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La puntualidad y ustedLa Atalaya 1990 | 15 de junio
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“Llegue a tiempo al trabajo; sea puntual para las reuniones; entregue los informes a tiempo”, aconseja el libro de modales Emily Post’s Etiquette. También el libro The New Etiquette (1987) dice que, en general, “el llegar tarde es mala educación”. Los autores entonces añaden: “Tampoco es correcto llegar tarde a los servicios religiosos”.
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También dio a Moisés esta instrucción acerca de las reuniones: “La entera asamblea tiene que cumplir su cita”. (Levítico 23:37; Números 10:3; 28:2.)
Después los judíos observaron “la hora en que se ofrecía el incienso”. (Lucas 1:10.) Tanto los judíos como las demás personas observaban “la hora de oración, la hora nona”. (Hechos 3:1; 10:3, 4, 30.) Y respecto a las reuniones cristianas, Pablo escribió: “Que todas las cosas se efectúen decentemente y por arreglo”. (1 Corintios 14:40.)
¿Qué hubiera requerido todo aquello de los israelitas y los cristianos primitivos? Que fueran puntuales en cuanto a sus citas, especialmente respecto a su adoración. No hay razón para pensar que Jehová esperaría menos de sus siervos de hoy.
Por qué se les hace difícil a algunos
Las actitudes respecto al tiempo varían mucho de un lugar del mundo a otro. Un misionero informa que en un pueblecito de la América del Sur su esposa a veces era la única persona que estaba en el auditorio cuando él anunciaba el cántico con que comenzaba una reunión cristiana. Pero cuando anunciaba el cántico final había hasta 70 personas.
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Ha sido solo al llegar a ser parte de la congregación cristiana y participar en sus reuniones y ministerio público cuando se ha hecho realidad para ellos lo necesario de la puntualidad. Quizás se les haga difícil corregir su viejo hábito de llegar tarde. Sin embargo, el amor a Jehová Dios y al prójimo puede mover a uno a cambiar.
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Por ejemplo, considere este consejo bíblico: “Recíbanse con gusto unos a otros, así como el Cristo también nos recibió con gusto a nosotros”. (Romanos 15:7.) Al grado que esto aplique a saludos literales, está claro que es más difícil cumplirlo si uno acostumbra llegar tarde a las reuniones. Si uno llega temprano, puede contribuir a mayor grado al espíritu amoroso, amigable y acogedor de las reuniones. Y, en realidad, uno se beneficia tanto como los demás. El llegar temprano le permite participar en el cántico y la oración de apertura... un rasgo importante de la adoración unida de la congregación. El oír el tema o título del discurso o de la reunión cuando se anuncie le ayudará a seguir mejor el desarrollo de lo presentado.
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Es preciso que desarrollemos el hábito de hacer planes de antemano, dar cabida a posibles demoras y estar dispuestos a dejar lo que estemos haciendo para atender cosas más importantes, como nuestras reuniones, el ministerio del campo y otras actividades teocráticas.
En cuanto a esto, es muy importante que haya cooperación en la familia. Se ha observado que a menudo el padre deja que sea la esposa quien prepare a la familia. Entonces él sale solo por la puerta mientras dice mirando atrás: “¡Dense prisa, o llegarán tarde!”. Jacob no era así; con actitud de cooperación “se levantó y subió a sus hijos y a sus esposas sobre los camellos” cuando llegó el tiempo de partir. (Génesis 31:17.)
Entonces, ¿cómo puede el padre ayudar a su familia? A los hijos se les puede enseñar a atender las cosas importantes con tiempo, en vez de dejar todo para última hora. Se les puede ayudar a desarrollar un sentido de responsabilidad y esmero en hacer con prontitud lo que tenga que hacerse. Como familia, consideren ejemplos bíblicos que muestren la importancia de estar listos a tiempo. (Génesis 19:16; Éxodo 12:11; Lucas 17:31.) Probablemente la mejor lección, o la más eficaz que se pueda dar, es el buen ejemplo de los padres.
Los superintendentes cristianos también pueden ayudar a la congregación por su buen ejemplo. No se les habría nombrado si no hubieran sido ‘ordenados’. (1 Timoteo 3:2.) Otros hermanos y hermanas probablemente serían más puntuales si supieran que los ancianos habrían de estar en el lugar de las reuniones para saludarlos y llevar la delantera. Por eso los superintendentes concienzudos se esfuerzan por llegar temprano al Salón del Reino para ayudar a la congregación. Se aprecia muchísimo a los siervos ministeriales que llegan temprano para saludar a sus hermanos y suministrarles lo que necesiten.
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