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MéxicoAnuario de los testigos de Jehová 1995
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Se superan obstáculos en el sureste
Entretanto, en el sureste había grandes dificultades para predicar. Los estados de Chiapas y Tabasco eran muy pobres, sobre todo los pueblos aislados de la sierra. ¿Cómo llevar el mensaje del Reino a esas personas?
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MéxicoAnuario de los testigos de Jehová 1995
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En 1934 la familia Ortiz asistió a una asamblea, y allí se les invitó a emprender el servicio de precursor. Su territorio sería el estado de Tabasco. El hermano Ortiz relata: “Compré dos caballos, uno para llevar la carga y otro para Estela, mi hija de 12 años. Éramos cinco en total: mi hija de 15 años, otra de mis hijas, que estaba casada, y un jovencito de 15 años que nos acompañaba”.
Predicaron en muchos pueblos de Tabasco y distribuyeron gran cantidad de publicaciones. Pero en Tapijalapa los arrestaron y los llevaron al cuartel militar. “El presidente municipal [alcalde] era un coronel —narró posteriormente el hermano Ortiz—. Me preguntó con aspereza si no sabía que estaba prohibido distribuir esas publicaciones en el estado. Le contesté que ese estado formaba parte de la República Mexicana, y que yo contaba con una credencial expedida por la Secretaría de Gobernación para efectuar esta obra. Me respondió que para él ese documento no valía más que el papel en que estaba escrito. Nos quitaron todo objeto de valor y las publicaciones que llevábamos en los maletines.”
Sin embargo, lo que más le preocupaba al hermano Ortiz era la seguridad de dos hermanas del grupo que se hallaban en otro pueblo. Se trataba de su hija mayor y de otra hermana que estaban predicando allí. La policía sabía que faltaban dos personas del grupo, de modo que envió algunos hombres a buscarlas. El hermano Ortiz relató: “Eran como las seis de la tarde, y el pueblo estaba como a 20 kilómetros por un camino montañoso; además, comenzó a llover. Calculé que llegarían allá alrededor de la media noche. Me preocupaba al pensar en lo que sería de las jóvenes —una de 16 años y otra de 20— si llegaban a caer en manos de aquellos sujetos. Una de ellas era mi hija; imagínese cuánto me atormentaban mis pensamientos”. Oró con fervor hasta que lo venció el sueño. ¡Qué alivio sintió al día siguiente al enterarse de que Jehová había respondido a sus oraciones y que nada malo había sucedido a las jóvenes!
El grupo estuvo bajo arresto varios días en condiciones insalubres y con poco alimento; después, una escolta de soldados los condujo fuera del estado. Lo primero que hicieron una vez libres fue conseguir jabón y buscar un río donde bañarse y lavar la ropa.
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