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Automedicarse: beneficios y riesgos¡Despertad! 1998 | 8 de julio
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Automedicarse: beneficios y riesgos
De nuestro corresponsal en Brasil
“EL MERCADO de la automedicación se halla en auge en el mundo entero”, afirma el presidente de una gran compañía farmacéutica. Y añade: “La gente desea tener el control sobre su propia salud”. Aun así, ¿existen riesgos que debamos conocer?
Las medicinas, bien empleadas, son una fuente innegable de alivio. Tan solo la insulina, los antibióticos y las baratas y sencillas sales de rehidratación oral salvan un sinnúmero de vidas. El problema de la automedicación radica en determinar cuándo superan los beneficios a los riesgos.
Hay que reconocer que en algunos países la asistencia sanitaria de calidad se halla muy lejos o es muy cara. De ahí que muchos ciudadanos se informen sobre remedios a través de sus amigos y familiares o de libros de autoayuda. Además, “las campañas de publicidad transmiten la idea de que es posible gozar de salud y bienestar adquiriendo una simple cápsula”, menciona Fernando Lefèvre, profesor de la Universidad de São Paulo (Brasil).a Así pues, muchos recurren a los fármacos para superar los efectos del exceso de trabajo, la mala nutrición o incluso problemas emocionales leves. Lefèvre agrega: “En vez de mejorar la calidad de vida, buscan en las estanterías de la farmacia la solución a sus problemas”. ¿Y quién dice que el paciente no vaya a dar con el diagnóstico acertado?
Pero no solo se recurre a los medicamentos para tratar los dolores de cabeza, la hipertensión, el malestar estomacal y así por el estilo; algunos combaten con ellos la ansiedad, el temor y la soledad. “La gente va al médico porque cree que una pastilla le solucionará el problema”, señala el doctor André Feingold. Luego añade: “Los propios profesionales de la salud tienden a recetar fórmulas y recomendar una infinidad de exámenes. No hay preocupación por conocer el historial del paciente, que la mayoría de las veces lleva una vida caótica, estresante y nada saludable”. Además, Romildo Bueno, del Consejo Mundial para la Prevención del Abuso de los Psicofármacos (sustancias que modifican la percepción o el comportamiento), dice: “El tiempo para atender al paciente es reducido, por lo que el médico se libra de este tratando solo los síntomas”. El empleo de fármacos “es la medicación [como solución] de los problemas sociales”. Sin embargo, otro facultativo advierte que en el caso de muchos pacientes es muy necesario prescribirles psicofármacos.
Tras analizar la “Moda del Prozac”, el diario brasileño O Estado de S. Paulo dice: “El que un remedio se ponga de moda, como si se tratara de un nuevo corte de pelo [...], es, como mínimo, extraño”. Luego hace esta cita del psiquiatra Arthur Kaufman: “La falta de perspectiva y de sentido en la vida crea un fenómeno que hace del medicamento eficiente la salvación de todos los males”. Kaufman añade: “El ser humano está cada vez más preocupado por la inmediatez, y así, perdido ya el interés por las causas de sus problemas, prefiere resolverlos con una píldora”. Pero ¿es prudente medicarse uno mismo?
¿Es peligrosa la automedicación?
“Una característica muy destacada de la medicina del siglo XX es la elaboración de nuevos fármacos”, señala The New Encyclopædia Britannica. Pero añade: “Es probable que los medicamentos acarreen más intoxicaciones que cualquier otra sustancia”. En efecto, pueden sanar, pero también hacer daño. Por ejemplo, los anorexígenos (preparados para reducir el apetito) “actúan en el sistema nervioso y por ello a veces desencadenan síntomas adversos, como cambios de conducta, insomnio [...] y en algunos casos hasta alucinaciones”, explica la escritora Cilene de Castro. Luego agrega: “Se equivoca quien piensa que los anorexígenos actúan únicamente como inhibidores del apetito. Una cápsula puede ser el inicio de un círculo vicioso, repleto de remedios que se contrarrestan entre sí”.
Muchos fármacos comunes ocasionan irritación estomacal e incluso náuseas, vómitos y hemorragias. Algunos son adictivos o perjudiciales para los riñones y el hígado.
