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Lucas, amado colaboradorLa Atalaya 2007 | 15 de noviembre
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Escritor y misionero
Puesto que el libro de Hechos de Apóstoles está dirigido a Teófilo, lo mismo que el Evangelio de Lucas, es obvio que fue Lucas quien redactó ambos escritos inspirados (Lucas 1:3; Hechos 1:1). Lucas no se declara testigo presencial del ministerio de Jesucristo. Más bien, confiesa que recibió la información de testigos oculares y que “investig[ó] todas las cosas desde el comienzo con exactitud” (Lucas 1:1-3).
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Lucas, amado colaboradorLa Atalaya 2007 | 15 de noviembre
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Es probable que, durante los dos años que Pablo estuvo preso en Cesarea, Lucas investigara para su Evangelio. Ya que Jerusalén no estaba lejos, puede que consultara los archivos para establecer la genealogía de Jesús. Este escritor registró muchos acontecimientos de la vida y ministerio de Cristo que solo aparecen en su Evangelio. A este respecto, cierto erudito en las Escrituras Griegas ha contabilizado nada menos que 82 pasajes que son exclusivos de este Evangelio.
Es posible que Elisabet, la madre de Juan el Bautista, le informara a Lucas de algunos hechos sobre el nacimiento de este. Quizás María, la madre de Jesús, también le diera detalles del nacimiento y de los primeros años de vida de su hijo (Lucas 1:5–2:52). Y puede que Pedro, Santiago o Juan le contaran de la pesca milagrosa que efectuaron con Jesús (Lucas 5:4-10). Además, su Evangelio es el único que registra algunas parábolas del Gran Maestro, como las del buen samaritano, la puerta angosta, la mujer que perdió una moneda de dracma, el hijo pródigo y el hombre rico y Lázaro (Lucas 10:29-37; 13:23, 24; 15:8-32; 16:19-31).
Lucas se interesaba profundamente por la gente. Evidencia de esto es que dejó constancia de la ofrenda de purificación de María, la resurrección del hijo de una viuda y la ocasión en que una mujer ungió con aceite los pies de Jesús. También menciona a las mujeres que atendían a Cristo y nos dice que Marta y María lo recibían en su hogar. Su Evangelio relata la curación de una mujer encorvada, de un hombre con hidropesía y de diez leprosos. Lucas nos habla de Zaqueo, un hombre de baja estatura que se subió a un árbol para poder ver a Jesús, y también registra el arrepentimiento de un delincuente fijado en un madero junto a Cristo (Lucas 2:24; 7:11-17, 36-50; 8:2, 3; 10:38-42; 13:10-17; 14:1-6; 17:11-19; 19:1-10; 23:39-43).
Es interesante señalar que este Evangelio describe el tratamiento de una herida: el que administró el buen samaritano de la ilustración de Jesús. Por lo visto, con el interés propio de un médico, Lucas recoge la descripción de Jesús sobre la cura y el vendaje de las heridas, mencionando el vino como antiséptico y el aceite por sus características balsámicas (Lucas 10:30-37).
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