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  • “Su Padre es misericordioso”
    La Atalaya 2007 | 15 de septiembre
    • “Su Padre es misericordioso”

      “Continúen haciéndose misericordiosos, así como su Padre es misericordioso.” (LUCAS 6:36.)

      1, 2. ¿Cómo recalcó Jesús la importancia de la misericordia en las palabras que dirigió a los escribas y fariseos, así como a sus discípulos?

      MEDIANTE Moisés, Jehová dio a los israelitas una ley compuesta por seiscientas reglas y normas. Es cierto que Dios pedía que las cumplieran todas, pero también consideraba esencial que fueran misericordiosos. Así se lo indicó Jesús a los fariseos, quienes demostraban una notable falta de misericordia. En dos ocasiones tuvo que recordarles que Dios había dicho: “Quiero misericordia, y no sacrificio” (Mateo 9:10-13; 12:1-7; Oseas 6:6). Es más, hacia el final de su ministerio, les dijo: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas!, porque dan el décimo de la hierbabuena y del eneldo y del comino, pero han desatendido los asuntos de más peso de la Ley, a saber: la justicia y la misericordia y la fidelidad” (Mateo 23:23).

      2 Estas palabras dejan claro que Jesús concedía mucha importancia a la misericordia. De hecho, mandó a sus discípulos: “Continúen haciéndose misericordiosos, así como su Padre es misericordioso” (Lucas 6:36). Ahora bien, si queremos ser “imitadores de Dios” a este respecto, antes tenemos que saber en qué consiste la verdadera misericordia (Efesios 5:1). Y si además vemos los beneficios que produce esta cualidad, nos sentiremos motivados a manifestarla a mayor grado en nuestra vida.

      Misericordia con los necesitados

      3. ¿Por qué debemos fijarnos en Jehová para saber en qué consiste la verdadera misericordia?

      3 El salmista cantó: “Jehová es benévolo y misericordioso, tardo para la cólera y grande en bondad amorosa. Jehová es bueno para con todos, y sus misericordias están sobre todas sus obras” (Salmo 145:8, 9). De él también se dice que es “el Padre de tiernas misericordias y el Dios de todo consuelo” (2 Corintios 1:3). Como vemos, la misericordia —cualidad que se manifiesta tratando a los demás con compasión— es un rasgo fundamental de la personalidad de Dios. Por tanto, para saber en qué consiste la verdadera misericordia, debemos prestar atención al ejemplo y a los mandatos de Jehová.

      4. ¿Qué nos enseña Isaías 49:15 acerca de la misericordia?

      4 En Isaías 49:15, Jehová hace la siguiente pregunta: “¿Puede una esposa olvidarse de su niño de pecho, de modo que no tenga piedad al hijo de su vientre?”. En hebreo, la palabra traducida aquí “piedad” es de la misma familia que los términos “misericordioso” y “misericordias” del pasaje ya citado de Salmo 145:8, 9. En Isaías se establece una comparación entre el sentimiento que mueve a Jehová a actuar con misericordia y el tierno cariño que siente una madre por su hijo recién nacido. Cuando el bebé llora porque necesita comida o cualquier otra cosa, despierta tal compasión en la madre que ella no puede menos que ir a atenderlo. Pues bien, Jehová siente esa misma ternura por aquellos a los que muestra misericordia.

      5. ¿Cómo ilustra la historia de Israel que Jehová es “rico en misericordia”?

      5 Como vemos, la persona misericordiosa no se conforma con sentir compasión, sino que la demuestra actuando a favor de quienes necesitan ayuda. Veamos cómo actuó Jehová hace tres mil quinientos años, cuando sus siervos vivían bajo el yugo egipcio. Él le dijo a Moisés: “Indisputablemente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído el clamor de ellos a causa de los que los obligan a trabajar; porque conozco bien los dolores que sufren. Y estoy procediendo a bajar para librarlos de la mano de los egipcios y para hacerlos subir de aquella tierra a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel” (Éxodo 3:7, 8). Unos quinientos años después de aquella liberación, Jehová les recordó: “Yo fui quien hizo subir a Israel de Egipto y quien los fue librando de la mano de Egipto y de la mano de todos los reinos que los oprimían” (1 Samuel 10:18). Vez tras vez, los israelitas se metieron en graves aprietos. Aunque su penosa situación se debía a que habían desobedecido las justas normas divinas, Jehová se compadecía de ellos y acudía en su auxilio (Jueces 2:11-16; 2 Crónicas 36:15). La historia de Israel ilustra cómo responde el Dios de amor cuando sus siervos hacen frente a necesidades, peligros o dificultades. Resulta evidente que Jehová es “rico en misericordia” (Efesios 2:4).