Hasta ciertos productos dietéticos populares suscitan sospechas. “La moda de los suplementos vitamínicos es extremadamente peligrosa”, señala el doctor Efraim Olszewer, presidente de una asociación médica brasileña. Luego añade: “No solo se está automedicando la población, sino que hay facultativos mal preparados que hacen las prescripciones aleatoriamente, sin sopesar los riesgos”. Sin embargo, otro doctor señala que los suplementos vitamínicos, en las dosis adecuadas, pueden ser necesarios o útiles a la hora de tratar algunas enfermedades y carencias.
Cómo emitir un autodiagnóstico seguro
Dado que no podemos ir al médico cada vez que nos sentimos mal, la educación sanitaria y la automedicación racional es útil para toda la familia. Pero antes de tomar fármacos es esencial realizar un autodiagnóstico acertado. Si uno no tiene cerca a un médico o si la consulta le resulta inasequible, le será más fácil atinar en el diagnóstico examinando un buen libro de consulta médico. Por ejemplo, la American Medical Association edita una guía médica familiar con 183 páginas de cuadros sintomáticos que guían al paciente mediante una serie de preguntas que se contestan con un sí o un no. Dicho proceso de eliminación suele permitir el diagnóstico de la afección.
Ahora bien, ¿cuál es la función del médico? ¿Cuándo debemos procurar ayuda profesional? ¿Cómo evitar los extremos en materia de salud: la inquietud excesiva y la negligencia? En un mundo donde abundan las enfermedades de todo tipo, incluidas las psicosomáticas, ¿cómo podemos mantenernos relativamente sanos?
[Nota]
a En muchas naciones ha aumentado recientemente la cantidad de anuncios al consumidor sobre fármacos obtenibles exclusivamente con receta médica, pese al rechazo de esta táctica por parte de muchos doctores y organismos sanitarios.
[Comentario de la página 4]
“No hay preocupación por conocer el historial del paciente, que la mayoría de las veces lleva una vida caótica, estresante y nada saludable.”—Doctor André Feingold
[Recuadro de la página 4]
Los remedios herbarios caseros
Desde hace milenios, muchas culturas han tratado los males con remedios herbarios sacados de los campos y bosques. Hasta muchos medicamentos modernos se elaboran a partir de plantas, como la digital, que se emplea para las cardiopatías. Penelope Ody, del Instituto Nacional de Herbolarios Médicos del Reino Unido, señala que su libro “incluye más de 250 remedios caseros eficaces contra una amplia gama de trastornos habituales, desde los dolores y las molestias más comunes [como catarros, toses y dolores de cabeza] hasta las varices, desde los problemas de la piel hasta el estrés”. También abarca terapias especiales para, por ejemplo, las enfermedades digestivas o las infantiles.
Escribe: “El uso de plantas medicinales siempre ha sido considerado la ‘medicina del pueblo’. Se trata de remedios sencillos que pueden utilizarse en casa para trastornos menores, o para complementar medicamentos más potentes prescritos por profesionales para trastornos agudos y crónicos”. Luego prosigue: “Aunque la mayor parte de las hierbas son intrínsecamente muy seguras hay que tratarlas con respeto. Nunca deben excederse las dosis recomendadas o seguir empleando remedios caseros si la situación es persistente, empeora, o si el diagnóstico es dudoso” (Las plantas medicinales, de The Herb Society).
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Cómo tener buena salud¡Despertad! 1998 | 8 de julio
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Cómo tener buena salud
LOS tratamientos son un tema de conversación habitual. Diríase que casi todos los amigos y vecinos cuentan con su remedio predilecto para cada afección. Es comprensible, pues, que la tentación de automedicarse sea muy grande. De hecho, hay quienes “solo van al médico cuando se hallan en estado crítico”, señala una doctora brasileña, que luego añade: “Algunos presentan lesiones cutáneas que no cicatrizan, pese a haberse automedicado por meses. Cuando visitan al doctor, descubren que era un cáncer que debería haberse tratado desde el mismo principio”.
Puesto que el diagnóstico precoz salva muchas vidas, la dilación a veces se paga cara. “Una señora de 30 años —explica un cirujano— presentaba retraso menstrual y dolor moderado en el hipogastrio; se automedicó intensamente con analgésicos y antiinflamatorios y remitió el dolor. Al cabo de tres días sufrió un choque hemorrágico y fue llevada aprisa al hospital, donde la operé inmediatamente, pues le diagnostiqué embarazo tubárico. Se salvó por muy poco.”
