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Poder, Obras poderosasPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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Jesús demostró que era el Mesías esperado por tanto tiempo, el ungido de Jehová, predicho para manifestar el ‘espíritu de poderío’. (Isa 11:1-5.) Como tal, era de esperar que proporcionara un poderoso testimonio para apoyar ese hecho. (Miq 5:2-5; compárese con Jn 7:31.)
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Poder, Obras poderosasPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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Moisés “era poderoso en sus palabras y hechos”. Como Jesús fue el ‘profeta mayor que Moisés’, sus credenciales fueron correspondientemente mayores. (Dt 34:10-12; Hch 7:22; Lu 24:19; Jn 6:14.) Era propio que ‘enseñara con autoridad’. (Mt 7:28, 29.) Así pues, tal como Dios dio razones para tener fe en Moisés, Josué y otros siervos suyos, entonces suministró una base sólida para que se tuviera fe en su Hijo. (Mt 11:2-6; Jn 6:29.)
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Poder, Obras poderosasPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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¿Qué presagiaron los milagros de Jesús?
Lo que Jesús hizo dio prueba del interés de Dios en la humanidad, y también fue una muestra de lo que Él haría con el tiempo a favor de todos aquellos que amaban la rectitud. Las obras poderosas de Jesús estuvieron muy relacionadas con los problemas de la humanidad; de estos, el primero y fundamental es el pecado, con todos sus efectos perjudiciales. La enfermedad y la muerte son concomitantes al pecado, y la facultad que Jesús tenía de curar toda clase de enfermedades (Mt 8:14, 15; Lu 6:19; 17:11-14; 8:43-48) e incluso de resucitar a los muertos (Mt 9:23-25; Lu 7:14, 15; Jn 11:39-44) dio prueba de que era el medio nombrado por Dios para libertar a la humanidad del pecado y de su castigo. (Compárese con Mr 2:5-12.) Jesús fue “el verdadero pan del cielo”, “el pan de la vida”, muy superior al maná que Israel comió en el desierto. (Jn 6:31-35, 48-51.) Él no proporcionó agua literal procedente de una roca, sino “agua viva”, el ‘agua de vida’. (Jn 7:37, 38; Rev 22:17; compárese con Jn 4:13, 14.)
Sus obras poderosas también fueron presagios de otras bendiciones que tenían que venir por medio de su reinado. Mientras que Eliseo había alimentado a cien personas con solo veinte panes y algo de grano, Jesús alimentó a miles con mucho menos. (2Re 4:42-44; Mt 14:19-21; 15:32-38.) Moisés y Eliseo convirtieron agua amarga o envenenada en agua dulce. Jesús convirtió simple agua en vino excelente que contribuyó al disfrute de un banquete de bodas. (Éx 15:22-25; 2Re 2:21, 22; Jn 2:1-11.) Por lo tanto, su gobernación ciertamente habría de librar del hambre a todos sus súbditos y proporcionar un agradable ‘banquete para todos los pueblos’. (Isa 25:6.) Su capacidad para hacer productivo el trabajo del hombre, como cuando bendijo los esfuerzos de sus discípulos en la pesca, fue una garantía de que bajo la bendición de su Reino los hombres no se verán obligados a ganarse la vida con grandes dificultades tan solo para poder subsistir. (Lu 5:4-9; compárese con Jn 21:3-7.)
Pero lo más significativo es que todas esas cosas estaban relacionadas con asuntos espirituales. Además de dar vista, habla y salud espirituales a los que estaban ciegos, mudos y enfermos espiritualmente, Jesús también proveyó alimento y bebida espirituales en abundancia y garantizó la productividad del ministerio de sus discípulos. (Compárese con Lu 5:10, 11; Jn 6:35, 36.) Cuando en ciertas ocasiones Jesús satisfizo de manera milagrosa las necesidades físicas de las personas, lo hizo principalmente para fortalecer su fe. El bien físico no era el fin más importante. (Compárese con Jn 6:25-27.) El alimento y la bebida no era lo que debía buscarse primero, sino el Reino y la justicia de Dios. (Mt 6:31-33.) Jesús puso el ejemplo al rehusar convertir las piedras en panes para su propio beneficio. (Mt 4:1-3.)
