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    ¡Despertad! 2003 | 22 de febrero
    • [Recuadro de la página 7]

      ¿ESTÁ DESNUTRIDO EL NIÑO?

      ¿Cómo evalúan los profesionales de la salud el estado nutricional de los niños? Analizan varios signos y síntomas, plantean preguntas sobre sus hábitos alimentarios, prescriben pruebas de laboratorio y, sobre todo, efectúan mediciones corporales y las comparan con los valores de referencia para establecer el tipo de desnutrición y su gravedad.

      Los indicadores clave son la talla, el peso y la circunferencia del brazo. La correlación entre peso y edad permite determinar el grado de desnutrición. En los peores casos, el niño aparece demacrado. Si el déficit de peso supera el 40%, se considera que el mal es grave; si se encuentra entre el 25 y el 40%, moderado, y si va del 10 al 25%, leve. Cuando la relación entre peso y edad es muy baja, pudiera tratarse de desnutrición crónica, que incide muy adversamente en el desarrollo del niño.

      Las peores modalidades de desnutrición proteicoenergética son el marasmo, el kwashiorkor y una combinación de ambos. El marasmo (debilitamiento progresivo) se manifiesta en los lactantes de seis a dieciocho meses de edad. Se trata de una carencia crónica de calorías y nutrientes que se desarrolla lentamente y tiene su origen en la lactancia insuficiente o el empleo de sucedáneos de la leche materna muy diluidos. El bebé presenta grandes pérdidas de peso, músculos tan delgados que la piel se pega a los huesos y retraso del crecimiento. Además, tiene “cara de viejo”, está irritable y no deja de llorar.

      El vocablo kwashiorkor, procedente de un dialecto africano, significa “niño desplazado” y alude al pequeño que es apartado del pecho materno al llegar un nuevo hermano. Esta afección aparece después del destete y, aunque incluye un déficit de calorías, tiene su origen en la carencia aguda de proteínas. Conlleva retención de líquidos, lo que ocasiona hinchazón de las extremidades, el abdomen y, a veces, el rostro, que adquiere aspecto de luna llena. También aparecen lesiones en la piel, alteraciones en el color y la textura del cabello e inflamación del hígado. Además, el niño se vuelve apático y triste. Así le ocurrió a Erik, de quien hablamos antes, que fue amamantado por su madre solo durante su primer mes de vida y luego pasó a recibir leche de vaca muy diluida. A los tres meses comenzó a tomar sopa de verdura y agua azucarada, y quedó al cuidado de una vecina.

      El tercer tipo de desnutrición proteicoenergética presenta características tanto del marasmo como del kwashiorkor. Todas estas enfermedades pueden resultar mortales de no tratarse a tiempo.

  • Profundas raíces, extensas ramificaciones
    ¡Despertad! 2003 | 22 de febrero
    • La carencia de nutrientes lleva a que el niño no crezca ni se desarrolle adecuadamente, y a que se vuelva llorón y enfermizo. Al agravarse la afección, la pérdida de peso se vuelve más acusada, se hunden los ojos y la fontanela (región blanda de la parte superior del cráneo), pierden elasticidad la piel y los tejidos, y mengua la capacidad de mantener la temperatura corporal.

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