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  • Un mundo con una visión distorsionada de la lealtad
    La Atalaya 2002 | 15 de agosto
    • Un mundo con una visión distorsionada de la lealtad

      ERA una cálida noche de viernes en la ciudad israelí de Tel Aviv. Un joven se mezcló entre un grupo de adolescentes que esperaban a la puerta de una discoteca, y pocos instantes después una explosión arrasaba la zona.

      Nuevamente, un terrorista suicida había sacrificado su vida, segando la de otros diecinueve jóvenes. Más tarde, un médico relató a los periodistas: “Había restos humanos por todas partes, todos de personas jóvenes, demasiado jóvenes. Es la escena más espantosa que he visto en mi vida”.

      Thurstan Brewin observó en The Lancet: “Las virtudes que todo el mundo admira, como la lealtad [...], son las que más fácilmente inician las guerras y retrasan su término”. De hecho, desde las cruzadas de la Cristiandad hasta las masacres organizadas de la Alemania nazi, la historia humana está manchada con la sangre vertida en nombre de la lealtad.

      La deslealtad se cobra cada vez más víctimas

      Si bien es innegable que la lealtad fanática es desastrosa para la sociedad, la ausencia de lealtad no lo es menos. Ser leal significa permanecer fiel a una persona o causa, apegándose firmemente a ella frente a cualquier tentación de abandonarla o traicionarla. Aunque la mayoría de la gente elogia dicha virtud, la sociedad padece una enorme falta de lealtad dentro del ámbito más importante: el seno familiar. La tasa de divorcios se ha disparado, propiciada por la importancia que se concede a sentirse realizado, por las tensiones y presiones de la vida diaria, y por los efectos de la infidelidad sexual generalizada. Y al igual que en el atentado de Tel Aviv, las víctimas inocentes de esta situación suelen ser los jóvenes.

      “La inestabilidad familiar que generan los divorcios, las separaciones y la crianza en familias monoparentales suele tener una repercusión negativa en la educación de los hijos”, menciona un informe. Los hijos de madres solas parecen ser los más expuestos a las carencias educativas, al suicidio y a la delincuencia juvenil. En Estados Unidos, un millón de niños sufren cada año el divorcio de sus padres, y es probable que la mitad de todos los hijos de parejas casadas en ese país sean víctimas del divorcio antes de cumplir los 18 años. Las estadísticas muestran que la perspectiva es igualmente desalentadora para muchos jóvenes de otros países.

      ¿Es la lealtad un principio moral demasiado elevado?

      El desmoronamiento actual de las lealtades tradicionales hace que estas palabras del rey David parezcan más apropiadas que nunca: “Sálvame, sí, oh Jehová, porque se ha acabado el que es leal; porque los fieles han desaparecido de los hijos de los hombres” (Salmo 12:1). ¿Por qué es tan común la falta de lealtad? Roger Rosenblatt, redactor de la revista Time, comenta: “Por muy elevado que sea el principio de la lealtad, la débil especie humana sencillamente es demasiado cobarde, insegura, oportunista y ambiciosa como para esperar que observe dicho principio”. Al describir la época en que vivimos, la Biblia afirma con toda franqueza: “Los hombres serán amadores de sí mismos, [...] desleales, sin tener cariño natural” (2 Timoteo 3:1-5).

      Si tenemos en cuenta la poderosa influencia que la lealtad o la falta de ella ejercen en el modo de pensar y actuar de las personas, cabe preguntarse quién merece nuestra lealtad. Veamos lo que el artículo siguiente dice al respecto.

  • ¿A quién debemos ser leales?
    La Atalaya 2002 | 15 de agosto
    • ¿A quién debemos ser leales?

      “Nuestra patria: [...] que siempre tenga razón; pero nuestra patria ante todo, tenga razón o no.”—Stephen Decatur, oficial de la Marina de Estados Unidos, 1779-1820.

      MUCHAS personas consideran la lealtad a la patria su deber supremo. Otras enunciarían la frase de Stephen Decatur con estas palabras: “Mi religión: que siempre tenga razón; pero mi religión ante todo, tenga razón o no”.

      Aunque siendo realistas hemos de admitir que nuestro lugar de nacimiento suele determinar qué país o religión reclaman nuestra lealtad, decidir a quién seremos leales es demasiado importante para dejarlo en manos de la casualidad. No obstante, cuestionar las lealtades con las que nos educamos requiere valor y presenta desafíos.

      Un conflicto de lealtades

      Una mujer que creció en Zambia recuerda: “Sentí inclinaciones religiosas desde niña. La oración diaria en la capilla familiar, la observancia de las festividades religiosas y la asistencia al templo formaron parte de mi crianza. Mi religión estaba muy entrelazada con la familia, la comunidad y la cultura a las que pertenezco”.

