-
En busca de respuestasLa Atalaya 2008 | 1 de febrero
-
-
Para hallar verdadera paz interior, hay que dar respuesta a tres preguntas trascendentales:
¿De dónde venimos?
¿Para qué estamos aquí?
¿Qué encierra el futuro?
¿Dónde puede encontrar usted una respuesta confiable a estas importantes preguntas? En las siguientes páginas hallará respuestas basadas en la Palabra de Dios, y no en especulaciones o filosofías particulares. Así pues, lo invitamos a abrir su propio ejemplar de la Biblia y comprobar por usted mismo lo que esta dice.
-
-
¿De dónde venimos?La Atalaya 2008 | 1 de febrero
-
-
¿De dónde venimos?
POR QUÉ IMPORTA LA RESPUESTA. A muchas personas se les ha enseñado que la vida en la Tierra surgió por casualidad. Se les ha dicho que a través de una serie de sucesos aleatorios y poco probables, la evolución produjo al género humano con todas sus capacidades emocionales, intelectuales y espirituales.
Pero piense en lo siguiente: si realmente somos el resultado de la evolución y no existe un Creador, la especie humana sería, en cierto sentido, huérfana. La humanidad no tendría ninguna fuente de sabiduría superior a la que recurrir, nadie que nos ayudara a solucionar nuestros problemas. Tendríamos que depender de nuestra propia sabiduría para evitar los desastres medioambientales, resolver las disputas políticas y afrontar nuestras crisis personales.
¿Le tranquiliza esa idea? ¿Le produce paz interior? Si no es así, veamos que la alternativa no solo es más atrayente, sino también más razonable.
¿Qué dice la Biblia?
La Biblia enseña que el hombre es una creación directa de Dios, que no somos fruto de una evolución fría y casual. Todo lo contrario, somos hijos de un Padre amoroso e inteligente. Observe a continuación las claras afirmaciones que hace la Biblia.
Génesis 1:27: “Dios procedió a crear al hombre a su imagen, a la imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó”.
Salmo 139:14: “Te elogiaré porque de manera que inspira temor estoy maravillosamente hecho. Tus obras son maravillosas, como muy bien percibe mi alma”.
Mateo 19:4-6: “¿No leyeron que el que los creó desde el principio los hizo macho y hembra y dijo: ‘Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre y se adherirá a su esposa, y los dos serán una sola carne’? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Por lo tanto, lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre”.
Hechos 17:24, 25: “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que hay en él, siendo, como es Este, Señor del cielo y de la tierra, no mora en templos hechos de manos, ni es atendido por manos humanas como si necesitara algo, porque él mismo da a toda persona vida y aliento y todas las cosas”.
Revelación (Apocalipsis) 4:11: “Digno eres tú, Jehová, nuestro Dios mismo, de recibir la gloria y la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y a causa de tu voluntad existieron y fueron creadas”.
Por qué produce verdadera paz interior la respuesta que da la Biblia
Saber que “toda familia [...] en la tierra debe su nombre” a Dios cambia nuestra manera de ver a los demás (Efesios 3:15). También influye en el concepto que tenemos de nosotros mismos y en cómo vemos los problemas que nos aquejan. Es muy probable que nuestro modo de pensar cambie en los siguientes aspectos de la vida.
A la hora de tomar decisiones difíciles, no nos abrumarán las ideas contradictorias del hombre. Más bien, confiaremos en la guía que ofrece la Biblia. ¿Por qué razón? Porque “toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de Dios sea enteramente competente y esté completamente equipado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16, 17).
Por supuesto, seguir los consejos de la Biblia supone esfuerzo y autodisciplina. En ciertos momentos pudiera exigirnos que vayamos en contra de nuestras propias inclinaciones (Génesis 8:21). No obstante, si aceptamos que fuimos creados por un Padre celestial amoroso, es lógico concluir que él conoce cuál es el mejor camino para nosotros (Isaías 55:9). Por eso, su Palabra nos dice: “Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. En todos tus caminos tómalo en cuenta, y él mismo hará derechas tus sendas” (Proverbios 3:5, 6). Si seguimos este consejo, desaparecerá gran parte de la ansiedad que nos causan los problemas o las decisiones difíciles.
Cuando nos enfrentemos al prejuicio, no nos angustiarán sentimientos de inferioridad, pensando que de algún modo somos de menos valor que las personas de otra raza o antecedentes culturales. Antes bien, desarrollaremos un saludable amor propio. ¿Por qué? Porque nuestro Padre, Jehová Dios, “no es parcial, sino que, en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto” (Hechos 10:34, 35).
Por otra parte, este conocimiento también impedirá que el prejuicio distorsione nuestro modo de ver a los demás. Comprenderemos que no hay ninguna razón válida para sentirnos superiores a las personas de otra raza, puesto que Dios “hizo de un solo hombre toda nación de hombres, para que moren sobre la entera superficie de la tierra” (Hechos 17:26).
Efectivamente, saber que fuimos creados y que le importamos a nuestro Creador sienta las bases para obtener verdadera paz interior. Con todo, para conservarla se precisa algo más.
