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  • Sea razonable al negociar el precio de la novia
    La Atalaya 1998 | 15 de septiembre
    • Principios bíblicos razonables

      El que los padres cristianos negocien o no el precio de la novia es una decisión personal. Si optan por hacerlo, deben llevar tales negociaciones en conformidad con los principios bíblicos. “Que su modo de vivir esté exento del amor al dinero”, dice la Palabra de Dios (Hebreos 13:5). Si este principio no se pone de manifiesto durante las negociaciones matrimoniales, el padre cristiano podría estar demostrando que no es un buen ejemplo. Los hombres que tienen puestos de responsabilidad dentro de la congregación cristiana han de ser ‘razonables’, no ‘amadores del dinero’ ni “ávidos de ganancia falta de honradez” (1 Timoteo 3:3, 8). El cristiano que avariciosamente obtiene mediante extorsión un precio elevado y no se arrepiente, puede ser incluso expulsado de la congregación (1 Corintios 5:11, 13; 6:9, 10).

  • Sea razonable al negociar el precio de la novia
    La Atalaya 1998 | 15 de septiembre
    • ¿Quién ha de encargarse de las negociaciones?

      La manera de negociar el precio de la novia en algunas culturas puede estar en conflicto con otro principio importante. Según la Biblia, es el padre quien se encarga de los asuntos de la casa (1 Corintios 11:3; Colosenses 3:18, 20). Por lo tanto, quienes tienen puestos de responsabilidad en la congregación han de ser hombres que ‘presiden de manera excelente a sus hijos y sus propias casas’ (1 Timoteo 3:12).

      Pues bien, puede que en la comunidad sea habitual que las negociaciones importantes de un matrimonio se dejen en manos de los parientes del cabeza de familia, quienes piden parte del precio de la novia. Esta costumbre constituye una prueba para las familias cristianas. Amparándose en que es la costumbre, algunos cabezas de familia permiten que los parientes incrédulos obtengan mediante extorsión un precio de la novia elevado, lo cual en ocasiones ha llevado al matrimonio de una joven cristiana con un incrédulo. Tales enlaces contravienen el consejo de que los cristianos se casen “solo en el Señor” (1 Corintios 7:39). En el caso de los cabezas de familia que permiten que los parientes incrédulos tomen decisiones que perjudican el bienestar espiritual de sus hijos, no se puede considerar que ‘presiden su propia casa excelentemente’ (1 Timoteo 3:4).

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