      6. ¿Cómo imitó Jesús la misericordia de su Padre?

      6 Durante su vida en la Tierra, Jesucristo imitó a la perfección la misericordia de su Padre. Veamos, por ejemplo, cómo reaccionó cuando dos ciegos le imploraron: “¡Señor, ten misericordia de nosotros, Hijo de David!”. Aquellos hombres le estaban pidiendo un milagro: querían recobrar la vista. Pues bien, Jesús accedió a su súplica, pero no lo hizo de forma fría e impersonal: “Enternecido, Jesús les tocó los ojos, y ellos inmediatamente recibieron la vista” (Mateo 20:30-34). En efecto, eran la ternura y la misericordia lo que impulsaba a Jesús a ayudar milagrosamente a muchos ciegos, endemoniados, leprosos y padres de hijos enfermos (Mateo 9:27; 15:22; 17:15; Marcos 5:18, 19; Lucas 17:12, 13).

      7. ¿Qué nos enseñan acerca de la misericordia los ejemplos de Jehová y de Jesús?

      7 Los ejemplos de Jehová Dios y de Jesucristo nos enseñan que la misericordia abarca dos aspectos. Por un lado, implica sentir compasión, ternura y empatía por quienes necesitan ayuda. Y por otro, implica actuar para aliviarles el sufrimiento. Ambos aspectos son inseparables. Cuando la Biblia habla de la misericordia, se refiere por lo general a la expresión positiva, o activa, de esa cualidad, es decir, a las acciones a favor de quienes necesitan ayuda. Ahora bien, en el contexto de un juicio, ¿pudiera también referirse a una expresión negativa, o pasiva, de la cualidad, por ejemplo, a no tomar medidas contra una persona para castigarla?

      Misericordia con los pecadores

      8, 9. ¿Cómo demostró Dios misericordia a David cuando este pecó con Bat-seba?

      8 Analicemos lo que hizo un monarca del antiguo Israel, el rey David, cuando el profeta Natán lo censuró por su relación adúltera con Bat-seba. Muy arrepentido, David oró a Jehová: “Muéstrame favor, oh Dios, conforme a tu bondad amorosa. Conforme a la abundancia de tus misericordias, borra mis transgresiones. Lávame cabalmente de mi error, y límpiame aun de mi pecado. Pues mis transgresiones yo mismo conozco, y mi pecado está enfrente de mí constantemente. Contra ti, contra ti solo, he pecado, y lo que es malo a tus ojos he hecho” (Salmo 51:1-4).

      9 Es obvio que David estaba profundamente dolido. Jehová decidió perdonarle su pecado y no aplicar el castigo que les correspondía a él y a Bat-seba según la Ley mosaica, a saber, la pena de muerte (Deuteronomio 22:22). Así es, Jehová les perdonó la vida, aunque no los libró de todas las consecuencias de su pecado (2 Samuel 12:13). Un elemento implicado en el ejercicio de la misericordia divina es el perdón de los pecados. Sin embargo, Jehová no se retrae de aplicar el castigo debido.

      10. Aunque Jehová sea misericordioso a la hora de juzgar, ¿por qué no debemos pensar que tenemos garantizada su misericordia?

      10 La Biblia dice acerca de Adán: “Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo”. También señala que “el salario que el pecado paga es muerte”. Por tanto, todos los seres humanos merecemos la muerte (Romanos 5:12; 6:23). En vista de este hecho, ¡cuánto agradecemos que Jehová sea misericordioso al juzgarnos a los seres humanos! No obstante, no debemos confiarnos y pensar que tenemos garantizada la misericordia divina. Con referencia a Jehová, Deuteronomio 32:4 dice: “Todos sus caminos son justicia”. De modo que él nunca pasa por alto sus normas perfectas de justicia cuando ejerce misericordia.