      Sin embargo, cuando ella tenía cerca de 20 años comenzó a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová, y poco después optó por cambiar de religión. ¿Constituyó tal decisión un acto de deslealtad?

      Zlatko creció en Bosnia y luchó en el conflicto que devastó su tierra natal. Él también inició un estudio de la Biblia con los testigos de Jehová. En la actualidad se niega a tomar las armas contra cualquier otra persona. ¿Está siendo desleal?

      La respuesta que usted dé a estas preguntas dependerá de su punto de vista. La mujer mencionada anteriormente señala: “Entre las personas de mi pueblo, cambiar de religión era un estigma imperdonable, una deslealtad, una traición a la familia y a la comunidad”. De igual modo, los anteriores compañeros de milicia de Zlatko veían como traidor a cualquiera que se negara a pelear por su causa. No obstante, tanto la mujer como Zlatko se sienten motivados por una forma superior de lealtad: la lealtad a Dios. Pero centrémonos en algo más importante: ¿cómo considera Dios a quienes desean serle leales?

      La lealtad verdadera es una muestra de amor

      El rey David le oró a Jehová Dios: “Con alguien leal tú actuarás en lealtad” (2 Samuel 22:26). La palabra hebrea que se traduce “lealtad” en ese texto transmite la idea de bondad que se adhiere amorosamente a un objeto hasta que su propósito con relación a él se ha realizado. Como una madre que amamanta a su hijo, Jehová se apega amorosamente a quienes le son leales. Refiriéndose a sus siervos fieles del antiguo Israel, aseguró: “¿Puede una esposa olvidarse de su niño de pecho, de modo que no tenga piedad al hijo de su vientre? Hasta estas mujeres pueden olvidar; no obstante, yo mismo no me olvidaré de ti” (Isaías 49:15). Los que están dispuestos a poner la lealtad a Dios por encima de cualquier otra cosa cuentan con la garantía de su cuidado amoroso.

      La lealtad a Jehová se basa en el amor. Motiva a la persona a amar lo que Dios ama y odiar las cosas malas que él odia (Salmo 97:10). Dado que la cualidad predominante de Jehová es el amor, la lealtad a él impide que tratemos sin amor a los demás (1 Juan 4:8). Por lo tanto, el hecho de que alguien cambie sus creencias religiosas por lealtad a Dios no significa que ya no ame a su familia.

      La lealtad a Dios nos impulsa a hacer el bien

      La mujer citada anteriormente explica su decisión de esta manera: “Mediante mi estudio de la Biblia aprendí que Jehová es el Dios verdadero y establecí una relación personal con él. Jehová no se parece a ninguno de los dioses que yo adoraba antes; su amor, justicia, sabiduría y poder están perfectamente equilibrados. Puesto que él requiere devoción exclusiva, tuve que abandonar a las demás deidades.

      ”Mis padres me dijeron en varias ocasiones que se hallaban muy disgustados conmigo y que los estaba decepcionando. Aquello se me hizo muy difícil, pues su aprobación significaba mucho para mí. Pero a medida que adquiría más conocimiento de la verdad bíblica, la elección me resultaba obvia. No podía darle la espalda a mi Creador.

      ”Optar por ser leal a Dios en vez de a las tradiciones religiosas no quiere decir que sea desleal a mi familia. Procuro demostrarles con mis palabras y hechos que comprendo sus sentimientos. Pero si no fuera leal a Jehová, podría impedirles que lo conocieran, y eso sí sería una verdadera deslealtad.”

      De igual manera, nadie se convierte en un traidor porque la lealtad a Dios requiera que permanezca neutral en cuestiones políticas y se abstenga de tomar las armas contra otros. Zlatko explica sus actos con estas palabras: “Aunque me educaron como cristiano nominal, me casé con alguien que no lo era. Cuando estalló la guerra, los dos bandos exigieron mi lealtad, así que me vi obligado a escoger de qué lado pelearía. Combatí durante tres años y medio. Con el tiempo, mi esposa y yo escapamos a Croacia, donde conocimos a los testigos de Jehová.

      ”Gracias al estudio de la Biblia llegamos a comprender que la lealtad suprema se la debemos a Jehová, y que él desea que amemos a nuestro prójimo sin importar a qué religión o raza pertenezca. En la actualidad, tanto mi esposa como yo adoramos a Jehová, y he aprendido que no puedo ser leal a Dios y a la vez luchar contra mi prójimo.”