Liberación espiritual. Israel había conocido guerreros poderosos, pero el poder de Dios por medio de su Hijo estaba dirigido contra unos enemigos mayores que meros militaristas humanos. Jesús fue el Libertador (Lu 1:69-74) que proporcionó la manera de obtener libertad de la principal fuente de opresión: Satanás y sus demonios. (Heb 2:14, 15.) No solo libertó personalmente a muchos endemoniados (Lu 4:33-36), sino que mediante sus palabras poderosas de verdad, abrió de par en par las puertas de la libertad para aquellos que deseaban librarse de las cargas opresivas y de la esclavitud que la religión falsa les había impuesto. (Mt 23:4; Lu 4:18; Jn 8:31, 32.) Mediante su derrotero fiel e íntegro, no solo conquistó una ciudad o un imperio, sino “el mundo”. (Jn 14:30; 16:33.)
Importancia relativa de los actos milagrosos. Aunque Jesús destacó principalmente las verdades que proclamaba, sin embargo, mostró la relativa importancia que tenían sus obras poderosas, y muchas veces hizo referencia a ellas para acreditar su comisión y mensaje. La importancia de las obras poderosas radicaba en especial en que cumplían profecías. (Jn 5:36-39, 46, 47; 10:24-27, 31-38; 14:11; 20:27-29.) Los que veían tales obras contraían una responsabilidad especial. (Mt 11:20-24; Jn 15:24.) Como Pedro les dijo más tarde en el Pentecostés a las muchedumbres, Jesús era “varón públicamente mostrado por Dios a ustedes mediante obras poderosas y portentos presagiosos y señales que Dios hizo mediante él en medio de ustedes, así como ustedes mismos lo saben”. (Hch 2:22.) Tales demostraciones de poder divino ponían de manifiesto que el reino de Dios los había ‘alcanzado’. (Mt 12:28, 31, 32.)
Al valerse de manera tan significativa de su Hijo, Dios hizo que los ‘razonamientos de muchos corazones fuesen descubiertos’. (Lu 2:34, 35.) Ellos estaban viendo manifestado ‘el brazo de Jehová’, pero muchos, la mayoría, prefirieron ver otro significado en los acontecimientos que contemplaban, o permitir que los intereses egoístas les impidieran actuar en armonía con la “señal” vista. (Jn 12:37-43; 11:45-48.) Muchas personas deseaban obtener beneficios personales del poder de Dios, pero no tenían un anhelo sincero por la verdad y la justicia. Su corazón no se conmovió por la compasión y la bondad que impulsaron tantas de las obras poderosas de Jesús (compárense Lu 1:78; Mt 9:35, 36; 15:32-37; 20:34; Mr 1:40, 41; Lu 7:11-15 con Lu 14:1-6; Mr 3:1-6), una compasión que reflejaba la de su Padre. (Mr 5:18, 19.)
Ejercicio responsable del poder. Jesús siempre utilizó su poder de manera responsable, y nunca para hacer una mera exhibición. La maldición de la higuera infructífera obviamente tuvo un significado simbólico. (Mr 11:12-14; compárese con Mt 7:19, 20; 21:42, 43; Lu 13:6-9.) Jesús rehusó implicarse en exhibiciones sin propósito como las que le sugería Satanás. Cuando anduvo sobre las aguas, lo hizo porque a esa hora avanzada no había ningún medio de transporte que lo llevara a donde quería ir, algo completamente diferente de saltar desde el almenaje del templo como si fuera un suicida en potencia. (Mt 4:5-7; Mr 6:45-50.)
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