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  • ¿Necesita la humanidad realmente un Mesías?
    La Atalaya 1992 | 1 de octubre
    • ¿Necesita la humanidad realmente un Mesías?

      “EL MUNDO NECESITA UN MESÍAS, DICE FUNCIONARIO”

      Este titular apareció en el diario The Financial Post, de Toronto, Canadá, en 1980. El funcionario citado es Aurelio Peccei, presidente y fundador de un prestigioso grupo de intelectuales llamado el Club de Roma. Según el Post, Peccei creía que “un caudillo carismático —científico, político o religioso— sería lo único que podría salvar al mundo de los trastornos sociales y económicos que amenazan con destruir la civilización”. ¿Qué opina usted? ¿Está este mundo realmente en tan terrible aprieto que necesite un Mesías? Considere tan solo uno de los problemas a que se enfrenta el mundo: el hambre.

      UN PAR de ojos grandes de color castaño le miran con fijeza desde la fotografía de un periódico o de una revista. Son los ojos de una niña, una pequeña que ni siquiera llega a los cinco años de edad. Pero estos ojos no le dan a usted motivo para sonreír. No hay en ellos el brillo propio de la niñez, ni la alegría que producen las ilusiones, ni la confianza candorosa de los niños. Por el contrario, están llenos de dolor que aturde, de dolor latente, de hambre incurable. La criatura está muriendo de inanición. El dolor y el hambre es lo único que ha conocido en su vida.

      Puede que a usted, como a muchas otras personas, no le guste contemplar esas fotografías, así que rápidamente pasa la página. No es que no le importe, sino que se siente frustrado porque teme que sea demasiado tarde para hacer algo por esta niña. Los miembros gastados y el vientre hinchado son señales de que su cuerpo ha empezado a consumirse. Antes de que usted viera su fotografía, la niña probablemente ya había muerto. Peor aún, usted sabe que este no es un caso aislado.

      ¿Cuál es exactamente la magnitud del problema? Bueno, ¿puede imaginarse a 14.000.000 de niños? La mayoría no podemos; la cifra es sencillamente demasiado alta para visualizarla. Entonces piense en un estadio con capacidad para 40.000 espectadores. Ahora suponga que está completamente lleno de niños: fila tras fila, grada tras grada, un mar de rostros. Aun esto es difícil de imaginar, y, sin embargo, se necesitarían 350 estadios como ese llenos de niños para llegar a 14.000.000. Según el UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), esa es la espantosa cantidad de niños menores de cinco años que mueren anualmente en los países en vías de desarrollo debido a la desnutrición y a enfermedades de fácil prevención. ¡Esto equivale más o menos a un estadio lleno de niños que mueren cada día! Ahora sume a estos el número de adultos que pasan hambre, y tendrá un total de aproximadamente 1.000 millones de personas que sufren de desnutrición crónica en todo el mundo.

      ¿Por qué tanta hambre?

      Este planeta produce actualmente más alimento del que consumimos los humanos y puede producir más. Sin embargo, cada minuto mueren 26 niños a causa de la desnutrición y las enfermedades. En ese mismo minuto el mundo gasta unos 2.000.000 de dólares (E.U.A.) en preparativos bélicos. ¿Puede imaginarse lo que se lograría con todo ese dinero —o por lo menos con parte de él— en favor de esos 26 niños?

      Es evidente que el hambre en el mundo no se debe a la falta de alimento ni de dinero. El problema es más complicado. Como lo expresó el profesor argentino Jorge E. Hardoy: “El mundo en general sufre de una incapacidad crónica para compartir las comodidades, el poder, el tiempo, los recursos y el conocimiento con las personas que más necesitan estas cosas”. No, el problema no estriba en la disponibilidad de recursos humanos, sino en el hombre mismo. La avaricia y el egoísmo parecen ser las fuerzas dominantes de la sociedad humana. La quinta parte más rica de los habitantes de la Tierra goza de aproximadamente 60 veces más bienes y servicios que la quinta parte más pobre.

      Es cierto que algunas personas están tratando sinceramente de alimentar a los hambrientos, pero sus esfuerzos resultan infructuosos debido a factores que no pueden controlar. El hambre con frecuencia aflige a los países desgarrados por la guerra civil o la rebelión, y no es raro que las fuerzas contrarias impidan que los suministros de socorro lleguen a los necesitados. Ambos lados temen que, al permitir que llegue alimento a la población civil hambrienta en territorio enemigo, estén alimentando a sus enemigos. Los mismos gobiernos se valen del hambre como un arma política.

      ¿No hay solución?

      Lamentablemente, el hambre que azota a millones de personas no es de ninguna manera el único problema que aflige al hombre moderno. La destrucción y el envenenamiento desenfrenados del medio ambiente, la incesante plaga de la guerra que reclama millones de vidas, la ola de crimen que engendra temor y desconfianza por todas partes y la desmoralización aumentante que parece ser la raíz de muchos de estos males... todas estas crisis mundiales van, por decirlo así, tomadas de la mano, y confirman la misma verdad indisputable: que el hombre no puede gobernarse a sí mismo con éxito.

      Sin duda esa es la razón por la que mucha gente ha perdido toda esperanza de hallar solución a los problemas del mundo. Otros creen lo mismo que Aurelio Peccei, el erudito italiano mencionado al principio. Según ellos, si acaso existe una solución, esta debe venir de una fuente extraordinaria o, tal vez, sobrehumana. Así que la idea de un mesías tiene un poderoso atractivo. Pero ¿es realista cifrar la esperanza en un mesías? ¿O es el abrigar tal esperanza meramente una ilusión?

      [Reconocimiento de la foto de la portada]

      Fotos de la portada: Arriba: foto U.S. Naval Observatory

      Abajo: foto de la Nasa

      [Reconocimiento en la página 3]

      Foto WHO de P. Almasy

      [Reconocimiento en la página 4]

      Foto WHO de P. Almasy

      Foto U.S. Navy

  • El Mesías, ¿una esperanza verdadera?
    La Atalaya 1992 | 1 de octubre
    • El Mesías, ¿una esperanza verdadera?

      Aquel hombre se hacía llamar Moisés; pero la historia no ha dejado constancia de su verdadero nombre. En el siglo V E.C., viajó por toda la isla de Creta convenciendo a los judíos de allí de que él era el mesías esperado. Les aseguró que pronto terminarían la opresión, el exilio y el cautiverio en que se hallaban. Ellos le creyeron. Cuando llegó el día de su liberación, los judíos siguieron a “Moisés” a un promontorio que domina el mar Mediterráneo. Les dijo que solo tenían que arrojarse al mar y sus aguas se partirían ante ellos. Muchos obedecieron y se lanzaron a un mar cuyas aguas no se partieron. Una gran cantidad se ahogó; otros fueron rescatados por marineros y pescadores. Sin embargo, a Moisés no se le encontró por ningún lado. Aquel mesías había desaparecido.

      ¿QUÉ es un mesías? Puede que pensemos en palabras como “salvador”, “redentor” y “caudillo”. Muchas personas creen que un mesías es una figura que infunde esperanza y devoción en sus seguidores al prometer librarlos de la opresión y conducirlos a la libertad. Como la historia del hombre es, en su mayor parte, una historia de opresión, no es de extrañar que a través de los siglos hayan aparecido muchos de esos mesías. (Compárese con Eclesiastés 8:9.) Pero tal como sucedió con el supuesto Moisés de Creta, la mayoría de las veces esos mesías han conducido a sus seguidores a la desilusión y al desastre más bien que a la liberación.

