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Testigos de Jehová. Informe del Anuario de 1992Anuario de los testigos de Jehová 1992
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Asambleas que abren la puerta hacia la libertad piadosa
“Ciertamente te elogiaré en la congregación grande; entre un pueblo numeroso te alabaré.” (Sal. 35:18.) Los testigos de Jehová aprovechan cualquier oportunidad para alabar al Soberano Universal, y en las asambleas de distrito anuales lo hacen de común acuerdo. Durante el pasado año de servicio, mientras en una parte del planeta concluían las asambleas “Lenguaje Puro” que restaban de 1990, en otra empezaban las asambleas de 1991, con el tema “Amadores de la Libertad”.
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[Fotografías en la página 20]
Este pequeño representante polaco fue uno de los 74.587 asistentes a la asamblea de Praga (Checoslovaquia)
[Fotografías en la página 21]
Los asambleístas de Praga lloraron de emoción cuando A. D. Schroeder presentó la Traducción del Nuevo Mundo de la Biblia en checo y en eslovaco
Budapest, Praga y Zagreb tuvieron asambleas internacionales. Los asistentes a Zagreb (Yugoslavia) disfrutaron de cantar cánticos del Reino durante el descanso del mediodía
[Fotografías en la página 22]
Tallin (ciudad de la ahora independiente Estonia) fue el escenario de la primera asamblea de la historia de la Unión Soviética
Se presentó el libro “El hombre más grande de todos los tiempos” en ruso y en otros idiomas de Europa Oriental
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Las asambleas de distrito “Amadores de la Libertad”, que se celebraron en Brasil durante julio y agosto de 1991, también fueron un gran éxito. Los discursos ayudaron a los hermanos a apreciar más intensamente su libertad procedente de Dios. Un ambiente festivo reinó en estos banquetes espirituales de tres días de duración. La asistencia total en las 98 asambleas fue de 482.034 personas, con 8.991 bautizados.
Un sacerdote católico de Italia estuvo entre los 245.161 asistentes a las asambleas de distrito “Amadores de la Libertad” de ese país. Se mezcló con la multitud en la asamblea que se celebró en Brescia del 19 al 21 de julio. Estaba tan impresionado, que metió en una caja de contribuciones una nota que decía: “Soy un sacerdote católico, vestido de paisano, claro está, que quería ver por sí mismo qué hacen y dicen en realidad unas personas a las que la Iglesia siempre ha considerado un simple puñado. Pues bien, los quince minutos que he permanecido en el estadio han bastado para que me dé cuenta de cuánto tiempo he perdido. Ustedes son un verdadero ejemplo. Me han hecho pensar, y han utilizado lo que yo debería utilizar más a menudo: la Biblia. Quién sabe si algún día yo también estaré con ustedes, vestido con chaqueta y corbata”.
Europa Oriental fue escenario de tres asambleas internacionales durante el pasado año de servicio. Budapest (Hungría) acogió a 40.601 asambleístas; Praga (Checoslovaquia), a 74.587, y Zagreb (Yugoslavia), a 14.684. Hermanos procedentes de todos los rincones del planeta abarrotaron las calles adyacentes a los lugares de asamblea, alegrándolas con su presencia. En un ambiente general de gozo, los asambleístas recibieron buena enseñanza bíblica y se reencontraron con antiguos conocidos, a la vez que hicieron nuevas amistades.
En la asamblea internacional celebrada en el Nepstadion de Budapest del 26 al 28 de julio hubo representantes de 35 países. El reconocimiento legal de los testigos de Jehová había llegado solo dos años antes, en junio de 1989. Cuando se construyó el estadio, hace varios años, había algunos hermanos en prisión por motivos religiosos. Los carceleros les decían entonces con arrogancia: “Nunca verán ese estadio”. Un hermano replicó: “¿Quién sabe? Quizás algún día los testigos de Jehová estén ahí”. Por decir eso le dieron una paliza. Pero ¡cuánto disfrutó de asistir a esta asamblea y ver el estadio ocupado por más de cuarenta mil personas!
En la Unión Soviética se celebraron asambleas libremente por primera vez. Una ironía de la historia fue la celebración de la asamblea en Tallin, ciudad costera de la hoy nación independiente de Estonia. Desde el lugar donde se bautizaron 447 personas, los hermanos veían una vieja fortificación en la que algunos de ellos habían estado retenidos en 1950 y 1951 mientras esperaban la deportación a los campos de prisioneros de la lejana Siberia. En medio del gran regocijo existente, recuerdos momentáneos los transportaron a tiempos pasados.
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