      11. ¿Cómo demostró Jehová respeto por la justicia en el caso del pecado de David con Bat-seba?

      11 Volvamos al caso de David y Bat-seba. Para que se les cambiara la pena de muerte por una más leve, antes era necesario perdonar su pecado. Ahora bien, los jueces israelitas no tenían autoridad para hacer eso. Si Jehová les hubiera permitido encargarse del caso, no habrían tenido otra alternativa que condenar a muerte a David y a Bat-seba, pues así lo exigía la Ley. Sin embargo, por consideración al pacto que había hecho con David, Jehová quiso determinar si había base para el perdón (2 Samuel 7:12-16). De ahí que “el Juez de toda la tierra” y el único “examinador del corazón” decidiera juzgar él mismo este caso (Génesis 18:25; 1 Crónicas 29:17). Solo Dios podía leer el corazón de David, ver si su arrepentimiento era sincero y concederle el perdón.

      12. Dado que todos somos pecadores, ¿cómo podemos beneficiarnos de la misericordia divina?

      12 En nuestro caso, Jehová ha mostrado misericordia al hacer posible que nos libremos de la condena a muerte que conlleva el pecado heredado. Tal misericordia está en perfecta armonía con la justicia divina. Para poder perdonar nuestros pecados sin quebrantar sus normas de justicia, Jehová suministró el sacrificio redentor de su Hijo, Jesucristo. Sin duda, esta es la mayor demostración de misericordia de toda la historia (Mateo 20:28; Romanos 6:22, 23). Por tanto, si queremos beneficiarnos de la misericordia divina y así librarnos del castigo por el pecado heredado, es preciso que “ejer[zamos] fe en el Hijo” (Juan 3:16, 36).

      Dios de misericordia y justicia

      13, 14. ¿Puede decirse que la misericordia templa la justicia de Dios? Explique.

      13 Ahora bien, aunque la misericordia de Jehová no viola su justicia, ¿la altera de algún modo, tal vez templándola para moderar sus efectos? De ninguna manera.

      14 Mediante el profeta Oseas, Jehová dijo a la nación de Israel: “Te comprometeré conmigo para tiempo indefinido, y de veras te comprometeré conmigo en justicia y en derecho y en bondad amorosa y en misericordias” (Oseas 2:19). Estas palabras no dejan lugar a dudas: Jehová siempre ejerce su misericordia en armonía con el resto de sus cualidades, entre ellas la justicia. Él es “un Dios misericordioso y benévolo, [...] que perdona error y transgresión y pecado, pero [que] de ninguna manera dará exención de castigo” (Éxodo 34:6, 7). Así pues, Jehová es un Dios de misericordia y justicia. Refiriéndose a él, la Biblia declara: “La Roca, perfecta es su actividad, porque todos sus caminos son justicia” (Deuteronomio 32:4). Ciertamente, tanto la justicia como la misericordia de Dios son perfectas. Ninguna de estas cualidades es superior ni templa a la otra para moderar sus efectos. Más bien, ambas cualidades funcionan en perfecta armonía.

      15, 16. a) ¿Qué indica que la justicia divina no es despiadada? b) ¿Qué hará Jehová por sus siervos cuando ejecute su sentencia contra este mundo malvado?

      15 La justicia de Jehová nunca se ejerce de forma despiadada. Es cierto que, por lo general, la justicia se asocia con el ámbito legal, y el juicio se vincula con la aplicación del debido castigo a quienes desobedecen las leyes. Sin embargo, la justicia divina también implica salvación para las personas dignas de recibirla. Por ejemplo, cuando Jehová eliminó a los malvados habitantes de Sodoma y Gomorra, también salvó la vida del patriarca Lot y sus dos hijas (Génesis 19:12-26).

      16 Por lo tanto, podemos estar seguros de que, cuando Jehová ejecute su sentencia contra este mundo malvado, también salvará a la “gran muchedumbre”. Estos siervos fieles, que “han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero”, saldrán libres “de la gran tribulación” (Revelación [Apocalipsis] 7:9-14).