      “¡He aquí al Rey Mesías!” Con estas palabras el estimado rabí Akiba Ben-Josef dio la bienvenida a Simón Barcoquebas en el año 132 E.C. Barcoquebas era un hombre fuerte que comandaba un poderoso ejército. Muchos judíos creyeron que al fin había llegado el hombre que acabaría con la opresión que habían experimentado durante mucho tiempo por parte de la Potencia Mundial Romana. Barcoquebas fracasó, y cientos de miles de sus coterráneos pagaron por este fracaso con sus propias vidas.

      En el siglo XII apareció otro mesías judío, esta vez en Yemen. Cuando el califa, o gobernante, le pidió una señal que probara que era el mesías, este propuso al califa que lo mandara decapitar y dejara que su pronta resurrección sirviera de señal. El califa aceptó el plan, y ahí terminó el mesías de Yemen. En aquel mismo siglo un hombre llamado David Alroy mandó que los judíos del Oriente Medio se prepararan para seguirlo en las alas de los ángeles de vuelta a la Tierra Santa. Muchos creyeron que él era el mesías. Los judíos de Bagdad esperaron pacientemente sobre los tejados de sus casas, sin percatarse de los ladrones que saqueaban sus pertenencias.

      Sabatai Zebí apareció en Esmirna en el siglo XVII. Proclamó que era el mesías a los judíos por toda Europa. Los cristianos también le escucharon. Zebí prometió liberación a sus seguidores, aparentemente al permitirles practicar el pecado sin restricción. Sus seguidores más devotos se entregaban a orgías, practicaban el nudismo, la fornicación y el incesto, y después se castigaban a sí mismos con azotes, rodando desnudos sobre la nieve y enterrándose desde los pies hasta el cuello en la tierra fría. Cuando Zebí llegó a Turquía, lo prendieron y le ordenaron que se convirtiera al islam, so pena de muerte. Zebí se convirtió, y muchos de sus seguidores quedaron pasmados. No obstante, durante los siguientes dos siglos algunos siguieron llamándolo mesías.

      La cristiandad también ha aportado algunos mesías. En el siglo XII, un hombre llamado Tanquelino formó un ejército de adherentes y dominó la ciudad de Amberes. Este mesías se hacía llamar dios; ¡hasta vendía el agua en que se bañaba para que sus seguidores la bebieran como sacramento! Otro mesías “cristiano” fue Tomás Munzer de la Alemania del siglo XVI. Encabezó una insurrección contra las autoridades civiles locales y afirmó a sus seguidores que aquella era la batalla de Armagedón. Les prometió que atraparía las balas de los cañones enemigos en sus mangas. En vez de eso, su gente fue aniquilada, y Munzer fue decapitado. Muchos otros mesías surgieron en la cristiandad a través de los siglos.

      Otras religiones también han tenido sus figuras mesiánicas. El islam señala a Mahdí, o el bien guiado, como el que inaugurará una era de justicia. En el hinduismo algunos han alegado ser avatares, o encarnaciones, de diversas divinidades. Y como dice The New Encyclopædia Britannica: “Incluso una religión como el budismo, tan opuesta al concepto de un mesías, ha originado, entre los grupos Mahayana, la creencia en la aparición futura del Buda Maitreya que descenderá de su morada celestial y llevará a los fieles al paraíso”.

      Los mesías del siglo XX

      En este siglo XX, la necesidad de un verdadero mesías es más urgente que nunca, por lo que no sorprende que muchos se hayan arrogado tal título. Durante los años veinte, treinta y cuarenta, Simón Kimbangu y su sucesor Andrés “Jesús” Matswa fueron aclamados como mesías en el Congo africano. Si bien ya murieron, sus seguidores todavía esperan que regresen e introduzcan un milenio en África.

      En este siglo también se han presenciado cultos relacionados con cargueros en Nueva Guinea y Melanesia. Los miembros de estos movimientos religiosos aguardan la llegada de un barco o un avión tripulado por hombres blancos semejantes a mesías que los harán ricos e introducirán una era de felicidad en la que incluso se levantará a los muertos.

      A las naciones industrializadas tampoco les han faltado sus mesías. Algunos son líderes religiosos, como Sun Myung Moon, quien se ha nombrado a sí mismo sucesor de Jesucristo y pretende purificar al mundo mediante una familia unida formada por sus partidarios. Asimismo, líderes políticos han tratado de asumir la posición de mesías, entre los que figura Adolf Hitler como el más horrendo ejemplo de este siglo al pronunciar su imponente discurso sobre el Reich de Mil Años.

      Del mismo modo, filosofías y organizaciones políticas han alcanzado categoría mesiánica. Por ejemplo, The Encyclopedia Americana comenta que la política marxista-leninista tiene visos mesiánicos. Y la Organización de las Naciones Unidas, aclamada por todas partes como la única esperanza para la paz mundial, parece haberse constituido en un mesías sustituto en la mente de muchas personas.

      ¿Una esperanza verdadera?

      Este breve resumen solo pone de manifiesto que la historia de los movimientos mesiánicos es mayormente una de engaño, de esperanzas frustradas y de ilusiones mal fundadas. Por eso, poco sorprende el que muchas personas hoy se hayan hecho escépticas en cuanto a la esperanza de un mesías.

      Pero antes de rechazar por completo la esperanza mesiánica, primero debemos aprender cuál es su origen. De hecho, “mesías” es una palabra tomada de la Biblia. El término hebreo es ma·schí·aj, o “ungido”. En tiempos bíblicos los reyes y los sacerdotes a veces eran nombrados para ocupar su cargo mediante una ceremonia de ungimiento en la que se derramaba aceite fragante sobre la cabeza. Por lo tanto, el término ma·schí·aj les aplicaba correctamente. También hubo hombres a quienes se ungió o nombró a una posición especial sin esta ceremonia. A Moisés se le llama “Cristo”, o “ungido”, en Hebreos 11:24-26 debido a que fue escogido para ser el profeta y representante de Dios.

      Esta definición de mesías como un “ungido” distingue a los mesías bíblicos de los mesías falsos que ya hemos considerado. Los mesías mencionados en la Biblia no se nombraron a sí mismos como tales; tampoco fueron escogidos por una muchedumbre de seguidores que los adoraran. No, su nombramiento provino de arriba, de Jehová Dios mismo.

      Aunque la Biblia habla de muchos mesías, exalta a uno muy por encima de los demás. (Salmo 45:7.) Este Mesías es la figura central de la profecía bíblica, la clave del cumplimiento de las más alentadoras promesas bíblicas. Y este Mesías realmente lucha contra los problemas que afrontamos hoy en día.

      El Salvador de la humanidad

      El Mesías de la Biblia se encarga de los problemas de la humanidad mediante ir a la raíz de estos. Cuando nuestros primeros padres, Adán y Eva, se rebelaron contra el Creador instigados por la rebelde criatura espíritu Satanás, en realidad estaban arrogándose el derecho fundamental de gobernar. Querían ser quienes decidieran lo que era correcto y lo que era incorrecto. De ese modo abandonaron la gobernación amorosa y protectora de Jehová y hundieron a la familia humana en el caos y la miseria de la autonomía, la imperfección y la muerte. (Romanos 5:12.)

