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      Ilustración de la página 30

      Para obtener el máximo provecho de su estudio, prepare el corazón

      Cuando usted va a estudiar, dispone ante sí la Biblia, las publicaciones que piensa emplear, un lápiz o bolígrafo, y tal vez un cuaderno de notas. Sin embargo, ¿prepara su corazón? La Biblia nos dice que Esdras “había preparado su corazón para consultar la ley de Jehová y para ponerla por obra y para enseñar en Israel disposiciones reglamentarias y justicia” (Esd. 7:10). ¿Qué está implicado en preparar el corazón?

      La oración hace que abordemos el estudio de la Palabra de Dios con la actitud apropiada. Deseamos que el corazón, lo más recóndito de nuestro ser, absorba la educación que Jehová nos imparte. Antes de cada sesión pídale a Dios el respaldo de su espíritu (Luc. 11:13). Ruéguele que le conceda comprender el significado de lo que estudie, su vinculación con el propósito divino, su utilidad para distinguir el bien del mal, la forma en que debe aplicar Sus principios y el efecto que tiene la información en su relación con Él (Pro. 9:10). Al estudiar, “siga pidiéndole a Dios” sabiduría (Sant. 1:5). Evalúese honradamente a la luz de lo aprendido y solicite la ayuda del Creador para erradicar las ideas erróneas o los malos deseos. Nunca olvide ‘responder a Jehová con acción de gracias’ por todo lo que nos revela (Sal. 147:7). Si acompañamos el estudio con oración, se estrechará nuestra amistad con Jehová, pues nos sentiremos impulsados a obedecer lo que él nos dice en su Palabra (Sal. 145:18).

      Tal receptividad diferencia a los siervos de Jehová de otros estudiantes. Quienes carecen de devoción piadosa son aficionados a cuestionar lo que está escrito, una actitud que nosotros no tenemos, pues confiamos en Jehová (Pro. 3:5-7). Si no entendemos algo, no caemos en la presunción de concluir que debe haber un error, sino que, al tiempo que esperamos en Dios, indagamos las respuestas (Miq. 7:7). Como Esdras, nuestro objetivo es practicar y enseñar lo que aprendemos, y con esta disposición de corazón obtenemos abundantes recompensas del estudio.

      Cómo estudiar

      En vez de empezar por el párrafo 1 y avanzar hasta el final, mire primero brevemente todo el artículo o capítulo. Comience analizando de qué manera plantea el título el tema de estudio. Acto seguido, observe con atención la relación entre los subtítulos y dicho tema. Fíjese en las ilustraciones, tablas o recuadros de repaso que acompañan al texto. Entonces pregúntese: “En vista de lo observado hasta ahora, ¿qué voy a aprender, y de qué me servirá?”. Así dará orientación al estudio.

      Ilustración de la página 30

      Familiarícese con las fuentes de información disponibles en su idioma

      A continuación establezca las ideas fundamentales. En los artículos de estudio de La Atalaya, así como en algunos libros, aparecen preguntas a pie de página. Es provechoso señalar las respuestas al ir leyendo los párrafos. Incluso si no hay preguntas de ese tipo, puede marcar los puntos importantes que desee recordar. Si alguna idea es nueva para usted, dedíquele un poco más de tiempo para asegurarse de comprenderla bien. Esté pendiente de las ilustraciones o líneas argumentales que podría utilizar en el ministerio del campo o en algún discurso que tenga asignado. Piense en personas cuya fe se fortalecería si compartiera la información con ellas. Marque los puntos que se propone usar y repáselos al final del estudio.

      Busque las citas bíblicas según vaya avanzando, y determine cómo se relacionan con la idea central del párrafo.

      Es posible que haya aspectos que le cueste comprender o que le gustaría indagar con más detalle. En vez de entretenerse en ellos, anótelos para estudiarlos en otro momento. Con frecuencia se aclararán en párrafos posteriores, pero si no es así, quizá desee investigarlos más profundamente. ¿Qué podría anotar? Por ejemplo, un pasaje bíblico del que no entienda bien su significado o su relación con el tema. O tal vez le parezca que comprende cierta idea, pero no lo suficiente como para explicarla. En lugar de pasar por alto estos puntos, es prudente que los investigue una vez termine lo que haya empezado a estudiar.

      Ilustración de la página 30

      No olvide buscar los pasajes bíblicos

      El apóstol Pablo se detuvo en mitad de su detallada carta a los cristianos hebreos para decir: “Este es el punto principal” (Heb. 8:1). ¿Hace usted de tanto en tanto una reflexión parecida mientras estudia? Considere las razones de Pablo. En los capítulos anteriores de su carta inspirada ya había mostrado que Cristo entró en el cielo mismo en calidad de gran Sumo Sacerdote de Dios (Heb. 4:14–5:10; 6:20). Sin embargo, al destacar y subrayar este punto principal al comienzo del capítulo 8, el apóstol preparó a sus lectores para reflexionar en cómo les incumbía. Señaló que Cristo se había presentado ante Dios para interceder por ellos, abriéndoles el camino de entrada a aquel “lugar santo” (Heb. 9:24; 10:19-22). La certeza de su esperanza los motivaría a seguir los demás consejos que les escribió sobre la fe, el aguante y la conducta cristiana. De igual modo nosotros, si al estudiar nos concentramos en los puntos principales, captaremos el desarrollo del tema y grabaremos en la memoria las razones de peso por las que actuar en armonía con lo expuesto.

      ¿Lo impulsará su estudio a actuar? Esta es una cuestión clave. Cuando aprenda algo, pregúntese: “¿Qué efecto debería tener esta información en mi actitud o mis metas? ¿Cómo la pondré en práctica a la hora de resolver un problema, tomar una decisión o perseguir un objetivo? ¿Cómo la utilizaré en mi vida familiar, en el ministerio del campo o en la congregación?”. Reflexione con oración en estas preguntas y piense en situaciones reales en las que podría aplicar sus conocimientos.

      Al final de un capítulo o artículo, dé un breve repaso y vea si recuerda los puntos principales y los argumentos que los apoyan, pues ello le ayudará a retener la información para usarla en el futuro.

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    • La preparación de nuestras reuniones semanales contribuirá a que las aprovechemos mejor. Hay quienes, sabiamente, han invertido algún tiempo en el estudio de publicaciones cristianas que se imprimieron antes de que aprendieran la verdad, y aun otros seleccionan varios versículos de su lectura semanal de la Biblia y los investigan más a fondo.

      ¿Y si las circunstancias no le permiten estudiar con detenimiento toda la información que se presentará en las reuniones semanales? No caiga en la trampa de prepararla apresuradamente tan solo por cumplir con ello, o peor aún, de no estudiarla en absoluto porque no le sea posible abarcarla en su totalidad. Más bien, determine cuánto puede estudiar y estúdielo bien. Hágalo todas las semanas, y con el tiempo procure incluir en su programa las demás reuniones.

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