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¿Cómo escogería usted un libro para toda la humanidad?La Atalaya 1986 | 15 de abril
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¿Cómo escogería usted un libro para toda la humanidad?
SI USTED, a pesar de todas las cosas que tiene que hacer a diario, pudiera arreglárselas de algún modo para leer semanalmente un libro, podría leer más de 3.000 libros en toda su vida. Y aunque esto pudiera parecer sobresaliente, es comparable a una gota de agua en un cubo cuando se toma en cuenta que solo en los Estados Unidos se imprimen unas 30.000 nuevas publicaciones cada año. Y no hemos incluido entre los libros que uno pudiera leer las miles de obras que ya se consideran clásicos de la literatura y que, supuestamente, toda persona educada debiera haber leído.
En lo que respecta a los libros, resulta hoy tan apropiada como entonces una apreciación hecha hace unos 3.000 años: “El hacer muchos libros no tiene fin, y el aplicarse mucho a ellos es fatigoso a la carne”. (Eclesiastés 12:12.)
Pero aparte de esta proliferación de libros, ¿existe alguno que sea tan valioso e importante entre todos los demás libros que se destaque como el libro que todos debiéramos leer? ¿Hay alguno que trascienda las barreras nacionales, culturales y lingüísticas, y que pueda ser considerado el libro para toda la humanidad?
Lo que uno debe leer no es una cuestión de interés meramente académico porque, a fin de cuentas, lo que leemos influye en nuestro modo de pensar, nuestros valores y nuestro juicio de las cosas. Esta es una cuestión que ha acaparado la atención de educadores, padres y otras personas, tanto en el pasado como en el presente. Se han realizado numerosas encuestas en cuanto a lo que constituye el tipo de lectura básica que debe hacerse, y los resultados han sido sumamente reveladores.
La elección de los expertos
Hacia el año de 1890, un editor planteó esta cuestión ante muchos de los literatos más prestigiosos de la época. Él les pidió que indicaran cuáles eran los libros que ellos consideraban más importantes. ¿El resultado de aquella encuesta? Según informó una obra de referencia, “los favoritos, por abrumadora mayoría, según estos literatos del siglo XIX, fueron la Biblia, las obras de Shakespeare y las obras de Homero”. El mismo informe añade: “Este cuadro de honor permanecería hoy prácticamente inalterable”.
Encuestas más recientes concuerdan con esta conclusión. Por ejemplo, en septiembre de 1982 la revista Time publicó la respuesta de ocho destacados profesores, historiadores y bibliotecarios a la pregunta: “¿Qué cinco libros debería leer toda persona educada?”. Aunque el acuerdo no fue unánime entre estos expertos, cinco de los ocho —una clara mayoría— incluyeron la Biblia entre sus recomendaciones. En una encuesta similar, según informa la revista Psychology Today, “de 165 libros referidos, la Biblia alcanzó el mayor número de votos: 15. No hubo ningún otro libro que se le acercara”.
De particular interés fueron los resultados obtenidos por un sondeo llevado a cabo por el periódico The Korea Times, a fin de determinar cómo ven los no cristianos del país a las iglesias cristianas. El periódico indicó: “Los resultados del sondeo pusieron de manifiesto que los cristianos, al comparárseles a los no cristianos, son más egoístas, más apegados al dinero y menos conscientes”. Sin embargo, el informe añadió: “Prescindiendo de que no comparten la misma fe, el 70% de los encuestados valoró altamente la grandeza de la Biblia”.
La máxima elección
Se podrían citar muchos sondeos y encuestas similares en las que una y otra vez la Biblia ha sido escogida como el libro que se destaca muy por encima de todos los demás. Por diversas razones ha demostrado ser la elección máxima entre los libros del pasado y del presente, de oriente a occidente.
Pero es más importante preguntar: ¿Cuál es su punto de vista? Si usted vive en un país occidental, ¿opina usted acaso que la Biblia ya no está al día con nuestro mundo científico moderno y que es de poco valor para hacer frente a los problemas de nuestro tiempo? Si usted vive en un país oriental, ¿ve usted la Biblia como un libro occidental y por lo tanto de poca importancia para usted? O, ¿contiene la Biblia un mensaje que toda persona hoy necesita oír? ¿Puede la Biblia hacer frente a los problemas con que la gente se encara hoy? ¿Es realmente un libro para toda la humanidad?
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La Biblia... un libro para toda la humanidadLa Atalaya 1986 | 15 de abril
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La Biblia... un libro para toda la humanidad
“¡MIREN!, una gran muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono.”
¿Qué clase de muchedumbre es esta? Y, ¿qué es lo que hacen?