      ¿Por qué debemos ser misericordiosos?

      17. ¿Qué razón de peso tenemos para ser misericordiosos?

      17 No cabe duda de que los ejemplos de Jehová y de Jesucristo nos enseñan en qué consiste la verdadera misericordia. Veamos ahora una razón de peso por la que debemos ser misericordiosos. Proverbios 19:17 dice: “El que muestra favor al de condición humilde le presta a Jehová, y Él le pagará su trato”. En efecto, a Jehová le agrada mucho que lo imitemos a él y a su Hijo tratando con misericordia a nuestro prójimo (1 Corintios 11:1). Haciendo esto, también animaremos a los demás a ser misericordiosos, pues la misericordia genera misericordia (Lucas 6:38).

      18. ¿Por qué debemos esforzarnos por actuar con misericordia?

      18 La misericordia engloba otras muchas virtudes, como el amor, la generosidad y la bondad. Recordemos que son los sentimientos de compasión, ternura y empatía los que motivan las obras de misericordia. En el caso de Jehová, él demuestra misericordia siendo tardo para la cólera, teniendo paciencia con los pecadores y dándoles tiempo para arrepentirse, sin que esto suponga nunca violar sus normas de justicia (2 Pedro 3:9, 10). Como vemos, la misericordia y la gran paciencia van de la mano. En vista de las cualidades que engloba la misericordia —entre ellas algunos aspectos del fruto del espíritu—, una buena manera de cultivar todas estas valiosas cualidades es siendo misericordiosos (Gálatas 5:22, 23). De ahí la importancia de que nos esforcemos por actuar siempre con misericordia.

      “Felices son los misericordiosos”

      19, 20. ¿En qué sentido se alboroza la misericordia sobre el juicio?

      19 El discípulo Santiago explica por qué la misericordia debe ser parte esencial de nuestra vida: “La misericordia se alboroza triunfalmente sobre el juicio” (Santiago 2:13b). Santiago habla aquí de la misericordia con la que cada siervo de Jehová debe tratar a su prójimo. Pues bien, ¿en qué sentido se alboroza triunfalmente la misericordia sobre el juicio? En el sentido de que cuando el cristiano tenga que rendirle cuentas, Jehová recordará sus obras de misericordia y lo perdonará tomando como base el sacrificio redentor de su Hijo (Romanos 14:12). Sin duda, una de las razones por las que David fue tratado con misericordia cuando pecó con Bat-seba es que él mismo había sido misericordioso (1 Samuel 24:4-7). Por otro lado, “al que no practica misericordia se le hará su juicio sin misericordia” (Santiago 2:13a). No debería sorprendernos, por tanto, que la lista de individuos a los que Jehová considera “merecedores de muerte” incluya a los “despiadados”, o faltos de misericordia (Romanos 1:31, 32).

      20 En su Sermón del Monte, Jesús dijo: “Felices son los misericordiosos, puesto que a ellos se les mostrará misericordia” (Mateo 5:7). Sus palabras son muy claras y contundentes: quien quiera recibir la misericordia divina tiene que ser misericordioso. En el siguiente artículo analizaremos cómo podemos practicar la misericordia en la vida diaria.

  • ¿De qué maneras practicamos la misericordia?
    La Atalaya 2007 | 15 de septiembre
    • ¿De qué maneras practicamos la misericordia?

      “Obremos lo que es bueno para con todos, pero especialmente para con los que están relacionados con nosotros en la fe.” (GÁLATAS 6:10.)

      1, 2. ¿Qué lección sobre la misericordia contiene la parábola del buen samaritano?

