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MadagascarAnuario de los testigos de Jehová 2000
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Los malgaches abrazan la verdad
En octubre de 1955, después de la asamblea “Reino Triunfante” de París, dos precursores especiales de Francia llegaron a la ciudad costera de Toamasina y de allí fueron a Tananarive. Cuando bajaron del tren, se quedaron durante un rato de pie frente a la estación, contemplando la “herradura” y los miles de casas que parecían colgar de la ladera como estantes en una pared. Adam Lisiak, ex minero de ascendencia polaca, dijo a su compañero, Edouard Marlot: “Mira, todo esto es nuestro territorio, Edouard”, a lo que este repuso: “Adam, ¿qué vamos a hacer aquí? Los habitantes de este lugar son cultos, y nosotros no. ¿Qué podemos hacer?”. Pues, fue mucho el bien que hicieron en esta isla.
En aquel entonces, Madagascar era colonia francesa. Como la revista La Atalaya estaba proscrita en Francia y todos sus territorios, los hermanos ofrecían la edición en francés de ¡Despertad!, que solo podía conseguirse por suscripción. En los primeros seis meses hicieron 1.047 suscripciones. El hermano Lisiak contaba que después de usar de muestra una y otra vez el mismo ejemplar de ¡Despertad!, la revista estaba en tan mal estado que era imposible leerla. De todas formas, la gente se suscribía con solo enseñarle aquel montón de hojas gastadas.
Los hermanos Lisiak y Marlot no perdieron el tiempo. Atendieron el territorio y dirigieron estudios bíblicos. Poco después, una escuela de enseñanza primaria concedió a los Testigos el uso gratuito del salón de clases para celebrar las reuniones. Los bancos eran de madera y todo el mobiliario estaba pensado para niños pequeños, por lo que los adultos no estaban muy cómodos, pero nadie se quejó.
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Al final de su servicio especial en Madagascar, el territorio del hermano Lisiak era Antananarivo. Tenía revisitas y estudios por todas partes. Mucha gente lo conocía como el vazaha (hombre blanco) sin pelo. Con frecuencia, los amos de casa no hacían más que tocarse la cabeza, y ya se sabía que Adam había estado allí. Rasaona Gervais, de la congregación francófona de Antananarivo, recuerda: “El hermano Adam era muy paciente, pero firme. Cuando yo estudiaba, pedía a otras personas que le dijeran que no me encontraba en casa, pero Adam regresaba de nuevo. Desde el mismo principio me invitó a las reuniones, y yo asistí. Era fiel a la organización de Jehová, y me enseñó a cultivar el mismo espíritu”.
En 1970 se destinó a los hermanos Lisiak y Marlot a la cercana isla francesa de Reunión. Tiempo después, el hermano Lisiak regresó a Francia, y en enero de 1988 murió en la ciudad de Marsella.
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4) Adam Lisiak.
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