      El conocimiento exacto moldea la lealtad

      Dado que Jehová es nuestro Creador, la lealtad que le debemos está por encima de cualquier otra (Revelación [Apocalipsis] 4:11). Sin embargo, para impedir que la lealtad a Dios se convierta en una motivación destructiva y fanática, debe contar con el respaldo del conocimiento exacto. La Biblia nos exhorta: “Deben ser hechos nuevos en la fuerza que impulsa su mente, y [...] vestirse de la nueva personalidad que fue creada conforme a la voluntad de Dios en verdadera [...] lealtad” (Efesios 4:23, 24). El hombre famoso al que Dios inspiró la escritura de estas palabras tuvo el valor de cuestionar las lealtades en las que había sido educado, y su análisis condujo a una transformación beneficiosa.

      En efecto, al igual que muchas personas en nuestros días, Saulo se enfrentó a un conflicto de lealtades. Lo habían educado según las estrictas tradiciones de su familia, y llegó a ser extremadamente fiel a la religión de sus ancestros. La lealtad a su causa religiosa lo llevó incluso a cometer actos violentos contra quienes no concordaban con sus puntos de vista. Saulo era conocido por invadir las casas de los cristianos y sacarlos a la fuerza para que se les castigara o hasta se les diera muerte (Hechos 22:3-5; Filipenses 3:4-6).

      Sin embargo, cuando adquirió conocimiento exacto de la Biblia, hizo lo que muchos de sus compatriotas consideraban impensable: cambió de religión. Saulo, conocido más tarde como el apóstol Pablo, optó por la lealtad a Dios en vez de a la tradición. Dicha lealtad basada en conocimiento exacto convirtió a Saulo en una persona tolerante y amorosa, que fomentaba el bien, en contraste con su anterior comportamiento fanático y destructivo.

      ¿Por qué ser leales?

      Permitir que las normas divinas determinen nuestras lealtades produce beneficios obvios. Por ejemplo, un estudio realizado en 1999 por el Australian Institute of Family Studies expuso que algunos requisitos fundamentales para lograr un matrimonio duradero y satisfactorio son “la confianza, la fidelidad [...] [y] un sentido de espiritualidad”. También indicó que los “matrimonios estables y satisfactorios” no solo contribuyen a que los cónyuges sean más felices, más saludables y vivan más tiempo, sino que también dan a los hijos mejores oportunidades de disfrutar de una vida feliz.

      En el inseguro mundo actual, la lealtad es como la cuerda de salvamento que une a un nadador en dificultades con el barco de rescate. Si el “nadador” no tiene lealtades, será zarandeado por las olas y el viento. Pero si su lealtad está mal orientada, es como si la soga estuviera atada a un barco que se hunde. Como le ocurrió a Saulo, podría verse arrastrado a un proceder destructivo. Sin embargo, la lealtad a Jehová, basada en conocimiento exacto, es una cuerda salvavidas que nos da estabilidad y nos conduce a la salvación (Efesios 4:13-15).

      Dios hace la siguiente promesa a quienes le son fieles: “Jehová es amador de la justicia, y no dejará a los que le son leales. Hasta tiempo indefinido ciertamente serán guardados” (Salmo 37:28). Pronto, a todos esos leales se les admitirá en una Tierra paradisíaca en la que no habrá tristeza ni dolor, donde disfrutarán de amistades duraderas, libres de divisiones políticas y religiosas (Revelación 7:9, 14; 21:3,4).

      Incluso en la actualidad, millones de personas de todo el mundo han descubierto que la verdadera felicidad solo proviene de ser leales a Jehová. ¿Por qué no permite que los testigos de Jehová lo ayuden a analizar sus opiniones sobre la lealtad a la luz de la verdad bíblica? Las Escrituras nos dicen: “Sigan poniéndose a prueba para ver si están en la fe, sigan dando prueba de lo que ustedes mismos son” (2 Corintios 13:5).

      Requiere valor cuestionar nuestras creencias y los motivos por los que somos leales a ellas, pero bien puede merecer la pena si resulta en que estrechemos nuestra relación con Jehová Dios. La mujer mencionada al principio expresa el sentir de muchas personas cuando dice: “He aprendido que ser leales a Jehová y a sus normas nos ayuda a ser equilibrados en el trato con nuestra familia y nos convierte en mejores miembros de la comunidad. Por muy difíciles que sean las pruebas, si somos leales a Jehová, él siempre será leal con nosotros”.

      [Ilustraciones de la página 6]

      El conocimiento exacto impulsó a Saulo a cambiar el objeto de su lealtad

      [Ilustración de la página 7]

      ¿Por qué no analiza sus lealtades a la luz de la verdad bíblica?

      [Reconocimiento de la página 4]

      Churchill, arriba a la izquierda: U.S. National Archives photo; Joseph Goebbels, extremo derecho: Library of Congress

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