      UN ESTUDIOSO de la Ley mantuvo una conversación con Jesús durante la cual le planteó la siguiente cuestión: “¿Quién, verdaderamente, es mi prójimo?”. En respuesta, Jesús le contó una parábola: “Cierto hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó entre salteadores, que lo despojaron y también le descargaron golpes, y se fueron, dejándolo medio muerto. Ahora bien, por casualidad, cierto sacerdote bajaba por aquel camino, pero, cuando lo vio, pasó por el otro lado. Así mismo, un levita también, cuando bajó al lugar y lo vio, pasó por el otro lado. Pero cierto samaritano que viajaba por el camino llegó a donde estaba y, al verlo, se enterneció. De modo que se le acercó y le vendó sus heridas, y vertió en ellas aceite y vino. Luego lo montó sobre su propia bestia y lo llevó a un mesón y lo cuidó. Y al día siguiente sacó dos denarios, se los dio al mesonero, y dijo: ‘Cuídalo, y lo que gastes además de esto, te lo pagaré cuando vuelva acá’”. Acto seguido, Jesús le preguntó a su interlocutor: “¿Quién de estos tres te parece haberse hecho prójimo del que cayó entre los salteadores?”. La respuesta que recibió fue: “El que actuó misericordiosamente para con él” (Lucas 10:25, 29-37a).

      2 La bondad del samaritano con el pobre viajero ilustra de forma muy gráfica lo que significa la verdadera misericordia. Lleno de compasión, el samaritano se enternece y hace todo lo posible por auxiliar al herido, y eso que lo considera un extranjero. En efecto, la misericordia no sabe de barreras nacionales, religiosas o culturales. Notemos ahora que, al terminar el relato del buen samaritano, Jesús le dice a su interlocutor: “Ve y haz tú lo mismo” (Lucas 10:37b). También nosotros debemos tomar en serio ese consejo y esforzarnos por ser misericordiosos con el prójimo. Ahora bien, ¿cómo podemos practicar la misericordia en nuestra vida diaria?

      Cuando hay hermanos “en estado de desnudez”

      3, 4. ¿Por qué debemos interesarnos especialmente por practicar la misericordia en la congregación?

      3 El apóstol Pablo nos dice: “Mientras tengamos tiempo favorable para ello, obremos lo que es bueno para con todos, pero especialmente para con los que están relacionados con nosotros en la fe” (Gálatas 6:10). Teniendo presentes estas palabras, veamos primero algunas de las múltiples obras de misericordia que podemos realizar a favor de nuestros hermanos en la fe.

      4 El discípulo Santiago anima a los cristianos verdaderos a tratarse con misericordia y les dice: “Al que no practica misericordia se le hará su juicio sin misericordia” (Santiago 2:13). El contexto de estas palabras inspiradas nos muestra varias maneras de practicar la misericordia. Por ejemplo, en Santiago 1:27 leemos que la “adoración que es limpia e incontaminada desde el punto de vista de nuestro Dios y Padre es esta: cuidar de los huérfanos y de las viudas en su tribulación, y mantenerse sin mancha del mundo”. Y Santiago 2:15, 16 nos dice: “Si un hermano o una hermana están en estado de desnudez y carecen del alimento suficiente para el día, y sin embargo alguno de entre ustedes les dice: ‘Vayan en paz, manténganse calientes y bien alimentados’, pero ustedes no les dan las cosas necesarias para su cuerpo, ¿de qué provecho es?”.

      5, 6. ¿Qué obras de misericordia podemos realizar en nuestra propia congregación?

      5 La religión verdadera nos enseña a preocuparnos unos por otros y a atender a los más necesitados. No nos permite contentarnos con desearle a nuestro hermano que todo le vaya bien. Es preciso que, movidos por la ternura y la compasión, satisfagamos sus necesidades más apremiantes (1 Juan 3:17, 18). Podemos hacerlo preparando comidas para los enfermos, echándoles una mano a los hermanos mayores con sus tareas, proporcionando transporte a las reuniones cristianas a los que lo precisen, ayudando con generosidad a quienes lo merezcan y realizando muchas otras obras de misericordia (Deuteronomio 15:7-10).

      6 La congregación cristiana cuenta cada día con más miembros. Y si darles apoyo material es importante, lo es aún más ayudarles espiritualmente. A todos se nos dirige esta exhortación: “Hablen confortadoramente a las almas abatidas, den su apoyo a los débiles” (1 Tesalonicenses 5:14). A “las mujeres de edad”, en particular, se las invita a ser “maestras de lo que es bueno” (Tito 2:3). Y cada superintendente cristiano “tiene que resultar ser como escondite contra el viento y escondrijo contra la tempestad de lluvia” (Isaías 32:2).