      ¡Qué amoroso fue, entonces, que Jehová Dios escogiera aquel momento sombrío de la historia humana para proporcionar a toda la humanidad un destello de esperanza! Al sentenciar a los rebeldes humanos, Dios predijo que la prole de ellos tendría un rescatador. Este Salvador, a quien se llamó la “descendencia”, vendría para deshacer el terrible daño que Satanás causó allá en Edén; la Descendencia magullaría a la “serpiente”, Satanás, en la cabeza, aplastándola hasta darle muerte. (Génesis 3:14, 15.)

      Desde tiempos antiguos, los judíos vieron esta como una profecía mesiánica. Varios tárgumes (paráfrasis judías de las Sagradas Escrituras de uso común en el primer siglo) explicaban que esta profecía se cumpliría “en el día del Rey Mesías”.

      No es de extrañar, pues, que desde el mismo principio hombres de fe se emocionaran profundamente ante la promesa de la Descendencia o el Salvador que vendría. Tan solo imagínese cómo se sintió Abrahán cuando Jehová le dijo que la Descendencia habría de venir por medio su propio linaje, y que “todas las naciones de la tierra” —no solo sus descendientes— ‘se bendecirían’ mediante esa Descendencia. (Génesis 22:17, 18.)

      El Mesías y un gobierno

      Profecías posteriores asociaron esa esperanza con la perspectiva de un buen gobierno. En Génesis 49:10, a Judá, bisnieto de Abrahán, se le dijo: “El cetro no se apartará de Judá, ni el bastón de comandante de entre sus pies, hasta que venga Siló; y a él pertenecerá la obediencia de los pueblos”. Está claro que este “Siló” habría de gobernar, y gobernaría no solo a los judíos, sino a “pueblos”. (Compárese con Daniel 7:13, 14.) Los judíos de la antigüedad identificaron a Siló con el Mesías; de hecho, algunos tárgumes judíos simplemente reemplazaron la palabra “Siló” con la palabra “Mesías” o “el rey Mesías”.

      A medida que la luz de la profecía inspirada continuó haciéndose más brillante, se revelaron más detalles sobre la gobernación de este Mesías. (Proverbios 4:18.) En 2 Samuel 7:12-16, se le dijo al rey David, descendiente de Judá, que la Descendencia vendría de su linaje. Además, esta Descendencia habría de ser un Rey fuera de lo común. ¡Su trono, o gobernación, duraría para siempre! Isaías 9:6, 7 apoya este punto: “Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; y el regir principesco [“gobierno”, Versión del Rey Jaime] vendrá a estar sobre su hombro. [...] De la abundancia del regir principesco y de la paz no habrá fin, sobre el trono de David y sobre su reino a fin de establecerlo firmemente y sustentarlo por medio del derecho y por medio de la justicia, desde ahora en adelante y hasta tiempo indefinido. El mismísimo celo de Jehová de los ejércitos hará esto”.

      ¿Puede imaginarse tal gobierno? Un gobernante justo y recto que establezca la paz y gobierne para siempre. ¡Qué diferente del lastimoso registro de falsos mesías que han desfilado a través de la historia! Lejos de ser un caudillo engañoso que se ha nombrado a sí mismo mesías, el Mesías de la Biblia es un gobernante mundial con todo el poder y la autoridad necesarios para cambiar las condiciones del mundo.

      Esta perspectiva es de gran importancia en nuestros tiempos turbulentos. Nunca ha necesitado el hombre tal esperanza con tanto apremio. Puesto que es tan fácil caer presa de falsas esperanzas, es indispensable que cada uno analice cuidadosamente la siguiente pregunta: ¿Era Jesús de Nazaret el Mesías prometido, como muchos creen? El siguiente artículo considerará el asunto.

      [Ilustración en la página 7]

      El creer que Moisés de Creta era el mesías les costó la vida a muchas personas

      [Recuadro en la página 6]

      ¿Un Mesías en Brooklyn?

      Hace poco empezaron a aparecer en Israel letreros, carteleras y avisos de neón que decían: “Prepárese para la venida del Mesías”. Esta campaña publicitaria, evaluada en 400.000 dólares (E.U.A.), fue lanzada por los Lubavitchers, secta ultraortodoxa de los judíos hasidim. Entre sus 250.000 miembros está difundida la creencia de que su venerable rabí, Menachem Mendel Schneerson de Brooklyn, Nueva York, es el Mesías. ¿Por qué razón? Schneerson mismo enseña que el Mesías vendrá en esta generación. Y, según la revista Newsweek, los dirigentes del grupo Lubavitcher insisten en que el rabino, de 90 años de edad, no morirá antes de la llegada del Mesías. Durante siglos esta secta ha enseñado que cada generación produce por lo menos un hombre que califica como Mesías. Para sus seguidores, Schneerson parece ser tal hombre, y él no ha nombrado a un sucesor. Sin embargo, Newsweek dice que la mayoría de los judíos no lo aceptan como el Mesías. Según el diario Newsday, el rabí Eliezer Schach, de 96 años de edad y rival de Schneerson, se ha referido a él como un “falso mesías”.

  • ¡“Hemos hallado al Mesías”!
    La Atalaya 1992 | 1 de octubre
    • ¡“Hemos hallado al Mesías”!

      “Primero halló [Andrés] a su propio hermano, Simón, y le dijo: ‘Hemos hallado al Mesías’ (que, traducido, significa Cristo).” (JUAN 1:41.)

      1. ¿Qué testificó Juan el Bautizante acerca de Jesús de Nazaret, y a qué conclusión llegó Andrés respecto a él?

      ANDRÉS observó detenidamente al judío llamado Jesús de Nazaret. No parecía ser ni rey ni sabio ni rabino. No llevaba ropaje de realeza, no tenía canas ni manos suaves ni piel blanca. Jesús era un hombre joven —de aproximadamente 30 años de edad— con las manos callosas y la piel bronceada de un obrero. De modo que Andrés probablemente no se sorprendió cuando se enteró de que era carpintero. Sin embargo, Juan el Bautizante dijo acerca de él: “¡Miren, el Cordero de Dios!”. El día anterior Juan había dicho algo aun más asombroso: “Este es el Hijo de Dios”. ¿Sería verdad eso? Aquel día Andrés escuchó a Jesús por algún tiempo. No sabemos qué dijo, pero sí sabemos que sus palabras cambiaron la vida de Andrés. Corrió para encontrar a su hermano, Simón, y exclamó: ¡“Hemos hallado al Mesías”! (Juan 1:34-41.)

      2. ¿Por qué es importante analizar las pruebas que demuestran que Jesús era el Mesías prometido?

      2 Más tarde, Andrés y Simón —a quien Jesús llamó Pedro— se hicieron apóstoles de Jesús. Después de ser su discípulo durante más de dos años, Pedro dijo a Jesús: “Tú eres el Cristo [Mesías], el Hijo del Dios vivo”. (Mateo 16:16.) Sus apóstoles y discípulos fieles demostraron estar dispuestos a morir por esa creencia. Hoy hay millones de personas sinceras que manifiestan esa misma devoción. Pero ¿qué pruebas tienen para apoyar su creencia? Al fin y al cabo, la diferencia entre la fe y la simple credulidad son las pruebas. (Véase Hebreos 11:1.) Por eso, analicemos tres pruebas que demuestran que Jesús era verdaderamente el Mesías.

      Linaje de Jesús

      3. ¿Qué dicen los Evangelios de Mateo y Lucas respecto al linaje de Jesús?

