-
“Ahora todo depende de Mia y de JehovᔡDespertad! 1995 | 22 de febrero
-
-
Los médicos decidieron utilizar un tratamiento alternativo. Me extrajeron plasma de la sangre con el fin de eliminar los anticuerpos que estaban atacando las células sanguíneas y los tejidos renales. Luego me pusieron inyecciones de solución de Ringer con albúmina. Ya había hablado de este tratamiento con los médicos y les había dado autorización escrita para que me lo administraran.a Pese a todo, mi estado empeoró. Di permiso también para que me trataran con inmunoglobulinas, pero en ese momento no lo hicieron.b
-
-
“Ahora todo depende de Mia y de JehovᔡDespertad! 1995 | 22 de febrero
-
-
Entretanto, el Comité de Enlace con los Hospitales, de los testigos de Jehová, estaba haciendo todo lo posible por obtener más información sobre el tratamiento del lupus. La sucursal noruega de nuestra organización nos envió un artículo publicado en una revista médica; en él se contaban dos casos complicados de mujeres jóvenes con lupus eritematoso sistémico a las que se les había administrado inmunoglobulinas con éxito. En una reunión con los médicos, mis padres les pidieron que leyeran el artículo para ver si la información podía ser de utilidad en mi caso. Hubo opiniones dispares al respecto. A algunos les preocupaba, por ejemplo, la poca información existente sobre los efectos secundarios de dicho tratamiento.
-
-
“Ahora todo depende de Mia y de JehovᔡDespertad! 1995 | 22 de febrero
-
-
En ese punto los médicos accedieron a ponerme inyecciones intravenosas de inmunoglobulinas. Del 9 al 11 de octubre me dieron dosis diarias de 6 gramos.
-
-
“Ahora todo depende de Mia y de JehovᔡDespertad! 1995 | 22 de febrero
-
-
Se reanudó la terapia. Me administraron eritropoyetina y dextrán-hierro por vía intravenosa, así como dos dosis diarias de inmunoglobulinas. La enfermedad iba remitiendo lentamente. El 16 de octubre tenía el nivel de hemoglobina en 2,6, y el 17 en 3,0. Seguí mejorando, y el 12 de noviembre me dieron de alta del hospital con una concentración de hemoglobina de 8,0.
No sabemos con seguridad qué detuvo la destrucción de los glóbulos rojos ni por qué aumentó tan deprisa el recuento sanguíneo. Las inyecciones de inmunoglobulinas, eritropoyetina y dextrán-hierro sin duda desempeñaron un papel importante. A principios de mayo de 1992 tenía una concentración normal de hemoglobina de 12,3, y desde entonces se ha mantenido en niveles normales.
Ahora sigo un tratamiento que controla la enfermedad, así que me siento bien.
-
-
“Ahora todo depende de Mia y de JehovᔡDespertad! 1995 | 22 de febrero
-
-
a En esta técnica, conocida como plasmaféresis, la sangre circula por vía externa. Cada persona debe guiarse por su conciencia para decidir si lo acepta o no, como se mostró en La Atalaya del 1 de marzo de 1989, páginas 30 y 31.
b La decisión de usar inmunoglobulinas, que contienen una fracción mínima de sangre, debe tomarla cada persona basándose en su conciencia, como se mostró en La Atalaya del 1 de junio de 1990, páginas 30 y 31.
-