Una joven de São Paulo creía estar anémica, cuando lo que tenía era insuficiencia renal crónica. Al haberse demorado el tratamiento, no quedó más opción que hacerle un trasplante. El facultativo que la atendió comenta: “Muchas veces el paciente se resiste a ir al médico, se automedica o emplea otros medios que le recomiendan profanos en la materia, y termina con un cuadro grave”.
Es patente que no debemos restar importancia a las señales del cuerpo. Pero ¿cómo evitar obsesionarnos con las terapias o con la automedicación? Pues bien, se define salud como “estado de completo bienestar físico, mental y social” y “estado de un ser orgánico exento de enfermedades”. Y cabe mencionar que hoy se reconoce que la mayoría de las afecciones son prevenibles a mayor o menor grado. “Lejos de estar mal hechos —señala el doctor Lewis Thomas—, somos organismos asombrosamente fuertes, duraderos, saludables.” Así pues, en vez de ‘ser hipocondríacos sanos que se mueren de preocupación’, hemos de cooperar con el cuerpo y con sus extraordinarias virtudes autocurativas y, si es necesario, pedir ayuda a un médico o profesional competente.
Cuándo solicitar ayuda médica
De acuerdo con un facultativo brasileño, se precisa asistencia profesional “si existen ciertos síntomas —como fiebre, cefaleas, vómitos, o dolores abdominales, torácicos o pélvicos— que no ceden ante fármacos simples, recurren a menudo, sin causa aparente, y también si el dolor es agudo y muy intenso”. Otro doctor recomienda tal ayuda si uno no está seguro de cómo tratar los síntomas, o si cree que hay algo distinto a otras ocasiones. Y añade: “Generalmente, cuando los enfermos son los hijos, los padres prefieren acudir a un profesional de la salud, en vez de medicarlos por su cuenta”.
Pero ¿serán indispensables los fármacos? ¿Tendrán contraindicaciones? ¿Conllevarán efectos secundarios, como irritación estomacal y daños hepáticos o renales? ¿Interactuarán con otros medicamentos? “Pocos pacientes saben analizar sus problemas con frialdad, o siquiera con lógica”, señala The New Encyclopædia Britannica. Pero el profesional competente nos indicará que todo fármaco es potencialmente dañino y que hay pocos que estén libres de efectos secundarios, como observaremos leyendo la etiqueta del próximo que nos receten. Hasta los productos que se expenden sin receta pueden ser nocivos, y aun letales, si se emplean mal o en sobredosis.
En un informe de Richard A. Knox para The Boston Globe se hace hincapié en la prudencia: “Un equipo de investigadores de la Universidad de Stanford sostiene que millones de artríticos que toman a diario analgésicos corren el riesgo de sufrir hemorragias repentinas potencialmente letales”. Y prosigue: “Señala que la combinación de analgésicos con antiácidos, o con los populares comprimidos que inhiben la secreción gástrica, no protege de complicaciones estomacales graves, e incluso puede agravarlas”.
¿Qué hay de la automedicación común? Un doctor de Ribeirão Prêto (Brasil) dice: “Estimo muy beneficioso que todos tengan una pequeña farmacia doméstica [...]. Con todo, los medicamentos deben emplearse con criterio y buen juicio” (véase el recuadro de la página 7). Además, la educación sanitaria básica favorece una mejor calidad de vida. Dado que cada individuo es diferente, ¡Despertad! no respalda fármacos, terapias ni remedios naturales.
¿Qué puede hacer usted para estar sano?
“Los mejores médicos del mundo son: el doctor dieta, el doctor reposo y el doctor alegría”, escribió Jonathan Swift en el siglo XVIII. En efecto, la dieta equilibrada, el buen descanso y la satisfacción son esenciales para estar saludable. Sin embargo, pese a las astutas afirmaciones publicitarias, no bastan los fármacos para gozar de buena salud. “El consumo innecesario y hasta peligroso de medicamentos” puede debilitar el sistema inmunológico (Dicionário Terapêutico Guanabara).