      7. ¿Qué lección acerca de la misericordia nos enseñan los cristianos de Antioquía de Siria?

      7 Pero los cristianos del siglo primero no solo daban su apoyo y estímulo a las viudas, los huérfanos y demás hermanos necesitados de su propia congregación. También organizaban misiones para socorrer a los creyentes de otros lugares. Recordemos el caso de los cristianos de Antioquía de Siria. Cuando el profeta Ágabo predijo que “una gran hambre estaba para venir sobre toda la tierra habitada”, ¿qué hicieron? “Resolvieron, cada uno de ellos según los medios que tenía, enviar una ministración de socorro a los hermanos que moraban en Judea.” Y “por mano de Bernabé y de Saulo” hicieron llegar aquella ayuda a los ancianos de la zona (Hechos 11:28-30). ¿Qué puede decirse de nuestros tiempos? “El esclavo fiel y discreto” establece comités para socorrer a nuestros hermanos afectados por huracanes, terremotos, tsunamis y otras catástrofes naturales (Mateo 24:45). Dedicando tiempo, trabajo y recursos a estas labores de socorro, sin duda demostramos misericordia a nuestros hermanos.

      “Si continúan mostrando favoritismo”

      8. ¿Por qué es el favoritismo contrario a la misericordia?

      8 En su carta, Santiago nos advierte de una actitud contraria a la misericordia y a “la ley real”, o ley del amor. “Si continúan mostrando favoritismo, están obrando un pecado, porque son censurados por la ley como transgresores.” (Santiago 2:8, 9.) De hecho, si favorecemos indebidamente a una persona porque tiene dinero o prestigio, corremos el peligro de volvernos menos sensibles al “clamor [...] del de condición humilde” (Proverbios 21:13). Ciertamente, el favoritismo puede ahogar nuestros sentimientos de misericordia. Así pues, si queremos practicar la misericordia, debemos tratar a todos con imparcialidad.

      9. ¿Por qué no es una muestra de favoritismo tener consideración especial con algunas personas?

      9 Ahora bien, ¿quiere decir lo anterior que no se puede tener nunca una consideración especial con nadie? Ni mucho menos. Pensemos en el caso de Epafrodito, colaborador de Pablo. El apóstol escribe a los cristianos de Filipos: “Sigan teniendo aprecio a hombres [como Epafrodito]”. ¿Por qué motivo? “Porque a causa de la obra del Señor llegó a estar muy próximo a la muerte, al exponer su alma al peligro, para compensar de lleno la ausencia de ustedes aquí para prestarme servicio personal.” (Filipenses 2:25, 29, 30.) Sin lugar a dudas, Epafrodito había desempeñado su servicio fielmente y por ello merecía que lo trataran con mucha consideración. Además, en 1 Timoteo 5:17 leemos: “Que los ancianos que presiden excelentemente sean tenidos por dignos de doble honra, especialmente los que trabajan duro en hablar y enseñar”. En efecto, las personas espirituales merecen nuestro reconocimiento. Tener consideración con ellas no es ninguna muestra de favoritismo.

      La “sabiduría de arriba” está “llena de misericordia”

      10. ¿Por qué debemos dominar la lengua?

      10 Por otro lado, Santiago dice lo siguiente acerca de la lengua: “[Es] ingobernable y perjudicial [y] está llena de veneno mortífero. Con ella bendecimos a Jehová, sí, al Padre, y, no obstante, con ella maldecimos a hombres que han llegado a la existencia ‘a la semejanza de Dios’. De la misma boca salen bendición y maldición”. Unos versículos después, Santiago añade: “Si ustedes tienen en el corazón amargos celos y espíritu de contradicción, no anden haciendo alardes y mintiendo contra la verdad. Esta no es la sabiduría que desciende de arriba, sino que es la terrenal, animal, demoníaca. Porque donde hay celos y espíritu de contradicción, allí hay desorden y toda cosa vil. Pero la sabiduría de arriba es primeramente casta, luego pacífica, razonable, lista para obedecer, llena de misericordia y buenos frutos, sin hacer distinciones por parcialidad, sin ser hipócrita” (Santiago 3:8-10a, 14-17).