[Comentario de la página 4]
¿Evolucionó el género humano?
[Ilustración de la página 5]
Saber que le importamos a nuestro Creador nos da verdadera paz interior
-
-
¿Para qué estamos aquí?La Atalaya 2008 | 1 de febrero
-
-
¿Para qué estamos aquí?
POR QUÉ IMPORTA LA RESPUESTA. Pocas cosas descorazonan tanto al hombre como la idea de que la vida no tiene ningún sentido, ningún propósito. Por otra parte, alguien con una meta definida en la vida afronta mejor las dificultades. El neurólogo Viktor E. Frankl, sobreviviente del Holocausto nazi, escribió: “Me atrevería a decir que no hay nada en el mundo capaz de ayudarnos a sobrevivir, aun en las peores condiciones, como el hecho de saber que la vida tiene un sentido”.
Sin embargo, a este respecto hay opiniones muy diversas. Muchas personas piensan que cada quien debe determinar por sí mismo cuál es el propósito de nuestra existencia. Por otro lado, algunos evolucionistas enseñan que no hay que buscarle un sentido último a la vida.
Lo cierto es que el modo más lógico de descubrir cuál es el sentido de la vida es preguntándoselo al Dador de la vida, Jehová Dios. Examinemos lo que su Palabra nos dice al respecto.
¿Qué dice la Biblia?
La Biblia enseña que Dios creó al hombre y a la mujer con un propósito definido. Veamos el mandato que Jehová les dio a nuestros primeros padres.
Génesis 1:28: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra”.
Por lo tanto, el propósito de Dios era que Adán y Eva, así como sus hijos, convirtieran la Tierra en un paraíso. No quería que los seres humanos envejecieran y murieran, ni que dañaran el medio ambiente. Sin embargo, debido a la pésima elección que hicieron nuestros primeros padres, nosotros hemos heredado el pecado y la muerte (Génesis 3:2-6; Romanos 5:12). Aun así, el propósito de Jehová no ha cambiado. Pronto, la Tierra será un paraíso (Isaías 55:10, 11).
Jehová nos creó con las capacidades físicas e intelectuales necesarias para efectuar su propósito. No estamos hechos para vivir al margen de nuestro Creador. Observe en las siguientes citas bíblicas cuál es el propósito de Dios para nosotros.
Eclesiastés 12:13: “La conclusión del asunto, habiéndose oído todo, es: Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos. Porque este es todo el deber del hombre”.
Miqueas 6:8: “¿Y qué es lo que Jehová está pidiendo de vuelta de ti sino ejercer justicia y amar la bondad y ser modesto al andar con tu Dios?”.
Mateo 22:37-39: “‘Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente’. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo, semejante a él, es este: ‘Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo’”.
Por qué produce verdadera paz interior la respuesta que da la Biblia
Para que cualquier máquina compleja funcione bien, debe utilizarse para el fin que el fabricante la ideó y de la manera que él especifica. Así mismo, si no queremos salir perjudicados —ya sea espiritual, mental, emocional o físicamente—, tenemos que vivir del modo que nuestro Creador determinó. Veamos cómo el conocimiento del propósito de Dios nos puede proporcionar paz interior en las siguientes circunstancias de la vida.
Al fijar prioridades, muchas personas piensan que lo más importante es enriquecerse. Sin embargo, la Biblia advierte: “Los que están resueltos a ser ricos caen en tentación y en un lazo y en muchos deseos insensatos y perjudiciales” (1 Timoteo 6:9, 10).
En cambio, quienes cultivan amor por Dios y no por el dinero descubren el secreto de sentirse satisfechos con lo que tienen (1 Timoteo 6:7, 8). Por supuesto, reconocen la importancia de trabajar arduamente y saben que deben cubrir sus propias necesidades físicas (Efesios 4:28). No obstante, también prestan atención a la advertencia de Jesús: “Nadie puede servir como esclavo a dos amos; porque u odiará al uno y amará al otro, o se apegará al uno y despreciará al otro. No pueden ustedes servir como esclavos a Dios y a las Riquezas” (Mateo 6:24).
Por lo tanto, en vez de convertir el trabajo o las riquezas en su máxima prioridad, quienes aman a Dios ponen la voluntad divina en primer lugar. Saben que si su vida gira en torno a obedecer a Jehová, él los cuidará. Y, de hecho, Dios se siente responsable de su bienestar (Mateo 6:25-33).
Al tratar con los demás, muchas personas piensan primero en sí mismas. En el mundo de hoy no hay paz, y esto se debe en gran parte a que muchos se han hecho “amadores de sí mismos” y no tienen “cariño natural” (2 Timoteo 3:2, 3). Cuando alguien los decepciona o discrepa de sus opiniones, dan rienda suelta a su “cólera e ira y gritería y habla injuriosa” (Efesios 4:31). Por supuesto, tal falta de autodominio no les da paz interior, sino que solo “suscita contienda” (Proverbios 15:18).