      3 El linaje de Jesús es la primera prueba que presentan las Escrituras Griegas Cristianas para apoyar que era el Mesías. La Biblia predijo que el Mesías sería descendiente del rey David. (Salmo 132:11, 12; Isaías 11:1, 10.) El Evangelio de Mateo empieza así: “El libro de la historia de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán”. Mateo apoya esa vigorosa afirmación trazando la ascendencia de Jesús por medio de la línea de su padre adoptivo, José. (Mateo 1:1-16.) El Evangelio de Lucas traza el linaje de Jesús por medio de su madre, María, y pasa por David y Abrahán hasta llegar a Adán. (Lucas 3:23-38a.) Como se ve, los evangelistas documentaron concienzudamente su afirmación de que Jesús era heredero legal y natural de David.

      4, 5. a) ¿Pusieron en tela de juicio los contemporáneos de Jesús el hecho de que fuera descendiente de David, y por qué es eso significativo? b) ¿Cómo apoyan el linaje de Jesús fuentes de consulta no bíblicas?

      4 Ni siquiera la persona más escéptica entre las que no aceptan a Jesús como el Mesías puede negar que era hijo de David. ¿Por qué no? Por dos razones. En primer lugar, esa afirmación se oyó vez tras vez por toda Jerusalén durante décadas antes de que aquella ciudad fuera destruida en 70 E.C. (Compárese con Mateo 21:9; Hechos 4:27; 5:27, 28.) Si aquella afirmación hubiera sido falsa, cualquiera de los opositores de Jesús —y tenía muchos— podría haber probado que era un impostor al simplemente examinar su linaje y las genealogías que se guardaban en los archivos públicosb. Pero no se sabe de nadie que haya puesto en tela de juicio el hecho de que Jesús fuera descendiente del rey David. Es obvio que la afirmación era incuestionable. Es muy probable que Mateo y Lucas copiaran directamente de los registros públicos los nombres principales para probar el linaje de Jesús.

      5 En segundo lugar, fuentes no bíblicas confirman la aceptación general del linaje de Jesús. Por ejemplo, el Talmud cita a un rabino del siglo IV que hizo un comentario difamatorio acerca de María, la madre de Jesús, al decir que ‘cometía fornicación con carpinteros’; pero el mismo pasaje admite que era ‘descendiente de príncipes y señores’. Otro ejemplo más antiguo es el del historiador Hegesipo del siglo II. Él relató que cuando el César romano Domiciano quería exterminar a todos los descendientes de David, algunos enemigos de los cristianos primitivos delataron a los nietos de Judas, el medio hermano de Jesús, “por ser de la familia de David”. Si Judas era conocido como descendiente de David, ¿no lo sería Jesús también? ¡Indudablemente! (Gálatas 1:19; Judas 1.)

      Profecías mesiánicas

      6. ¿Cuánto abundan las profecías mesiánicas en las Escrituras Hebreas?

      6 Otra prueba de que Jesús era el Mesías es el cumplimiento de las profecías. En las Escrituras Hebreas abundan las profecías que tienen que ver con el Mesías. En su obra La vida y los tiempos de Jesús el Mesías, Alfred Edersheim anotó 456 pasajes de las Escrituras Hebreas que los rabinos de la antigüedad veían como mesiánicos. Sin embargo, los rabinos tenían muchas ideas erróneas acerca del Mesías; muchos de los pasajes a los cuales se referían no eran mesiánicos en absoluto. No obstante, sí hay una gran cantidad de profecías que identifican a Jesús como el Mesías. (Compárese con Revelación 19:10.)

      7. ¿Cuáles son algunas de las profecías que cumplió Jesús cuando estuvo en la Tierra?

      7 Entre ellas están las siguientes: el pueblo donde nació Jesús (Miqueas 5:2; Lucas 2:4-11); el trágico infanticidio en masa que ocurrió después de su nacimiento (Jeremías 31:15; Mateo 2:16-18); sería llamado de Egipto (Oseas 11:1; Mateo 2:15); gobernantes de las naciones se juntarían para destruirlo (Salmo 2:1, 2; Hechos 4:25-28); sería traicionado por 30 piezas de plata (Zacarías 11:12; Mateo 26:15); incluso la manera como moriría. (Salmo 22:16, nota; Juan 19:18, 23; 20:25, 27c.)

      Se profetizó su llegada

      8. a) ¿Qué profecía señala con precisión la llegada del Mesías? b) ¿Qué dos factores tenemos que conocer para entender esta profecía?

      8 Concentrémonos en una de estas profecías. En Daniel 9:25 a los judíos se les dijo cuándo vendría el Mesías. Este texto dice: “Debes saber y tener la perspicacia de que desde la salida de la palabra de restaurar y reedificar a Jerusalén hasta Mesías el Caudillo, habrá siete semanas, también sesenta y dos semanas”. A primera vista, puede que esta profecía parezca críptica. Pero en realidad solo tenemos que conocer dos factores para entenderla: el punto de partida y el espacio de tiempo que abarca. Para ilustrarlo: Si usted tuviera un mapa que indicara que había un tesoro enterrado a “50 codos al este de la fuente del parque público”, quizás encontrara extrañas esas instrucciones, especialmente si no supiera dónde se halla la fuente, ni la longitud de un ‘codo’. ¿Verdad que usted averiguaría esas dos cosas a fin de encontrar el tesoro? Pues bien, lo mismo sucede con la profecía de Daniel, excepto que en este caso tenemos que fijar un punto de partida y medir el período que le sigue.

      9, 10. a) ¿Cuándo empezaron las 69 semanas? b) ¿Cuánto tiempo abarcaban las 69 semanas, y cómo lo sabemos?

      9 Primero hay que fijar el punto de partida: la fecha en que ‘salió la palabra de restaurar y reedificar a Jerusalén’. Y luego tenemos que saber el espacio de tiempo que transcurriría desde esa fecha, o sea, precisamente la duración de esas 69 (7 más 62) semanas. Ninguno de estos datos es difícil de conseguir. Nehemías nos dice claramente que la palabra de reedificar el muro de Jerusalén, lo cual la hizo por fin una ciudad restaurada, salió “en el año veinte de Artajerjes el rey”. (Nehemías 2:1, 5, 7, 8.) Eso significa que el punto de partida es el año 455 a.E.C.d.

      10 Respecto a las 69 semanas, ¿pudieran ser semanas literales de siete días cada una? No; pues el Mesías no se presentó poco más de un año después de 455 a.E.C. Por eso la mayoría de los escriturarios y numerosas traducciones —incluso la Tanakh, una Biblia judía en inglés, en una nota de este versículo Da 9:25— concuerdan en que estas son semanas “de años”. Este concepto de una ‘semana de años’, o un ciclo de siete años, era común para los judíos de la antigüedad. Tal como observaban un día sabático cada séptimo día, también observaban un año sabático cada séptimo año. (Éxodo 20:8-11; 23:10, 11.) De modo que 69 semanas de años equivaldría a 69 veces 7 años, o sea, 483 años. Lo único que tenemos que hacer ahora es contar. Si contamos 483 años a partir de 455 a.E.C., llegamos a 29 E.C.: el año en que se bautizó Jesús y se convirtió en ma·schí·aj, ¡el Mesías! (Véase “Setenta semanas”, Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2, páginas 1014, 1015.)

      11. ¿Qué podemos decirles a los que alegan que esta es solo una forma moderna de interpretar la profecía de Daniel?