      11. ¿Cómo puede reflejar misericordia todo lo que decimos?

      11 Si damos buen uso a la lengua, demostramos que nos guía la sabiduría que está “llena de misericordia”. Ahora bien, si permitiéramos que la envidia o la rivalidad nos dominaran y nos llevaran a presumir de nuestros logros, decir mentiras o hacer comentarios malintencionados, ¿qué estaríamos dando a entender? Recordemos que “todos los practicantes de lo que es perjudicial siguen vanagloriándose” (Salmo 94:4). Y no olvidemos que quien cuenta chismes echa a perder el buen nombre de gente inocente (Salmo 64:2-4). Igualmente, el “testigo falso [que] lanza simples mentiras” causa daños gravísimos (Proverbios 14:5; 1 Reyes 21:7-13). Por eso, después de hablar del uso egoísta de la lengua, Santiago agrega: “No es correcto, hermanos míos, que estas cosas sigan ocurriendo de esta manera” (Santiago 3:10b). Como vemos, de la boca del misericordioso solo deberían salir palabras puras, pacíficas y razonables. Por su parte, Jesús hizo la siguiente advertencia: “De todo dicho ocioso que hablen los hombres rendirán cuenta en el Día del Juicio” (Mateo 12:36). En vista de este hecho, ¡qué importante es que todo lo que digamos refleje misericordia!

      Los cristianos “perdonan a los hombres sus ofensas”

      12, 13. a) ¿Qué aspecto de la misericordia destaca la parábola del esclavo que debía muchísimo dinero a su amo? b) ¿Qué significa perdonar “hasta setenta y siete veces”?

      12 En otra de sus parábolas, Jesús nos enseña una forma más de demostrar misericordia. Un esclavo debía a su amo, el rey, sesenta millones de denarios. Como no tenía con qué pagárselos, le rogó que tuviera piedad de él. “Enternecido por esto”, el rey le perdonó la deuda. Más tarde, ese esclavo se encontró con un compañero que no pudo devolverle una pequeña cantidad: cien denarios. Sin la menor compasión, hizo que lo metieran preso. Pues bien, cuando el rey se enteró de lo que había sucedido, llamó al primer esclavo y le dijo: “Esclavo inicuo, yo te cancelé toda aquella deuda, cuando me suplicaste. ¿No deberías tú, en cambio, haberle tenido misericordia a tu coesclavo, como yo también te tuve misericordia a ti?”. Con eso, lo entregó a los carceleros. Jesús concluyó la parábola así: “Del mismo modo también tratará mi Padre celestial con ustedes si no perdonan de corazón cada uno a su hermano” (Mateo 18:23-35).

      13 ¡Qué parábola! ¡Con cuánta fuerza destaca que ser misericordioso exige ser perdonador! Jehová nos dejó pasar la enorme deuda del pecado. ¿No es lógico, entonces, que nosotros “perdon[emos] a los hombres sus ofensas”? (Mateo 6:14, 15.) Antes de que Jesús contara la parábola del esclavo despiadado, Pedro le había preguntado: “Señor, ¿cuántas veces ha de pecar contra mí mi hermano y he de perdonarle yo? ¿Hasta siete veces?”, y Jesús le había respondido: “No te digo: Hasta siete veces, sino: Hasta setenta y siete veces” (Mateo 18:21, 22). Como vemos, el misericordioso está dispuesto a perdonar “hasta setenta y siete veces”, o sea, sin límites.

      14. Según Mateo 7:1-4, ¿cómo podemos practicar la misericordia en la vida diaria?

      14 En el Sermón del Monte, Jesús nos indica otra forma de ser misericordiosos: “Dejen de juzgar, para que no sean juzgados; porque con el juicio con que ustedes juzgan, serán juzgados [...]. Entonces, ¿por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano, pero no tomas en cuenta la viga que hay en tu propio ojo? O, ¿cómo puedes decir a tu hermano: ‘Permíteme extraer la paja de tu ojo’; cuando ¡mira!, hay una viga en tu propio ojo?” (Mateo 7:1-4). En otras palabras, para practicar la misericordia en la vida diaria hay que soportar las flaquezas de nuestros semejantes y no criticarlos ni juzgarlos con dureza.

