El amor cristiano en México ante los desastres
EL PERIÓDICO El Financiero de la ciudad de México comentó: “En los últimos 20 días fenómenos naturales —[varios] huracanes y un terremoto— han acosado a los litorales mexicanos dejando una estela de muerte y destrucción”.
A principios de octubre el huracán Opal hizo grandes estragos en los estados de Campeche, Quintana Roo y Tabasco. Murieron casi doscientas personas, más de ciento cincuenta resultaron heridas y 500.000 sufrieron pérdidas; millares de casas quedaron parcial o totalmente destruidas.
Cuando la sucursal mexicana de los testigos de Jehová se enteró de los daños, envió rápidamente a representantes para indagar la situación de los Testigos en las zonas afectadas. Se supo que más de dos mil quinientos habían tenido que abandonar sus casas y mudarse a los hogares de otros Testigos.
Se organizaron centros de socorro y se suministró alimento, ropa y dinero a los necesitados. Cuando bajaron las aguas de las inundaciones, los Testigos empezaron a reparar los hogares de sus hermanos cristianos.
El 9 de octubre, un fuerte sismo de 7,6 grados en la escala de Richter sacudió los estados de Colima y Jalisco. Ocho Salones del Reino de los Testigos de Jehová se dañaron gravemente, doce casas de Testigos se desplomaron y 65 quedaron maltrechas. Nuevamente se organizó un comité de socorro y se otorgó la ayuda necesaria.
Más tarde, el 20 de octubre, otro terremoto sacudió el estado de Chiapas. Este sismo destruyó las casas de 88 Testigos y deterioró enormemente otras 38. Dos Salones del Reino quedaron completamente arruinados y otros cuatro con graves daños. Casi al mismo tiempo, las inundaciones provocadas por el huracán Roxana afectaron las casas de unos ochenta Testigos en el estado de Veracruz, y cuatro de ellas quedaron totalmente arruinadas. Nuevamente, los testigos de Jehová organizaron con presteza un fondo de socorro para estos damnificados.
Aunque algunos Testigos sufrieron contusiones y fracturas, ninguno falleció a consecuencia de estos desastres naturales. En total se distribuyeron 24 toneladas de alimentos y 4 toneladas de ropa entre los necesitados. Muchos observadores se quedaron admirados de las labores de socorro. Una señora de Colima dijo: ‘Nada más de oídas sabía que los testigos de Jehová eran muy unidos, pero ahora lo veo con mis propios ojos’.
La gente opinaba con frecuencia sobre los Testigos y sus actividades de socorro: “Estos sí son hermanos”. “Son los más organizados.” Incluso se oyó este comentario: “Si todos los grupos de apoyo que vinieron trabajaran como los testigos de Jehová, ya estaría todo el pueblo listo”.
Actualmente los más de 440.000 Testigos de México llevan las buenas nuevas del Reino de Dios a sus vecinos. El amor que manifestaron durante los recientes desastres naturales constituyó un convincente testimonio. (Juan 13:34, 35.)