El relato añade: “Había ramas de palmera en sus manos. Y siguen clamando con voz fuerte, y dicen: ‘La salvación se la debemos a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero’”. No, no es una chusma violenta reclamando algo o manifestándose por alguna causa. Más bien, es una muchedumbre feliz y gozosa que acaba de pasar por una experiencia sumamente regocijante. “Éstos son los que salen de la gran tribulación [...] Ya no tendrán hambre ni tendrán más sed, [...] y Dios limpiará toda lágrima de los ojos de ellos.”
Un mensaje para toda la humanidad
La representación de esa “gran muchedumbre” internacional se encuentra en el último libro de la Biblia, Revelación, en el Rev capítulo 7, versículos 9 al 17. De una manera gráfica, nos ofrece una vista anticipada del tiempo cuando la humanidad ya no esté dividida por diferencias raciales, de idiomas y nacionalidades, sino que estará unida en paz y armonía y disfrutará de verdadera libertad del temor y la miseria. Este es, en esencia, el mensaje incomparable que la Biblia ofrece a toda la humanidad.
‘Pero —puede que usted pregunte— ¿en qué sentido es ese mensaje incomparable? ¿No ha estado la gente por todo el mundo hablando acerca de la paz y la unidad?’ Sí, así es. Pero en esta era de tensión internacional, agravada por las luchas políticas, raciales, económicas y religiosas, ¿qué persona en su sano juicio no estaría preocupada por la paz mundial? No obstante, mucho antes de que llegaran a existir tales luchas internacionales y mucho antes de que la supervivencia de la humanidad fuese siquiera una cuestión de interés general, la Biblia ya había hecho referencia al tiempo en que toda la humanidad disfrutaría de paz y unidad bajo un solo gobierno, el Reino de Dios.
Una visión global desde sus comienzos
Desde el mismo principio, la Biblia ofrece una visión global del mundo en relación con el futuro de la humanidad. El primer mandato que el Creador, Jehová Dios, dio a Adán y Eva fue: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla”. (Génesis 1:28.) Adán y Eva no serían antepasados de una raza o nación en particular. Más bien, llegarían a ser los progenitores de la raza humana. El apóstol Pablo confirmó este hecho cuando expuso el mensaje de la Biblia ante los griegos en Atenas. Él les dijo que Dios “hizo de un solo hombre toda nación de hombres, para que moren sobre la entera superficie de la tierra”. (Hechos 17:26.)
Ha de admitirse que el concepto de una entera raza humana en la que todos son hermanos estaba muy adelantado con relación al pensamiento común de la gente. Aun hoy, a pesar de todo lo que se ha dicho sobre la paz mundial y la hermandad, ¿no es cierto que el prejuicio racial y el nacionalismo aún se cuentan entre los factores divisivos más fuertes que plagan a la humanidad? Sin embargo, la Biblia trasciende estas barreras y otras. Se dirige a gente de todas las naciones como a una gran familia y habla de la Tierra como de un inmenso hogar para la entera raza humana. En este sentido, es verdaderamente un libro para toda la humanidad.
La perspectiva de que la entera raza humana viviera sobre la Tierra como una familia feliz, se hubiera realizado si Adán y Eva hubieran permanecido obedientes a Jehová Dios. Pero no fue así. La Biblia nos dice: “Por medio de un solo hombre [Adán] el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado”. (Romanos 5:12.)
A la luz de estos hechos, no hay raza o nación que sea superior o inferior a ninguna otra. A este respecto, la Biblia se dirige a toda la humanidad sin prejuicio ni favoritismo. Dice sencillamente: “Todos han pecado y no alcanzan a la gloria de Dios”. (Romanos 3:23.) Aunque en determinados lugares haya personas en mejores condiciones económicas y mejor educadas, ¿no es cierto que dondequiera que miramos vemos a la gente enfrentándose a los mismos problemas básicos: enfermedad, edad avanzada, imperfección y muerte?
Una promesa para el beneficio de toda la humanidad
Aunque la condición humana ha llegado a ser desesperada, no se nos ha dejado sin esperanza. En el momento crítico, Jehová intervino con una promesa. Dios le dijo a Abrahán: “Mediante tu descendencia ciertamente se bendecirán todas las naciones de la tierra”. (Génesis 22:18.) Esta promesa, dicho sea de paso, ha sido aceptada por tres de las principales religiones del mundo —el judaísmo, el cristianismo y el islamismo— como parte de sus creencias. Solo la Biblia revela el desarrollo de esta promesa al registrar los tratos de Jehová Dios con Abrahán y sus descendientes, lo que incluye a la antigua nación de Israel.