      “Obremos lo que es bueno para con todos”

      15. ¿Por qué no debemos demostrar misericordia únicamente a otros cristianos?

      15 La carta de Santiago se centra en la misericordia entre cristianos. Pero eso no quiere decir que solo debamos demostrar esta cualidad con nuestros hermanos en la fe. Notemos que “Jehová es bueno para con todos, y sus misericordias están sobre todas sus obras” (Salmo 145:9). Dado que tenemos la obligación de ser “imitadores de Dios”, es preciso que nosotros también “obremos lo que es bueno para con todos” (Efesios 5:1; Gálatas 6:10). Y aunque es cierto que no amamos “ni al mundo ni las cosas que están en el mundo”, no somos insensibles a las necesidades de la gente del mundo (1 Juan 2:15).

      16. ¿Qué factores influyen en las obras de misericordia que podemos hacer?

      16 Los cristianos no dudamos en ayudar en la medida de lo posible a quienes se encuentran en apuros, sea por algún “suceso imprevisto” o por otras razones (Eclesiastés 9:11). Claro, son nuestras circunstancias individuales las que determinan qué cosas podemos hacer y hasta qué grado (Proverbios 3:27). Además, cuando brindamos ayuda material, tenemos mucho cuidado, pues, incluso con la mejor intención del mundo, pudiéramos fomentar la pereza sin darnos cuenta (Proverbios 20:1, 4; 2 Tesalonicenses 3:10-12). Este hecho nos muestra que, si queremos realizar una verdadera obra de misericordia, tenemos que equilibrar los sentimientos de ternura y compasión con una actitud de prudencia y buen juicio.

      17. ¿Qué es lo más misericordioso que podemos hacer por quienes no pertenecen a la congregación cristiana?

      17 Lo más misericordioso que podemos hacer por las personas que no pertenecen a la congregación cristiana es llevarles la verdad bíblica. ¿Por qué? Porque viven en oscuridad espiritual. Como no conocen la mejor forma de afrontar los problemas ni tampoco tienen una esperanza de futuro bien fundada, la mayoría de ellas se encuentran en un estado lamentable: “desolladas y desparramadas como ovejas sin pastor” (Mateo 9:36). Sin embargo, si aceptan la verdad bíblica, contarán con “una lámpara para [su] pie”, la Palabra de Dios, que les ayudará a lidiar con las dificultades de la vida. La Biblia también será “una luz para [su] vereda”, pues les indicará el propósito que Dios tiene para el futuro y les brindará una magnífica esperanza (Salmo 119:105). ¡Qué gran honor es transmitir este maravilloso mensaje a quienes tanto lo necesitan! La “gran tribulación” está muy cerca. Por lo tanto, es el momento de dedicarnos con celo a predicar el Reino y hacer discípulos (Mateo 24:3-8, 21, 22, 36-41; 28:19, 20). No hay otra obra de misericordia más importante.

      Demos “las cosas que están dentro” de nosotros

      18, 19. ¿Por qué debemos esforzarnos por darle a la misericordia un lugar cada vez más destacado en nuestra vida?

      18 Jesús dijo: “Den como dádivas de misericordia las cosas que están dentro [de ustedes]” (Lucas 11:41). Para que una buena acción sea realmente misericordiosa, tiene que proceder de nuestro interior, de un corazón lleno de amor y ganas de ayudar (2 Corintios 9:7). En este mundo, donde priman la rudeza, el egoísmo y la indiferencia ante los problemas y el dolor del prójimo, ¡qué gusto da ver que se lleva a la práctica la misericordia cristiana!

      19 Así pues, esforcémonos por darle a la misericordia un lugar cada vez más destacado en nuestro diario vivir. Cuanto mejor lo hagamos, más nos pareceremos a Dios, lo que nos permitirá disfrutar de una vida llena de sentido y satisfacción (Mateo 5:7).

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