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  • Mi servicio a Jehová en tiempo favorable y en tiempo dificultoso
    La Atalaya 1990 | 1 de junio
    • SE HABÍAN hecho los preparativos para una asamblea de circuito de los testigos de Jehová en una aldehuela de Niasalandia (ahora Malaui). El superintendente de circuito y el de distrito efectuaban la inspección final de la plataforma de paja y bambú y las chozas de paja que habían de servir de alojamiento. De repente los rodeó una chusma que había estado oculta en la maleza cercana. La chusma incendió las chozas y la plataforma y empujó a ambos hermanos hasta las casas donde se hospedaban.

      La esposa del superintendente de distrito, Joyce Bentley, salió corriendo para ver qué pasaba. A ella también la empujaron adelante. El líder de la chusma gritó que el mzungu (hombre blanco) tenía que irse inmediatamente. Sin permitirnos traer con nosotros nuestras pertenencias, nos obligaron a entrar en nuestro “Land-Rover” (vehículo con tracción en las cuatro ruedas). Rodearon el vehículo hombres, mujeres y niños que gritaban “Pitani mzungu” (¡Lárguese, hombre blanco!) y “Kwacha” (Libertad). Pensando que iban a volcar nuestro medio de transportación, oramos en silencio a Jehová. Pero el grupo se fue dispersando gradualmente, y nosotros pasamos entonces al cuartel de policía más cercano, en Mzimba, a unos 50 kilómetros (30 millas) de distancia.

      Más tarde regresamos, acompañados de un solo agente de la policía. Fue el único que pudo venir, porque había dificultades en otros lugares. Cuando llegamos al lugar donde nos acosó la chusma, vimos que la bandera del Partido del Congreso de Malaui había sido izada afuera y en la pared de barro se habían inscrito las letras M.C.P. (siglas en inglés para Partido del Congreso de Malaui). Pero después que el agente de la policía habló con la gente, aquellas personas permitieron que nos lleváramos nuestras pertenencias.

      También hallamos al superintendente de circuito, Rightwell Moses, y a su esposa. Ella se había escondido en la maleza al aparecer la chusma. Pero a Rightwell casi lo ahogaron en un río cercano. La chusma también se había llevado todo el alimento que se había de usar en la asamblea. Después se había obligado a los hermanos a marchar por varios kilómetros en una dirección y a las hermanas y los niños en la dirección opuesta, hasta que la chusma se cansó y los dejó.

      Ese fue uno de los muchos incidentes que culminaron en la proscripción de la obra en Malaui, algo que llevó a una violenta persecución de los testigos de Jehová que incluyó muertes, golpeaduras crueles, violación de mujeres y encarcelamiento.

  • Mi servicio a Jehová en tiempo favorable y en tiempo dificultoso
    La Atalaya 1990 | 1 de junio
    • Los hermanos de Malaui eran muy serviciales y bondadosos, y nos trataban con profundo respeto. La gente de cierto lugar nos amenazó con quemar la casa donde nos alojábamos, de modo que los hermanos vigilaron la casa toda la noche para protegernos. Aun antes de la proscripción de la obra de los testigos de Jehová en 1967 hubo situaciones peligrosas, entre ellas la mencionada al principio de este artículo. Muchos hermanos y hermanas de Malaui hubieran dado su vida por nosotros.

      En cierta ocasión prediqué de casa en casa con un hermano que tenía parte de la frente muy hinchada. Había recibido terribles golpes unos días antes. En cierta casa que visitamos, él dio un excelente testimonio, en calma, al amo de casa. Al partir, me dijo: “¡Ese fue el hombre que me golpeó!”. Recordé las palabras de Pablo: “No devuelvan mal por mal a nadie [...] Sigue venciendo el mal con el bien”. (Romanos 12:17-21.)

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