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MéxicoAnuario de los testigos de Jehová 1995
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Mientras el hermano Chaidez servía de colportor en la ciudad portuaria de Mazatlán, conoció a Gilberto Covarrubias, quien se reunía con un grupito de Testigos de esa ciudad. Gracias al estímulo que recibió, Gilberto progresó muy bien. Recuerda claramente cómo fue bautizado: lo llevaron a la playa y le indicaron que se sumergiera en el agua y contuviera la respiración tanto tiempo como pudiera; cuando emergió, le dijeron que estaba bautizado. Claro está que no usamos ese método hoy día. Sea como fuere, Gilberto sirvió a Jehová con mucho empeño, y contribuyó en gran manera a diseminar las buenas nuevas dirigiendo en el servicio del campo a los Testigos que predicaban en los pueblos cercanos a Mazatlán.
En esa misma zona vivía Pedro Saldívar, a quien habían encarcelado por un delito que no había cometido. Su hija le llevaba libros y revistas para que tuviera algo que leer durante los más de tres meses que estuvo en prisión. Cierto día, entre las cosas que su hija le había llevado, vio un folleto escrito por J. F. Rutherford. El mensaje que hablaba del propósito de Dios de establecer un justo nuevo mundo lo consoló enormemente. Poco después se descubrió al verdadero culpable y se puso en libertad a Pedro. De inmediato buscó más publicaciones semejantes al folleto que había leído, y consiguió algunas. Más tarde, una vecina que era Testigo lo llevó a las reuniones que dirigía Gilberto Covarrubias. Tal como había hecho Gilberto, él también emprendió una campaña de predicación;
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MéxicoAnuario de los testigos de Jehová 1995
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Más tarde, una vecina que era Testigo lo llevó a las reuniones que dirigía Gilberto Covarrubias. Tal como había hecho Gilberto, él también emprendió una campaña de predicación;
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