      11 Puede que algunos objeten diciendo que esta es meramente una forma moderna de interpretar la profecía para que encaje con la historia. Si así es, ¿por qué estaba la gente de los días de Jesús esperando que el Mesías apareciera en aquel tiempo? El historiador cristiano Lucas, los historiadores romanos Tácito y Suetonio, el historiador judío Josefo y el filósofo judío Filón vivieron cerca de aquella época e informaron sobre la expectación que había en aquel tiempo. (Lucas 3:15.) Algunos eruditos de la actualidad insisten en que la opresión romana hizo que los judíos anhelaran y esperaran al Mesías en aquellos días. Si así fuera, entonces ¿por qué esperaron los judíos al Mesías en aquel tiempo y no durante la persecución brutal griega siglos antes? ¿Por qué dijo Tácito que fueron las “palabras ambiguas”, o profecías misteriosas, las que hicieron que los judíos esperaran que de Judea salieran gobernantes poderosos que “habían de dominar al mundo”? En su libro A History of Messianic Speculation in Israel (Historia de la especulación mesiánica en Israel), Abba Hillel Silver admite que “se esperaba al Mesías alrededor del segundo cuarto del siglo I E.C.”, no debido a la persecución romana, sino a “la cronología popular de aquellos días”, que se basaba en parte en el libro de Daniel.

      Identificado desde el cielo

      12. ¿Cómo identificó Jehová a Jesús como el Mesías?

      12 La tercera prueba de que Jesús era el Mesías es el testimonio de Dios mismo. Según Lucas 3:21, 22, después que se bautizó Jesús, se le ungió con la fuerza más sagrada y poderosa del universo: el espíritu santo de Jehová Dios. Y con su propia voz Jehová declaró que había aprobado a su Hijo, Jesús. Hubo otras dos ocasiones en que Jehová habló directamente a Jesús desde el cielo, manifestando así Su aprobación: una ocasión fue ante tres de los apóstoles de Jesús, y la otra fue ante una muchedumbre de espectadores. (Mateo 17:1-5; Juan 12:28, 29.) Además, se envió a ángeles desde el cielo para confirmar que Jesús era el Cristo, o Mesías. (Lucas 2:10, 11.)

      13, 14. ¿Cómo mostró Jehová que aprobaba a Jesús como Mesías?

      13 Jehová mostró que aprobaba a su ungido al facultarlo para efectuar grandes obras. Por ejemplo, Jesús dio profecías detalladas en cuanto al futuro, y algunas se extienden hasta nuestros díase. También ejecutó milagros, como el de alimentar a muchedumbres hambrientas y curar a enfermos. Hasta resucitó a muertos. ¿Acaso sus seguidores simplemente inventaron cuentos acerca de aquellos actos poderosos después que sucedieron? Pues bien, Jesús ejecutó muchos de sus milagros ante testigos oculares, a veces ante miles de personas a la vez. Ni siquiera sus enemigos podían negar la realidad de esos hechos. (Marcos 6:2; Juan 11:47.) Además, si los seguidores de Jesús hubieran tenido la inclinación de idear esos cuentos, entonces ¿por qué expresaron sus propias debilidades con tanta franqueza? En realidad, ¿hubieran estado dispuestos a morir por una fe basada en simples mitos que ellos mismos habían ideado? No. Los milagros que ejecutó Jesús son hechos históricos.

      14 El testimonio de Dios que probaba que Jesús era el Mesías fue más allá. Mediante espíritu santo Dios se aseguró de que la prueba que demostraba que Jesús era el Mesías se escribiera y formara parte del libro que ha sido traducido y distribuido más que cualquier otro libro en toda la historia.

      ¿Por qué no aceptaron a Jesús los judíos?

      15. a) ¿Qué puede decirse de las credenciales que identifican a Jesús como Mesías? b) ¿Qué expectativas de los judíos causaron que muchos de ellos rechazaran a Jesús como el Mesías?

      15 En conjunto, estas tres pruebas que hemos analizado abarcan literalmente centenares de hechos que identifican a Jesús como el Mesías. ¿Basta con eso? Imagínese que usted solicitara una licencia de conductor o una tarjeta de crédito y que le dijeran que no bastaba con tres pruebas de identificación, sino que debía presentar centenares de pruebas. ¡Qué absurdo sería eso! De modo que Jesús ciertamente es identificado con claridad en la Biblia. Sin embargo, ¿por qué hubo tantos del propio pueblo de Jesús que rechazaron todas las pruebas de que él era el Mesías? Porque las pruebas, aunque son importantes para tener fe verdadera, no garantizan esa fe. Lamentablemente, mucha gente cree lo que quiere creer, a pesar del abundante testimonio que se le presente. Con respecto al Mesías, la mayor parte de los judíos tenían ideas muy definidas en cuanto a lo que querían. Querían un mesías político que pusiera fin a la opresión romana y restaurara a Israel a una gloria similar a la que tuvo en los días de Salomón en sentido material. De modo que ¿cómo podrían aceptar a este humilde hijo de un carpintero, a este nazareno que no se interesaba en la política ni en las riquezas? ¿Y cómo era posible que fuera el Mesías si sufrió una muerte ignominiosa en un madero de tormento?

      16. ¿Por qué tuvieron que ajustar sus propias expectativas en cuanto al Mesías los discípulos de Jesús?

      16 A los propios discípulos de Jesús les aturdió su muerte. Después de su gloriosa resurrección, ellos esperaban que ‘restaurara el reino a Israel’ enseguida. (Hechos 1:6.) Pero no rechazaron a Jesús como Mesías solo porque aquella esperanza de ellos no se realizó. Ejercieron fe en él, la cual estaba basada en el abundante testimonio disponible, y su entendimiento aumentó poco a poco; los misterios se aclararon. Comprendieron que el Mesías no podía cumplir todas las profecías acerca de sí mismo durante el corto tiempo en que vivió como hombre en la Tierra. Pues, una profecía decía que llegaría humildemente montado sobre un pollino, mientras que otra decía que vendría en gloria sobre las nubes. ¿Cómo podrían ser ciertas ambas profecías? Es patente que tendría que venir por segunda vez. (Daniel 7:13; Zacarías 9:9.)

      Por qué el Mesías tuvo que morir

      17. ¿Cómo mostró claramente la profecía de Daniel que el Mesías tendría que morir, y por qué moriría?

      17 Además, las profecías mesiánicas mostraron claramente que el Mesías tenía que morir. Por ejemplo, la misma profecía que predijo cuándo llegaría el Mesías también predijo en el versículo siguiente: “Después de las sesenta y dos semanas [que siguieron a las siete semanas] Mesías será cortado”. (Daniel 9:26.) La palabra hebrea ka·ráth que se utiliza aquí para “cortado” es la misma palabra que se usó para la pena de muerte impuesta bajo la Ley de Moisés. No hay duda de que el Mesías tenía que morir. ¿Por qué? El versículo  24 Da 9:24 nos da la respuesta: “Para acabar con el pecado, y para hacer expiación por el error, y para introducir la justicia para tiempos indefinidos”. Los judíos sabían bien que solo un sacrificio, una muerte, podía hacer expiación por el error. (Levítico 17:11; compárese con Hebreos 9:22.)

      18. a) ¿Cómo señala el capítulo 53 de Isaías que el Mesías tendría que sufrir y morir? b) ¿Qué aparente paradoja hace surgir esta profecía?

