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RusiaAnuario de los testigos de Jehová 2008
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LA CONMEMORACIÓN
Para los siervos de Jehová, la Conmemoración de la muerte de Cristo siempre fue de primera importancia, aun en los campos de trabajos forzados. Hubo un campo de Mordvinia en el que ninguno de los hermanos se perdió ni una sola Conmemoración en todo el tiempo que estuvieron allí, y eso que, como cabría esperar, las autoridades siempre intentaban frustrar sus planes. Como la administración sabía la fecha del acontecimiento, ese día todas las unidades de guardia estaban en alerta máxima. Pero para las últimas horas de la tarde, la mayoría de los guardias ya estaban cansados de andar vigilando a los hermanos, pues nadie sabía ni el sitio ni la hora exacta en que se llevaría a cabo.
No era nada fácil para los hermanos conseguir el vino y el pan sin levadura. Una vez, el mismo día de la Conmemoración, los guardias encontraron los emblemas en un cajón durante el primer turno de vigilancia y los confiscaron. Ahora los hermanos estaban en un aprieto, pues había un participante de los emblemas. Pero entonces los guardias cambiaron de turno, y un hermano que limpiaba la oficina del comandante logró recuperar los emblemas y pasárselos a los demás sin ser visto. Aquella noche, durante el tercer turno de guardia, los hermanos celebraron la Conmemoración, con un participante.
LA CONMEMORACIÓN EN UN CAMPO DE MUJERES
Celebrar la Conmemoración en otros campos también era difícil, especialmente en un campo femenino de Kemerovo. Al respecto, Valentina Garnovskaya relata: “Éramos unas ciento ochenta hermanas en el campo. Tristemente, teníamos prohibido acercarnos unas a otras. En diez años, solo pudimos celebrar la Conmemoración dos veces. Una vez acordamos hacerlo en una de las oficinas que me tocaba limpiar. Fuimos llegando poco a poco y en secreto desde varias horas antes del momento acordado para comenzar. Unas ochenta logramos llegar al lugar. Pusimos pan sin levadura y vino tinto seco sobre el escritorio.
”Habíamos decidido empezar sin el cántico. Una hermana hizo la oración, y todo comenzó con dignidad y regocijo. Pero entonces oímos gritos y ruidos afuera: eran los capataces que nos estaban buscando. En eso vimos que alguien se asomaba por la ventana, a pesar de que estaba muy alta. ¡Era el comandante! Casi al instante oímos fuertes golpes en la puerta y unos gritos ordenándonos que abriéramos. Los capataces entraron de golpe a la oficina, tomaron de los brazos a la hermana que estaba presentando el discurso y se la llevaron a la celda de aislamiento. Al ver esto, otra hermana tomó valientemente su lugar y siguió con el discurso, pero a ella también se la llevaron. De inmediato, una tercera hermana trató de seguir con el discurso, de modo que nos llevaron a todas a otro cuarto amenazándonos con que iríamos a parar a la celda de aislamiento. Terminamos la Conmemoración de la muerte de Cristo en aquel cuarto, con un cántico y una oración.
”Cuando regresamos a la barraca, las demás prisioneras nos recibieron diciéndonos: ‘Al ver que todas ustedes habían desaparecido, pensamos que el Armagedón había llegado, que Dios se las había llevado al cielo y que a nosotras nos había dejado aquí para destruirnos’. Aquellas mujeres ya llevaban algunos años con nosotras y no habían aceptado la verdad. Pero después de lo que pasó, varias de ellas empezaron a escuchar nuestro mensaje.”
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RusiaAnuario de los testigos de Jehová 2008
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[Ilustración de las páginas 184 y 185]
Hubo un campo de Mordvinia en el que ninguno de los hermanos se perdió ni una sola Conmemoración en todo el tiempo que estuvieron allí
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