué es importante cumplir el nuevo mandamiento? Recordemos que Jesús dijo: “De este modo [por mostrarse amor abnegado] todos sabrán que ustedes son mis discípulos”. Así es, el amor abnegado nos identifica como cristianos verdaderos. Podemos compararlo a un distintivo, como la tarjeta de solapa de quienes asisten a las asambleas regionales de los testigos de Jehová, que indica su nombre y su congregación para que los demás sepan quiénes son. Del mismo modo, el amor abnegado que los auténticos cristianos sienten unos por otros es su “distintivo”. En otras palabras, ese amor debe ser tan evidente que las personas que nos observen puedan distinguirnos y sepan que somos verdaderos seguidores de Cristo. Por eso, cada uno debe preguntarse: “¿Se ve claramente en mi vida que llevo el ‘distintivo’ del amor abnegado?”.

      ¿Qué implica mostrar amor abnegado?

      12, 13. a) ¿Hasta qué punto deberíamos estar dispuestos a demostrar el amor que nos tenemos? b) ¿Qué significa ser abnegados?

      12 Como seguidores de Jesús, tenemos que amarnos como él nos amó, lo que quiere decir que debemos estar dispuestos a sacrificarnos por nuestros hermanos. ¿Hasta qué punto? La Biblia nos dice: “Por esto hemos llegado a conocer el amor: porque él entregó la vida por nosotros, y nosotros tenemos la obligación de entregar la vida por nuestros hermanos” (1 Juan 3:16). Al igual que Jesús, tenemos que estar dispuestos a morir los unos por los otros si es necesario. En tiempos de persecución, preferiríamos sacrificar nuestra vida antes que traicionar a nuestros hermanos y ponerlos en peligro. En países divididos por conflictos étnicos o raciales, arriesgaríamos la vida para protegerlos sin importar a qué grupo pertenezcan. Y, si estallara una guerra, preferiríamos ir a prisión o hasta morir antes que tomar las armas para atacar a nuestros hermanos o a cualquier otra persona (Juan 17:14, 16; 1 Juan 3:10-12).

      13 Pero estar dispuestos a morir por nuestros hermanos no es la única forma de mostrar amor abnegado; al fin y al cabo, no todos tendremos que hacer un sacrificio como ese. Sin embargo, si nuestro amor llega hasta ese punto, ¿no deberíamos estar dispuestos ahora a hacer sacrificios más pequeños para ayudarles? Ser abnegados significa renunciar a nuestras preferencias o comodidades en beneficio de los demás. Por eso ponemos los intereses y el bienestar de los demás por encima de los nuestros aunque eso no siempre sea lo más fácil (1 Corintios 10:24). ¿De qué maneras prácticas podemos mostrar ese amor desinteresado?

      En la congregación y en la familia

      14. a) ¿Qué sacrificios están dispuestos a hacer los ancianos? b) ¿Qué piensa usted de los ancianos que trabajan tanto en su congregación?

      14 Para que los ancianos “pastoreen el rebaño de Dios”, tienen que hacer muchos sacrificios (1 Pedro 5:2, 3). Aparte de cuidar de sus familias, a veces tienen que dedicar tiempo en las noches o los fines de semana a atender asuntos de la congregación. Por ejemplo, quizás tengan que preparar asignaciones para las reuniones o atender visitas de pastoreo y casos judiciales. Muchos hacen incluso otros sacrificios, ya que trabajan duro en las asambleas o son miembros de los Comités de Enlace con los Hospitales o los Grupos de Visita a Pacientes. Y otros son voluntarios del Departamento Local de Diseño y Construcción. Ancianos, nunca olviden que, al servir de buena gana a los hermanos —dedicando su tiempo, energías y recursos a pastorear el rebaño—, están demostrando amor abnegado (2 Corintios 12:15). Sus esfuerzos altruistas no solo son valorados por Jehová, sino también por las ovejitas que pastorean (Filipenses 2:29; Hebreos 6:10).

      15. a) ¿Cuáles son algunos de los sacrificios que hacen las esposas de los ancianos? b) ¿Qué piensa usted de las hermanas que comparten a sus esposos con la congregación?

