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  • Que nada nos impida recibir la gloria de Dios
    La Atalaya 2013 | 15 de febrero
    • Fijémonos en lo que escribió el apóstol Juan sobre ellos: “Pusieron fe en [Jesús], pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga; porque amaban la gloria de los hombres más que la misma gloria de Dios” (Juan 12:42, 43). No cabe duda: les habría ido mucho mejor si no le hubieran dado tanta importancia a la opinión de los fariseos.

      7 Durante su ministerio, Jesús señaló por qué muchos no lo aceptaban ni tenían fe en él (lea Juan 5:39-44). La nación de Israel llevaba siglos esperando la llegada del Mesías, o Cristo. Daniel había profetizado el momento en que este aparecería, y puede que algunos hayan comprendido que ese momento había llegado. Tal vez por eso, al ver a Juan el Bautista predicando, muchos se preguntaron: “¿Acaso será él el Cristo?” (Luc. 3:15). Unos meses más tarde, Jesús comenzó a predicar; el tan esperado Mesías ya estaba allí enseñándoles. Pero lamentablemente, los que conocían bien la Ley de Dios no lo aceptaron. Jesús dejó bien claro por qué habían cometido ese error: “¿Cómo pueden creer ustedes, cuando aceptan gloria unos de otros y no buscan la gloria que proviene del único Dios?”.

  • Que nada nos impida recibir la gloria de Dios
    La Atalaya 2013 | 15 de febrero
    • “QUIEREN HACER LOS DESEOS DE SU PADRE”

      12. ¿Por qué no escucharon a Jesús ciertos judíos?

      12 Nuestros malos deseos también pueden impedir que recibamos la gloria de Dios, pues si estos nos controlan, tal vez no queramos escuchar la verdad (lea Juan 8:43-47). Jesús afirmó que ciertos judíos no escuchaban su mensaje porque deseaban hacer la voluntad del Diablo. Les dijo: “Ustedes [...] quieren hacer los deseos de su padre”.

      13, 14. a) ¿Qué se ha descubierto sobre nuestro cerebro y las voces humanas? b) ¿Qué determina a quién escuchamos?

      13 A menudo oímos solo lo que nos interesa (2 Ped. 3:5). Jehová nos creó con la capacidad de ignorar algunos sonidos que no necesitamos oír. Haga el siguiente ejercicio: trate de distinguir cuántos sonidos puede escuchar en este momento. Es probable que antes no se haya fijado en algunos de ellos. Eso se debe a que su cerebro le estaba ayudando a concentrarse en una sola cosa, aunque este puede percibir y diferenciar varios sonidos simultáneamente. Sin embargo, se ha descubierto que cuando se trata de voces humanas es más difícil prestar atención a varios sonidos al mismo tiempo. Cuando oímos a dos personas hablar tenemos que elegir una, pues no podemos escuchar atentamente a las dos a la vez. Nuestra elección dependerá de lo que queramos oír. Los judíos que deseaban cumplir los deseos del Diablo decidieron no escuchar a Jesús.

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