Una semana trascendental

EL MUNDO se conmocionó el lunes 19 de agosto de 1991 cuando los golpistas tomaron el poder en la Unión Soviética y se mantuvo en arresto domiciliario al presidente Mijaíl Gorbachov en la península de Crimea. A no muchos kilómetros de distancia, en la bella ciudad de Odessa, los testigos de Jehová ultimaban los preparativos para celebrar una asamblea de fin de semana. Tristemente, las autoridades regionales cancelaron la asamblea.

De todos modos, los Testigos no se dieron por vencidos. Siguieron con los preparativos y suplicaron a un funcionario municipal que hiciera todo lo posible por revocar la cancelación. Se dijo a los representantes de los testigos de Jehová que volvieran el jueves 22 de agosto. Esa tarde, después de un pleno de la junta municipal, se entregó a los Testigos un permiso escrito para celebrar la asamblea y se les deseó lo mejor. ¡Ese mismo día en Moscú se había obligado a los golpistas a rendirse!

¡Qué rápidamente sucedió todo! ¡Y qué maravilloso fue ver a más de doce mil personas reunidas aquel fin de semana! El 27 de agosto, dos días después de la asamblea de Odessa, representantes de los testigos de Jehová visitaron al Sr. V. K. Simonenko, presidente del Comité Ejecutivo de la ciudad de Odessa, le dieron las gracias por haber permitido que se celebrara la asamblea y le regalaron un ejemplar en ruso del nuevo libro El hombre más grande de todos los tiempos.

El Sr. Simonenko agradeció el obsequio y dijo: “No estuve en la asamblea, pero estoy al corriente de todo lo que se hizo. Desde los orígenes de Odessa, nunca había visto nada mejor que esto [...]. Les prometo que siempre que necesiten permiso para celebrar sus reuniones estaré dispuesto a concedérselo”.

Regocijo en la Unión Soviética

ESTA niña de Lvov tiene razón para estar contenta. Es una de las 74.252 personas que asistieron libremente a una asamblea cristiana en la Unión Soviética y recibieron un ejemplar en ruso de esta bonita nueva publicación: El hombre más grande de todos los tiempos. Aunque nunca antes se había permitido a los testigos de Jehová celebrar asambleas en la Unión Soviética, el verano pasado celebraron siete. La asistencia a cada una de ellas aparece en la página anterior.

Una de las ciudades de asamblea fue Alma-Ata (Kazajstán), a la que también acudieron asambleístas de las repúblicas soviéticas de Rusia, Uzbekistán, Kirguizistán, Tajikistán y Turkmenistán. En Alma-Ata recibieron con alegría el nuevo libro más de seis mil personas. Cuando cada uno de los más de cuatro mil que asistían a Usolje-Sibirskoje (Siberia) recibió un ejemplar personal gratuito, el gerente del estadio exclamó: “¡Esto es un milagro!”.

En Kiev, varios policías y bomberos que vieron el libro pidieron un ejemplar, diciendo: “Después de todo, los hemos protegido; estuvimos con ustedes en la asamblea”. Un capitán de la policía preguntó: “¿Dónde se publica? ¿Cuántos ejemplares se han impreso?”.

Hasta la fecha se han impreso más de doce millones de ejemplares en unos sesenta idiomas, entre ellos algunos menos conocidos, como bislama, efik, eve, ga, igbo, rarotongués, sepedi, shona, tsonga, tsuana, twi y vendal.