      15 ¿Y qué podemos decir de las esposas de los ancianos? ¿No hacen ellas también sacrificios para que sus esposos puedan cuidar del rebaño? A veces ellos tienen que dedicarle a la congregación tiempo que podrían pasar con la familia. Seguro que para ellas eso es un sacrificio. Pensemos, además, en las esposas de los superintendentes viajantes y los sacrificios que hacen para acompañarlos de congregación en congregación y de circuito en circuito. Se privan de tener su propia casa y tal vez tengan que dormir en una cama diferente cada semana. Las esposas que anteponen con gusto los intereses de la congregación a los suyos merecen reconocimiento por sus muestras de amor abnegado (Filipenses 2:3, 4).

      16. ¿Qué sacrificios hacen los padres cristianos por sus hijos?

      16 ¿Cómo podemos demostrar amor abnegado en la familia? Padres, ustedes hacen muchos sacrificios para mantener a sus hijos y para criarlos “de acuerdo con la disciplina y los consejos de Jehová” (Efesios 6:4). Quizás tengan que dedicar largas horas a trabajos agotadores tan solo para poner el pan en la mesa y darles a sus hijos abrigo y un techo donde vivir. Incluso preferirían sufrir privaciones antes que ver a sus hijos pasar necesidades. Y todo esto sin contar sus esfuerzos por estudiar con ellos, llevarlos a las reuniones cristianas y salir con ellos a predicar (Deuteronomio 6:6, 7). El amor y entrega de ustedes bien vale la pena, pues hace feliz al Creador de la familia y además puede significar vida eterna para sus hijos (Proverbios 22:6; Efesios 3:14, 15).

      17. ¿De qué maneras pueden los esposos cristianos imitar la actitud altruista de Jesús?

      17 Esposos, ¿cómo pueden demostrar amor abnegado, tal como hizo Jesús? La Biblia da la respuesta: “Sigan amando a sus esposas, tal como el Cristo también amó a la congregación y se entregó por ella” (Efesios 5:25). Como ya vimos, Jesús sintió tanto amor por sus seguidores que murió por ellos. Romanos 15:3 dice que “ni siquiera el Cristo se agradó a sí mismo”. Así que los esposos cristianos, que imitan su actitud altruista, ponen con gusto los intereses y necesidades de su esposa antes que los suyos. Además, no se empeñan en que las cosas se hagan a su manera, sino que están dispuestos a ceder si no se viola ningún principio bíblico. Los esposos que demuestran amor abnegado se ganan la aprobación de Jehová, así como el amor y respeto de su esposa e hijos.

      ¿Qué hará usted?

      18. ¿Por qué queremos cumplir el nuevo mandamiento de amarnos los unos a los otros?

      18 Cumplir el nuevo mandamiento de amarnos los unos a los otros no es fácil, pero contamos con una motivación muy poderosa. Pablo escribió: “El amor del Cristo nos obliga, pues esta es la conclusión a la que hemos llegado: que un hombre murió por todos [...]. Y él murió por todos para que los que viven no vivan ya para sí mismos, sino para el que murió por ellos y fue resucitado” (2 Corintios 5:14, 15). Si Jesús murió por nosotros, ¿verdad que deberíamos sentirnos obligados a vivir para él? Podemos hacerlo siguiendo su ejemplo de amor abnegado.

      19, 20. ¿Qué valiosísimo regalo nos ha dado Jehová, y cómo demostramos que lo aceptamos?

      19 Jesús no estaba exagerando cuando dijo: “Nadie tiene amor más grande que quien da su vida por sus amigos” (Juan 15:13). De hecho, haber entregado su vida por nosotros es la mayor prueba del amor que él nos tiene. No obstante, hay alguien que nos ama aún más. Jesús dijo: “Dios amó tanto al mundo que entregó a su Hijo unigénito para que nadie que demuestre tener fe en él sea destruido, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16). Dios nos ama tanto que dio a su Hijo como rescate, y así hizo posible que quedemos libres del pecado y la muerte (Efesios 1:7). Sin lugar a dudas, el rescate es un regalo valiosísimo que nos ofrece Jehová, pero él no nos obliga a aceptarlo.

      20 Nos toca a nosotros decidir si aceptamos este regalo de Jehová. ¿Y cómo podemos aceptarlo? Demostrando que tenemos fe en su Hijo. Ahora bien, la fe no se demuestra de labios para afuera, sino con hechos, con nuestra manera de vivir (Santiago 2:26). Demostramos nuestra fe en Jesucristo siguiéndolo día a día. Si así lo hacemos, recibiremos grandes bendiciones tanto ahora como en el futuro, tal como explica el último capítulo de este libro.

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