Pero aquí es donde muchas personas levantan una objeción. Opinan que este es un caso típico de favoritismo nacionalista o prejuicio. Basándose en esto, descartan la Biblia o, al menos, gran parte de las Escrituras Hebreas por considerarlas meramente como el registro de una tradición tribal. Pero ¿es este un razonamiento bien fundado? ¿Por qué mostró Jehová tal confianza en Abrahán y le hizo a él la promesa?
La Biblia explica: “‘Abrahán puso fe en Jehová, y le fue contado por justicia’, y vino a ser llamado ‘amigo de Jehová’”. (Santiago 2:23.) Es de interés destacar que el libro sagrado del islam, el Corán, también dice que la razón por la cual Dios aceptó a Abrahán como amigo fue debido a su fe. “¿Quién tiene mejor religión que aquel que se somete enteramente a Alá? Aquel practicará lo que es bueno (en beneficio de otros) y seguirá la fe de Ibrahim [Abrahán], el recto, a quien Alá tomó como amigo.” (Holy Qur’an, [el Corán], SURA IV, versículo 125, traducido al inglés por M. H. Shakir.)
¿Qué hay de los israelitas? Más de 400 años después que Dios le hiciera a Abrahán la promesa, Moisés les dijo: “No porque ustedes fueran el más populoso de todos los pueblos les mostró Jehová afecto de modo que los escogiera, porque eran el más pequeño de todos los pueblos. Antes bien, por amarlos Jehová, y por guardar la declaración jurada que había jurado a sus antepasados”. (Deuteronomio 7:7, 8.)
Por consiguiente, no se debió a que Abrahán o los israelitas fuesen una raza o nación superior o, de algún modo, mejor que otros pueblos. Más bien, fue debido a que Dios les mostró amor y bondad inmerecida sobre la base de fe y buenas obras. El apóstol Pedro expresó este punto de vista al decir: “Dios no es parcial, sino que, en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto”. (Hechos 10:34, 35.)
Así, aunque por un tiempo Jehová Dios trató exclusivamente con la nación de Israel, él realmente tenía en perspectiva el bienestar de toda la humanidad. Sus tratos con el pueblo de Israel no se han registrado en la Biblia con el fin de promover un espíritu de nacionalismo o de elevar una nación sobre otra. Más bien, “todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción, para que mediante nuestro aguante y mediante el consuelo de las Escrituras tengamos esperanza”. (Romanos 15:4.) En efecto, estos acontecimientos destacan el amor de Dios y su paciencia al ir configurando la esperanza por medio de la cual toda la humanidad podrá estar unida de nuevo en paz y armonía. ¿Cómo se realizará esta esperanza?
Una administración para la paz
Pablo explicó: “Es según su beneplácito que él [Dios] se propuso en sí mismo para una administración al límite cabal de los tiempos señalados, a saber: reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas en los cielos y las cosas en la tierra”. (Efesios 1:9, 10.) ¿Qué “administración” es esta?
El término “administración” se traduce del griego oikonomía, que básicamente significa “administrar una casa”. En consecuencia, aunque la humanidad está dividida en sentido político, racial, económico y religioso, Dios se ha propuesto eliminar estos poderes divisivos y reunir de nuevo a toda la humanidad obediente por toda la Tierra como una familia feliz. ¿Cómo hará Dios esto? Él lo llevará a cabo por medio del Reino Mesiánico en manos de su Hijo Jesucristo. (Véase Daniel 2:44; Isaías 9:6, 7.)
Hoy día, en medio de la tensión global y los problemas, millones de personas alrededor de la Tierra han respondido al mensaje bíblico sobre paz y armonía. Estas personas corresponden a la incontable “gran muchedumbre” descrita en el libro de Revelación. En sentido simbólico, ellos ya están ondeando ramas de palma delante del trono de Dios y rindiendo alabanza y sumisión al “que está sentado en el trono”, Jehová Dios, “y al Cordero”, Jesucristo. (Revelación 7:9, 10.)
¿Le parece atractivo este mensaje? Prescindiendo de su raza, nacionalidad o lengua, por medio de investigar y aceptar el mensaje de la Biblia ahora, usted puede unirse a la “gran muchedumbre” internacional. Junto con ellos, usted podrá declarar confiadamente: “Hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa [la de Dios], y en éstos la justicia habrá de morar”. (2 Pedro 3:13.)
¡No cabe duda, la Biblia puede ser el Libro para usted!
[Ilustración en la página 5]
Adán y Eva fueron los progenitores de la raza humana
[Ilustración en la página 7]
Abrahán, quien dejó su ciudad natal, alcanzó el favor divino por medio de fe y buenas obras
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