      18 El capítulo 53 de Isaías describe al Mesías como un Siervo especial de Jehová que tendría que sufrir y morir para cubrir los pecados de otras personas. El versículo 5 Isa 53:5 dice: “Se le estuvo traspasando por nuestra transgresión; se le estuvo aplastando por nuestros errores”. La misma profecía, después de decirnos que este Mesías tendría que morir como “ofrenda por la culpa”, revela que Él mismo ‘prolongaría sus días, y en su mano lo que es el deleite de Jehová tendrá éxito’ (versículo 10) Isa 53:10. ¿Es esto una paradoja? ¿Cómo es posible que el Mesías muriera, y luego ‘prolongara sus días’? ¿Cómo podría ser sacrificado como ofrenda y después hacer que ‘lo que es el deleite de Jehová tuviera éxito’? De hecho, ¿cómo es posible que muriera y permaneciera muerto sin cumplir las más importantes profecías acerca de sí mismo, a saber, que reinaría para siempre y que traería paz y felicidad a todo el mundo? (Isaías 9:6, 7.)

      19. ¿Cómo permite la resurrección de Jesús que armonicen las profecías aparentemente contradictorias acerca del Mesías?

      19 Esa aparente paradoja quedó resuelta por un solo milagro espectacular: la resurrección de Jesús. Centenares de judíos sinceros fueron testigos oculares de esa gloriosa realidad. (1 Corintios 15:6.) El apóstol Pablo escribió después: “Este hombre [Jesucristo] ofreció un solo sacrificio por los pecados perpetuamente, y se sentó a la diestra de Dios, esperando desde entonces hasta que se coloque a sus enemigos como banquillo para sus pies”. (Hebreos 10:10, 12, 13.) Sí, después que Jesús fuera resucitado a vida celestial y ‘esperara’ durante algún tiempo, finalmente sería entronizado como Rey y actuaría en contra de los enemigos de su Padre, Jehová. En su papel de Rey celestial, Jesús el Mesías afecta la vida de todos hoy día. ¿En qué sentido? Examinaremos este punto en el artículo siguiente.

      [Notas a pie de página]

      a Cuando Lucas 3:23 dice: “José, hijo de Helí”, se entiende que el que se le llame “hijo” significa que era “yerno” de Helí, dado que Helí era el padre de María (Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1, páginas 1007-1010).

      b El que el historiador judío Josefo presente su propio linaje muestra claramente que tales registros estaban disponibles antes de 70 E.C. Esos registros al parecer fueron destruidos junto con la ciudad de Jerusalén, y después de eso cualquier persona que alegara ser el Mesías no podía probarlo.

      c Véase Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2, página 377.

      d Hay prueba sólida en fuentes griegas, babilonias y persas que indican que el primer año del reinado de Artajerjes fue 474 a.E.C. Véase Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2, páginas 652-654, 1016.

      e En una de esas profecías, Jesús predijo que desde su día en adelante se levantarían falsos mesías. (Mateo 24:23-26.) Véase el artículo anterior.

  • La presencia del Mesías y su gobernación
    La Atalaya 1992 | 1 de octubre
    • La presencia del Mesías y su gobernación

      “Este Jesús que fue recibido de entre ustedes arriba al cielo, vendrá así de la misma manera como lo han contemplado irse al cielo.” (HECHOS 1:11.)

      1, 2. a) ¿Cómo consolaron a los apóstoles de Jesús dos ángeles cuando este ascendió al cielo? b) ¿Qué preguntas hace surgir la perspectiva de la vuelta de Cristo?

      ONCE hombres estaban de pie en la ladera oriental del monte de los Olivos mirando fijamente al cielo. Hacía unos instantes que Jesucristo había ascendido de entre ellos, y su figura se había ido desvaneciendo hasta que una nube lo cubrió. Durante los años que estuvieron con Jesús, estos hombres fueron testigos de las abundantes pruebas que dio de ser el Mesías; incluso pasaron por la angustia de su muerte y el éxtasis de su resurrección. Ahora se había ido.

      2 Al instante aparecieron dos ángeles y pronunciaron estas consoladoras palabras: “Varones de Galilea, ¿por qué están de pie mirando al cielo? Este Jesús que fue recibido de entre ustedes arriba al cielo, vendrá así de la misma manera como lo han contemplado irse al cielo”. (Hechos 1:11.) ¡Qué tranquilizador! La ascensión de Jesús al cielo no significaba que ya no tendría nada más que ver con la Tierra y con la humanidad. Por el contrario, Jesús volvería. No cabe duda de que estas palabras llenarían de esperanza a los apóstoles. Millones de personas hoy en día también conceden gran importancia a la promesa de la vuelta de Cristo. Se habla de ella como la “segunda venida” o el “advenimiento”. De todos modos, la mayor parte de la gente parece estar confundida en cuanto a lo que realmente significa la vuelta de Cristo. ¿De qué manera vuelve Cristo? ¿Cuándo? ¿Y cómo afecta su venida nuestra vida hoy?

      Cómo vuelve Cristo

      3. ¿Qué creen muchas personas sobre la vuelta de Cristo?

      3 Según el libro An Evangelical Christology (Una cristología evangélica), “la segunda venida o vuelta de Cristo (parousia) establece el reino de Dios, de manera final, abierta y para toda la eternidad”. Muchos creen que la vuelta de Cristo será visible, que todo habitante del planeta podrá verla físicamente. Para apoyar esta creencia, se cita Revelación 1:7, que dice: “¡Miren! Viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que lo traspasaron”. Pero ¿debe tomarse literalmente este versículo?

      4, 5. a) ¿Cómo sabemos que Revelación 1:7 no debe entenderse de manera literal? b) ¿Cómo confirman esta idea las propias palabras de Jesús?

      4 Recuerde que el libro de Revelación se presentó “en señales”. (Revelación 1:1.) Este pasaje, pues, debe ser simbólico; en cualquier caso, ¿cómo podrían ver la vuelta de Cristo “los que lo traspasaron”? ¡Murieron hace casi 20 siglos! Además, los ángeles dijeron que Cristo volvería “de la misma manera” como partió. Bien, ¿cómo partió? ¿Lo vieron millones de personas? No, tan solo unos cuantos seguidores fieles contemplaron su partida. Y cuando los ángeles les hablaron, ¿estaban viendo los apóstoles físicamente toda la ascensión de Cristo al cielo? No, una nube había cubierto a Jesús y ya no se le veía. Poco después debió entrar en los cielos espirituales como un espíritu, invisible a los ojos humanos. (1 Corintios 15:50.) De modo que a lo sumo los apóstoles vieron el principio de la ascensión de Jesús; no pudieron ver el final, su regreso a la presencia celestial de su Padre, Jehová. Solo pudieron discernirlo con los ojos de la fe. (Juan 20:17.)

      5 La Biblia enseña que Jesús vuelve de manera similar. Jesús mismo dijo poco antes de su muerte: “Un poco más y el mundo ya no me contemplará”. (Juan 14:19.) También dijo que “el reino de Dios no viene de modo que sea llamativamente observable”. (Lucas 17:20.) ¿En qué sentido, entonces, ‘lo verá todo ojo’? Para contestar esta pregunta debemos antes entender bien el significado del término que usaron Jesús y sus seguidores con referencia a su vuelta.