Ahora bien, cuando nos responsabilizamos de nuestra vida y rehuimos la droga, el tabaco, la inmoderación en la bebida y el estrés excesivo, mejora grandemente nuestro bienestar. Marian, sexagenaria que lleva muchos años de misionera en Brasil, dice: “Estoy bastante sana por haber vivido con templanza, con una alimentación buena y variada”. Y añade: “Como me gusta madrugar, tengo que acostarme temprano”. No hay que olvidar el sentido común, los buenos hábitos, los reconocimientos periódicos y la comunicación franca con un buen médico de cabecera.
Aunque Marian desea seguir sana, evita tanto la negligencia como la obsesión. Dice: “Le pido a Jehová que me guíe al tomar decisiones en materia de salud, para lograr los mejores resultados a largo plazo sin dedicar demasiado tiempo y dinero a tratamientos”. Y añade: “Ya que es esencial la actividad física, le ruego que me ayude a ser razonable al emplear el tiempo y las energías, de modo que ni me descuide ni me exceda”.
Para ser felices de verdad no podemos cerrar los ojos al futuro. Aun si gozamos de cierta salud, afrontamos enfermedades, dolor, sufrimiento y finalmente la muerte. ¿Hay esperanzas de disfrutar en el futuro de salud perfecta?
[Recuadro de la página 6]
Los beneficios de cuidarse con equilibrio
La salud depende a buen grado de lo que ingerimos. Al igual que un motor se acaba estropeando si funciona con gasolina aguada o azucarada, nuestra salud se arruinará si nos mantenemos con comidas y bebidas poco nutritivas. En el mundo de la informática se alude a una situación análoga con el término GIGO, formado con las iniciales de garbage in, garbage out, o sea, “mete basura y sacarás basura”.
La doctora Melanie Mintzer, profesora de Medicina Familiar, explica: “Existen tres tipos de pacientes: el que consulta al médico lo que él mismo podría solucionar sin dificultad en casa, el que emplea bien el centro de salud, y el que no recurre al doctor ni siquiera cuando debiera. El primero le roba tiempo al médico y pierde su propio tiempo y dinero. El tercero pone en peligro su vida al demorar el tratamiento profesional que precisa. El facultativo desearía que hubiese más gente del segundo tipo.
”Las siete claves para tener una salud óptima son: comer y beber bien, hacer ejercicio periódicamente, no fumar, descansar lo necesario, dominar el estrés, mantener relaciones sociales estrechas y adoptar las debidas precauciones para evitar enfermedades y accidentes.” (Before You Call the Doctor—Safe, Effective Self-Care for Over 300 Medical Problems [Antes de llamar al médico: Autocuidado eficaz para más de trescientas afecciones], de la doctora Anne Simons, Bobbie Hasselbring y Michael Castleman.)
[Recuadro e Ilustraciones de la página 7]
El botiquín casero
“Se calcula que el adulto sano desestima un 90% de los síntomas —dolor, indisposición, hematomas y otras señales de malestar o enfermedad— y no los menciona. [...] A menudo emplea un remedio rápido, como tomar dos aspirinas para el dolor de cabeza.
”En muchos casos, esta actuación es posible gracias al botiquín doméstico, que ahorra un sinnúmero de desplazamientos costosos al médico o al hospital.” (Complete Home Medical Guide [Guía médica casera], The Columbia University College of Physicians and Surgeons.)
Según esta obra, debe incluir apósitos adhesivos (tiritas o curitas), esparadrapo, gasa estéril, algodón, vendas, ungüentos y cremas, alcohol, tijeras, un termómetro oral y otros artículos prácticos.
Los medicamentos sugeridos son: pastillas antifebriles y analgésicas, antiácidos, jarabe, un antihistamínico descongestionante, un laxante suave y antidiarreicos.
[Recuadro de la página 8]
Unas palabras de advertencia
“Las medicinas obtenibles sin receta son fármacos reales. Al igual que las que prescribe el médico, no deben combinarse con ciertos medicamentos y alimentos, ni con el alcohol. Pueden, así mismo, ocultar problemas graves y crear dependencia, y a veces no deben reemplazar la visita al médico.
”Con todo, la mayoría son seguras y eficaces [...]. Cumplen bien su función.” (Using Medicines Wisely [El buen uso de los medicamentos].)
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