Por el contrario, aquellos que obedecen el mandato divino de amar al prójimo como a sí mismos son “bondadosos unos con otros, tiernamente compasivos, y [se perdonan] liberalmente” (Efesios 4:32; Colosenses 3:13). Hasta cuando los demás no los tratan con bondad, intentan por todos los medios imitar a Jesús, quien al sufrir injurias “no se puso a injuriar en cambio” (1 Pedro 2:23). Al igual que él, comprenden que la verdadera felicidad proviene de servir a los demás, incluso a quienes no agradecen lo que se hace por ellos (Mateo 20:25-28; Juan 13:14, 15; Hechos 20:35). Jehová Dios otorga su espíritu a quienes imitan a su Hijo, y dicho espíritu produce en sus vidas una sensación de verdadera paz (Gálatas 5:22).
Ahora bien, ¿de qué modo puede su visión del futuro aportarle paz interior?
[Comentario de la página 6]
Necesitamos tener un propósito definido en la vida
[Ilustración de la página 7]
Jesús nos enseña cómo hallar verdadera paz interior
-
-
¿Qué encierra el futuro?La Atalaya 2008 | 1 de febrero
-
-
¿Qué encierra el futuro?
POR QUÉ IMPORTA LA RESPUESTA. Lo que una persona espera del mañana repercute en su manera de actuar hoy. Por ejemplo, quienes tienen pocas esperanzas para el futuro tal vez digan: “Comamos y bebamos, porque mañana hemos de morir” (1 Corintios 15:32). Esta postura lleva con frecuencia a comer en exceso, beber demasiado y sufrir estados de ansiedad; y nada de esto produce paz interior.
Por supuesto, si el futuro se dejara por completo en manos humanas, nuestro porvenir sería sombrío. La contaminación del aire, el agua y el suelo ha alcanzado niveles hasta ahora desconocidos. No dejan de aumentar las amenazas de atentados terroristas e incluso de una guerra nuclear. La enfermedad y la pobreza se ensañan con miles de millones de personas en todo el mundo. Pero aun así, existen motivos para tener esperanza.
Mientras que los seres humanos no podemos predecir con exactitud el futuro, Jehová Dios se refiere a sí mismo como “Aquel que declara desde el principio el final, y desde hace mucho las cosas que no se han hecho” (Isaías 46:10). Por consiguiente, ¿qué dice Jehová sobre lo que encierra el futuro?
¿Qué dice la Biblia?
Jehová no permitirá que la Tierra ni la vida sobre ella sufran daños irreparables. De hecho, la Biblia asegura que Dios va a “causar la ruina de los que están arruinando la tierra” (Revelación 11:18). Mediante el Reino —su gobierno celestial—, Jehová eliminará toda maldad de la Tierra y establecerá las condiciones que se propuso en un principio (Génesis 1:26-31; 2:8, 9; Mateo 6:9, 10). Las siguientes citas bíblicas nos permiten echar un vistazo al futuro, pues predicen sucesos que pronto incidirán sobre todo habitante de la Tierra.
Salmo 46:8, 9: “Vengan, contemplen las actividades de Jehová, como ha establecido acontecimientos pasmosos en la tierra. Hace cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra. Quiebra el arco y verdaderamente corta en pedazos la lanza; quema los carruajes en el fuego”.
Isaías 35:5, 6: “En aquel tiempo los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos mismos de los sordos serán destapados. En aquel tiempo el cojo trepará justamente como lo hace el ciervo, y la lengua del mudo clamará con alegría. Pues en el desierto habrán brotado aguas, y torrentes en la llanura desértica”.
Isaías 65:21, 22: “Ciertamente edificarán casas, y las ocuparán; y ciertamente plantarán viñas y comerán su fruto. No edificarán y otro lo ocupará; no plantarán y otro lo comerá”.
Daniel 2:44: “El Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos”.
Juan 5:28, 29: “Viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz [la de Jesús] y saldrán”.
Revelación 21:3, 4: “Dios mismo estará con ellos. Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”.
Por qué produce verdadera paz interior la respuesta que da la Biblia
En principio, todo esto podría parecer demasiado bueno para ser verdad. Sin embargo, es Dios quien lo promete, no el hombre. Y Jehová “no puede mentir” (Tito 1:2).
Si usted confía en las promesas de Dios y vive de acuerdo con sus leyes, conservará su paz interior sin importar lo difíciles que sean las circunstancias. Ni la guerra ni la pobreza ni las enfermedades, ni siquiera los achaques de la vejez o la perspectiva de morir, le privarán permanentemente de dicha paz. ¿Por qué no? Porque tendrá la seguridad de que el Reino de Dios corregirá los efectos de todos estos males.
¿Cómo puede usted hacer suya esa esperanza? “Rehaciendo su mente” y comprobando cuál es “la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios” (Romanos 12:2). Probablemente necesite más pruebas de que las promesas bíblicas son confiables, pero verá que examinarlas merece la pena. Pocas cosas en la vida le proporcionarán tanta paz interior.
-