      6. a) ¿Por qué algunas palabras como “vuelta”, “llegada”, “advenimiento” y “venida” no son traducciones adecuadas del término griego pa·rou·sí·a? b) ¿Qué muestra que la pa·rou·sí·a, o “presencia”, dura mucho más que un solo acto momentáneo?

      6 El hecho es que Cristo hace mucho más que solo ‘volver’. Este término, como las palabras “venida”, “llegada” o “advenimiento”, se refiere a un solo acto que se lleva a cabo en un momento determinado. Pero la palabra griega que emplearon Jesús y sus seguidores significa mucho más. La palabra es pa·rou·sí·a, que literalmente significa “acción de estar al lado de” o “presencia”. La mayoría de los eruditos concuerdan en que esta palabra no solo hace referencia a una llegada, sino también comunica la idea de la presencia subsecuente, como en el caso de una visita de Estado de un personaje de la realeza. Esta presencia no es un acto momentáneo; es una época especial, un espacio de tiempo señalado. En Mateo 24:37-39 Jesús dijo que “la presencia [pa·rou·sí·a] del Hijo del hombre” sería como “los días de Noé”, que culminaron en el Diluvio. Noé pasó décadas construyendo el arca y advirtiendo a los inicuos antes de que llegara el Diluvio y barriera a aquel sistema mundial corrupto. Del mismo modo, entonces, la presencia invisible de Cristo se extiende por varias décadas antes de que también culmine en una gran destrucción.

      7. a) ¿Qué prueba que la pa·rou·sí·a no es visible a los ojos humanos? b) ¿Cómo y cuándo se cumplirán los textos bíblicos que dicen que la presencia de Jesús será visible a “todo ojo”?

      7 La pa·rou·sí·a no puede ser físicamente visible a los ojos humanos. Si lo fuera, ¿por qué pasó Jesús tanto tiempo, como veremos, dando a sus seguidores una señal para ayudarlos a discernir su presencia?a. No obstante, cuando Cristo venga para destruir el sistema mundial de Satanás, su presencia será innegablemente manifiesta a todo el mundo. Entonces será cuando “todo ojo lo verá”. Incluso los opositores de Jesús podrán discernir, para su consternación, que el reinado de Cristo es real. (Véanse Mateo 24:30; 2 Tesalonicenses 2:8; Revelación 1:5, 6.)

      ¿Cuándo empieza?

      8. ¿Qué acontecimiento marca el comienzo de la presencia de Cristo, y dónde tuvo lugar?

      8 La presencia del Mesías empieza con un acontecimiento que cumple un tema que se repite en las profecías mesiánicas. A él se le corona Rey en el cielo. (2 Samuel 7:12-16; Isaías 9:6, 7; Ezequiel 21:26, 27.) Jesús mismo mostró que su presencia estaría enlazada con su reinado. En varias ilustraciones se comparó a un amo que deja su casa y a sus esclavos y realiza un largo viaje a un “país distante” donde recibe “poder real”. Dio una ilustración de este tipo como parte de su respuesta a la pregunta que le hicieron sus apóstoles sobre cuándo empezaría su pa·rou·sí·a; pronunció otra porque “se imaginaban que el reino de Dios iba a exhibirse instantáneamente”. (Lucas 19:11, 12, 15; Mateo 24:3; 25:14, 19.) De modo que mientras estuvo en la Tierra como hombre, su coronación aún estaba muy lejos en el futuro y tendría lugar en el “país distante” del cielo. ¿En qué tiempo se llevaría a cabo?

      9, 10. ¿Qué prueba hay de que Cristo está gobernando ya en el cielo, y cuándo empezó su gobernación?

      9 Cuando los discípulos de Jesús le preguntaron: “¿Qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas?”, Jesús les dio una descripción detallada de aquel tiempo futuro. (Mateo, capítulo 24; Marcos, capítulo 13; Lucas, capítulo 21; véanse también 2 Timoteo 3:1-5; Revelación, capítulo 6.) Esta señal representa con detalle una época turbulenta. Es un tiempo marcado por guerras internacionales, delito creciente, deterioro de la vida familiar, enfermedades epidémicas, hambres y terremotos, no como problemas locales sino como crisis de alcance mundial. ¿Le suena eso familiar? Cada día que pasa confirma que el siglo XX encaja perfectamente con la descripción de Jesús.

      10 Los historiadores concuerdan en que el año 1914 fue un punto de viraje en la historia humana, un año crítico después del cual muchos de estos problemas se hicieron incontrolables y adquirieron una extensión mundial. Sí, los acontecimientos mundiales cumplen profecía bíblica y todos señalan a 1914 como el año en que Jesús empezó a reinar en el cielo. Además, una profecía que se halla en el capítulo 4 Da 4 del libro de Daniel apunta cronológicamente a ese mismo año —1914— como el tiempo en que el Rey nombrado por Jehová empezaría a gobernarb.

      ¿Por qué sería un tiempo turbulento?

      11, 12. a) ¿Por qué les cuesta a algunos creer que Cristo está gobernando en el cielo ahora? b) ¿Cómo se podría ilustrar lo que pasó después de que Jesús fue coronado Rey?

      11 Algunas personas de todos modos se preguntan: ‘¿Por qué tiene tantos problemas el mundo si el Mesías gobierna en el cielo? ¿Es ineficaz su gobierno?’. La siguiente ilustración puede ayudarnos. Un país tiene un presidente malvado. Ha tejido un sistema corrupto con tentáculos que llegan a todos los rincones del país. Se celebran elecciones; un hombre bueno gana. ¿Qué sucede entonces? En algunos países democráticos transcurren algunos meses antes de que el nuevo presidente tome posesión de su cargo. ¿Cómo actuarían estos dos hombres durante ese tiempo? ¿Atacaría y remediaría el hombre bueno inmediatamente todos los males que su predecesor hubiera cometido por todo el país? ¿No se concentraría, más bien, primero en la capital, formando un nuevo gabinete y cortando toda relación con los hombres de confianza y secuaces del anterior presidente? De este modo, cuando ejerciera plena autoridad podría partir de una base de poder limpia y eficaz. En cuanto al presidente corrupto, ¿no se aprovecharía del poco tiempo que le quedara para esquilmar al país todo lo que pudiera antes de perder el poder?

      12 Algo parecido sucede en la pa·rou·sí·a de Cristo. Revelación 12:7-12 muestra que cuando se coronó a Cristo en el cielo, lo primero que hizo fue arrojar a Satanás y a los demonios del cielo y limpiar de este modo la sede de Su gobierno. Después de haber sufrido esta derrota esperada por tanto tiempo, ¿qué hace Satanás durante el “corto espacio de tiempo” antes de que Cristo ejerza plena autoridad aquí en la Tierra? Como aquel presidente corrupto, intenta sacarle todo lo que pueda a este viejo sistema. No busca dinero; busca vidas humanas. Quiere alejar de Jehová y de Su Rey reinante a tantas personas como pueda.

      13. ¿Cómo muestran las Escrituras que el principio de la gobernación de Cristo sería un tiempo turbulento aquí en la Tierra?

      13 No extraña, pues, que el principio de la gobernación del Mesías sea un tiempo de ‘ay para la tierra’. (Revelación 12:12.) De igual manera, Salmo 110:1, 2, 6 muestra que el Mesías empieza su gobernación ‘en medio de sus enemigos’. Más tarde, aplasta a “las naciones” y toda manifestación del sistema corrupto de Satanás, borrándolo de la memoria.

      Cuando el Mesías gobierne la Tierra

      14. ¿Qué podrá hacer el Mesías después de que destruya el sistema de cosas inicuo de Satanás?

      14 Después de que destruya el sistema de Satanás y a todos sus apoyadores, el Rey Mesiánico, Jesucristo, finalmente podrá cumplir las maravillosas profecías bíblicas que describen su Reinado Milenario. Isaías 11:1-10 nos ayuda a ver la clase de gobernante que será el Mesías. El versículo 2 Isa 11:2 nos dice que tendrá “el espíritu de Jehová, el espíritu de sabiduría y de entendimiento, el espíritu de consejo y de poderío”.

      15. ¿Qué significará el ‘espíritu de poderío’ en la gobernación mesiánica?

      15 Piense en lo que significará el ‘espíritu de poderío’ en la gobernación de Jesús. Cuando estuvo en la Tierra tuvo cierta medida de poder procedente de Jehová, con el que efectuó los milagros. Además demostró un deseo sincero de ayudar a la gente, al decir: “Quiero”. (Mateo 8:3.) Pero los milagros de aquel tiempo fueron solo una vislumbre de lo que hará cuando gobierne desde el cielo. ¡Jesús realizará milagros en escala mundial! Se curará para siempre a enfermos, ciegos, sordos, tullidos y cojos. (Isaías 35:5, 6.) Una abundancia de alimento, bien distribuido, acabará con el hambre para siempre. (Salmo 72:16.) ¿Y qué se puede decir de los incontables millones de personas que están en los sepulcros y que Dios se complace en recordar? El “poderío” de Jesús abarcará la facultad de resucitarlas, dando a cada una la oportunidad de vivir para siempre en el Paraíso. (Juan 5:28, 29.) No obstante, a pesar de todo su poderío, el Rey Mesiánico será siempre profundamente humilde. Él halla “disfrute [...] en el temor de Jehová”. (Isaías 11:3.)

      16. ¿Qué clase de Juez será el Rey Mesiánico, y cómo contrastará con lo que han hecho los jueces humanos?

      16 Este Rey será también un Juez perfecto. “No juzgará por la mera apariencia de las cosas a sus ojos, ni censurará simplemente según lo que oigan sus oídos.” ¿A qué juez humano, del pasado o del presente, podría describírsele con estas palabras? Incluso un hombre muy juicioso puede juzgar por lo que ve y oye, empleando para ello la sabiduría y el discernimiento que posee. De modo que los jueces y jurados de este viejo mundo pueden ser persuadidos o confundidos por sofistería inteligente, bufonadas en la sala del tribunal o pruebas contradictorias. Con frecuencia solo el rico y poderoso puede permitirse el lujo de tener una buena defensa, lo que en realidad es comprar la justicia. ¡No será así en el caso del Juez Mesiánico! Él lee los corazones. Nada le pasa inadvertido. La justicia, templada por el amor y la misericordia, no estará a la venta. Siempre triunfará. (Isaías 11:3-5.)

      Cómo le afecta a usted la gobernación del Mesías

      17, 18. a) ¿Qué radiante cuadro del futuro de la humanidad se representa en Isaías 11:6-9? b) ¿A quién aplica en primer lugar esa profecía, y por qué? c) ¿Cómo tendrá un cumplimiento literal esa profecía?

      17 Es comprensible que la gobernación del Mesías ejerza una profunda influencia en sus súbditos, que cambie a la gente. Isaías 11:6-9 muestra lo profundos que son estos cambios. En esta profecía se representa de manera conmovedora a animales peligrosos, depredadores —osos, lobos, leopardos, leones, cobras— en compañía de animales domésticos inofensivos e incluso de niños. ¡Pero los depredadores no suponen ningún peligro! ¿Por qué? El versículo 9 Isa 11:9 contesta: “No harán ningún daño ni causarán ninguna ruina en toda mi santa montaña; porque la tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar”.

      18 Por supuesto, el “conocimiento de Jehová” no puede tener ningún efecto en los animales literales; por ello, esos versículos deben aplicar en primer lugar a seres humanos. La gobernación del Mesías patrocina un programa de educación mundial, en el que se enseña a la gente acerca de Jehová y de sus caminos, y a tratar a su semejante con amor, respeto y dignidad. En el venidero Paraíso, el Mesías elevará milagrosamente a la humanidad a la perfección moral y física. Habrán desaparecido las tendencias animales, depredadoras, de la naturaleza humana imperfecta. Y, por fin, la humanidad llegará a estar en paz con los animales también en sentido literal. (Compárese con Génesis 1:28.)

      19. ¿Cómo afecta la gobernación del Mesías la vida de la gente en estos últimos días?

      19 Recuerde, no obstante, que el Mesías está gobernando ahora. Los súbditos de su Reino ya están aprendiendo a vivir juntos en paz, cumpliendo en un sentido Isaías 11:6-9. Además, por casi 80 años, Jesús ha estado cumpliendo Isaías 11:10: “En aquel día tiene que suceder que habrá la raíz de Jesé que estará de pie como señal enhiesta para los pueblos. A él hasta las naciones se dirigirán inquiriendo, y su lugar de descanso tiene que llegar a ser glorioso”. Personas de todas las naciones están acudiendo al Mesías. ¿Por qué? Porque desde que empezó a gobernar, ha estado “de pie como señal enhiesta”. Ha hecho que su presencia sea conocida por todo el mundo mediante el amplio programa educativo anteriormente mencionado. Es más, Jesús predijo una predicación mundial antes del fin de este viejo sistema como señal sobresaliente de su presencia. (Mateo 24:14.)

      20. ¿Qué actitud deben evitar todos lo súbditos de la gobernación del Mesías, y por qué?

      20 De modo que la presencia de Cristo en el poder real no es un asunto remoto ni teórico, solo un tema de debate intelectual entre teólogos. Su gobernación afecta y cambia vidas aquí en la Tierra, tal como Isaías predijo que lo haría. Jesús ha sacado de este corrupto sistema mundial a millones de personas para su Reino. ¿Es usted uno de esos súbditos? ¡Entonces sirva con todo el entusiasmo y gozo que merece nuestro Gobernante! Es cierto que es muy fácil cansarse y unirse al mundo en su queja: “¿Dónde está esa prometida presencia de él?”. (2 Pedro 3:4.) Pero como Jesús mismo dijo: “El que haya aguantado hasta el fin es el que será salvo”. (Mateo 24:13.)

      21. ¿Cómo podemos todos profundizar nuestro aprecio por la esperanza mesiánica?

      21 Cada día que pasa nos acercamos más al gran día en que Jehová mandará a Su Hijo que manifieste su presencia a todo el mundo. Que nunca se empañe su esperanza con relación a ese día. Medite en el papel que desempeña Jesús como Mesías y en sus cualidades como Rey entronizado. Piense detenidamente también en Jehová Dios, el autor y cerebro de la gran esperanza mesiánica expuesta en la Biblia. Cuando lo haga, no cabe duda de que se sentirá cada vez más como el apóstol Pablo cuando escribió: “¡Oh la profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios!”. (Romanos 11:33.)

      [Notas a pie de página]

      a En 1864 el teólogo R. Govett lo expresó así: “Esto me parece muy determinante. El que se dé una señal de la Presencia significa que es secreta. No necesitamos ninguna señal para determinar la presencia de lo que vemos”.

      b Para detalles, véase el libro “Venga tu reino”, páginas 133-139.

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